24 TESIS TOMISTAS (6ª)
Substancia y los accidentes
ONTOLOGÍA
TESIS VI. — «Praeter absoluta acoidentia est etiam relativum, sive ad aliquid. Quamvis enim ad aliquid non signifioet secundum propriam rationem aliquid alicui inhaerens, saepe tamen causatn ín rebus habet, et ideo realem entitatem distinctam a subjecto.»
«Además de los accidentes absolutos, hay un accidente relativo, como una tendencia hacia algo. Aunque tal relación de tendencia hacia alguna cosa no signifique propiamente una cosa inherente a un sujeto, tiene a menudo su causa en las cosas, y, por lo mismo, una real entidad distinta del sujeto».
La Sagrada Congregación no se detiene en la exposición de los nueve géneros de accidentes señalados por los escolásticos, después de Aristóteles y Santo Tomás. Admitida la distinción real entre la substancia y las formas secundarias que la modifican, no se halla ya dificultad en admitir la realidad de los accidentes absolutos, como la cantidad y la cualidad, ni tampoco los que atañen al movimiento, como la acción y pasión, etcétera. Mas entre todos hay uno de tan tenue realidad, que parece esquivar todo análisis, y se define sólo por la preposición hacia, o a (ad aliquid). Es el accidente llamado relación, cuya realidad se defiende en esta tesis.
Quien se atiene a los datos del sentido común ve muy claro que no es posible la armonía del universo sin relaciones reales. La belleza y fuerza de un ejército depende de la mejor unión de los soldados entre sí y con su jefe; la armonía y orden del mundo resulta del concierto de las criaturas con sus semejantes y con Dios. » Hay, sin duda, en la creación relaciones reales: ellas son las que establecen el orden del mundo».
Fácilmente se ve que las relaciones en general no pertenecen a una especial categoría, pues representan las exigencias de todos y cada uno de los seres creados en conformidad con las imperiosas condiciones de su existencia. Por eso se llaman transcendentes. La relación aludida en la Tesis VI está constituida por la tendencia de un ser hacia otro.
Varios elementos debemos notar aquí: La realidad puesta en relación, el término a donde la relación se dirige, la relación o lazo entre el sujeto y el término, y, por fin, la causa determinante de la influencia del sujeto en el término.
La realidad puesta en relación es el sujeto; aquella a donde se dirige es el término; la razón o causa de tal relación es el fundamento; mas el tránsito y lazo entre el sujeto y el término es propiamente lo que entendemos por relación. Si es verdad que ella está en un sujeto, no es propiamente relación hasta encaminarse hacia un término. Por esto indica la tesis que la relación no se refiere a cosa alguna inherente al sujeto. «No es estar en un sujeto, dice Santo Tomás, lo que constituye la relación; es como el acto de dirigirse hacia otro ser».
La palabra de Aristóteles es tan profunda como expresiva: «Ad aliquid». El esencial constitutivo, repetimos, no es en, sino hacia.
Añade el texto de la tesis que tiene con frecuencia su causa en las cosas, y es, por lo mismo, una entidad distinta del sujeto.
Para establecer esta realidad de la relación, basta notar que en los seres de la naturaleza observamos tres cosas reales. Primeramente, un sujeto real que establece o determina el orden; luego un término real capaz y digno de responder o recibir el orden iniciado por el sujeto. En la paternidad tenemos el sujeto real, el padre, y el término real, el hijo. De aquí se sigue una reciprocidad tal, que afirmado o negado uno de los dos extremos, se afirma o se niega el otro; no hay padre sin hijo, ni hay hijo sin padre. Por último, además del sujeto y del término, hace falta un fundamento real para llegar a la relación real. Así vemos que la generación es el fundamento eficaz de la paternidad y de la filiación.
Comprendida así la relación, vemos que es una realidad distinta de la substancia, pues la realidad del fundamento es distinta de la realidad del sujeto y del término, como es claro que la generación es distinta del padre, causa, y del hijo, efecto. Existe realmente, pues, la relación predicamental »como consecuencia de la existencia del fundamento, que es el que existe propia y directamente, aunque añade a este fundamento algo real no comprendido en sus caracteres esenciales. Es, por consiguiente, algo realmente distinto».
En el ejemplo anterior, como en otros innumerables, es mutua la relación real; mas no sucede esto siempre. «Podemos también formar una relación que sea en parte real y en parte de sola razón, cuando se trata de dos extremos en que uno depende del otro, mas no al revés, o en nada se modifica por la acción o relación que quiera establecer o establezca. Así, la ciencia es relativa a un objeto, no puede existir sin objeto; mas éste en nada cambia por ser, o no, conocido por el hombre de ciencia».
Las relaciones de la criatura con Dios son reales, pues toda criatura depende esencialmente de Dios, mas por parte de Dios son únicamente de razón, puesto que Dios en nada puede depender de la criatura.
Esta metafísica de la relación, tan importante para explicar nuestros sagrados vínculos con Dios, lo mismo que la belleza y armonía del universo, es de soberana importancia en el orden sobrenatural, para conocer y explicar de algún modo el misterio de la Trinidad.
No solamente son realidades las relaciones divinas; son la vida misma de Dios, constituyen la adorable familia de las tres Personas y serán nuestra esencial delicia en la bienaventurada eternidad.
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