Huelga decir que el responsable único del  siguiente artículo es el autor, en este caso  David Martínez, y que sededelasabiduría solo se limita a editarlo y poner una breve introducción, por lo que no está necesariamente de acuerdo con todo lo que el autor dice. En particular creemos que el autor yerra en afirmar, o eso parece dar a entender, que la única línea de sucesión apostólica válida es la de Mons. Thuc.  Sededelasabiduría considera esa afirmación un error. No se puede negar de ninguna manera que son válidas ( hablamos de validez no de licitud)  las consagraciones episcopales de  las de Mons. Lefebvre y los obispos que consagró. Entre los linajes episcopales que sostienen que la Sede de Pedro está vacante son válidos las de Mons. Thuc y los obispos que consagró;  las de  Monseñor Hinilinca y los obispos que consagró; la  de Clarence Kelly y los obispos que consagró, la de Mon. Carlos Duarte y los obispos que consagró, entre otras varias más.  Y además, son válidas las centenas de líneas episcopales de los ortodoxos, y veterocatólicos, porque siempre la Iglesia  reconoció su validez no volviéndolos a consagrar si se convertía al catolicismo, si bien no su licitud. Todo ello está fundamentado en la sana teología sacramental de la Iglesia que está explicada en la Suma Teológica y en decenas de manuales de Teología. Por lo tanto felicitamos al autor por la valentía en defender la validez de las consagraciones de Mons. Thuc frente a Méramo- que llama hereje a Pío XII por su encíclica Humani Generis-, pues esa es la verdad, pero no podemos estar de acuerdo con que sea la única válida.

En otros aspectos también disentimos, pero no nos parece tan importante explicarlos aquí. Como hemos dicho, nosotros solo somos responsables de lo que firmamos como Sededelasabiduría, Sofronio ( al pie del artículo; no confundir con quien lo copia y lo edita)  o teresita.

A todos los que nos han llamado para advertirnos fraternalmente de este error, le damos las gracias y rezamos por ellos.

Por Sofronio y Teresita de Sededelasabiduría

El autor del siguiente artículo es un joven, de nombre David, que lo escribió en el blog Cuba Católica con el título  Objeciones al artículo del P. Basilio Méramo sobre Mons. Thuc. Por nuestra parte, respetando íntegramente el contenido del artículo original, hemos preferido cambiar el título para que aparezca  aquí como David contra Goliat, porque David es el nombre del joven que dispara la certera honda, y nos parece que da en el objetivo, a pesar de la desigualdad del combate.

Del artículo nos ha parecido muy revelador aquello que, espero nos permita esta licencia el autor, hemos resaltado. Y, por otra parte, nos han parecido muy ilustrativos los anexos de otros autores que David aporta. El primero desmorona, con la teología católica en la mano exenta de intereses capillistas y de subjetivismo, la calumniosa sospecha que cuestiona las consagraciones de Mons. Thuc; todo él, con una fundamentación teológica preñada de doctrina católica, no ya del autor, sino de Mario Derksen. El segundo anexo demuestra claramente que el autor del libelo contra mons Thuc, Mons. Clarence Kelly – obispo consagrado con el rito tradicional por un obispo del Novus ordo, consagrado a su vez válidamente antes de la reforma del rito, de quien toma toma sus argumentos el lefebvrista P. Méramo, contra quien dirige la honda David-  es deshonesto intelectualmente al suprimir mons. Clarence Kelly de la intervención de mons. Thuc en el C.V. II aquellas palabras esenciales de su discurso, por lo que al leerlo entero, en realidad, el significado de su intervención es absolutamente tradicional, ya que pretende exponer la verdad católica a todos los no católicos. Les dejo, pues, con el artículo íntegro, sin modificar nada, el contenido de lo escrito por el  Sr. David A. Martínez Espinosa:

El artículo de David lo pueden descargar de Cuba Católica en pdf. aquí 

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El pasado 19 de marzo del presente año, el padre Méramo publicó un artículo de nueve páginas titulado “EXTRAÑO PENSAMIENTO DE UN SUPUESTO TRADICIONALISTA Y SU CEREBRO GRIS EL P. GUÉRARD DES LAURIERS”. En dicho opúsculo el padre se propone tres objetivos claramente distinguibles:

  1. Divulgar la duda sobre la honestidad y coherencia doctrinal de Mons. Thuc que habiendo defendido posiciones modernistas en el Vaticano II, luego aparece como campeón del anti-modernismo, declarando la sedevacante.
  2. Lanzar la sospecha sobre la validez de las consagraciones episcopales de Mons. Thuc, recurriendo al ya viejo y refutado sofisma de su supuesto estado mental.
  3. Demostrar que la concepción teológica de Lefebvre y por tanto de los lefebvristas (uno de ellos el mismo P. Méramo) respecto al papado y a la crisis actual de la Iglesia es la más aceptable y sabia, cuya postura tiene a dos enemigos por la izquierda y por la derecha, los primeros los modernistas conciliares y los segundos los llamados por Méramo “sedevacantistas viscerales”, exagerando ambos, el respeto debido al Papa.

Tengo que reconocer que yo fui durante algunos años seguidor del Padre Méramo, en tanto que leía muchos de los escritos publicados en su sitio web, y escuchaba domingo tras domingo todos su sermones. Por tanto, conozco perfectamente la manera de argumentar que suele utilizar el padre y los lugares teológicos que acostumbra usar para fundamentar su postura.

Sobre el Método que emplea el padre Méramo

El padre Méramo usa un método sofístico en sí mismo. Él cita los escritos del padre Cekada, escritos por él antes de cambiar de opinión respecto a Mons. Thuc y los obispos de su linaje. Con esta táctica, el padre Méramo cree demostrar mucho, algo así como diciendo:

“Miren, el padre Cekada, que ahora es el campeón en la defensa de las consagraciones Thuc, hace mucho tiempo denunció todas estas cosas”.

Pero yo pregunto: ¿Qué pruebas aporta eso? ¿Qué tiene que ver que el padre Cekada haya pensado así? Para mí, es todo lo contario: el hecho de saber que el padre Cekada escribió y supo todo esto que ahora se cita (cual novedad periodística sacada de la última tesis de grado de no sé qué Universidad europea), es una prueba de que el mismo padre Cekada encontró mejores argumentos para explicar lo que él mismo criticaba, a no ser que se me demuestre que el padre Cekada es loco y es capaz de mudar de opinión sin fundamentos objetivos. Además, citar argumentos viejos presentándolos como nuevos, siempre ha sido una técnica filosóficamente pobre, pues cuando alguien va a investigar sobre cualquier asunto, en el capítulo primero del informe de dicha investigación se debe hablar de algo que se llama “el estado de la cuestión” donde se da noticia de la novedad de dicho tema y de su posible tratamiento por otras personas con anterioridad. Aquí el padre Méramo presenta citas del libro ¨Lo Sacro y lo Profano¨ del obispo Kelly (superior de la Sociedad Sacerdotal San Pio V). Pero dicho libro ya tiene varios años, como también tiene varios años la refutación que al mismo han realizado muchos teólogos relacionados con el linaje Thuc, siendo el P. Cekada precisamente el más famoso en defender con eficacia la validez de dichas consagraciones. [1]

En el 2014 los fieles de Cuba estábamos desesperados porque el único “sacerdote” que teníamos en Cuba, me refiero a Darovis Caballero Sosa, salido del modernismo desde el 2013, no estaba válidamente ordenado y estábamos buscando un obispo tradicionalista que lo ordenara. La primera tentativa fue contactar con Mons. Williamson, pero gracias a Dios nunca pudo venir a Cuba. Y ante esta situación, yo consulté al padre Méramo por email y él me remitió a los obispos de la línea de Mons. Thuc, mencionó específicamente a cuatro: Morello, Sanborn, Dolan y Pivarunas. Él me aclaró que debíamos guardarnos de pensar como ellos debido al supuesto sedevacantismo visceral que defendían. Nos dijo que simplemente aprovecháramos su episcopado para garantizar el sacerdocio del padre Darovis. En ningún momento me insinuó el padre Méramo que él tenía dudas sobre la validez del linaje episcopal de Mons. Thuc. Por tanto, también el padre Méramo ha cambiado de opinión aquí, y esto obligado por las circunstancias. Ya vemos que no sólo el padre Cekada cambia de opinión.

Recientemente, el obispo Morello ha ordenado un nuevo sacerdote en Bogotá, al padre Pío, quien se había formado precisamente con el padre Méramo y el padre Altamira. Finalmente se decidió unir al obispo Morello para hacer lo que todo sacerdote normal ha hecho siempre: realizar su trabajo pastoral bajo la obediencia a un legítimo sucesor de los apóstoles, de lo contrario sería un cura vago. El padre Méramo entonces, ha variado su discurso y ha empezado a utilizar los viejos sofismas de hace más de tres décadas que los enemigos de Mons. Thuc usaron contra él para lanzar la duda entre los fieles sobre la validez de sus ordenaciones.

Si yo hiciera igual que el padre Méramo, que utiliza muchas expresiones caritativas y cristianas para descalificar a sus oponentes (idiota útil, canalla, bruto y duro, exótica forma de pensar, le hervía la sangre fanáticamente, obseso compulsivo, chiflado, etc.) tal vez fuera más famoso, pero no es mi intención. Además, no es coherente con mi condición de católico lanzar improperios sobre los demás. Para todos los católicos con dos dedos de frente, y con un mínimo de sentido común y sensus fidei, es muy claro que el método del padre Méramo lejos de ser sinónimo de combate por la Fe es expresión de una vulgaridad ramplona y que deja mucho que desear. Jamás en la vida, en ninguna época de la Iglesia y enfrentando a ninguna herejía anterior, algún santo prelado o sacerdote de la Iglesia utilizó descalificaciones grotescas y sucias como las que usa el padre Basilio. Sus sermones muchas veces son literalmente IMPRESENTABLES a una persona a la que no se le haya advertido previamente las características de dichos sermones.  Aprovecho aquí y hago públicamente un mea culpa, pues yo, en mi ignorancia y fervor de neo-converso a la Tradición, llegué a disfrutar dichos sermones meramianos, pues pensaba que humillar a los demás era posible siempre que los demás no estuvieran en la Verdad. Pero el método pastoral de los misioneros católicos y de Nuestro Señor es otro. Mas no nos desviemos del tema.

Sobre la coherencia doctrinal de Mons. Thuc y la validez de sus consagraciones

Independientemente de si fue cierto o no que Mons. Thuc defendió todo lo que se alega en el Vaticano II, lo cierto es que en virtud de algo que no es posible negar, la actitud del obispo vietnamita se direccionó radicalmente hacia la defensa de la Tradición Católica hacia finales de la década de los 70´s y principios de los 80´s, siendo en 1982 cuando redactó en Múnich aquella famosa declaración de la Sedevacante. Los vaivenes doctrinales de Mons. Thuc solo Dios los conoce. Por lo pronto, me parece claro recordar que en los primeros años de enfrentamiento a la falsa iglesia del Vaticano II, muchos obispos y sacerdotes otrora católicos, estaban inmersos en una gran confusión ante de la duda de verse protagonistas de una alternativa nunca antes vista: o seguir a Roma y ser hereje o enfrentar a Roma para ser católico.

Esta disyuntiva jamás había sido vista en la mente de algún santo o católico. Incluso cuando Liberio y Honorio, tuvieron actitudes poco encomiables respecto a la represión de la herejía en su momento, ninguno de los dos defendió la doctrina errónea y mucho menos revolucionaron la Iglesia de abajo a arriba para institucionalizar una nueva religión. Jamás los católicos nos vimos precisados a enfrentarnos a un supuesto papa, debido a que este tutelara la obra más grande de destrucción interna del catolicismo.

En medio de esta contradicción pueden surgir miles de incoherencias espirituales, doctrinales e incluso mentales, no significando esto sin embargo, un estado de deterioro mental, al menos no el previsto por la Iglesia para declarar inhábil a un obispo en su labor de conferir el episcopado y el sacerdocio. Para que un obispo no consagre válidamente a otro obispo, tiene que estar no inestable (concepto muy ambiguo y relativo) sino literalmente INCAPAZ de producir el rito de la consagración. Ahora bien, como dijo el mismo Mons. Castro Mayer cuando le preguntaron por las consagraciones de Mons. Thuc, si el padre Des Lauries se dejó consagrar por Mons. Thuc, eso significa que el vietnamita realizó ÍNTEGRA Y CABALMENTE la ceremonia católica, pues de lo contrario, Des Lauries no se hubiera presentado a sí mismo como obispo y se hubiera hecho reconsagrar sub-conditione. Y aquí tanto el padre Méramo como yo usamos un argumento de autoridad: Méramo le cree al obispo Gilles Barthe del Novus Ordo de Fréjus-Toulon quien decía que las consagraciones de Thuc fueron inválidas, y yo le creo a la certeza moral que tenía Mons. Castro Mayer sobre su validez.

En el artículo se cita lo siguiente:

“No es, por lo tanto, sorprendente que el arzobispo Thuc concelebrara la Nueva Misa con el obispo Barthe tres semanas antes de la consagración del P. Guérard des Lauriers. Esto sucedió el Jueves Santo 15 de abril de 1981. Consagró al P. des Lauriers en mayo. Cinco meses después Thuc consagró a los padres Carmona y Zamora. Luego, el 24 de enero de 1982, el obispo Barthe publicó una declaración cuestionando la validez de las consagraciones de Guérard des Lauriers, Carmona y Zamora. Mencionaba el estado mental de Thuc como una de sus razones para cuestionar la validez de las consagraciones. Su declaración fue publicada en ‘La Documentation Catholique’, nº 1824, del 21 de febrero de 1982”.

Ahora bien, si Mons. Lefebvre cambió de opinión en menos de 12 horas, pues por la tarde había dicho en Roma (1988) que firmaría el acuerdo y al amanecer cambió de opinión ¿Cómo se me va a decir que Mons. Thuc no pudo cambiar de opinión o actitud respecto a la falsa religión del Vaticano II en 3 semanas? Por lo menos Thuc tuvo más tiempo para pensar, Lefebvre es el campeón de la rapidez del cambio. Si Thuc es incoherente por cambiar en 3 semanas, ¿Qué dejamos para Lefebrve? Seamos honestos por favor.

El Vaticano emitió un decreto de excomunión a Mons. Thuc por sus consagraciones, y alegó que eran ilícitas, pero jamás dijo que eran inválidas. ¿Se iba a privar el Vaticano usurpado de lanzar la duda sobre la validez de dichas ordenaciones pudiendo hacerlo? Pero después de todo, Ratzinger y algunos modernistas tenían un mínimo de sentido común, y sabían que no hablaban con teologastros improvisados y que el tema del estado mental sería un argumento de humo, que convencería solo a personas sentimentales. Los católicos serios no se dejan influir por semejantes calumnias.

El testimonio de todos los sedevacantistas que estuvieron con él después de las consagraciones.

Mons. Thuc murió el 13 de diciembre de 1984 en los Estados Unidos. Desde la consagración de Mons. Des Lauries en 1981 hasta su muerte pasaron tres años y medio, tiempo durante el cual le visitaron y conversaron con él muchos fieles y sacerdotes del mundo tradicionalista. Ninguno alegó jamás haber visto en Mons. Thuc algún rasgo distintivo de las personas dementes o con desequilibrio mental severo. Esto para mi es muestra evidente de que la acusación de desequilibrio mental no es más que una calumnia lanzada sobre Thuc. Son meras conjeturas, deducciones a conveniencia. Los primeros que precisamente usaron dicha calumnia fueron los sacerdotes de la FSSPX quienes vieron la “competencia” que les hacían los obispos y sacerdotes del linaje Thuc. ¡¡¡Es increíble!!!, usar de la mentira y la calumnia para destruir la obra del ÚNICO obispo del mundo entero que, ahora sí, cual Atanasio de los últimos tiempos, trasmitió la sucesión apostólica a los pocos obispos del mundo que hoy tienen, con certeza absoluta, una jurisdicción extraordinaria para ejercer su ministerio, en tanto no sea restablecido el papado.

Por tanto, siendo cierto o falso que Thuc defendiera todas esas doctrinas modernistas (invitación a no cristianos, participación de mujeres en el culto católico, etc.) lo cierto es que no por eso dejó de ser obispo católico, siempre que llegado el momento propicio, retomó la ortodoxia católica rechazó la nueva religión del Vaticano II.

Sobre la concepción teológica de Lefebvre y los lefebvristas (P. Méramo) respecto al papado y a la crisis actual de la Iglesia

La postura sedevacantista arranca su justificación de la teología dogmática, y puede ser resumida en un simple silogismo, que un niño de primera comunión podrá comprender:

Premisa 1: Los papas verdaderos y legítimos de la Iglesia Católica, si bien no son siempre infalible en su magisterio ordinario, al menos están preservador de: instituir sacramentos inválidosdecretar códigos canónicos perjudiciales a las almas y predicar sistemáticamente doctrinas condenadas previamente por otros papas.

Premisa 2: Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco han contradicho la premisa 1

Conclusión: ninguno de ellos puede ser considerado un verdadero y legítimo papa.

Así de simple, sin darle tantas vueltas al asunto. Y fíjense que no he formulado la premisa 1 en su versión más rigorista que sostiene que el magisterio ordinario de un papa siempre está exento de errores y herejías, que es la famosa tesis de Pighi (1490-1592). Esto para evitar el interminable debate con los lefebvristas que se envuelven en mil galimatías para no caer en la postura sedevante. Un lefebvrista diría algo parecido a eso:

¨Como el único magisterio papal que es infalible es el extraordinario (cuando el papa habla ex cathedra), y los papas conciliares nunca definieron una herejía ex cathedra, podemos seguir creyendo que, a pesar de ser malos papas (como Alejandro VI y los del siglo X) son papas legítimos de la Iglesia Católica.¨

A esto contestamos:

  1. a) Alejandro VI y los papas de la llamada pornocracia (siglo X) debido a las inmoralidades que reinaban en la curia papal, JAMAS instituyeron sacramentos inválidosdecretaron códigos canónicos perjudiciales a las almas o predicaron sistemáticamente doctrinas condenadas previamente por otros papas.

Los llamados ¨malos papas¨ que ha tenido la Iglesia (y es verdad que los ha tenido) han sido malos por ser INMORALES en sus comportamientos personalesen su vida religiosa y de piedad. Pero para ser papas malos, primero tienen que ser papas, y todos ellos lo han sido. No es incompatible el Papado con la inmoralidad de la persona que lo ostenta, desgraciadamente Cristo no le prometió a Pedro la moralidad perpetua. Lo que Cristo le prometió a San Pedro, y en él a todos sus sucesores LEGITIMOS, fue la infalibilidad en la exposición y defensa de la fe, para apaciguar a sus ovejas (es decir, a la Iglesia entera).

Por lo tanto, lo que es incompatible con el Papado es la herejía, y no puede suceder que un papa sostenga pública y notoriamente una doctrina ya condenada por la Iglesia. Sin embargo pudiera suceder que un papa defienda o adhiera a una doctrina errónea en el momento que dicho papa vive, pero que posteriormente se declara herética. Lo importante es: no puede un papa legítimo difundir una doctrina que ya ha sido condenada formalmente por el Magisterio infalible de la Iglesia.

Ahora bien, el Magisterio Infalible de la Iglesia ha condenado formalmente (¡y de qué manera!) la herejía modernista. ¿Dónde lo condenó? En PascendiLamentabili, y en toda la obra magisterial del último papa santo: Pio X, quien gobernó la Iglesia entre 1903 y 1914.

Pero, en 1958 llega al Vaticano Juan XXIII que se pasará por los pies… las condenas a dicha herejía modernista. Juan XXIII convocará un concilio para consagrar y promover justo lo contrario de lo que enseñó la Iglesia desde Pio X hasta Pio XII respecto al modernismo. Incluso en cierto sentido, el concilio de Juan XXIII y su iglesia nacida de él, niegan también las doctrinas enseñadas siglo tras siglo por los papas católicos.

Entonces, si esta obra siniestra de perversión dogmática, de trastocar las enseñanzas ya asentadas de la Iglesia, la puede llevar a cabo un legítimo papa, ahora sí: ¿Dónde está el Espíritu Santo? Blasfemo sería afirmar, como hacen los lefebvristas, que Dios en sus misteriosos designios ha permitido que un papa verdadero corrompa la doctrina de la Iglesia. Y es blasfemo esto porque contradice la misma Escritura cuando muestra que lo que Jesús le promete a Pedro es la inerrancia de su fe para confirmar a los demás.

Por último, un detalle que pasan desapercibido los lefebvristas y líneas medias: si bien es cierto que ninguno de los papas conciliares ha promulgado una herejía ex cathedra, no es cierto que no lo han hecho sin hacer uso del magisterio extraordinario, pues este incluye tanto las definiciones ex catedra del papa solo, como las definiciones y enseñanzas de un concilio ecuménico. Ahora bien, el Vaticano II fue ecuménico (con obispos de todo el orbe). Luego, no pueden decir que no es un acto del magisterio extraordinario, por Dios. Lean teología dogmática!!! Tampoco es válida la ilusión de alegar que dicho concilio fue ecuménico pero no fue dogmático, porque fue eminentemente pastoralEsa categoría de concilios no existen, y es un invento de algunos para evitar la conclusión sedevacantista. Los concilios en la Iglesia o son locales o son ecuménicos, y los ecuménicos (sobre todo con representación y aprobación papal, ¡CUANTO MÁS con la presencia papal!) SIEMPRE son dogmáticos e infalibles, no tanto porque definan o no dogmas nuevos, sino en virtud de que, al ser concilios ecuménicos, el Espíritu Santo no permitirá que se desvíen de la fe católica en todo lo que enseñan.

Por tanto, no hay justificación: el Vaticano II enseñó doctrinas erróneas y condenadas por la Iglesia, demostrando así que no puede considerarse un verdadero concilio ecuménico de la Iglesia, sino un conciliábulo, una reunión de herejes y apóstatas, cual conciliábulo de Éfeso o de Pistoya.

Ante esta evidente realidad, los fieles se preguntan: ¿Qué hacer entonces en la época actual para encontrar la Iglesia Católica? ¿Dónde está la Iglesia? ¿Quiénes son los católicos hoy?

La respuesta es simple, pero asumirla es difícil, pues suele costar mucho trabajo acostumbrarse a la idea de que la otrora gloriosa Iglesia Católica presente en el mundo enterode pronto haya sido reducida a un pequeño rebaño que está presente a unos pocos países. Pero una vez más: la realidad no es otra. Y no somos quienes para cuestionar a la Providencia.

Hoy día la Iglesia Católica se encuentra dónde están los obispos, sacerdotes, religiosos y fieles que mantienen la fe, los sacramentos y la disciplina católica tal como fue sostenida por la Iglesia hasta Pio XIIúltimo papa legítimo y verdadero.

Sin embargo, lo anterior es condición necesaria pero no suficiente, y por tanto quienes no cumplan eso no pueden ser llamados católicos, pero por el solo hecho de cumplirlo tampoco estamos ciertos de que lo sean.

¿Cuál es la condición de oro pues? Defender la UNIDAD de la Iglesia. Y esto se desglosa en los siguientes puntos:

  • Sostener que la Iglesia no es una sociedad pneumatica o espiritual donde cada grupo u obispo piensa diferente a los demás, y solo coinciden en el Credo y en la Liturgia, pero difieren en la disciplina eclesiástica.
  • Sostener que la vacancia de la Santa Sede es solo temporal y no perpetua.
  • Rechazar la acefalía perenne de la Iglesia tal como la enseñan algunos sedevacantistas.
  • Procurar la unidad de la Iglesia entre todos los grupos y obispos sedevacantistas que no sostengan posiciones heréticas
  • Promover la reunión de un Cónclave donde sea electo un papa legítimo para la Iglesia, poniendo fin así a la acefalía temporal de la misma. [Nota de S.S: en este punto no están de acuerdo todos los que sostienen que la Sede dePadro está vacante u usurpada; es, por tanto, una posición de algunos. Sin embargo, esto no empaña el fondo y la esencia del artículo : David contra Goliat]

Por tanto, la postura de Mons. Lefebvre de reconocer a los papas del Vaticano II, para después resistirlos es totalmente cismática, ajena al proceder de los santos y católicos de siempre. Jamás un católico ha tenido que “filtrar” lo que viene de Roma, sino que es Roma la que filtra para que el creyente pueda recibir con obediencia y reverencia la doctrina católica.

No quiero concluir, sin darle la razón a Méramo en lo que la tiene, y es en aquello que dice “El principio de que un Papa podía defeccionar en la fe, había sido reconocido por todos los teólogos medievales”. De hecho, todo sedevacantista parte de ese principio para decir que Juan XXIII, si fue papa legítimo en algún momento, perdió el pontificado en virtud de sus herejías y maniobras para destruir la Iglesia desde dentro con la convocatoria del conciliábulo.

Ahora bien, como bien cita el padre a diversos canonistas sobre este particular (Prümer, Regatillo, Naz, Clereq, Claeys, Bouvaert, Jombart, Coronata y Vermeersch) el pontificado se pierde por herejía notoriapero es PÉRDIDA al fin y al cabo, y no conservación del mismo. Por tanto, la razón no la tiene el supuesto Atanasio del siglo XX (Lefebvre) que dijo que esos papas, que notoriamente heretizaron contra cuanto punto de doctrina católica definió la Cristiandad, conservaban el papado y por tanto había que seguir reconociéndolos como tales, aunque no se les obedeciera. ¡Qué gran lección de catolicidad la del neo-Atanasio: tener a los usurpadores por legítimos papas para tratarlos como si fueran anti-papas!!! ¿Habrase visto locura o absurdo teológico mayor? Solo una mente desequilibrada, ahora sí, podría ser capaz de defender semejante postura, ajena totalmente a la Tradición Católica. Los papas, o son papas o no lo son, y si lo son debemos mencionar su nombre en el Canon de la misa, pero si son ilegítimos o usurpadores de la Silla de Pedro, su nombre mancha el sacrosanto Canon eucarístico, y en efecto, las misas de la FSSPX, en tanto se rezan una cum Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora Francisco, no son la Oblatio Munda. Son misas sacrílegas e indignas, a las que cualquier católico serio debe abstenerse de ir.

Por tanto, el sedevacantismo visceral solo existe en la mente del padre Méramo. Y su tendencia a relegar la cuestión de la sedevacante a un segundo plano, incluso siendo él sedevacante, es muestra de que no es más que un lefebvrista incoherente con su maestro.

Dios se apiade de las almas de los fieles que sean confundidos por la prédica del padre Basilio. Que la Virgen le ayude a reconocer su error para que en vez de calumniar al linaje de Mons. Thuc, pida unirse a uno de sus obispos para que no desparrame, cual cura vago que trabaja aislado y en abierto capillismo, sin jurisdicción ninguna para realizar matrimonios ni para escuchar confesiones. A buen entendedor con pocas palabras basta.

David Alejandro Martínez Espinosa

(damartinez900212@gmail.com)

 

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ANEXO

Extractos de la obra “An Open Letterto Bishop Clarence Kelly on the‘Thuc Bishops’ and the Errors in The Sacred and the Profane” escrita por el católico sedevacantista estadounidense Mario Derksen, en el año 2011, y que puede ser encontrada íntegramente en inglés en el sitio www.thucbishops.com

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A: Su Excelencia, Mons.Clarence Kelly, CSPV

CC: Su Excelencia,Mons José Santay, CSPV

Al clero de la SSPV y CSPV

A otros clérigos y feligreses

+JMJ+

+AMDG+

8 de enero del 2011 AD

Cincinnati, Ohio (EE.UU.)

Su excelencia:

Desde hace más de 20 años, la Sociedad San Pío V[2] se ha distinguido por oponerse firmemente a las consagraciones episcopales de los obispos Moisés Carmona, Adolfo Zamora, y Michel-Louis Guérard des Lauriers, llevadas a cabo por el Excelentísimo Obispo Pierre-Martin Ngo-Dinh-Thuc [3], en 1981.[4] La SSPV y especialmente vuestra excelencia ha advertido a los católicos tradicionales de que estas consagraciones son de dudosa validez, escandalosas y sacrílegas, y que no es permisible, incluso en estos tiempos difíciles, tener nada que ver con los obispos o sacerdotes cuyas órdenes se remontan al obispo Thuc, como tampoco con aquellos que, aunque no forman parte de la línea Thuc,  reconocen su validez y legalidad y trabajar junto a ellos. Esta postura dura de la SSPV ha incluido el negarles los sacramentos a aquellas personas que no están de acuerdo con esta posición.

Debido a que la SSPV no opera fuera de los Estados Unidos, esta polémica ha sido en su mayor parte un fenómeno estadounidense, y dicha posición no es tomada en cuenta en más ningún otro lugar. Dicha postura ha dividido amargamente a los católicos sedevacantistas en Estados Unidos desde hace décadas. Familias enteras han sido desgarradas por los supuestamente “sacramentos dudosos” y “asociaciones escandalosas” de los sacerdotes y obispos Thuc.Muchos católicos piadosos han visto su catolicidad en entredicho, y muchas relaciones que podría haber resultado en santo matrimonio se han roto o impedido por completo. Año tras año, la posición de la SSPV ha causado discordia en los bautismos, confirmaciones, bodas y comuniones.

Debido a que dicha división ha afectado mi vida personal, decidí investigar estos temas para ver de qué lado estaba la verdad. Asistí a una parroquia de la SSPV en su momento, y me sorprendió encontrar que la información que había sido propuesta por el SSPV sobre estos temasno pudo resistir el escrutinio riguroso, si se compara con las pruebas presentadas por el grupo que defiende a Mons. Thuc. Es esta evidencia la que precisamente quiero compartir con ustedes ahora. Lo hago en una carta abierta a Vuestra Excelencia,yenviada por correo a todo el clero de la SSPV así como a otros fieles y clérigos de otras capillas tradicionalistas, publicándose en internet en la página www.thucbishops.com, con el doble propósito de (1) compartir la evidencia con todo el mundo que esté interesado en el tema, ya que todo el mundo puede ver por sí mismo dicha evidencia; y (2) para provocar una respuesta pública de vuestra excelencia por lo que, si he falsificado accidentalmente cualquier punto de su posición o perdido alguna evidencia crucial que corroboraría su posición en lugar de la mía, se sienta usted motivado a darlo a conocer públicamente por escrito.

Su Excelencia, en su trabajo TheSacred and the Profane (TSTP de aquí en adelante), usted afirma que escribió el libro porque “[una] respuesta tenía que ser hecha” y “la verdad debía ser dicha” con el fin de “advertir a los fieles” y “minimizar el daño causado a almas…”.[5] Irónicamente, estas son exactamente las mismas razones por las cualespublico ahora este estudio, que examina sus alegaciones, argumentos y referencias con respecto a estas cuestiones, sobre todo como se establece en su libro TSTP.[6]

En una carta publicada en 2002 como seguimiento a un debate público sobre los obispos Thuc y la política de la SSPV (rechazo de los sacramentos a los católicos que asisten a las parroquias de la línea Thuc), el P. William Jenkins aconsejó a sus fieles:

Para aquellos de ustedes que aún no lo hayan hecho todavía, les recomiendo que lean el libro de Mons. Kelly sobre este tema, TheSacred and the Profane, que contiene mucha información. Si usted no ha leído el libro, ni va a hacerlo, entonces no tiene derecho a criticar lo que no sabe.[7]

En verdad, no hay que criticar lo que se desconoce. Sin embargo, yo ya leí el libro, examinándolo con cuidado, y comparé sus pretensiones con mi propia investigación.Estoy, por lo tanto, en condiciones de criticar lo que conozco. La pregunta es: ¿Estarán de acuerdo las personas – y usted vuestra excelencia – en leer con imparcialidad y honestidad, la evidencia contraria a la posición mantenida por la SSPV? Si no es así, entonces sólo puedo repetir las palabras del P. Jenkins: “Si usted no ha leído la [carta], ni piensa hacerlo, entonces no tiene derecho a criticar lo que no sabe”.

Esta carta se divide en cuatro secciones principales:

Parte I –Los hechos en sí mismos de las consagraciones episcopales realizadas por Mons. Thuc en 1981.

Parte II -La validez de estas consagraciones.

Parte III -La licitud de estas consagraciones.

Parte IV – Resumen y Comentarios Finales.

Estas cuatro partes principales serán seguidas por una serie de nueve apéndices:

Apéndice A – ¿Rechazaremos las consagraciones de Mons. Thuc por seguir el camino más seguro?

Apéndice B – ¿Simuló sacramentos el obispos Thuc?

Apéndice C – Intervenciones de Mons. Thuc en el Vaticano II sobre el tema de los no cristianos.

Apéndice D – ¿Fue culpable de herejía Mons. Thuc?

Apéndice E – ¿Modificó el Rito de Consagración Episcopal Mons. Thuc?

Apéndice F – ¿El linaje episcopal de Mons. Thuc es “sórdido”?

Apéndice G – Fotografías de las consagraciones episcopales de Mons. Thuc en el año 1981.

Apéndice H – El certificado de consagración de Mons. Carmona

Apéndice I – Breve Bibliografía.

Al darse cuenta de que algunas personas pueden no tener el tiempo de leer esta larga carta en su totalidad, deseo sugerirles que vayan directamente a la Parte IV para leer allí un conciso resumen, punto por punto, de los principales argumentos presentados. Al mismo tiempo, quiero destacar que sólo la lectura del documento completo, investigado meticulosamente, permitirá entender cabalmente el asunto en cuestión. Invito a todos los lectores a examinar este estudio en su totalidad, incluyendo todas las notas al pie, que a menudo contienen contenidos fundamentales. Si bien es un poco incómodo tener que interrumpir constantemente la lectura para ver las notas al pie, esto será necesario para una comprensión plena y adecuada de los argumentos presentados. Los lectores no deben pasar por alto las notas al pie y esperar así tener un “cuadro completo”. Asimismo, otra gran cantidad de información importante se encuentra en los apéndices, que complementan el texto principal de esta carta.

Es un hecho curioso que en el mundo católico tradicionalista de hoy, la SSPV es prácticamente el único grupo de clérigos que considerandudosas las consagraciones episcopales de Mons. Thuc del año 1981. El 16 de julio de 1994, en su “Carta abierta sobre el Monte de San Miguel y las consagraciones de Mons. Thuc” al P. Thomas Zapp, usted predijo con confianza: “Con el tiempo, la verdad sobre las personas involucradas en las consagraciones de Thuc, las circunstancias, la falta de pruebas y los problemas con su estado mental, habrán cada vez menos sacerdotes que acepten la validez de dichas consagraciones”[8]Ahora, más de 16 años después, ha ocurrido exactamente lo contrario: como ha pasado el tiempo y los hechos han sido conocidos cada vez más, casi ningún clérigotiene dudas sobre las consagraciones de Mons. Thuc. La posición de su excelencia es prácticamente única, y esto es así porque se basa en una distorsión de los principios y enseñanzas de la teología católica y del derecho canónico en esta materia, como quedará demostrado en este estudio.

En 2006, el Padre Kevin Vaillancourt de Spokane, Washington, publicó un libro titulado “Las respuestas”,[9] en el cual se ofrecen los argumentos de ambos lados del debate en torno a las consagraciones de 1981 y a la persona de Mons. Thuc. En dicho libro se reprodujeron muchos artículos de diferentes autores escritos sobre este tema en los últimos años. Abundantes citas y referencias de su libroTheSacred and the Profane, tanto a favor como en contra, se pueden encontrar en “Las respuestas”. La lectura de este libro me dio un incentivo adicional para la investigación de este tema con profundidad y, finalmente, me ayudó a llegar a una mejor comprensión de las cuestiones en juego en este debate.

Su Excelencia, he puesto mucho tiempo y esfuerzo en este estudio. Por favor, no lo descarte a la ligera. He escrito esta carta por amor a la verdad, para refutar el error, y para levantar una carga innecesaria de la conciencia de muchos, pero sobre todo, para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas. Lo he escrito para el bienestar de su propia alma, que es lo más precioso a los ojos de Dios. Yo no escribo con espíritu de venganza o ira, sino en espíritu de caridad. Por favor, recuerde esto mientras lea las líneas que siguen a continuación. Gracias.

Mario Derksen

Breve resumen de los principales puntos considerados sobre el tema[10]

(A) Las consagraciones episcopales de Mons. Carmona, Zamora, y des Lauriers en 1981 por Mons. Ngo-Dinh-Thuc tuvieron lugar y son válidas porque:

  1. Tenemos la certeza moral estricta en cuanto al hecho de que Mons. Thuc consagró estos hombres obispos. Las fotografías publicadas en una revista sedevacantista, testimonio jurado de varios testigos, el testimonio de los clérigos implicados, un certificado firmado por el mismo Mons. Thuc y los dos laicos asistentes, y una “excomunión” vaticana ampliamente publicitada contra los clérigos implicados no deja ninguna duda razonable en cuanto al hecho de que ocurrieron las consagraciones. Incluso su propia Excelencia no discute en serio el hecho de las consagraciones. Las consagraciones se consideran por tanto “notoria de hecho” y, de acuerdo con la ley de la Iglesia, por lo tanto no requieren más pruebas legales.
  2. Se desprende de la propia enseñanza y práctica de la Iglesia, así como de su ley canónica, que la certeza moral respectola verdad de una afirmación es suficiente para aceptarlo como un hecho. La certeza moral, a pesar de que admite grados, es laclase de certeza más alta que se puede tener en un asunto bajo discusión y es incluso el mejor juicio legal que la Iglesia puede producir.
  3. La Iglesia enseña que una vez que se ha establecido el hecho de las consagraciones, su validez estápresumida hasta que se prueba que no eran válidos. Los católicos tradicionales actúan acorde con esto todo el tiempo ensus vidas sacramentales diarias, por ejemplo, adorando el Santísimo Sacramento de la Santa Misa, incluso sin haber escuchado el sacerdote pronunciar las palabras de la consagración o sin haber verificado que los ingredientes en el pan y el vino constituyen materia válida.
  4. No hay evidencia de que Mons. Thuc hizo algo que habría invalidado las consagraciones,o que, en ese momento, no estaba en un estado mental suficiente para formar la intención sacramental necesaria.
  5. B) Las consagraciones episcopales de Mons. Carmona, Zamora, y des Lauriersrealizadas por Mons. Thuc en 1981 son totalmente lícitas porque:
  6. El contexto de las consagraciones de 1981 es la de una crisis extraordinaria y sin precedentes en laIglesia. Esto hay que admitirlo, simplemente porque es cierto. Esto no quiere decir que “todo vale”, pero tampoco podemos juzgar como si las consagraciones hunieran tenido lugar en tiempos normales. Esta consideración es una condición previa esencial a cualquier argumentación canónica posterior.
  7. Todas las leyes eclesiásticas, como tal, son leyes humanas y por lo tanto, están sujetas a cambios y derogación. En esto se diferencian de la ley divina, que tiene a Dios por autor y no puede cambiar nunca.
  8. El propósito de toda la ley eclesiástica es un recto ordenamiento de la disciplina de la Iglesia para asegurar labien común de la Iglesia en general, como fin último, el proteger y facilitar la salvación de las almas.
  9. La Iglesia tiene el derecho de sancionar a los delincuentes por la no observancia de la ley. Algunossanciones son medicinales en su naturaleza ya que están encaminadas a buscar la reforma del culpable, mientras que otras son vindicativas en su naturaleza y su objetivo es hacer que el delincuente expíe y repare su crimen. La excomunión es una pena exclusivamente medicinal.
  10. Algunas penas son infligidas por una sentencia dada por un juez eclesiástico; estos son llamados ferendae sententiae y no tienen ninguna fuerza hasta que no sean impuestas. Existen otras penas, en las que se incurre de forma automática, simplemente por violar la ley culpablemente; estos son llamadas latae sententiae y no dependen de un juicio eclesiástico. Este último tipo de penalización es el más grave de los dos.
  11. Para que una persona incurra en una penalidad, debe serculpable en la comisión de un delito. Enel fuero externo, la Iglesia presume todos los delincuentes sean totalmente culpable de sus crímenes hasta que hayan demostrado en un juicio eclesiástico que son inocentes o que su culpabilidad se ve disminuida.
  12. La Iglesia reconoce que a veces pueden surgir circunstancias en las que la ley eclesiástica no puede, no debe, o no tiene que ser observada, porque su observancia sería imposible, dañina, irrazonable o inútil. Puesto que la ley de la Iglesia es humana en su naturaleza, no puede prever todas las circunstancias posibles, en tanto que la ley divina si puede prever todas las posibilidades. Por lo tanto, cada vez que hay un conflicto entre la ley eclesiástica y la ley divina, la ley divina prevalece sobre el derecho humano de la Iglesia porque la Iglesia está subordinada a Dios y existe para cumplir con la ley divina.
  13. La ley de la Iglesia se hizo por el bien de las almas; pero las almas no fueron creadas para la ley de la Iglesia.

9.Podemos conceder como caso posible, que Mons. Thuc estuviera bajo la censura de excomunión en 1981 cuandoconsagró a Mons. Carmona, Zamora, y des Lauriers, debido a sus anteriores consagraciones episcopales ilegítimas sobre individuos que no eran católicos o de otra manera no eran aptos para recibir el episcopado.

  1. Sin embargo, la prohibición de recibir órdenes episcopales de un obispo excomulgado (basado en la ley de la Iglesia de que nadie puede consagrar un obispo, o recibir tal consagración, si no tiene la necesaria autorización papal) no es más que una ley humana, es decir, una ley de la Iglesia, no una ley divina. En tanto que el bien de las almas exigió mayor urgencia para tener obispos sedevacantistas, la ley humana de la Iglesia que prohíbe la recepción de órdenes deexcomulgados tuvo que ceder a la ley divina de la protección de la salud de las almas, que es el propósito para el cual existe la ley de la Iglesia. Por lo tanto, es razonable creer que las consagraciones de Mons. Thuc de 1981, realizadas para la salvación de las almas, eran lícitas de acuerdo con el espíritu de la ley y por lo tanto también es muy loables.
  2. Si la imperiosa necesidad de preservar la sucesión apostólica, para con ello garantizarsacramentos válidos para la posteridad católica, no justifica la recepción de órdenes incluso de un excomulgado, entonces nada será nunca una razón suficiente para romper la letra de la ley con el fin de mantener su espíritu.
  3. El carácter razonable de esta posición es corroborada teniendo en cuenta que, de acuerdo con el Canon 2261 § 2, la Iglesia permite a los fieles a recibir los sacramentos incluso declérigos excomulgados, siempre y cuando estos no han sido denunciados por su nombre por la Santa Sede. Esto lo permite la Iglesia en beneficio de los fieles, y no para el beneficio de los excomulgados. Del mismo modo, podemos considerar las consagraciones episcopales de Mon. Thuc como lícitas, no para el beneficio de Mons. Thuc o los ordenados, sino para el beneficio de los fieles.
  4. Las personas que están excomulgados no lo están por el hecho de que sean culpables de cisma. Cisma es undelito contra la unidad de la Iglesia; excomunión es una pena que priva al infractor de la ley de determinados bienes y beneficios espirituales.
  5. C) Las respuestas a los principales argumentos presentados por Vuestra Excelencia:
  6. En su carta abierta al P. Thomas Zapp (1994), usted afirma que hay nosotros debemos probar las consagraciones de Mons. Thuc de 1981 ante la ley de la Iglesia.Esta afirmación, sin embargo, se hace gratuitamente, sin ninguna prueba. Niego la afirmación porque no es cierta. Nada actualmente se puede probar antes de la ley de la Iglesia, de todos modos, porque, estando la Santa Sede vacante, no hay corte eclesiástica actualmente en sesión. Su consagración por Mons. Méndez tampoco ha sido probada antes de la ley de la Iglesia, porque a pesar de que pueda tener suficiente evidencia legal, el asunto no ha sido decidido por un juez eclesiástico.
  7. En “TheSacred and the Profane” (1997),su Excelencia ha suavizado la reclamación original que hay que probar las consagraciones Thuc ante la ley de la Iglesia y se limita a afirmar que hay que demostrar que estánde acuerdo con las normas de la ley de la Iglesia.En esto si podemos estar de acuerdo. Las consagraciones, sin embargo, han sido probadas de acuerdo con las normas de la ley de la Iglesia, ya que son conocidas de hecho.
  8. Su afirmación de que antes de que podamos aceptar el hecho de las consagraciones de Mons. Thuc, debemostener documentos “auténticos” firmados por un cierto número de personas particulares, o que debemos tener el testimonio de testigos especialmente capacitados que pueden confirmar que la materia y la forma del sacramento fue usada correctamente, es falsa. Esto deja fuera de consideración el hecho de que las consagraciones de Mons. Thuc fueron notorias, de hecho, y por lo tanto no requieren más pruebas. Si bien es necesario o al menos altamente deseable tener testigos, tales testigos sólo están obligados a haber estado presente en la ceremonia; ellos no tienen que saber o testificar que la materia y la forma del sacramento se aplicaron correctamente. Todas las pruebas necesarias para permitir que tengamos la certeza moral en relación con el hecho de las consagraciones Thuc han sido suministradas, y esta certeza moral es suficiente para que un juez eclesiástico las acepte, de acuerdo con el Papa Pío XII; que debe ser lo suficientemente bueno para nosotros también, en consecuencia.
  9. Su afirmación de que porque no había obispos co-consagrante o sacerdotes asistentesen las consagraciones Thuc, necesitamos testigos que puedan certificar que la materia y la forma del sacramento se aplicaron correctamente, y que, en ausencia de tales pruebas, debemos mantener la duda sobre la validez de dichas consagraciones, es falsa. Su justificación para esta afirmación es una sentencia mal interpretada del P. Walter Clancy, que se refirió a un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos del año 1853, que aclaró que los sacerdotes asistentes de una consagración episcopal estaban para realizar las mismas acciones rituales de los obispos co-consagrantes a los que ellos estaban reeplazando(tales como la imposición de las manos); no tenía nada que ver con asegurar que el obispo consagrante no invalidara el sacramento. De acuerdo con el derecho canónico, sólo el ministro del sacramento tiene la obligación de asegurar que el sacramento está siendo válidamente.
  10. Su afirmación de que debido a que la Iglesia requiere testigos que puedan acreditar que el la materia y la forma correcta en un bautismo privado, también necesitan este tipo de testigos y tal evidencia positiva para consagraciones episcopales que son “clandestinas”, es falsa. Se basa en una mala interpretación de lo que es un bautismo privado (que es un bautismo de emergencia a menudo realizado por seglares, en los que sólo se utilizan la materia y la forma del sacramento, sin la ceremonia ritual completa, para la que un sacerdote es esministro ordinario) y en un malentendido de la razón por la que la Iglesia exige que dichos testigos (en última instancia, porque este es el único sacramento que pueden conferir los seglares, incluso sin capacitación). Una ordenación episcopal en la que sólo dos laicos están presentes no es “privada” en el sentido de un bautismo privado. No hay tal cosa como una consagración episcopal “privada” que tenga algún sentido canónico o teológico.
  11. Su afirmación de que los canonistas han trazado una analogía entre probar un bautismo privadoy probar la recepción del orden sagrado es falsa. Si bien es cierto que los canonistas mencionan que las sagradas órdenes, al igual queel bautismo, pueden ser probadas por medio de testigos, esto se refiere al bautismosolemne, pero no al bautismo privada, y los testigos de un bautismo solemne no son el tipo de testigos necesarios de un bautismo privado (es decir, no hay evidencia positiva de la materia y la forma correcta necesaria para un bautismo solemne). Los testigos para un bautismo solemne, conferido por un sacerdote o diácono, no se requieren para observar la materia y la forma utilizada para el Sacramento.
  12. La Iglesia no obliga a los testigos seglares a tener la intención testificar específicamente la confección del sacramento. Los testigos calificados propiamente dichos, son los clérigos que están dando fe de algo que hicieron en su carácter oficial (por ejemplo, un pastor es el testigo cualificado de un bautismo realizado).
  13. Su afirmación de que las consagraciones Thuc deben considerarse dudosas porque Mons. Thuc no puede haber estado en un estado mental suficiente para tener la intención sacramental necesaria, deja fuera de consideración el hecho de que la intención mínima necesaria para conferir un sacramento válido esla mínima necesaria para realizar un acto humano, que es un acto que procede del entendimiento y la voluntad libre. “Desequilibrio mental”, si tal hubiera sido el caso con Mons. Thuc, que no hubiera sido capaz de realizar un acto humano. No hay evidencia de que Mons. Thuc estuviera loco, y mucho menos que tuviera una locura sistemática, y aúnasí tendría que ser probado clínicamente su supuesta locura, como sería requerido por cualquier tribunal de justicia, eclesiástica o civil.
  14. Usted afirma que el P. Joseph Tixeront enseñó que las órdenes sagradas conferidas por un obispo católicoque no realiza las funciones de su ministerio “de una manera normal” son dudosas. Después de comprobar el libro del P.Tixeront, resultó que él enseñó exactamente lo contrario, es decir, que mientras el obispo haya sido válidamente ordenado y utilice la materia y la forma correcta, el sacramento es válido, independientemente de las demás circunstancias de la ordenación.
  15. Muchas de las reclamaciones de usted sobre el comportamiento de Mons. Thuc se basan en el testimonio de un solo lado,a veces incluso de una sola fuente, al parecer sin ningún intento de encontrar evidencia contraria que arroje más datos sobre la cuestión.
  16. Por último, después de citar al P. Noel Barbara con frecuencia en su libro como una fuente contra Mons. Thuc,ignora completamente el hecho de que a pesar de todo, el P. Barbaraterminó aceptando las consagraciones de Mons. Thuc como válidas y legítimas al final de su vida.[11] A pesar de que el padre William Jenkins reconoció esto en un folleto de 1993,[12] él argumentó que el el cambio de opinión del P. Barbara le parecía sospechoso, acusando al cura francés de contradecirse a sí mismo. Después de citar P. Barbara, P. Jenkins dice: “No es ocioso preguntar cuál de las declaraciones del Padre Barbara [relativas a la lucidez mental de Mons. Thuc] se debe preferir el comunicado poco después de sus visitas a Mons. Thuc en 1981 y ’82, o al contrario diez años más tarde”.[13]

Pero la verdad es que no hay ninguna contradicción. Allí sólo parecehaber una contradicción porque el Padre Jenkins corta varias frases cruciales de las palabras del P. Bárbara, sin ni siquiera poner puntos suspensivos (“…”) para alertar[14] a los lectores de su omisión.[15] Cuando se lee en contexto, está claro que el P. Barbara nunca dudó de la lucidez mental de Bp. Thuc.

12.Tomado en su conjunto, nada de lo que vuestra excelencia ofrece como “pruebas” contra el hecho o la validez delas consagraciones de Mons. Thuc equivale a una sola duda prudente, positiva y objetiva, si se comparan con las demás pruebas que existen en esta materia.

Este es el breve resumen de los puntos más importantes que he hecho en esta carta.

 

 

Apéndice C – Intervenciones de Mons. Thuc en el Vaticano II sobre el tema de los no cristianos.

Ud. afirma que Mons. Thuc era un liberal y modernista, y que manifiesta su liberalismo en el Concilio Vaticano II (1962-65):

“No hay duda de que el arzobispo Thuc no era verdaderamente tradicional. Es un hecho fácil de demostrar. Sus tendencias liberales se manifestaron en el Concilio Vaticano II”.[16]

Antes de examinar las “pruebas” sobre su participación en el Vaticano II, hay que señalar que el Directorio de Obispos independientes, que usted cita varias veces en “TheSacred and the Profane”, afirma categóricamente que Mons. Thuc “estaba en contra de las declaraciones del Vaticano II”, [17] una reclamación que de alguna manera parece haber pasado por alto, a pesar de que se encuentra fácilmente en el artículo dedicado a Mons. Thuc.

Por otra parte, el P. Barbara dijo lo siguiente sobre Mons. Thuc y el Vaticano II:

“El Arzobispo Lefebvre conoció al Arzobispo NgoDinh Thuc bastante bien desde el Concilio Vaticano II. Él le consideraba un obispo con buena doctrina. Al igual que él, este obispo pertenecía al grupo conservador. Precisamente por considerarlo un obispo católico, comprometido con la fe, dedicado a María, y sin ningún trabajo que hacer, Mons. Lefebvre le animó a trabajar con los enviados del Palmar de Troyaque habían venido a Econe a fin de solicitar su servicios episcopales. He oído estos hechos directamente de Monseñor Lefebvre”.[18]

Estas palabras hablan por sí mismos. Usted ha tenido a bien confiar en el testimonio del P. Barbara cuando escribió su libro “TheSacred and the Profane”, pero sólo cuando el P. Barbara dice algo que podría ser utilizado en contra de Mons. Thuc. ¿Es esto intelectualmente honesto, su excelencia?

Pero la cuestión empeora cuando se analiza la “evidencia” sobre las palabras dichas por Mons. Thuc en el Vaticano II, y puedo decirle que están manipulados.

Usted eligió omitir una sentencia que exonera a Mons. Thuc de la carga del liberalismo.El siguiente texto es el que aparece en su libro “TheSacred and the Profane”, exactamente de la forma en que aparece allí, donde usted pretende citar a Mons. Thuc en el concilio:

“Con gran consuelo veo presente en estas asambleas a los delegados de las Iglesias cristianas no católicas, para ser testigos de nuestra fraternidadsinceridad y libertad. Pero ¿dónde están los delegados u observadores de los no cristianos?…

Este escándalo viene de todo el mundo por la falta de invitaciones enviadas a los líderes de las religiones no cristianas. Yo lo expliqué en la Comisión Central, pero fue en vano. Encarecidamente rogué al Concilio para que reparara esta omisión, de manera que ésta, la más repugnante [“odiosissima”] discriminación entre algunas religiones y religiones [sic] no pudiera ser encontrada.

Esta falta de una invitación a los jefes de las religiones no cristianas confirma en cierto modo que el prejuicio avanza a lo largo del mundo asiático y africano:La Iglesia Católica es una iglesia para los hombres de color blanco y no para los hombres de color.

No sé qué prejuicio puede impedirnos enviar una invitación a estas naciones cuyo número es como la arena del mar para contemplar el rostro de la Madre Iglesia en las personas de sus gobernantes, para que  su corazón pueda ser atraído a la fe y al abrazo de la Madre Iglesia, en la cual no hay distinción de judío, ni de griego, ni de color ni de blanco.

¿Qué sienten los padres del Concilio acerca de este asunto?”.[19]

Todo lo dicho aquí es de hecho lo que Mons. Thuc dijo; nada de esto es falso. Sin embargo, uno no puede dejar de notar que usted tuvo a bien omitir una parte de esta cita, se indica mediante el uso de puntos suspensivos (“…”),[20]al final del primer párrafo, justo después “observadores de los no cristianos” Consultando las actas oficiales del Vaticano II, se puede encontrar el pedazo que ha borrado:[21]

[Bp. Thuc hablando:]“¿Es que entonces no necesitan ellos esta vista maravillosa de la unidad de la Iglesia Católica? ¿O es que no necesitan una explicación de nuestra fe cristiana? ¡Qué! Las personas a las que ellos representan forman una tercera parte, o más bien la mayor parte- de estas ovejas dispersas que Cristo ansiosamente desea reunir en un solo rebaño?”.[22]

Añadiendo este pedazo al párrafo del cual fue borrado, todo el texto se lee:

“Con gran consuelo veo presente en estas asambleas a los delegados de las Iglesias cristianas no católicas, para ser testigos de nuestra fraternidad, sinceridad y libertad. Pero ¿dónde están los delegados u observadores de los no cristianos?¿Es que entonces no necesitan ellos esta vista maravillosa de la unidad de la Iglesia Católica? ¿O es que no necesitan una explicación de nuestra fe cristiana? ¡Qué! Las personas a las que ellos representan forman una tercera parte, o más bien la mayor parte- de estas ovejas dispersas que Cristo ansiosamente desea reunir en un solo rebaño?”.

Aquí vemos claramente que la razón por la cual el obispo vietnamita quería representantes de las religiones no cristianas, es decir, judíos, musulmanes y paganos en el Concilio, no se debía a que él fuera unmodernista o un indiferentista que considera todas las religiones igualmente buenas, sino porque quería que ellos tuvieran la oportunidad de ver por sí mismos la exposición de la verdad católica y la unidad, fraternidad y caridad de la jerarquía católica. No hay que añadir mucho, para demostrar que tal actitud revela una gran caridad por parte de Mons. Thuc, ya que muestra un deseo genuino por la conversión y la salvación de los no cristianos, así como para el esplendor y la santidad de la Iglesia.

¿Esto no cambia todo? ¿Esto no exime a Mons. Thuc de la carga del liberalismo, al menos en lo que va de este caso en particular?[23] ¿No han omitido estas palabras de Mons. Thuc precisamente porquelo exoneran de esta acusación? ¿Por qué considera que es necesario ser engañoso sobre las palabras de Mons. Thuc?Uno podría sospechr la terrible conclusión de que Vuestra Excelencia cortó el texto a sabiendas yvoluntariamente calumnió a Mons. Thuc.[24]

En el documento en PDF se anexan además, los Apéndices G (Fotografías de las consagraciones de Mons. Thuc publicadas en las revistas “Einsicht” y “TheReign of Mary Magazines”) y H (El Certificado de Consagración de Mons. Carmona).

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[1]Ver Einsicht XI, Sondernummer [SpecialEdition] (marzo de 1982); Einsicht XII, núm. 1 (mayo de 1982); Einsicht XIII, no. 1 (mayo de 1983); TheReign of Mary Magazines XL, no. 134 (primavera de 2009).

[1] Ver el añexo de este opúsculo donde presentamos la traducción al español de algunos extractos de la obra “An Open LettertoBishopClarence Kelly onthe ‘Thuc Bishops’ and theErrors in TheSacred and the Profane” escrita por el católico sedevacantista estadounidense Mario Derksen, en el año 2011, y que puede ser encontrada íntegramente en inglés en el sitio www.thucbishops.com. Dicha obra es una refutación, hasta ahora irrefutable, del libro de Mons. Kelly “Lo Sacro y lo Profano” y por lo tanto de los que niegan la validez y licitud del linaje episcopal de Mons. Thuc.

[2]La frase “Sociedad de San Pío V” (SSPV) se utiliza libremente en esta carta para incluir también la Congregación de S. Pío V que vuestra Excelencia estableció en 1996, y que incluye al obispo Joseph Santay.

[3] Algunos católicos tradicionales, llaman al obispo vietnamita Ngo-Dinh-Thuc (1897-1984) “Arzobispo”, porque Juan XXIII lo elevó al arzobispado el 24 de noviembre de 1960. Como yo no reconozco como papa legítimo a Juan XXIII, en este estudio aplicaré a Mons. Thuc el sólo título de “obispo”. Aunque sería más correcto y apropiado para referirse a él como “Mons. Ngo,” debido a que NGO es su apellido yThuces su nombre de pila, pero como él es más conocido como “Mons. Thuc”, yo he optado por referirme a él con ese nombre también.

[4]Mons. Thuc consagró a Mons. Des Lauriers (1898-1988) el 7 de mayo de 1981, y a los obispos Mons. Carmona (1912-1991) y Mons. Zamora (1910-1987) el 17 de octubre de 1981. Mons. Des Lauriers era francés y Carmona y Zamora fueron mexicanos.

[5] Mons. Clarence Kelly, The Sacred and the Profane (Round Top, Nueva York: Seminario Press, 1997), p. 7.

[6]Para que no se diga que estoy totalmente descalificado para realizar esta tarea, menciono que tengo una maestría en filosofía (2004), cursada en el “HolyApostlesCollege&Seminary” de Cromwell, Connecticut. No pretendo ser un experto, pero estoy muy familiarizado con el tema, y estoy capacitado para participar en investigaciones a niveles de licenciatura y posgrado.

[7]Rev. William W. Jenkins, “Una carta del P. Jenkins”(manuscrito distribuido localmente 6 de octubre, 2002), p. 4.

[8]Mons.Clarence Kelly, “Carta abierta sobre el Monte de San Miguel y las consagraciones de Mons. Thuc” al P. Thomas Zapp,(julio16, 1994), p. 26.

[9]Rev. Kevin Vaillancourt, “Las respuestas: Un resumen de las objeciones a la validez de las consagraciones de Mons. Thuc, acompañadopor numerosas respuestas que se han dado a estas objeciones” (Spokane, WA: OLG Press, 2006). Este libro está todavía disponible y puede ser adquirido en www.olgpress.com

[10]Todos estos puntos son ampliamente explicados y fundamentados en el la carta de Mario Derksen al obispo Kelly.

[11]Ver Bárbara, “Consagraciones Episcopales”, en Las respuestas, pp. 65-81. Usted mismo cita de esta fuente de TSTP (páginas. 46, 137), por lo que es claro que usted es consciente de su contenido. De acuerdo con todas las pruebas que he visto, P. Barbara nunca se puso en duda la validez de las consagraciones Thuc, sólo su legalidad. Pero en 1993, el P. Barbara reconoció incluso su legalidad.

[12]Jenkins, Las Consagraciones de Mons. Thuc, pp. 12-14.

[13]Jenkins, Las Consagraciones de Mons. Thuc, p. 14.

[14]Por lo general, permite omitir las palabras de una cita, pero tal omisión, llamada “puntos suspensivos”, siempre se debe indicar por medio de tres puntos espaciados (“…”). En todo momento, sin embargo, es necesario que las palabras omitidas no conducen a una mala interpretación del significado del autor citado. El famoso Manual de Estilo de Chicago, por ejemplo, habla de un “deber de no distorsionar el original. Parte de una frase o párrafo se puede unir sintácticamente a la parte de otro y resultar en un comunicado ajeno al material citado. La exactitud del sentido y el énfasis debe acompañar a la precisión de la transcripción” (El Manual de Estilo de Chicago, 15 ° ed. [Chicago, IL: La University of Chicago Press, 2003], p. 459). Fr. Jenkins ha violado claramente esta norma académica básica, de sentido común de la honestidad y la justicia. Como se muestra en el Apéndice C, Su Excelencia misma es también culpable de lo mismo en relación con a las palabras dichas por Mons. Thuc en el Vaticano II.

[15]275 Jenkins, Las Consagraciones de Mons. Thuc, p. 14. La omisión se produce entre las frases “El era el verdadero responsable de sus actos?” y “No sabemos con certeza.” Esta manipulación del las palabras del P. Bárbara tiene el efecto de hacer creer al lector que el P. Barbara dudaba de la competencia mental de Mons. Thuc. Fr. Sanborn dio cuenta de esta edición engañosa del texto original y escribió en respuesta: “La cita. . . fue truncada y [tomada] fuera de contexto, y el significado distorsionado. El contexto era una especulación por parte del P. Barbara en cuanto a los efectos jurídicos de las tres posibles respuestas sobre su lucidez: sí, no, y que no conocemos. El hecho de que incluso entonces, cuando fue escrito eso (1983), el P. Barbara considerara que el arzobispo Thuc era culpable de la censura [es decir, la excomunión] indica que consideraba al arzobispo Thuc de haber estado en su sano juicio, que es completamente coherente con su testimonio posterior” (Sanborn, ‘Dios como testigo,’ p. 4). Es fácilmente comprobable que el P. Barbara cree que el obispo vietnamita esta bajo excomunión, porque en el mismo artículo de que el P. Jenkins cita, P. Barbara se refiere a Mons. Thuc como “escandaloso, suspendido, excomulgado y cismático” (Rev. Noel Barbara, “¿Qué debemos pensar de los obispos consagrados por NgoDinh Thuc: Carmona, Vezelis, Musey etc.” [1983], en Vaillancourt, Las respuestas,pag. 53).

[16]“The Sacred and the Profane”,pag. 145.

[17]Ward, et al., Obispos independientes,sv “Ngo-Dinh-Thuc, Pierre Martin,” p.295.

[18]Barbara, “Consagraciones Episcopal,” en Las respuestas, pág. 67.

[19]Acta SynodaliaSacrosanctiConciliiOecumeniciVaticani II (Ciudad del Vaticano: TypisPolyglottisVaticanis, 1971), vol. 2, Parte 1, pp 358-359 [texto original en América; traducción anónima]; qtd. en TheRomanCatholic XVI, no. 2 (1994), pp 17-18; qtd. en “TheSacred and the Profane”, pág. 146.

[20]Dejar de lado las palabras de una cita no es ilícita, a menos que las palabras omitidas conducen a una distorsión de lo que el autor citado estaba diciendo. Y está claro que en este caso particular, las palabras omitidas cambian el mensaje general de manera significativa.

[21]Acta Synodalia, vol. 2, parte 1, p. 358.

[22]Traducción proporcionada por el Sr. Craig Toth en el mensaje de correo electrónico personal para mí, de 27 de diciembre del 2010.

[23]Es cierto que en otro momento durante el Concilio, Mons. Thuc se quejó de algunas costumbres de la Iglesia que consideraba discriminatorias para la mujer. Si Vuestra excelencia desea tener un debate sobre si el obispo vietnamita excedió pertinazmente los límites de la ortodoxia en este aspecto particular, sin duda podemos tenerlo; pero tal debate tendrá que basarse en los principios católicos y pruebas contundentes, no en acusaciones exageradas.

[24]Es posible que vuestra excelencia no haya omitido este pasaje por sí mismo, sino que simplemente reprodujo el texto que alguien editó antes, suponiendo que el contexto no se distorsionaba. Sin embargo, incluso en este caso, vuestra excelencia no está libre de culpa, por los puntos suspensivos fue claramente indicado por tres puntos (“…”). Y como autor de una obra donde se acusa abiertamente a un obispo católico de liberalismo, tiene la estricta obligación de conocer el material que está citando.