Potencia y acto 2/2

ONTOLOGÍA

TESIS II. — «Actus, utpote perfectio, non, Kmitatur nisi per potentiam, quae est capacitas perfectionis. Proináe in quo ordine actus est purus, in eodem non nisi illimitatus et unicus existit; ubi vero est finitus et multiplex, in veram incidit cum potentia compositionem.»

«El acto, por lo mismo que es perfección, no está limitado sino por la potencia, que es una capacidad de perfección. Por consiguiente, en el orden en que el acto es puro, no puede ser sino universal y único; por el lado en que es finito y múltiple, entra en verdadera composición con la potencia».

Las explicaciones de la primera Tesis evidencian la verdad de esta segunda. El acto, en cuanto tal, sólo significa perfección; el límite, por el contrario, equivale a imperfección, privación o falta de algo. Por aquella línea, o aspecto, en que un ser es acto, es sólo perfección. Si tal ser aparece limitado, no es por causa del acto, pues la perfección no engendra imperfección; es por razón de otra causa que lo limita; es por razón de algo que no es pura perfección, sino simple capacidad para adquirirla, o, lo que es igual, potencia. Cuando el ser es acto puro y en toda su plenitud, todo él es perfección, es ilimitado, infinito.

Ahora bien; el ser infinito necesariamente ha de ser único. Si hubiera dos infinitos realmente distintos, algo real tendría el uno para poderse distinguir del otro, y esta realidad diferencial evidentemente sería una perfección, que no se hallaría en el segundo. Quien carece de una sola perfección no puede llamarse la plenitud del ser; está limitado y sujeto a la potencia; no puede concebirse ya como acto puro y perfecto. La misma hipótesis del acto puro se convierte en aire, al dejar de ser ilimitado y único. Es, pues, en todo rigor, evidente el axioma: «In quo ordine actus est punís, in eodem non nisi illimitatus et unicus existit.» «En el orden en que el acto es puro, no puede menos de ser ilimitado y único.»

Así como el límite viene de la potencia, que es de suyo restricción e imperfección, la multiplicidad sólo puede venir del elemento potencial. Por el mero hecho de multiplicarse una perfección, se divide y limita; no es perfección absoluta y completa, por lo mismo que es recibida en un sujeto que la restringe, o acomoda, a su imperfecta capacidad. No puede haber multiplicación de actos, de perfecciones, o de formas, sino en la medida o proporción justa con los sujetos que la reciben. La humanidad sería única si no hubiera sujetos o individuos humanos que la multiplicaran. Tales sujetos son cabalmente la capacidad receptiva, que hemos llamado potencia.

Doquier hallamos un acto finito y múltiple, estamos en presencia de un acto recibido y de una capacidad que lo restringe y divide al comunicarse; hallamos la composición real de la potencia y del acto. Por eso la segunda parte del axioma aparece no menos evidente que la primera: «Ubi vero est finitus ac multiplex, in veram incidit cum potentia compositionem.» «Cuando el acto es finito y múltiple, es porque entra en verdadera composición con la potencia.»

Por todas partes nos penetra y rodea lo múltiple y finito; tales realidades tangibles nos sirven de escabel para remontarnos del efecto a la causa del movimiento al Motor Inmóvil, de lo finito a lo Infinito, de lo múltiple a lo Uno, que llamamos DIOS.

Todo esto se verá más claro al exponer en su lugar las cinco pruebas tomistas de la existencia de Dios.

Lo dicho basta para insinuar la fecundidad de estos principios universales, los más radicales de la metafísica, que nos suministran la más profunda distinción entre Dios y las criaturas, como ahora vamos a ver en la tercera Tesis.