LA INFALIBILIDAD DEL MAGISTERIO ORDINARIO DEL PAPA ES DE FE DIVINA
RESUMEN DEL ARTÍCULO. En este artículo el P. Barbara demuestra que en términos de fe la posición de la Fsspx, la Resistencia (SSAJM) y los que, como los neo veterocatólicos capillistas, rebajan el magisterio ordinario del Papa a su propio examen no es católica. Añade el autor a su exposición una refutación a una carta con argumentos mil veces refutados de contumaces Dominicos de Avrillé.
El trabajo tiene ya varios años, pero hoy es más vigente que nunca, porque vemos, por ejemplo, como con argumentos blasfemos se llega, incluso, a la desfachatez de llamar hereje al Papa Pío XII en un sermón de un conocido voceador desde Bogotá colgado en red, diciendo el desvergozado que la encíclica Humani generis es herética, y tristemente comprobamos que ningún fans suyo se levanta de su asiento y abandona a quien les lleva a la perdición.
Huelga advertir que el responsable del artículo es quien lo escribe, limitándose Sededelasabiduría a copiarlo y editarlo.
Gentileza del blog AMOR A LA VERDAD
Preámbulo al trabajo del P. BarBara por Amor a la Verdad
Este trabajo del P. Barbara es sencillamente excepcional entre todo lo que puede leerse sobre el tema.
Su importancia la califico de trascendental desde dos puntos de vista. El primero es porque demuestra con una argumentación de la que nadie podría evadirse, que el MAGISTERIO ORDINARIO PONTIFICIO ES INFALIBLE y lo que es más, esta afirmación afirma ser de FE DIVINA por estar inequívocamente fundada en la doctrina explícita evangélica dada por boca de Nuestro Señor Jesucristo. Además, está expresado – lo que el Padre Barbara no cita- de una manera infalible en el texto de la Bula “Licet ea” promulgada por Sixto IV, contra los errores de Pedro de Osma (el que éste se hubiere retractado de sus errores con anterioridad a la promulgación de la bula no resta un ápice de su vigencia a perpetuidad). El error es el siguiente condenado ex-cathedra:
“Ecclesia Urbis Romanae errare potest”. (Puede verse con el número 730 en los Denzinger- no en los falsificados, a partir del publicado por Karl Rahner en 1937, y los de ediciones recientes al cuidado de Hünermann- tales como el de 1854 que está en la barra lateral).
Su importancia crece de punto- es el segundo punto de vista- porque se puede observar que las posiciones erróneas”católicas” del arco eclesiástico actual, TODAS, profesan, tanto las conciliares con teólogos “papales” como Ocáriz, o los movimientos “progresistas” que se alejan de la llamada posición “neoconservadora”, pasando por las posiciones dentro del radio de acción “lefebvriano” sin olvidar algunas posiciones sedevacantistas, sobre todo al otro lado del océano; todas ellos profesan la posición teológica que niega la infalibilidad del magisterio ordinario pontificio, quizás debido a una equivocada comprensión de la constitución dogmática “Pastor Aeternus” del Concilio Vaticano I [comprensión refutada por el autor]. Esa es la razón por la que yo he llamado en alguna ocasión, a dicha posición herejía y madre de todas las herejías. Piense el lector si los extremos que pueden observarse en las posiciones antedichas, algunos en verdad extravagantes, serían posibles con una sumisión atenta y filial a la doctrina del magisterio ordinario de los papas, profesando su infalibilidad, simple verdad que aparece con claridad en los textos evangélicos citados por el autor del artículo (de Fe divina) y también en la definición ex-cathedraanteriormente citada, así como en la constante aceptación en toda la historia de la Iglesia : “Roma locuta causa finita”. El testimonio de los Padres de la Iglesia, sin excepción, también lo corrobora, así como el testimonio de los santos doctores de la Iglesia, particularmente San Roberto Belarmino. (Véanse los posts en este blog bajo la categoría “infalibilidad pontificia“).
La profesión de la tesis desarrollada por el autor, también apoyaría la unidad y la fuerza de la “resistencia” ante la situación actual vivida en nuestros días, de una iglesia conciliar chapoteando en la herejía.
De menos importancia es la observación del autor, pero también de gran valor, en el sentido de que es la única posición teológica que “libera” a los católicos de la angustia y perplejidad que surge del cruel dilema-como explica el autor- sufrido por ellos en nuestros días.
Por último diré, que proporciona una infinita paz de la conciencia frente a la asunción de decisiones en las que muchos de la “resistencia” juzgan pecaminosamente -en mi opinión- a la Sede y “resisten” al que creen legítimo pastor, y frente a ellos, otros asumimos posiciones “audaces” que desafía el común y viciado sentir actual, cuya legitimidad sería dudosa sin el respaldo de la doctrina de los papas, y de lo que “siempre se ha creído” en la Iglesia (tanto docente como en los creyentes en general) más allá de las disquisiciones singulares habidas en algún momento, en distintas épocas, entre los teólogos.
Dicho todo esto, asumiendo la veracidad del artículo, en su parte esencial, queda no obstante por discutir algún punto del que nos apartamos, en este blog, de su autor.
Me refiero a la toma de posición que el autor, limitándose a aceptar la infalibilidad del papa en el ejercicio de su cargo, explica así:
Si llegara [el Papa] a ser hereje o cismático en privado, estaría separado de Cristo. Al ser privada su culpa , la Iglesia no sabría que el ocupante de la Santa Sede no sería ya el Vicario de Cristo. Entonces, en su gran misericordia, para con su esposa, en lugar de asistir al “papa”, que lo sería sólo materialmente, Cristo lo cegaría hasta tal punto, que llegaría a enseñar públicamente, oficialmente, un error. Y así, los que tienen fe viva podrían darse cuenta por un razonamiento muy simple que el “papa” en realidad no sería Papa.
He aquí el razonamiento. La infalibilidad del magisterio ordinario, enunciada claramente en la Escritura, enseñada por el Magisterio de manera explícita y siempre creída en la Iglesia es una verdad de fe. Quien enseña oficialmente el error, por este simple hecho, se demuestra que no es y no puede ser Papa. Porque, repitámoslo para los más obstinados, se llegaría a la conclusión de que Cristo no es Dios. [N.T. ¿Pero cómo sabríamos los fieles lo que es o no es un error, si la única norma es la enseñanza del papa, que en la hipótesis de un falso papa aunque tenido por tal, estaría enunciando un error?]
He extraído lo anterior del cuerpo del artículo, con la nota añadida por mí, porque es el punto del que yo y otros disentimos. Expongo nuestras razones que ofrezco a la consideración de los lectores, para su examen y si fuera posible lograr su aquiescencia:
1. Se compadece muy mal con las sentencias de Jesucristo al establecer la primacía de Pedro:
a/ Simón Bar Jona, Yo te digo que Tu eres Pedro y sobre esta Roca, estableceré mi Iglesia, y contra ella ( muy posiblemente la Roca) no podrán las puertas del Abismo. Es una promesa hecha a la persona de Simón, que promete la indefectibilidad de la Fe de Pedro. Sin ella no se ve como iba a ejercer su función magisterial infalible.
b/ “Yo he rogado por tí.. para que tu Fe no falle” ¿Acaso hay algo que limite el poder omnipotente de esta oración del Verbo eEncarnado? La limitación sería “en su cargo magisterial de confirmar a los hermanos”. Pero no consta en absoluto. Además ¿cómo podría confirmar Pedro a sus hermanos si él mismo hubiera sufrido el fracaso de su Fe?
2.En la hipótesis de haber caído en “cisma o herejía cualquier papa”-por lo que dejaría, acepta el autor, ya de serlo- el autor “supone gratuitamente” que Cristo en su gran misericordia le cegaria hasta tal punto, que le dejaría caer en graves errores en su magisterio público y oficial, lo a primera vista parece algo hasta blasfemo. [Todas estas son varias suposiciones de las que no hay ninguna prueba]
3. Pero en ese hipotético caso, los que tienen fe viva, podrían “darse cuenta” que el papa no es ya en realidad papa [Siguen las suposiciones , y ademas limitadas a los que tienen Fe viva-¿y los demás?-] por un razonamiento muy simple. [¿Acaso no vemos que ahora pocos hacen ese razonamiento simple?]
4. Aunque la cosa fuera así de simple, ¿quien les daría certezade que lo predicado por ese papa es un error? ¿Acaso el medio para la certeza, para los fieles, en todas las épocas y en todas las cuestiones no ha sido siempre, según la enseñanza de los pastores mil veces repetida, la aprobación del y conformidad con el papa? ¿Dónde estaría entonces el papa si en la hipótesis ya no existiría, y aún más, si estuviera suplantado por un hereje? ¿No serviría este método lleno de suposiciones para crear disensiones entre los fieles y dejarlos aún más perplejos? Piénsese en la experiencia habida desde hace cincuenta años. ¿Cuántos se han dado cuenta de errores de bulto tanto los del concilio como en lo dicho y hecho por los papas conciliares, mediante razonamientos teóricamente simples?
5. El autor admite que este caso, gracias a Dios, nunca se ha dado. ¿Cómo no ver en ello, aceptando la debilidad de los papas “que llevan la dignidad de su cargo en vasos de arcilla”, un signo clarísimo de la verdad de la indefectibilidad personal en la Fe (no en la moral o y otros aspectos ajenos a ella) del Vicario. Es sorprendente que haya sucedido así, por lo que es un indicio fortísimo de la verdad de la proposición. Los fieles siempre lo han creído, en todas las épocas y de todas condiciones, luego es la verdad [como razona San Roberto]
- Last but not least, ¿Acaso su hipótesis del papa meramente “materialiter”, del papa hereje, no ha sido ya refutada por muchos?
Por estas razones y alguna más que omito la suposición del autor, no es posible. Si hemos de dar fe a lo dicho por Cristo, hemos de concluir, que quien garantiza el “milagro” del magisterio ordinario infalible, podría también garantizar la prerrogativa de la indefectibilidad en la fe ( o sea el quedar libre de caer en la herejía) de su Vicario, aun como persona particular o doctor privado. Si el autor nos pide fe para lo primero, ¿qué le impide no pedirla también para lo segundo? Todo indica que ella es una prerogativa única, que ni siquiera se da en santos, doctores, reyes, autoridades religiosas o civiles. También aquí vale lo de “Potuit, decuit ergo fecit”
Dicho esto, invito a los lectores a la consulta de los posts que están en la categoría “infalibilidad pontificia“, en los que se ofrece y razona, a veces con pruebas irrefutables por autores de gran autoridad, la sentencia que hemos llamado, la “indefectibilidad en la Fe” o la “indestructibilidad de la Roca” sobre la que reposa la infalibilidad del magisterio ordinario de los obispos, la infalibilidad de la Iglesia (super hanc petram edificabo ecclesiam meam), la fe de los fieles, y ¿por qué no decirlo?- la infalibilidad “discente” de los fieles que si concuerdan con el “papa” son infalibles para vencer cualquier duda u objeción, o cualquier enconado ataque que pueda llevarlos incluso al martirio.
Añado el magnífico comentario habido, con el que, junto con el preámbulo y el texto del artículo incluyo en este documento PDF
Por el Père Noël Barbara
INDICE
La infalibilidad del magisterio ordinario del Papa
Naturaleza del magisterio eclesiástico
Naturaleza de la infalibilidad
¿Cuando el Papa y los obispos son infalibles?
La infalibilidad del magisterio ordinario del Papa es una verdad de fe divina.
Corolario
Diferencias entre los teólogos
Apostilla del el último minuto
A propósito de un estudio del Abbé Sélégny
¿Presupuesto falso “o” verdad divina de la fe “?
El día que Dios quiera darnos un papa, cuando se haya restaurado el orden en la Iglesia, cuando los historiadores estudien el período posconciliar, absoutamente escandaloso, todos tendremos que reconocer que ningún obispo, absolutamente ninguno, se puso en pie para condenar, en nombre de la fe católica, las enseñanzas oficiales y heréticas de los “papas” del Vaticano II
Si se preguntaran por la razón de este escándalo sin precedentes, la encontrarían en la “herejía del siglo XX “, que es la negación práctica de la infalibilidad de la Iglesia de Roma, la Iglesia del Papa.
En el número 2 de la revista Forts dans la Foi (segundo trimestre de 1988), llamé a esta herejía, la deformación de los dogmas.
Allí dije:
Después de la solemne definición de la infalibilidad personal del Papa, como ya no se podía negar el dogma sin salir de la Iglesia por herejía formal, los liberales se las arreglaron para neutralizarlo. ¿Cómo? De dos maneras simultáneas: Restringiendo al máximo su alcance y negándose a reconocer el Magisterio ordinario de la Iglesia de Roma, Maestra de la verdad, con el que las demás iglesias deben concordar.
El Maestro ya nos había advertido: “los hijos de este mundo son más sabios que los hijo de la luz”(LcXVI, 8).
Una vez más, los hijos del siglo se mostraron hábiles. Actuaron con tanta habilidad, que su errónea interpretación de la infalibilidad papal se infiltró y se extendió por todas partes. En la práctica, sin ninguna declaración, el error suplantó a la verdad revelada.
Inspirándome en la fábula (1), diría que los padres conciliares del Vaticano II ” no todos eran herejes, pero todos estaban contaminados” (2). Sí, todos los obispos, entre ellos los dos que también se adhirieron a la resistencia, el Arzobispo Lefebvre y Monseñor de Castro Mayer.
Esta errónea interpretación de la verdad revelada ha llevado a estos últimos a actitudes escandalosas, y ahora sus fraternidades, sacerdotes, religiosos y fieles enrolados en su movimiento no pueden desembarazarse de ella.
Un colega me escribió en el último mes de mayo, con motivo de mi “Carta abierta a la Fraternidad”:
“A partir de un presupuesto falso, Ud. convierte en inútiles sus argumentos y conclusiones. ¿Cual es este faso presupuesto ? “El Papa es infalible cuando enuncia una doctrina a la Iglesia universal (o, lo que es lo equivalente, con la intención de que sea oída por la Iglesia universal); ahora bien, el ha proferido muchas herejías ante la Iglesia. En consecuencia, él no puede ser papa porque lo segundo contradice el presupuesto.”. Pero la presuposición es falsa”.
Sin ánimo de ofender a este colega, doctor en Teología sin embargo, como todos los liberales, llama presuposición falsa a lo que es una verdad de fe divina, como lo paso a demostrar.
La doctrina que enseña que el Papa es infalible, incluso en su magisterio ordinario, es de gran importancia para la resistencia católica.
En primer lugar, porque claramente se enseña en el Evangelio que es una doctrina de fe divina, y la debemos creer igual que las restantes verdades que ha complacido al Señor revelarnos a través de su Hijo.
Además, en la crisis actual, con esta doctrina, y sólo con ella, podemos decir con la seguridad que da la fe que los papas del Vaticano II carecen de la Autoridad de Pedro.
Infalibilidad del Magisterio ordinario deL Papa (4)
Por haber sido revelado por Jesús de parte del Padre, este privilegio se inscribe en la infalibilidad del Magisterio de la Iglesia. Ella se sigue de las palabras con que fue instituido el magisterio como también de la razón por la que el Señor lo ha establecido.
Palabras de Jesús, al establecer el magisterio
“Y Jesús se acercó y les habló así: Todo poder me fue dado en el cielo y en la tierra. Id, pues, y enseñad a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a practicar todo lo que yo os he mandado “(Mateo xxviii, 18-20)
“Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta los confines de la tierra “ (Act I, 8).
Razón por la que Jesús instituyó el magisterio
La razón proviene de las mismas palabras de Cristo que acabamos de leer. Para convencerse sólo hay que dar a las palabras utilizadas su significado obvio.
Con estas palabras, el Señor encarga a los Apóstoles y a sus sucesores, ir por el mundo para
– informar con precisión, a los hombres de todas las naciones y de todos los tiempos, de todo lo que Él ha revelado por encargo de su Padre
– en todas las circunstancias de tiempo y lugar, explicar a los hombres de todas las condiciones cómo debe practicarse todo lo que el Señor ha mandado,
– con el fin de asegurar su salvación eterna.
dilema ineludible
Al leer estas palabras (enseñar a practicar todo…) y sus requisitos (quien no crea será condenado), viene naturalmente a la mente una idea. Si su autor no fuera Dios mismo, sería un sádico o un insensato.
De hecho, cuando uno conoce la inconstancia del corazón humano, la movilidad de sus resoluciones más reflexivas, las causas múltiples que afectan a su juicio y determinan sus convicciones, y cuando también conocemos, tal como la Escritura lo dice explícitamente y sin ninguna excepción, que “todo hombre es mentiroso– “omnis homo mendax “ (Romanos III, 4)- a menos que Dios sea Todopoderoso, que puede hacer todo de la nada , quien dice estas cosas, tendría que ser un loco o un sádico, por confiar sus secretos a hombres mentirosos, y afirmar que la fe en estos secretos, hasta el fin de los tiempos y para todas las personas, sea la condición sine qua non para la salvación del fuego del infierno eterno.
Su solución
Para los católicos, este dilema se resuelve rápidamente, sin presentar ninguna dificultad.
Creemos que Jesús es “el Cristo, el Hijo de Dios vivo» (Mt XVI, 16). Siendo Todopoderoso como su Padre, a Él le ha complacido “elegir lo necio del mundo para confundir a los sabios y a los poderosos, a fin de que nadie se enorgullezca delante de él” (I Cor, 27-29).
Jesucristo, “cuya sabiduría no se equivoca en sus planes” (oración del domingo 7 después de Pentecostés), haciendo uso de su Omnipotencia dijo a sus discípulos que había tomado las medidas necesarias para lograr el fin que se propone al encomendar esta tarea de enormes proporciones a hombres simples, pero especialmente escogidos por él para llevarlo a cabo fielmente. (Juan XV, 16 y Heb. V. 4).
Medidas tomadas por el Señor
Primeramente, para que estos hombres normalmente acostumbrados al error –“omnis homo mendax”- no falsifiquen la verdad que les confió, la transmitan íntegramente y la interpreten fielmente hasta al final de los tiempos, Jesús hizo a estos hombres ministros suyos con el compromiso de Su asistencia por medio del Espíritu Santo, todos los días hasta el fin del mundo.
“Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo xxviii, 20).
“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros” (Acto I, 8).
“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad “ (Juan XIV, 15-17).
“Pero el Paráclito, que el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan XIV, 26).
“Tengo todavía mucho que deciros, pero no lo podéis sobrellevar. Cuando venga el Espíritu de verdad, él os enseñará toda la verdad “ (Juan XVI, 12-13).
“El Espíritu Santo os enseñará en aquella hora lo que debéis decir” (El XII, 12).
Así pues, previendo el ataque que sufrirían por parte de los poderes desatados del infierno, y para que su fe no desfalleciese, se asoció especialmente a uno de ellos para que fuera con él, la piedra angular de toda su santa Iglesia.
En declaraciones exclusivas a Simon, pero en presencia de todos, Jesús dijo:
“Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (M t. XVI, 16).
“Dijo el Señor: Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha reclamado para cribaros como al trigo: pero yo he rogado por ti, para que tu fe no falle: y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos “ (La XXII, 31-32).
Naturaleza del magisterio eclesiástico
Como su nombre indica, el Magisterio es función específica encomendada por el Señor a los que deben propagar su enseñanza, y a los seleccionados para esta función.
Los seleccionados
Fue el Colegio Apostólico en su totalidad, Pedro y los once. Son también todos sus legítimos sucesores hasta el fin de los tiempos, el Romano Pontífice, sucesor de Pedro en su Sede en Roma, y todos los obispos católicos en comunión con el Papa.
Función
El Maestro se encargó de los detalles. La función se encarga a:
1- Los Apóstoles y sus sucesores serían sus “testigos” “predicando el Evangelio a toda criatura “, “enseñando a las naciones – a lo largo de los siglos, y cualesquiera que sean las condiciones de vida de las personas, momento y lugar -y tmbién enseñándoles cómo practicar todo lo que el Señor había mandado “ También les encargó “bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo “. Finalmente, en palabras de San Pablo, instituyó el Magisterio de aquellos que habían sido elegidos para ejercer como “ministros de Cristo y administradores de los misterios de Dios “ (I Cor IV, 1-2).
Un dispensador, un ministro, no es más que un instrumento. Indudablemente no es un instrumento inerte, es una persona. Elegido para servir, conserva su libertad. Pero esto no cambia su naturaleza, y su naturaleza, por supuesto, tiene que ser una herramienta en las manos de Aquél que lo eligió para servirse de él.
Como son sólo instrumentos en las manos de Cristo, Cristo pudo decir con verdad, que él los eligió y los envía en su nombre: “¿Quién os escucha me escucha a Mí, quien os desprecia a Mí me desprecia”
2- Simón y todos los papas que posteriormente hubo en la tierra, después de su partida, otros-él mismo, serán la piedra visible sobre la que repose su Iglesia (la verdadera piedra invisible es Cristo en persona. (Act. IV, 11), para confirmar la fe de todos, en una palabra, su Vicario.
Sin embargo, “la esencia del vicario dice Dom Grea, es que sea una sola persona jerárquica con aquél a quien representa, que ejerza toda la autoridad, sin división y sin que no haya otras autoridades al margen de él. “ Por ello, Simón Pedro se convirtió es “una señal clara y eficaz”de la presencia de Cristo entre nosotros (La Iglesia y su constitución divina).
Consecuencia
Ya sea ministerial o vicarial, el Magisterio exige la fidelidad de quienes han sido investidos. “Se pide a los dispensadores, dice el Apóstol, que se les halle fieles. “
Esta fidelidad inquebrantable del Vicario y de los ministros de Cristo, al mismo tiempo que es la gloria de la Iglesia Católica, atestigua que, desde el principio, el vicario y los ministros gozan de una especial asistencia divina en todo momento, y confirma la verdad de la infalibilidad del Magisterio.
Naturaleza de la infalibilidad
Los Padres del Concilio Vaticano I, declararon: “El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que promulguen una nueva doctrina, sino que con su ayuda religiosamente guarden y expongan fielmente la revelación transmitida por los Apóstoles, es decir, el depósito de la fe “ (Denz. 1836).
De esta precisión deriva la naturaleza de la infalibilidad. Es la preservación de cualquier error, de la que goza el ejercicio del Magisterio, con la asistencia especial de Dios.
En el Diccionario de Teología Católica Dublanchy precisa : “En cuanto al Magisterio establecido por Jesucristo en su Iglesia, está claro que la inerrancia provista por Dios, no es la simple inerrancia de hecho, incluso perpetuamente realizada , sino que es una inerrancia de derecho, en virtud de la cual la autoridad docente de la iglesia se conserva libre de error con la ayuda sobrenatural que recibe del Espíritu Santo. “ (IV, col. 2175).
Dificultad
A estos hombres, que reciben una asistencia especial, Cristo los eligió sólo como ministros de la dispensación de los misterios, es decir, para “guardar santamente y exponer fielmente la fe”. Por eso, son infalibles exclusivamente en este ministerio, en esta dispensación. Fuera del ministerio de esta dispensación, siguen siendo lo que son, hombres falibles.
Sin embargo, precisamente porque aparte de este ministerio siguen siendo hombres falibles, su infalibilidad ministerial habitual presenta un desafío para nuestra mente. En efecto, ¿cómo admitir que hombres, que siguen siendo hombres con las pasiones desordenadas heredadas por el pecado original, y por tanto sujetos a error y a la mentira como todos los demás hombres- “omnis homo mendax”- ¿cómo pueden ser infalibles en su ministerio al hablar o tomar la pluma para exponer o explicar la doctrina?
Solución
Esta dificultad es sólo aparente. El sentido común informado por la fe católica enseña que no es más difícil que Dios provea la transmisión completa y exacta del depósito de la fe, incluso hecha por hombres mentirosos, que el que haga surgir agua de una roca (Ex. XVII, 6), o hable por medio de una mula (Num. xxii, 28) o resucite a un muerto “, que huele ya mal” (Juan XI, 39). En este sentido, el ángel Gabriel fue categórico: “No hay nada imposible para Dios” (The I, 37) y la Iglesia nos hace cantar cada domingo en las Vísperas: “Deus noster autem in coelo, omnia quecumque voluit fecit. Nuestro Dios está en los cielos. Lo que quiere Él lo hace “(Sal 113,11).
Sí, lo repito en la confianza de ser comprendido por una mente creyente y recta, la infalibilidad del magisterio ordinario no presenta dificultades mayores que las que hallamos en cualquier otro misterio divino .
¿Qué prueba tenemos para admitir, a pesar de las dificultades normales en su aceptación, la existencia de un solo Dios en tres personas iguales y distintas? ¿O que una mujer sea madre permaneciendo virgen, “antes, durante y después del parto” ? ¿O que creamos en la presencia real -no simbólica o moral -de Cristo en un trozo de pan consagrado? Para estos dogmas y todos los misterios revelados por Cristo, comprendida la infalibilidad del magisterio ordinario, sólo se tiene que proporcionar una prueba: el Maestro lo dijo. En cada uno de los misterios que profesamos, podemos y debemos decir con seguridad: “Credo quidquid dixit Dei Filius, nil hoc verbo veritatis Verius” [N. del Adórote devote]
Nada más verdadero, nada más cierto que la palabra de Dios. Y así como creemos en los misterios de la esencia divina, en la maternidad virginal de María, en la presencia real de Jesús en la Eucaristía y en todo aquello que ha tenido a bien revelarnos, creemos por la misma razón que los hombres que constituyen el Magisterio de la Iglesia, por una ayuda sobrenatural recibida del Espíritu Santo, son infalibles y están preservados del error, cada vez que llevan a cabo aquello para lo que Jesús los escogió: dar testimonio de Cristo enseñando lo que el Señor ha revelado a los hombres, enseñando a practicar lo que Jesús ordenó.
¿Cuándo el Papa y los obispos son infalibles?
Antes de responder, hay que señalar que los que detentan el Magisterio no necesariamente se benefician de la asistencia de las personas divinas cuando “interactuan” con la gente, o cuando expresan “ideas personales” .(5) En estos casos, no realizan su ministerio, no dispensan los misterios de Dios. Entonces son personas privada que dan opiniones personales.(6)
Los titulares del Magisterio, el Papa y los Obispos en comunión con él gozan del privilegio de la infalibilidad, cuando actúan como ministros de Cristo, dispensando los misterios de Dios. No lo hacen una vez o dos veces por siglo, sino todos los días. Escuchemos filialmente a Pío XI, lo que nos dice con su autoridad infalible:
“El Magisterio de la Iglesia, establecido en la tierra según el plan de Dios para mantener perpetuamente intacto el depósito de las verdades reveladas y su conocimiento por los hombres se ejerce diariamente por el Romano Pontífice y por los obispos en comunión con él “ (Mortalium animas).
Pío XII no habló de otra manera. “Pero si las preocupaciones del gobierno de la Iglesia son grandes y muy numerosas, el Pontífice no olvida el “ministerio de la palabra” que Pedro consideraba como el principal de sus deberes de apóstol junto con la oración. ¿Acaso Cristo no le dijo a él y a los otros discípulos: “Id y predicad a todas las naciones lo que Yo os he enseñado?” …
“Sin duda, sobre todo ejercemos esto cuando en ocasiones solemnes, Nos nos dirigimos a toda la Iglesia y a los obispos, nuestros hermanos en el episcopado”; cuando ejercemos el ministerio, sin embargo, Nos somos el Padre de todos, incluso de los más humildes, somos el Pastor no sólo de las ovejas madres, sino también de los corderos: ¿cómo podremos abandonar el ejercicio simple y sagrado del ministerio de la palabra dejar de llamar a nuestros hijos directamente con nuestra propia voz, enseñando lo que nos dijo Cristo nuestro Señor? “ (Discurso a los jóvenes esposos, 01/21/1942).
Cuando el Papa expresa una idea personal, debe remarcarlo. En el pasado, ellos nunca han dejado de especificarlo.
Este no es el caso de los “papas” del Vaticano IL Enseñan el error “ex cathedra” en calidad de papas, en los documentos oficiales y en los discursos, en los espectáculos que protagonizan ante el mundo como cabezas visibles de la Iglesia católica. Consideremos, por ejemplo, Pablo VI, en su viaje y en su discurso en la ONU, o en las actas del concilio que promulgó. Pensemos en Juan Pablo II, en sus discursos, en sus encíclicas, en su “circo” de Asís, en sus visitas oficiales a las iglesias protestantes y a la sinagoga de Roma.
El ejercicio ordinario del magisterio, es el de todos los días.
En otras circunstancias, el mismo magisterio se ejerce pero de otra manera. Dejemos al Papa Pío XI, hacer precisiones:
“En las ocasiones en que hay que oponerse con mayor eficacia a los errores y a los ataques de los herejes, o hacerlo con mayor claridad o detallando ciertos aspectos de la doctrina sagrada a fin de que sean mejor comprendidos por los fieles, el magisterio comporta entonces la misión de proceder por decretos con definiciones oportunas y solemnes” (Mortalium Animos).
Entonces se da su ejercicio solemne o extraordinario.
De estas comunicaciones extraordinarias extraigamos dos verdades.
primera verdad. Que esta enseñanza sea hecha
1- En la forma extraordinaria : dirigida a toda la Iglesia, a las personas “de los Obispos, nuestros hermanos en el apostolado” y en medio de gran solemnidad
2- O en la forma ordinaria, con la simplicidad adecuada para la enseñanza cotidiana, como hizo, por ejemplo, Pío XII con los jóvenes esposos.
Pero siempre es una y la misma enseñanza de Cristo, confiada por Él a los que ha elegido para enseñar en su nombre, infaliblemente, la verdad. El mismo Pío XII declaró: “A los que enseñan con el Magisterio ordinario, se aplica la palabra” ¿Quienes os escuchen a Mí me escuchan “(Humani Generis).
Segunda verdad. El Magisterio infalible puede usar “decretos” y “definiciones solemnes” para oponerse con mayor eficacia a los errores y a los ataques de los herejes, o para desarrollar con mayor claridad o detalle aspectos determinados de la doctrina sagrada. Sin embargo no sólo en los “decretos” y “definiciones solemnes” es infalible.
El Magisterio es infalible ante todo para enseñar sin error los misterios de Dios, lo cual lo hace todos los días, nos asegura Pío XI.
Si fuera cierto lo contrario, si sólo fueran infalibles los decretos y definiciones (dogmas), dado que ” esta enseñanza se practica todos los días”, se llegaría a la conclusión de que se proclaman todos los días, si no verdades nuevas, al menos nuevos dogmas.
Esta aclaración era necesaria para aclarar a los que se resisten a admitir la infalibilidad del magisterio ordinario del Papa, porque, para ellos, aceptar esta doctrina supondría reconocer, en cada palabra del Papa, el valor de una definición dogmática.
La infalibilidad del magisterio ordinario del Papa es una verdad de fe divina
Esta manera de exponer la infalibilidad del magisterio ordinario del Papa va en sentido contrario de todo lo que se enseña sobre el mismo tema en la iglesia oficial del Vaticano II, en la Sociedad de San Pío X y en todas las capillas del movimiento “lefebvrista”. [N.T. y también, a lo que yo pienso, en muchas capillas sedevacantistas]
Sin argumentos en contra de la prueba de esta verdad, pero sin atreverse a volverse atrás ante los ojos de sus fieles, los sacerdotes que mantienen este error intentan escabullirse diciendo:
Esta manera de concebir y exponer la infalibilidad del Magisterio del Papa, podría ser verdad, pero siendo algo nuevo y peculiar de Forts dans la Foi, no es más que una opinión.
¡Pues no! Esta forma de concebir y exponer la infalibilidad del Magisterio de la Iglesia de Roma, es decir, del Papa no es una nueva sentencia. Está claramente en el Evangelio, es una doctrina de fe divina. La Iglesia siempre lo ha entendido en el sentido que he descrito, y ha expresado su fe en esta verdad diciendo desde tiempo inmemorial: ” ¡Roma locuta est causa finita est!”
He aquí la prueba de esta afirmación. La extraigo de la práctica de la Iglesia que cree, de la doctrina de la Iglesia docente, e incluso del comportamiento de los herejes.
Prueba sacada de la práctica de los creyentes de la Iglesia.
Esta filial sumisión de los creyentes en la Iglesia sólo se explica por una creencia constante entre los fieles católicos: el Vicario de Cristo no puede errar cuando enseña religión.
Siempre y en todas partes los fieles de la Iglesia católica se distinguieron de los otros cristianos por su obediencia al Papa. Por ello, incluso en tono de burla, los no católicos los llamaban y aún los llaman ” papistas“.
A su vez, esta creencia se explica por el hecho de que en la Iglesia Católica, así como los sermones de catecismo del domingo, fue enseñado siempre que el Papa era infalible en todo aquello que mira a la religión. Cuando se enseña las verdades que hay que creer, la moral que hay que practicar o las devociones que hay que cultivar, el Papa no puede errar, ya que Jesús ha prometido asistirle “todos los días hasta el fin del mundo.” ¿Cuántas veces se nos ha dicho que “quien escucha las enseñanzas del Papa es al mismo Jesús a quien escucha porque Jesús ha dicho a los que envió: “¿Quién a vosotros escucha a Mí me escucha, quien a vosotros desprecia a Mí me desprecia“?
Prueba sacada de la doctrina de la Iglesia docente.
Los obispos católicos han reconocido siempre en la Iglesia de Roma, “Maestra de todas las iglesias”, y en su jefe, el Papa, la regla próxima y viva de la fe a la que tenían que adaptar la suya propia. Como no intento escribir un tratado teológico, solamente voy a dar algunas citas. Servirán para dar testimonio de la verdad de esta afirmación.
A finales del siglo II, en un texto ya clásico, San Ireneo dijo que la regla de fe más segura es estar de acuerdo con “la Iglesia de Roma, la más grande, la más antigua, la más famosa todas, fundada por los gloriosos apóstoles Pedro y Pablo. … Con esta Iglesia todas las iglesias y todos los fieles sobre la tierra, deben concordar, debido a su excelente y principal preeminencia, (…) gracias a ella todos los fieles esparcidos por toda la tierra han conservado la tradición venida de los apóstoles. “ (Berthold Altaner Resumen de la Patrística, p. 117)
En el siglo VII, los Padres del Concilio Ecuménico VI , III de Constantinopla (680-681), escribieron al Papa Agatón: “A tí, obispo de la primera sede de la Iglesia universal, nos abandonamos para saber lo que hemos de hacer, porque tú estás establecido sobre la roca firme de la fe “.
En su respuesta, el Papa afirma que “según lo prometido por el Señor, la fe de la Iglesia Romana se ha mantenido inquebrantable y por eso todas las Iglesias católicas siempre han ido en pos de la autoridad de la Santa Sede. “ (Nicolas Iung, el Magisterio de la Iglesia, p.33).
Para concluir con estos testimonios sacados de la práctica (7) de la Iglesia docente, he de recordar que en el concilio Vaticano I
1. Esta doctrina, ya clásica, fue invocada muchas veces. He aquí dos citas que hacen autoridad:
La primera es de Pastor Aeternus. Antes de definir la perpetuidad del primado del bienaventurado Pedro, la Constitución dice: “Por tanto,” volverse a la Iglesia de Roma, por razón de su origen superior“ (San León Magno), siempre ha sido necesario a todas las iglesias, es decir, a los fieles de todo el mundo, para ser una sola cosa con esta Santa Sede, de la que derivan “los derechos de la venerable comunión»(San Ireneo), como miembros unidos a la cabeza, formando un solo cuerpo. “(Denz. 1821 Dumeige 469).
La segunda la extraigo de un discurso del Mons. D’Avanzo en nombre de la diputación de la fe. Cito algunos pasajes destacando: “Hay en la Iglesia, un doble modo de infalibilidad : el primero es ejercido por el magisterio ordinario … Porque así como el Espíritu Santo, Espíritu de la Verdad permanece todos los días en la Iglesia, la Iglesia también enseña verdades de fe cotidianamente, con la asistencia del Espíritu Santo. Ella enseña verdades bien sea las definidas, bien sean las expícitamente contenidas en el depósito de la revelación, pero aún no definidas, o, finalmente, las que son objeto de una fe implícita. Estas verdades la Iglesia las enseña todos los días, tanto por el Papa principalmente, como por los obispos en comunión con él. Todos, el Papa y los obispos, son infalibles en este magisterio ordinario, por la misma infalibilidad de la Iglesia. Sólo difieren en esto, los obispos no son infalibles por sí mismos, sino necesitan la comunión con el Papa, que los confirma, pero el Papa, él sólo, no necesita de nadie salvo de la asistencia del Espíritu Santo que le fue prometida. Por ello, él enseña pero no es enseñado. Confirma pero no es confirmado. “ (Dom Nau, Oc p. 15).
2 – Basándose sobretodo en la infalibilidad del magisterio ordinario del Papa, los infalibilistas pudieron hacer triunfar la infalibilidad del magisterio extraordinario. Basta leer los textos del concilio para constatarlo. “La invocación hecha por uno u otro de sus reporteros a la tradición romana como regla de fe, como suficiente en sí misma, está en el texto del capítulo IV, donde hallamos la enseñanza de la Santa Sede en pie de igualdad con los decretos de los concilios, lo que sería suficiente para darnos garantías de que la tradición se reconoce como regla de fe en la enseñanza ordinaria de la Santa Sede, ” tradición, de la que se disfrutaba con una tranquila posesión” , precisa Dom Nau, de quien hemos tomado el argumento.
Prueba extraída a “sensu contrario”
Añado esta prueba sobretodo para mostrar con qué responsabilidades cargan la Fraternidad de San Pío X, los sacerdotes, religiosos enseñantes y todos aquellos que no admiten la infalibilidad del magisterio ordinario, expresado todos los días por el Papa y los Obispos en comunión con él.
Si me permito darla es porque un verdadero Papa lo ha hecho, antes que yo. Escúchenlo:
“Por tanto, siempre que la palabra de este magisterio dice que una verdad forma parte de la doctrina divinamente revelada (8) , todos deben con certez tenerla por verdadera, porque si fuera errónea, se seguiría que Dios mismo es el autor del error de los hombres, lo cual es evidentemente absurdo.
Luego, citando a Ricardo de San Víctor, el Papa añadió: “Señor, si estamos equivocados, eres Tú el que nos has engañado.” (Leon XIII, Satis Cognitum)
Sí, debemos tener el valor de decirlo. Si los Papas del Concilio Vaticano II, que oficialmente enseñaron el error a toda la Iglesia por más de un cuarto de siglo, siguen siendo formalmente papas, avalados por la Autoridad de Pedro, que hace su enseñanza diaria infalible, oficialmente pudieran haber enseñado el error a la Iglesia universal, sería en la práctica reconocer:
– O que Jesús nos engañó al asegurar que Él y el Espíritu Santo estarían con los suyos hasta el final de los tiempos, cuando dijo a quienes envió “los que a vosotros oyen a Mí me oyen“.
– O que se había equivocado al anunciar algo que no pudo conseguir ya que de hecho vemos lo contrario de su promesa;
En ambos casos, sería equivalente a decir que no es la Verdad, por lo que no es Dios.
Esta absurda blasfemia necesariamente conduce al error de los que niegan la infalibilidad del Magisterio ordinario (9), que se “ejerce todos los días por el Romano Pontífice y los Obispos en comunión con él”.
Confirmación
“Veritas liberabit vos. La verdad os hará libres “ Juan VIII-32
Esta afirmación del Maestro confirma nuestra comprensión fundamental de la infalibilidad papal. En efecto, a la inversa del absurdo a que lleva el rechazo del dogma, esta afirmación libera completamente a las almas católicas, lo que demuestra, según las palabras de Jesús, que esta declaración es verdad.
En primer lugar, ofrece una explicación al problema de fe que los papas del Concilio Vaticano II plantean a la conciencia católica. Además, proporciona a nuestra resistencia la posibilidad de servir con eficacia a la Iglesia al despojar de Autoridad a todos estos Papas “, que lo son sólo en apariencia.
¡Sí! Firmemente creemos y proclamamos en voz alta: el Maestro no nos ha engañado al asegurarnos que el Vicario actuando como Papa, no enseña el error.
No solamente no nos ha engañado al prometernos esto, sino que dio a los que creen en su palabra un medio tan fácil como absoluto para distinguie al auténtico pastor del mercenario.
El Papa, como sabemos, no es un robot. Aunque ninguna dignidad en la tierra iguala a la del Vicario de Cristo, los Papas “la llevan en vasos de arcilla” (II Cor IV 7).
Al llegar a ser Vicario de Cristo, como se sabe, el Papa recibe de Dios, no sólo una ayuda especial y constante ” todos los días hasta el fin del mundo”, sino también luces y gracias proporcionadas a sus necesidades.
Nunca podremos repetirlo bastante, el Papa nunca podría cometer pecados de herejía o cisma en el cargo oficial cotidiano, del magisterio ordinario.
Si llegará a ser hereje o cismático en privado, estaría separado de Cristo. Al ser privada su culpa , la Iglesia no sabría que el ocupante de la Santa Sede no sería ya el Vicario de Cristo. Entonces, en su gran misericordia, para con su esposa, en lugar de asistir al “papa”, que lo sería sólo materialmente, Cristo lo cegaría hasta tal punto, que llegaría a enseñar públicamente, oficialmente, un error. Y así, los que tienen fe viva podrían darse cuenta por un razonamiento muy simple que el “papa” en realidad no sería Papa.
He aquí el razonamiento. La infalibilidad del magisterio ordinario, enunciada claramente en la Escritura, enseñada por el Magisterio de manera explícita y siempre creída en la Iglesia es una verdad de fe. Quien enseña oficialmente el error, por este simple hecho, se demuestra que no es y no puede ser Papa. Porque, repitámoslo para los más obstinados, se llegaría a la conclusión de que Cristo no es Dios. [N.T. ¿Pero cómo sabríamos los fieles lo que es o no es un error, si la única norma es la enseñanza del papa, que en la hipótesis de un falso papa aunque tenido por tal, estaría enunciando un error?]
Objeción. Este razonamiento ¿no convierte en certeza lo que es sólo una opinión? La Iglesia nunca se ha pronunciado sobre la pérdida del pontificado del Papa caído en herejía.
Respuesta:
Si la Iglesia nunca se ha pronunciado oficialmente sobre este asunto, es porque en veinte siglos, este problema nunca ha surgido. En las discusiones sobre esta posibilidad los teólogos nunca han llegado a aceptar la hipótesis de un “papa” caído en la herejía. Para nosotros, el evento se convirtió en realidad. Nos encontramos ante un hecho innegable.
Durante un cuarto de siglo “LOS PAPAS” DEL VATICANO II HAN ENSEÑADO EL ERROR OFICIAL DEL VATICANO EN LA IGLESIA UNIVERSAL y la Iglesia no puede, sin destruirse, permanecer bajo la “jurisdicción” de un hereje formal. Por tanto, es el deber de todo aquel que tiene fe y amor a la Iglesia resolver este problema de acuerdo con la doctrina católica.
Si, hoy en día, no podemos aprender de la historia para hacer frente a esta desgracia, tenemos, en los documentos papales y en la Escritura, los principios que permiten resolverla a la luz de la fe.
En primer lugar nos encontramos con la enseñanza tradicional sobre la naturaleza del magisterio y la garantía de su infalibilidad.
También encontramos la enseñanza tradicional del Magisterio sobre las consecuencias de los pecados contra la fe. Recordemos sólo dos textos.
– “El que, incluso en un solo punto, rehúsa su asentimiento a las verdades divinamente reveladas, realmente habrá abdicado por completo de la fe, ya que se niega a someterse a Dios que es soberana Verdad y el motivo formal de la fe “ (Satis Cognitum).
En esta cita , León XIII no innova nada. Se limita a repetir la enseñanza tradicional.
– A su vez, Pío XII haciéndose eco de la tradición, enseña que el cisma, la herejía o la apostasía separan del cuerpo de la Iglesia. “Porque el pecado, incluso el pecado grave no tiene de suyo por resultado- como el cisma, la herejía o la apostasía – la separación del hombre del Cuerpo de la Iglesia “ (Mystici Corporis Christi)
Por estas enseñanzas, el cristiano de fe viva, tiene derecho a concluir:
1 – Respecto de algunas verdades establecidas en la doctrina, como v.gr. el dogma más firme de nuestra religión, “fuera de la fe católica nadie puede salvarse” (Pío VIII), o la verdad que identifica el Cuerpo Místico de Cristo con la Iglesia “quod est Mystici Corporis Christi Ecclesia” (Pío XII), los “papas” del Vaticano II con pertinacia han enseñado otras nuevas doctrinas en conflicto con la fe católica, han demostrado que abdicaron realmente de la fe teológica.
2 – Puesto que el pecado contra la fe por sí mismo da lugar a la separación del Cuerpo de la Iglesia, es imposible admitir que quien está separado de Cristo y de la Iglesia pueda ser al mismo tiempo el Vicario de Cristo y cabeza visible de la Iglesia.
3 – Así pues, aunque los “papas” del Vaticano II fueron elegidos por aquellos que tenían el derecho de elegirlos, su ocupación de la sede de Pedro no es una ocupación más quematerial pero sin la autoridad de Pedro.
En consecuencia, hasta que la iglesia decida sobre sus casos, podemos y debemos considerarlos como lo que son, “papas” que no son el Vicario de Cristo, “papas” para quienes la palabra “¿Quién os escucha a Mí me escucha. ¿Quién os desprecia a mí Me desprecia” no tiene aplicación.
Esta enseñanza, en perfecta armonía con las Escrituras, nos permite decir , como dice san Pablo a los Gálatas, a todos los cardenales, obispos, sacerdotes y creyentes comunes y corrientes que siguen las nuevas doctrinas del Concilio Vaticano II, “0h insensatos obispos, cardenales ( sacerdotes), quién os ha fascinado para que no obedezcáis ya a la verdad? “ (Gal III, 1) Nos sorprende que tan rápidamente os hayáis desviado de la verdad recibida de nuestros padres para profesar otra verdad. No es que haya otra verdad. Sino que algunas personas quieren destruir la doctrina de la Iglesia Romana “Madre y Maestra de todas las demás iglesias”, la que los Padres ortodoxos os han transmitido para que vosotros, también la transmitais completa y en el sentido con que la padres ortodoxos siempre la han entendido. Además, con la misma seguridad que tuvo el Apóstol, podemos decir de aquellos que predican una doctrina nueva: “sint anatema”
Corolario
¿Cómo explicar las diferencias de los teólogos sobre este punto de la doctrina?
Es indiscutible que estos desacuerdos, sobre una doctrina de fe divina, es un escándalo y atrae la maldición de los cielos. “¡Ay de aquel hombre por quien viene el escándalo.” Además, obstaculizan ante todo la defensa de la fe. Por tanto, es deber de todos trabajar para que estos escándalos cesen presionando los sacerdotes de sus centros de misas para que estudien esta doctrina a la luz de la Escritura y la Tradición.
Los fieles también deben saber, y decirlo, que todos los que, sean sacerdotes o laicos, continúen afirmando que se trata de una cuestión abierta acerca de la cual, cada uno puede tener su propia opinión, yerran. He demostrado que la infalibilidad del magisterio ordinario del Papa es una doctrina de fe.
Sin embargo, estas diferencias no nos deben asombrar, y menos aún causar sorpresa. El Maestro nos advirtió: “Es necesario que haya escándalos” (Mat. XVIII, 7), y Pablo nos dio la razón de su necesidad : “a fin de que se reconozca a aquellos de vosotros que tengan una virtud (fe, dice la Biblia de Fillion) probada “ (I Cor XI, 19).
Sea como sea, este comportamiento no es un misterio teológico, incluso se explica con facilidad, como demostraré. En primer lugar, quisiera recordar algunas verdades que las almas de buena voluntad, que leen y entienden lo que leen, podrán sacar un comportamiento práctico católico.
lª verdad. El rechazo de la infalibilidad del magisterio ordinario del Papa es algo nuevo. Es “la herejía del siglo XX.” Hasta el siglo pasado, como ha señalado Dom Nau en el texto citado anteriormente, “se disfrutó de ella con una pacífica posesión”, no impugnada por nadie, y todos los teólogos la ‘aceptaron’ sin dificultad.
2ªverdad . A través de los siglos, cuando esta verdad fue impugnada, los teólogos siempre han estado divididos. Y en tiempos de crisis, la mayoría de ellos siempre han puesto sus talentos de la parte aparentemente más poderosa. Baste recordar, por ejemplo, la actitud de los teólogos alemanes en el momento de la rebelión de Lutero, y de los ingleses en la época de Enrique VIII.(10)
Como la historia es un “perpetuo volver a comenzar” las divisiones existentes de los teólogos sobre este punto de la doctrina, no deberían sorprendernos, y mucho menos molestarnos.
3ª verdad. Sea cual sea su reputación y los valiosos servicios que prestan con frecuencia a la Iglesia, los teólogos, como tales, no constituyen Magisterio. Por voluntad de Cristo, la Iglesia docente incluye sólo al Papa y a los obispos que están en comunión con él.
Estas tres verdades nos empujan con naturalidad a practicar una regla de conducta, absolutamente segura, bajo la fe católica.
Regla de conducta. Dado que nos hablan-no los teólogos- en su nombre, Dios ha instituido infaliblemente, que cada vez que una doctrina sea claramente enseñada por el Magisterio, como es el caso de la infalibilidad, esta enseñanza nos debe bastar. De hecho, incluso los teólogos en su enseñanza, deben regularse por ello.
Estos últimos, me refiero a quienes son católicos, que verdaderamente aman a la Iglesia y se empeñan en servirla (11) no deben discutir, ignorar, minimizar, diluir o debilitar esta enseñanza, sino que deben presentar todas las pruebas que puedan encontrar para justificarla.
Hay dos posibles explicaciones para este comportamiento de los teólogos acerca de la infalibilidad del magisterio ordinario del Papa.
Por mi parte, la veo como una maniobra de los liberales mencionados al comienzo del trabajo. Puesto que no podían negar abiertamente este dogma, se las arreglaron para silenciarla para que la mayoría de los católicos la perdieran de vista y, finalmente, la ignorasen.
Pero no hay que olvidar que si los liberales llegaron a silenciar completamente el dogma, para que en la práctica fuera negado por muchos, la responsabilidad recae también, si no principalmente, en los teólogos y obispos católicos que lo permitieron. Aqui se comprueba la certeza del dicho de San Pío X , a quien le encantaba citarlo : “La fuerza de los malos viene de la cobardía de los buenos.”
En el estudio mencionado anteriormente, Dom Paul Nau adelanta otra explicación:
“Todo lo que sucede (desde la promulgación de Pastor Aeternus} sucede como si la brillantez de la definición hubiera eclipsado la verdad hasta entonces universalmente reconocida “.
Y dice en una nota:
“Es comprensible que pudiera introducirse este cambio de perspectiva: desde 1870, los manuales de teología llegaron a establecer en sus propios textos la tesis del Concilio. Ninguno de ellos afrontó el estudio del magisterio ordinario del pontífice en solitario, por lo que se fue perdiendo de vista. Parecía que el magisterio papal se reducía solamente a las definiciones ex-cathedra. Desde entonces, habiéndose centrado nuestra atención en ellas, nos hemos acostumbrado a considerar las declaraciones doctrinales de la Santa Sede con la única perspectiva de los juicios solemnes: ellos sólos aportarían a la doctrina las garantías necesarias. Pero desde esta perspectiva se hace imposible comprender la verdadera naturaleza del magisterio ordinario. Sin embargo esta perspectiva permanece en más de un autor. “
Con el fin de confirmar la apreciación de este teólogo, aporto aquí dos citas:
“El Papa ejerce personalmente un magisterio infalible, no sólo mediante sus juicios personales , sino también por el Magisterio ordinario que se extiende perpetuamente a las verdades obligatorias para toda la Iglesia”. (El magisterio ordinario de la Iglesia y de sus órganos . París, 1887, p.98).
“Se llama magisterio ordinario universal a la enseñanza del Papa y los Obispos en cualquier momento y en cualquier país. Cuando nuestro Señor dijo a sus Apóstoles: “Id y enseñad a todas las naciones”, no limitó sus poderes a un tiempo y a un lugar determinado. El Papa y los obispos desempeñan su función de doctores, no sólo en raras ocasiones y ocasiones solemnes, sino siempre y en todas partes “(Boulenger, disculpa Manual, p.399)
Apostilla en el último momento
La revista “Sal de la Tierra, La comprensión de la fe”, N º 3 (revista publicada bajo la responsabilidad de los dominicos del convento de La Haye-aux-Bonshommes, Avrillé F 49.240), me acaba de llegar. Contiene un estudio de l’ Abbé Sélégny, de la Fraternidad de San Pío X, sobre “El Magisterio… a la luz de la infalibilidad.”
Creo que es mi deber poner en guardia a mis lectores. El autor de este trabajo, víctima de la falsa enseñanza ofrecida en Ecône sobre este tema, claramente no entiende la razón de la infalibilidad magisterial en general, ni el alcance de la infalibilidad papal, ni los trucos de los modernistas que han llegadoa ocupar posiciones claves en la Iglesia desde Pablo VI.
No voy a volver a escribir mi estudio, sólo voy a comentar algunas deficiencias patentes en el estudio y pedir un deseo.
Finalidad de la infalibilidad magisterial. Un texto oficial nos lo ha recordado. La infalibilidad otorgada al Magisterio es “para guardar santamente” y “para exponer fielmente “ el depósito de la fe (Vaticano I).
En razón de esta finalidad, una conclusión se impone naturalmente, pero también inexorablemente. Siempre que el magisterio * “conserva “ o “expone” el depósito de la fe, está protegido por la infalibilidad prometida. Si no fuera así, y el Magisterio cayera en el error, como dijo el Papa León XIII, la responsabilidad sería de Dios y de nadie más.
Alcance de la infalibilidad papal. El P. Sélégny afirma que para que sea infalible, el Magisterio debe tener la determinación de enseñar definitivamente“.
Esto no es acertado. Es incluso falso. porque el magisterio es infalible siempre que se ejerce y ” se ejerce todos los días “, en palabras de Pío XI.
El abbé Sélégny deja patente la causa de su error desde el principio de su artículo. Según él, la infalibilidad papal fue definida como dogma de fe en el Concilio Vaticano II.
Trucos de los modernistas que han acaparado los puestos claves en la Iglesia desde la llegada de Pablo VI. El Señor nos ha prevenido de la habilidad que tienen los hijos de las tinieblas en sus negocios. ¿Tenemos en cuenta esta advertencia? Por ejemplo, por el mero hecho de que se diga del Concilio Vaticano II ser un concilio “pastoral”, para este sacerdote y para muchos otros, el Concilio no está protegido por la infalibilidad y podría enseñar el error sin dejar de ser Magisterio.
Esta afirmación no es más cierta que la anterior. En efecto, el Concilio Vaticano I no definió ” el hecho simple de que el Papa goza de infalibilidad “. Definió un aspecto de la doctrina de la fe que entonces era rechazada, la infalibilidad personal del Papa en su magisterio extraordinario. Pero la infalibilidad del magisterio ordinario no era cuestionada. Como dijo Dom Nau, “ entonces se la aceptaba con una tranquila posesión. “ El Concilio no definió nada al respecto.
¡Dios mío! [¡Alegar que el Concilio V.II haya sido meramente pastoral! ]¿pero cómo se puede tragar semejante tontería? ¿Acaso en la Iglesia, los concilios pueden ser otra cosa que reuniones pastorales? Y no sólo porque los obispos asisten a él con sus votos de pastores de la Iglesia, sino ante todo porque la pastoral, es decir, la conducta y defensa de los fieles, justifica su convocatoria. Como ya he señalado con frecuencia a los obispos, en la Iglesia un pastor que no es al mismo tiempo maestro y doctor, tal vez sirva para guardar vacas, no para llevar una diócesis.
Además, ¿es cierto que el Vaticano II haya sido sólo pastoral? Sin duda, Pablo VI lo dijo, pero en una audiencia simple de los miércoles. Sin embargo, que yo sepa, ninguno de los que fueron engañados por esta gruesa mentira y lo repiten como dogma de fe, no ha dudado ni por un instante que, en esa audiencia simple, Pablo VI gozaba de infalibilidad hablando ex cathedra.
Para descubrir el engaño de esta alegación y rendirse a la evidencia basta con leer los textos oficiales. De todos los concilios, el Vaticano II fue el menos pastoral y más doctrinal, hasta el punto de que incluso Pablo VI pudo decir: El Concilio Vaticano II fue mayor que el de Nicea.
Contrariamente a lo que piensa el padre Sélégny, lo diga o no, la enseñanza de un concilio promulgado por el Papa es magisterio extraordinario. Por esta sola razón, no puede contener error doctrinal, ya que está necesariamente protegido por la infalibilidad.
¿Cumplía el Vaticano II las condiciones suficientes para que la enseñanza sea clasificada automáticamente entre aquéllas del magisterio infalible extraordinario?
Basta con leer los documentos oficiales, especialmente la fórmula solemne con que terminan justo antes de la firma del “Papa” y de los Padres, para responder afirmativamente y estar convencidos de que la historia del Concilio ” pastoral “ es en realidad una trampa o, si se prefiere, una añagaza de los subversivos para “cloroformizar ” a los Padres” y hacerles respaldar todos sus errores.
Razonamiento de la fe, post factum. Con el Concilio Vaticano II, nos encontramos frente a un hecho.
Convocado el “concilio”por un Papa y presidido por sus representantes, sus decretos fueron promulgados regularmente por una persona que, en apariencia por lo menos, era el Papa. Este “concilio” se clausuró hace mucho tiempo. Ahora es ya un hecho histórico.
Santo Tomas dice con razón: “Ningún principio see mantiene frente a hechos contrarios. ‘
Esta es la doctrina católica: “Debemos creer con fe divina y católica todas las verdades contenidas en la palabra de Dios escrita o transmitida por la tradición y que la Iglesia, mediante un juicio solemne o por su magisterio ordinario y universal, propone como reveladas por Dios. “
El principio es que el Concilio Vaticano II al ser un concilio ecuménico, no puede enseñar el error doctrinal.
El hecho contrario es que los textos promulgados por el “concilio Vaticano II” contienen errores varios.
Siguiendo a Santo Tomás, deberíamos concluir con normalidad que el principio (infalibilidad del Magisterio) desmentido por el hecho contrario, no se tiene en pie.
La fe teologal se opone a tal conclusión. En efecto, aquí, la verdad del principio está garantizada por la veracidad de Dios, que es absoluta.
Pero la veracidad de Dios no suprime el hecho. Permanece en su materialidad y no puede eludirse. ¿Cómo salir de la contradicción?
Tendremos que negar la contradicción con un razonamiento estúpido, o liberaremos las conciencias mediante un razonamiento apoyado en la fe.
Razonamiento estúpido. Es el que hacen todos aquellos que al no tener una fe probada, se dejan conducir por el sentimiento. Ellos someten los principios a múltiples contorsiones para adaptarlos a sus prejuicios y salvar así arbitrariamente las apariencias.
Por desgracia para ellos, los partidarios de esta salida, se hunden inevitablemente en el absurdo blasfemo que mencioné anteriormente y en el libre examen. Además se ven obligados a juzgar sin cesar a una autoridad que reconocen como tal, pero a la que al final no pueden honestamente someterse si quieren seguir siendo católico.
Razonamiento de la fe. Ésta es el razonamiento no sólo de los que poseen la virtud de la fe, sino de los que tienen esta virtud como guía de su comportamiento.
Puesto que están acostumbrados a respetar la ley, saben que la ley prohíbe resistir a la autoridad. Pero tampoco olvidan que por razón de la misma virtud teologal de la fe deben rechazar las novedades del concilio Vaticano II. Comprenden entonces, a la luz de la fe, que los responsables de las doctrinas erróneas, que no pueden aceptar, no son y no pueden estar investidos por Dios de la Autoridad de la que se han desviado.
El problema surgido a la conciencia católica del Concilio Vaticano II, queda de este modo resuelto conformando el principio con los hechos. A pesar de todas las apariencias contrarias, el llamado “concilio” del Vaticano II no era ni podía ser Magisterio de la Iglesia Católica. El “Papa” que lo aprobó no ha podido ser investido de la autoridad de Pedro, que es la esencia del papado. Por esto, repetimos, los que usan este razonamiento tienen una certeza de fe.
Último deseo. Que el abbé Sélégni, a quien envío esta crítica de su trabajo, tenga el valor de aceptar la verdad o la caridad de refutar teológicamente el mío. Se lo envío con prioridad.
Notas:
1 Jean de La Fontaine, los animales enfermos de la peste.
2 Ayer, el Arzobispo Lefebvre, Monseñor de Castro Mayer, ahora la Sociedad de San Pío X con todos los sacerdotes, religiosos y religiosas que se encuentran a su paso, todo fue a pique en este punto crucial.
3. 1 mayo de 1992.
4. Hemos leído con provecho que he publicado sobre este tema, en particular, firmes en la fe, N º 1 y 2 de 1988.
5.Cuando un Papa expresa una idea personal, debe decirlo. En el pasado, aquellos de entre ellos que nunca han dejado de especificar.
6.Tel no es el caso de los “papas” del Vaticano IL Enseñan error “ex cathedra”, como los papas en los documentos oficiales y los discursos, en los actos espectaculares que representan, con los ojos del mundo, como cabezas visibles de la Iglesia católica.Consideremos, por ejemplo, Pablo VI, en su viaje y su discurso en la ONU, las actas del concilio que ha promulgado. Para Juan Pablo II, en su discurso, sus encíclicas, su “circo” de Asís, sus visitas oficiales a las iglesias protestantes y la sinagoga de Roma.
7 “El papel de la Iglesia Romana, escribe Dom Nau, fue reconocido por los propios galicanos: “Es el privilegio de la Iglesia romana, un privilegio de ninguna otra Iglesia particular, el representar por sí sola, a la Iglesia universal “, dijo Pierre d’Ailly. (8 ocp nota 10).
8. El Vaticano II no lo duda al afirmarlo en el decreto de la Libertad Religiosa. Declaratio de libertate religiosa, No. 12.
9. ¿Cuántas religiosas (contemplativas, enseñantes o activas) son engañadas en este punto?. ¿Cómo no comprenden que al seguir obstinadamente la posición aberrante de Mons. Lefebvre y de su Fraternidad, de forma indirecta, niegan la divinidad de su Esposo.
10. En la resistencia al Concilio Vaticano II, el partido más numeroso está formado por la Fraternidad del Arzobispo Lefebvre. ¿Qué hay de sorprendente al ver al grupo más numeroso de teólogos después de él inclinarse y tratar de defender su posición, insostenible en términos de fe, repitiendo veinte veces los argumentos refutados? En tiempos de crisis, incluso entre teólogos, la parte gregaria de los hombres llega a sobresalir. “Monseñor dijo” se convierte en la mayor prueba. El Abbe Froehly una vez escribió en su informe: “Si Monseñor dice que la tierra es cuadrada, los tradicionalistas de un extremo al otro de la tierra, dirán que la tierra es cuadrada.”
11.He aquí dos citas para los teólogos que desean servir a la Iglesia en la crisis actual. La primera es la de Pío XII. “Si los papas en sus actos juzgan expresamente sobre una cuestión que antes era controvertida, todo el mundo entiende que este asunto, en la mente y la voluntad de los Pontífices, ya no se considera como cuestión abierta entre teólogos “ (Denz. 2313)
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