CUANDO LA MISERICORDIA ES UN PELIGRO…
En un país con una mentalidad saturada de liberalismo y protestantismo como la nuestra, es bastante común escuchar a los católicos decir que Dios siempre perdona al pecador, sin importar lo que haga y cuánto peca. Aquí hay algunas consideraciones de San Alfonsus de Ligorio que están destinadas a dar algo de reflexión a nuestros católicos liberales, o para nosotros mismos en la medida en que compartimos esa mentalidad.
San Agustín dice que el Diablo seduce a los hombres de dos maneras: a través de la desesperación y de la esperanza. Después de que el pecador comete su falta, lo arrastra a la desesperación por temor a la justicia divina; pero, antes de pecar, lo alienta a caer en la tentación mediante la esperanza de la misericordia divina. Por esta razón, el Santo nos advierte, diciendo: «Después de pecar, no pierdas la esperanza en la misericordia divina; antes de pecar, teme a la justicia divina.»
Esto se debe a que quien aprovecha la misericordia divina para ofender a Dios no se lo merece. La misericordia existe para aquellos que temen a Dios, y no para aquellos que pecan sin temerle. «Quien ofende a la justicia puede recurrir a la misericordia», dice el Abulensis, «pero, ¿a quién debe recurrir el que ofende la misericordia?»
Es difícil encontrar un pecador en tal estado de desesperación que realmente quiera ser condenado. Los pecadores quieren pecar, pero sin perder la esperanza de la salvación. Ellos pecan y dicen: «Dios es la bondad misma». Incluso si peco ahora, después confesaré «. Así piensan los pecadores y, como dice San Agustín,» así pensaron muchos que ahora están condenados «…
» Tengan cuidado «, dice San Juan Crisóstomo,» cuando el Diablo (y no Dios) te promete misericordia divina con el propósito de hacerte pecar «. Y San Agustín agrega,» ¡Ay del que confía en la misericordia con el objetivo de pecar! ¡Cuántas ilusiones engañaron y condujeron a la perdición! ¡Ay de aquel que abusa de la bondad de Dios para ofenderlo más!
Aunque Dios espera pacientemente al pecador, no espera por siempre. Porque si el Señor siempre nos tolera, nadie sería condenado, pero la puerta es amplia y amplia es el camino que conduce a la perdición, y hay muchos que lo eligen (Mateo 7:13).
La trampa que el Diablo establece para seducir a casi todos los católicos que se condenan a sí mismos es esta: «Peca libremente, porque a pesar de todos tus pecados, serás salvo». El Señor, sin embargo, maldice al que peca esperando el perdón.
Consideración 17, Punto 1
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