¿Un San Francisco de Asis ecumenista y pacifista? Ni pensarlo; eso es imposible. Eso es una gravísima falsificación del gran Santo de la que tendrán que dar cuenta en el Tribunal de Dios, y que se ha venido haciendo desde el Concilio Vaticano II, por la iglesia conciliar.

Un San Francisco de Asís pacifista, precursor genuino del futuro concilio Vaticano II, es la imagen que el «Papa» Juan Pablo II brindó a los fieles católicos y a los a-católicos presentes en aquel “encuentro” de Asís, una imagen que se añade a la serie de falsificaciones del Santo de Asís que se inauguró en varios filmes, películas, libros, devocionarios y espectáculos en la década de los sesenta.

 

Durante el discurso a los participantes en el encuentro ecuménico de Asís, Juan Pablo II reveló a los presentes el motivo de haber elegido dicha localidad italiana. La elección recayó, afirmó, porque era la ciudad «del hombre Santo que se venera aquí – San Francisco -, que muchos conocen y reverencian a lo largo del mundo como símbolo de paz, reconciliación y fraternidad». (Oss. Rom. 26 y 27.10.1986).

 

En resumidas cuentas, se nos quiere engañar presentándonos a  un San Francisco de Asís pacifista y ecumenista genuino del futuro ante litteram, precursor del futuro Concilio Vaticano II. He aquí la imagen que Wojtyla brindó a los fieles católicos y a los a-católicos presentes en aquel encuentro, una imagen que se añade a la serie de falsificaciones del Santo de Asís que se inauguró en varios filmes, películas, libros de “espiritualidad” y espectáculos en la década de los sesenta.

 

Para demostrar cuán lejos está dicha fábulas de la realidad histórica bastaría con citar sus enérgicas palabras ante el Sultán de Egipto, Malik-án-Kamil, en el año 1219, en plena V Cruzada:

 «Los cristianos obran con justicia cuando invaden vuestras tierras y os combaten, porque vosotros blasfemáis en nombre de Cristo y os esforzáis por alejar de la religión verdadera a la mayor cantidad posible de gente» [1].

 

El Santo exhortó al Sultán, en el mismo encuentro, a abandonar el Islam y convertirse a la fe verdadera exclamando:

 «Dios me ha enviado a ti para mostrarte el camino de la salvación eterna». [2]

También insistió para que el Sultán se esforzara, con su autoridad, por convertir al Catolicismo también a todo el pueblo.

 

Se escuchan luego las palabras suyas que dirigió a sus frailes:

 «(Los Hermanos Menores) anuncien la palabra de Dios (…) para que los paganos se bauticen y se hagan cristianos, pues quien no renazca del agua y del Espíritu no podrá entrar en el reino de Dios».[3]

 

Él mismo había intentado trasladarse varias veces a los países musulmanes para convertirlos, ansiando el martirio. [4]

“Estaba convencido de que, ante todo y sobre todo, es absolutamente necesario conservar, venerar y vivir la fe de la santa Iglesia romana, que es la única salvación para todos” [5].

Todo eso no era más que el Evangelio y la fe Católica. ¡Cuán lejos  está San Francisco de Asís del ecumenismo del Concilio Vaticano II y de la apostasía de Asís de 1986, de Asís del 2001 y del  de  27 de octubre de 2011 de Benedicto XVI,  con sus innumerables réplicas! ¡Cuán lejos de las creencias de Francisco Bergoglio

Por otro lado, si los nuevos teólogos no vacilan en retorcer con violencia la Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia Católica, no hay que maravillarse de que la misma suerte le tocara al Poverello de Asís.

San Francisco de Asís desafía la falsa fe del Islam, retando al propio Sultán:

«Ordenad que enciendan un gran fuego, y yo entraré en el fuego con vuestros sacerdotes, de modo que incluso vos sepáis cuál es la fe más cierta…».

el desafío de San Francisco al sultán de Egipto,  Malik,  constituye el asunto de los frescos del Giotto y el retrato de san francisco atribuido a Cimabue, en la iglesia baja de asís.

 

San Francisco murió en 1226, a los cuarenta y cuatro años de edad, contento de “haber tenido fe en la señora pobreza hasta el fín”.

 

Su cuerpo fue llevado a Asís, y, por el camino, “pasaron junto a la iglesia de san Damián, donde la noble doncella Clara, ahora glorificada en el cielo, vivía en clausura con sus hermanas; y allí se detuvieron un momento y depositaron el cuerpo”. En la pintura de giotto, san Damián es una iglesia gótica ornamentada; el verdadero edificio es bajo, humilde y carece de adornos.

 

Notas:

[1] Verba fratris Iliminati- “Palabras de Fray Iluminado”; texto de Fray Iluminado de Rieti, que acompañó a San Francisco durante la entrevista con el Sultán.

[2](SAN BUENAVENTURA, Legenda maior, IX, 8.

[3] (FRANCISCO DE ASÍS, Regola prima, nº 16).

[4](Beato, fr. Tommaso da Celano, vita prima de s. Francesco, I, 20).

[5] Ibidem.

 

Fuente: Edición y adaptación al presente de un texto tomado del: Diario Pampero Cordubensis, publicado el 1 de noviembre del Año de 2011.