Principios del ente

La investigación metafísica de los principios, abraza los principios que en el orden ontológico se consideran como elementos del ente, y también los que en el mismo orden sirven de luz y de base primaria para llegar a su conocimiento. Así es que los primeros pueden apellidarse principios de composición metafísica del ente, principia compositionis: los segundos, principios metafísicos o superiores para el conocimiento del ser, principia cognitionis. [19]

 

El acto y la potencia.

Observaciones previas.

1ª Entre los principios o elementos primordiales de los seres, según el modo con que son percibidos por nuestro entendimiento, deben enumerarse el acto y la potencia, cuyo conocimiento, por más que haya sido eliminado de la filosofía moderna, es de la mayor importancia metafísica.

Por acto, en general, entendemos alguna realidad que completa y perfecciona alguna cosa que es o era capaz de esta perfección. De aquí es que todo acto, en cuanto acto, envuelve la idea de perfección, y, al contrario, la potencia, como tal, lleva consigo el concepto de imperfección: porque cualquiera cosa, considerada en cuanto puede recibir o tener una realidad o actualidad, es menos perfecta que cuando es considerada con el acto o realidad. Luego la potencia puede definirse en general: la aptitud o capacidad para recibir o tener alguna realidad.La capacidad de perder o ser privada de algún acto o realidad actual, se llama potencia impropiamente, en cuanto concebimos la privación de una realidad ad modum rei, y por comparación con la realidad a que se refiere.

2ª De las nociones expuestas se deduce: 1º que Dios, realidad pura y perfección absoluta, excluye toda potencia, como excluye toda imperfección en razón de acto puro y de ser perfectísimo: 2º que todo acto creado o existente en las criaturas, es acto impuro o mezclado con potencia.

Y aquí conviene tener presente, que un acto puede decirse mezclado de potencia en dos sentidos: 1º porque y en cuanto que es acto o determinación de alguna potencia, como el acto de entender es determinación y actualidad de la potencia intelectual: 2º porque y en cuanto una cosa que es perfección, y por consiguiente acto de algún ser, está ella en potencia para ser actuada y perfeccionada por otra realidad: así la ciencia adquirida es acto respecto del hombre y [20] respecto de la facultad intelectual a quienes completa, actúa y perfecciona; pero ella, a su vez, es actuada por el acto científico, o sea cuando se aplica y reduce el acto segundo. Luego una misma cosa recibirá las denominaciones de acto y de potencia, según sean los términos de comparación.

En conformidad y relación con las observaciones que anteceden, el acto y la potencia pueden dividirse:

a) En acto primero, que es aquel que no presupone otra realidad actuante o determinante, como la forma sustancial, que determina el ser sustancial y específico de la cosa; y acto segundo, que es aquel que presupone otra realidad determinante o actuante, como la intelección actual presupone el entendimiento, y también el alma racional que es acto primero respecto del cuerpo o materia: en general, toda forma o modificación accidental, es acto segundo, porque presupone la forma sustancial y la esencia.

b) El acto se llama subsistente, si es una realidad que puede existir sin unión o comunicación con la materia, como los ángeles y el alma humana; a diferencia y en contraposición a los actos o formas que no pueden existir sino en unión con la materia que determinan y actúan, como sucede al alma de los brutos, las cuales, por lo mismo, se denominan actos no subsistentes.

c) Hay también actos que se llaman sustanciales, porque son realidades o perfecciones que pertenecen a las sustancias y no a los accidentes: así la subsistencia actúa y perfecciona a la sustancia singular, la forma sustancial a la materia prima, y la existencia presupone y actúa la esencia.

d) La potencia se divide en objetiva y subjetiva. La primera es la mera no repugnancia de una cosa, y coincide, por consiguiente, con la posibilidad absoluta o intrínseca del ente: la segunda es la aptitud de una cosa real y positiva para recibir algo, sin que sea necesario que este algo sea posterior en orden de tiempo y duración a la cosa en la cual se recibe, actuándola, determinándola y perfeccionándola.

e) Esta potencia subjetiva o receptiva, si se refiere a algún acto o realidad, cuya producción no exceda las fuerzas de la [21] naturaleza, se llama natural; si se refiere a efectos o actos que sólo pueden realizarse y recibirse en la cosa o sujeto, por medio de una fuerza sobrenatural, se llama potencia obedencial.

De las nociones y divisiones que se acaban de exponer, se infiere:

1º Que todo ser creado consta o está compuesto de acto y de potencia. Todo ser creado está sujeto a mutabilidad real, siendo atributo propio de Dios, como acto puro, la inmutabilidad perfecta: luego toda criatura consta necesariamente de acto y de potencia, puesto que en tanto se dice que una cosa se muda, en cuanto adquiere algo que no tenía, o pierde algo que tenía, y por consiguiente, en cuanto recibe o pierde una realidad o acto que no tenía, pero que podía tener o perder.

2º En las criaturas existe realmente la potencia pasiva obedencial. Para los católicos que saben que Dios infunde en nuestra alma la gracia y las virtudes sobrenaturales, y por consiguiente, que el alma puede recibirlas y ser perfeccionada y actuada por ellas, la afirmación es absolutamente innegable.

Para los que rechacen o prescindan de la doctrina católica, he aquí en pocas palabras el fundamento de la aserción. La potencia obedencial no es otra cosa más que la capacidad o no repugnancia en un ser, para recibir alguna perfección o realidad que no puede ser producida por las causas finitas o naturales; capacidad que es preciso admitir desde el momento que se admite la existencia y la omnipotencia de Dios. Porque Dios, como ser superior a toda naturaleza, y como ser dotado de poder infinito, puede sin duda producir en las sustancias y naturalezas creadas algún efecto, mutación, o realidad, que no pueden producir las causas finitas; es así que la producción de estos efectos en la sustancia creada supone en ésta la receptividad de los mismos: luego es necesario admitir en las criaturas la potencia pasiva o receptiva que hemos llamado obedencial.

Ni se infiere de esto, para desvanecer de paso la objeción que pudiera presentarse, que en las criaturas existe algo [22] sobrenatural; porque la potencia obedencial no es una realidad o entidad distinta de la misma naturaleza creada, sino que en su misma esencia en cuanto sujeta a la omnipotencia de Dios, sujeción que nada real añade ni quita a su ser propio, como basada sobre la relación transcendental que el ser finito dice al ser infinito y la criatura al Creador.

Toda esta filosofía es fundamento de la Suma Teológica de Santo Tomás, que puede encontrar resumida, en tan sólo 338 páginas en el Catecismo de la Suma Teológica  que puede adquirir aquí mismo.