Conclusiones

1ªJesucristo es causa de nuestra redención objetiva y sub­jetiva por vía de causalidad eficiente física o principal en cuanto Verbo de Dios, e instrumental por parte de su humanidad san­tísima como instrumento unido a su divinidad. (Doctrina más probable y común.)

En otro lugar hemos explicado ampliamente la cau­salidad física instrumental de la humanidad de Cristo al ha­blar del poder humano de Jesucristo 32• Aquella doctrina es enteramente válida aplicada a la redención objetiva y subjeti­va. Nos limitamos a recoger aquí el sencillo razonamiento de Santo Tomás en este lugar 33.

«La causa eficiente es de dos maneras: principal e instrumental. La causa principal de nuestra salud es Dios. Pero como la humani­dad de Cristo es instrumento de la divinidad, según dijimos en su lugar, síguese que todas las acciones y padecimientos de Cristo obran instrumentalmente la salud humana en virtud de la divinidad. Y se­gún esto, la pasión de Cristo causa eficientemente nuestra salud.

Al resolver una objeción, recoge el Doctor Angélico las cinco modalidades o diferentes aspectos con que la pasión de Cristo produce nuestra salud, asignando a cada una su matiz peculiar o propio. He aquí sus palabras

La pasión de Cristo, por relación a su divinidad, obra por vía de eficiencia; por relación a su voluntad humana, por vía de mérito, y por relación a su carne que sufre, por vía de satisfacción de la pena debida por nuestros pecados; por vía de redención, librándonos de la culpa, y por vía de sacrificio, reconciliándonos con Dios.

Para mayor claridad recogemos esta doctrina en forma esquemática:

La pasión y muerte de Cristo produjo nuestra salud:

1) Por orden a Dios: Por vía de eficiencia….. 

Principal: como Verbo.

Instrumental: como hombre.

 2) Por la voluntad con que padeció: por vía de nuestra salud   mérito.

3) Por parte de los su­frimientos padecidos:

a) Inmolando su vida para reconciliarnos con Dios: por vía de sacrificio.

b) Para redimirnos de la culpa: por vía de redención.

c) Para libramos de la pena: por vía de sa­tisfacción.

Veamos ahora la doctrina correspondiente a la Correden­ción mariana.

2.’ La Santísima Virgen María, como Corredentora, con­tribuyó también eficientemente a nuestra redención; pero no con una causalidad física principal ni instrumental, sino con una causalidad moral y eficiente dispositiva universal. (Doctri­na más probable y común.)

Después de rechazar la causalidad eficiente física, tanto principal (que corresponde únicamente a Cristo en cuan­to Verbo divino) como instrumental (que es la propia de la hu­manidad de Cristo, como hemos visto en la conclusión ante­rior), el P. Cuervo razona del siguiente modo la causalidad moral de María Corredentora en sentido eficiente dispositiva universal. He aquí sus propias palabras

«La causalidad de María respecto de la gracia es, pues, formal­mente de orden moral, consistente en la adquisición de aquélla por el mérito y en la aplicación de la misma a nosotros por medio de su intercesión ante Dios. Así es constantemente enseñada esta doc­trina, tanto por la tradición como por el magisterio de la Iglesia 36 De tal manera que la misma unión de voluntades y de méritos, de intención y de fin que existió entre Jesús y María en cuanto a la ad­quisición de la gracia, continúa perpetuamente en su intercesión por nosotros, en la presentación ante Dios de sus méritos, los cuales nos consiguen la gracia divina que causa efectivamente nuestra redención y justificación.

Jesús y María son, pues, en un orden distinto, dos causas univer­sales, subordinada la segunda al primero, de todo el misterio de nuestra redención, por cuya unión espiritual recibimos nosotros el influjo saludable de la gracia, la cual es causada en nosotros por Je­sucristo de una manera eficiente instrumental, como verdadera Ca­beza del Cuerpo místico, y por María de un modo moral, en cuanto Mediadora y Corredentora de los hombres.

Si ahora tenemos en cuenta lo que enseña Santo Tomás respecto de la causa meritoria, que reductivamente pertenece a la eficiente como disposición de la misma, «en cuanto que el mérito dispone para el premio, haciendo al sujeto digno de él» 37, habrá que decir que la causalidad de María respecto de la gracia es eficiente dispositiva, y perfectiva la de Jesucristo de un modo eminente sobre la de los sacramentos, en cuanto que su humanidad santísima es instrumento unido a la divinidad en la producción de la misma 38

Ahora bien, es cosa más que evidente que la causalidad meritoria o eficiente dispositiva universal de la Mediadora es inmensamente su­perior a la particular instrumental secundaria de los sacramentos, por donde se nos comunica a nosotros como por unos canales el mis­mo fruto de los méritos de María, juntamente con los de Jesucristo. Huelga, por tanto, el argumento de que hay que atribuir a María la misma causalidad eficiente de la gracia que se encuentra en los sa­cramentos, por razón de la superioridad en perfección de la Virgen respecto de éstos en la causalidad de la gracia.

Por otra parte, la causalidad de la gracia por María es inferior a la de Jesucristo en cuanto hombre, tanto en la razón de mérito como en la de satisfacción. Luego la Virgen coopera también analógicamente con Jesucristo a nuestra redención por modo de eficiencia, con una analogía de proporcionalidad propia, puesto que la forma análoga, eficiencia, se encuentra propia y formalmente en su cooperación, no de la misma manera que en Jesucristo, sino tan sólo dispositivamente, conforme al modo que tiene en la dispensación de la gracia el mérito universal de María.

En la cooperación de María al misterio de nuestra redención se encuentra, pues, una analogía múltiple de proporcionalidad con Je­sucristo, desde la misma constitución de la Mediadora y Correderi­tora hasta el acto corredentivo y diferentes modalidades del mismo. Y todo esto arrancando del principio de su asociación divina con Je­sucristo en el mismo fin de la Encarnación, en virtud de su materni­dad divina y de su pertenencia al orden hipostático, pasando des­pués por los modos de conseguir aquél, para terminar en el mismo fin de nuestra redención, ya conseguido diversamente por los dos».

NOTAS:

33 Cf. nuestra obra Jesucristo y la vida cristiana: BAC (Madrid í96¡) n.i 16. 3 III 48,6.

34 Ibid., ad 3.

35. Cf P Cuervo, o.c. pag. 321-323

36 Officium B. Virginis Mediatricis, hymn. ad mat.

37 De verit. Q.29 a.6.

38 111 13,2.

VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 1/9

VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 2/9

VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 3/9

VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 4/9

VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 5/9

VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 6/9

VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 7/9

VER LA VIRGEN MARÍA CORREDENTORA 8/9