LA LIBERTAD EN EL ACTO MORAL
Muchas dudas tienen algunas almas sobre la libertad de algunos de sus actos, según mi corta experiencia como sacerdote católico, ya que no cesan de exponerme cuestiones por cualquier medio; con lo cual no son pocos los que tienen en confuso la gravedad o levedad de sus pecados, o sí existe o no parvedad de materia en ciertos casos. Al objeto de intentar ayudarlas, en cuanto se puede, dado que cada persona y acto es singular y corresponde al confesor con licencia explícita del obispo para presidir el tribunal de la penitencia el juicio correspondiente, escribimos solo algunos principios generales- no queremos ser exhaustivos- en los que están de acuerdo la mayoría de los autores de teología moral antes del conciliábulo Vaticano II, excluyendo las opiniones minoritarias.
TEMA: El ámbito de la libertad en las decisiones libres.
La responsabilidad se extiende aún a aquello que no cae bajo su intención ni como medio ni como fin.
Ejemplo. Un bebedor sabe que de ordinario profiere blasfemias, riñas, en estado de embriaguez. Si antes de embriagarse afirma: “ahora solo quiero beber”, es responsable de todos los deslices que siguen, porque puso libremente la causa y previó su realización, al menos de forma general.
TEMA. Disminución y perturbación de la libertad.
La violencia puramente exterior y física puede suprimir la libertad para producir un acto exterior; más no la libertad de la decisión interna.
Ejemplo. En la violación de una muchacha, puede gracias a la firmeza de su voluntad, conservar la castidad evitando toda palabra y acción que la manche. Lo que exteriormente se hace con ella no es por parte suya una acción propiamente humana, por lo que no es acción suya ni imputable. Lo será si la resistencia interior no ha sido completa y decidida o si ha faltado la resistencia exterior, necesaria y posible según las circunstancias.
TEMA. Libertad y el miedo.
El miedo que procede puramente del exterior puede disminuir o suprimir la voluntad sólo en la medida en que perturba el equilibrio interior del alma. Hay circunstancias en que la violencia exterior y la amenaza desconciertan a una persona que ya no es dueña de sus actos internos ni de sus acciones.
El temor que precede a la decisión no disminuye, de por sí, ni la libertad ni la responsabilidad.
Ejemplo. Puede ser que un temor grande suprima momentáneamente la libertad, pero también puede ser que no impida la culpa, porque la voluntad no se opuso al temor cuando nacía, es decir, cuando alma aun no estaba perturbada y podía resistirla.
La diferencia entre temor y angustia es que en aquél se conoce la causa, y en ésta no.
Peca el que por temor de una desventaja temporal o de algún castigo quebranta un precepto obligatorio. Más si el temor llega a la angustia, la culpa queda disminuida o anulada.
Respecto a una ley positiva, el temor de un gran perjuicio que no esté ya en proporción con la observancia de la ley, exime de ella, pues tales leyes no obligan en tales condiciones.
Lo que se dice del temor, vale para otras pasiones: tristeza, alegría, ira.
TEMA. La libertad y la concupiscencia desordenada.
La concupiscencia libremente consentida por la voluntad robustece la acción voluntaria.
1.Los movimientos de las pasiones y de la concupiscencia que se adelantan a la decisión libre de la voluntad están exentos de culpa moral. Sin desconocer que el movimiento de una mala concupiscencia es, a veces, consecuencia de una culpa precedente voluntaria (primo primi).
2.Los movimientos desordenados imperfectamente advertidos o imperfectamente consentidos, son a lo sumo, pecados veniales, pues el pecado mortal requiere un acto perfecto dela voluntad.
3.Sólo cuando los actos de la mala concupiscencia y de las pasiones desordenadas proceden de la voluntad libre y pleno consentimiento, constituyen pecados graves, siempre que se trate de un grave desorden.
Tema. Libertad e ignorancia.
Cuando el espíritu no percibe de ningún modo el valor moral de la ley no puede hablarse de pecado.
Muchas veces, sin embargo, la inadvertencia o la ignorancia deben atribuirse a la libre voluntad.
Ejemplo. Un médico o sacerdote que descuida gravemente poner al día su formación no puede excusarse en la ignorancia, si comete algún desacierto.
El descuido gravemente culpable es la ignorancia grave o supina. La ignorancia buscada con propósito deliberado, se llama afectada. Esta última, en lugar de disminuir la responsabilidad, la aumenta.
Tema. Libertad y costumbre arraigada.
Una mala costumbre, como consecuencia de un hábito formado por decisiones precedentes, arrastra siempre su malicia, mientras no se anule radicalmente, al menos por una franca reprobación.
Ejemplo. Mientras el blasfemo habituado no se arrepienta en ninguna forma de la profanación del nombre de Dios, y no se esfuerce por vencer la costumbre, imprime un carácter de especial malicia a cada acto, porque no ha puesto la voluntad de luchar contra ese defecto. Pero si se arrepintiere y se decide a luchar contra él, las blasfemias, que a pesar de su buen propósito se le pudieran escapar, no entrañan ya pecado grave (esta opinión no es compartida por todos los moralistas, aunque sí por la mayoría), excepto que las pronuncie con total advertencia y consentimiento, en cuyo caso sería pecado grave, son causa de una indolencia punible en este combate todavía necesario.
Tema. Perturbación de la libertad por el hipnotismo y narcóticos.
Quien se somete a hipnosis renuncia, a sabiendas, al uso de la libertad, y las acciones durante la sesión entrañan responsabilidad moral.
El uso frecuente de narcóticos degenera en toxicomanía, y el enfermo pierde más o menos la libertad, primero respecto al uso de las drogas; y al perder la libertad en este aspecto renuncia su pérdida en todos los demás; los efectos morales serán culpables si se previeron de alguna forma.
Tema. Libertad y sugestión, especialmente de masas.
1.Constituye un deber grave oponerse a las fuerzas de sugestión del mal, ya por una lucha activa desenmascarándolo, ya por lo menos huyendo de su influencia. Ejemplo. Contraer amistad o matrimonio con una persona inmoral o descreída que goza de gran influjo sugestivo, significa para un carácter débil un notable abandono de su libertad moral.
2.Uno de los mayores peligros hoy es la sugestión de las masa que puede apoderarse de una colectividad, disminuyendo la libertad moral de sus miembros, aún de los formados.
Otra plaga es dejarse dominar por el “qué dirán”. El crecimiento de la libertad moral puede delinearse precisamente como una liberación de esta fuerza falaz de la masa anónima.
3.La recuperación de la independencia moral exige huir de la masa y repudiar su adocenado dispositivo espiritual; esta fuerza de la masa no se puede contrarrestrar sin la ayuda de una comunidad, La Iglesia, comunidad de fe y de amor.
Tema. Libertad y enfermedades mentales.
1.La enajenación o idiotez completa excluye toda responsabilidad moral. Los que les atienden han de impedir que éstos ejecuten algo malo, y mientras haya esperanza médica, proporcionarles la curación.
Los parientes, que teniendo medios, no proporcionan la curación médica, siempre que hay esperanza, pecan gravemente contra la caridad y la piedad.
2. Los psicópatas se distinguen de los idiotas en que el núcleo de su personalidad no ha sido alcanzado aún por la dolencia mental, de manera que todavía tienen conciencia de la aberración de sus ideas e impulso o, al menos, pueden ser traídos por otros a este conocimiento.
P. José Vicente
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