Breve Historia del dogma de la Predestinación.

Unos breves rasgos que nos enseñan que lo que afirmó las Sagradas Escrituras se mantuvo desde el principio de la edad post apóstólica:

Cirilo de Jerusalén pone de relieve que nadie está predestinado al mal, ni es malo por naturaleza, y que se llega a la gracia de la adopción por libre decreto de Dios (Catech. 7,13: PG 33,620). En S. Gregorio Nacianceno (Oratio 37,13: PG 36,297) y más en particular en S. Juan Crisóstomo (In Ep. ad Romanos hom. 16,5: PG 60,554) y Cirilo de Alejandría (In Ep. ad Rom. 8,30: PG 74,828 ss.) queda mejor definida la tesis de la voluntad salvífica universal y de la predestinación: Dios -afirman- da siempre su gracia a los predestinados, a quienes llamó de antemano.

Entre los escritores latinos, aparece claramente afirmado el hecho de la predestinación divina en S. Hilario de Poitiers (In psal. 64,5: PL 3,415) y más particularmente en S. Ambrosio (De fide 5,6,83: PL 16,665).

San Agustín constituye aquí, como en otros problemas, un capítulo aparte, y tiene dentro de la patrística una importancia singular, análoga a la que, sobre este punto, tiene S. Pablo en la doctrina bíblica. Son innumerables los lugares en que trata este problema (ver especialmente: Expositio quorumdam propositionum ex Epist. ad Romanos: PL 35,2063 ss.; De diversis quaestionibus ad Simplicianum, 11: PL 40,101 ss.; Contra duas Epist. Pelagianorum, lib. 4: PL 44,594 ss.; Contra Julianum: PL 44,641 ss.; Enchiridion: PL 40,231 ss.; De gratia et libero arbitrio: PL 44,881 ss.; De correptione et gratia: PL 44,915; De praedestinatione Sanctorum: PL 44,953 ss.; De dono perseverantiae: PL 45,993 ss.; Contra Julianum opus imperfectum: PL 45,1049 ss.; Epistolae: PL 33,194 y 874 ss.; 214,967 ss.; 215,971 ss.; 217,978 ss.; 225,1003 ss.; 226,1007 ss.); y son muchas también, y no siempre uniformes, las interpretaciones que se han hecho de su pensamiento.

Según S. Agustín la predestinación a la salvación entraña dos elementos: la presciencia y la preparación de los medios sobrenaturales (gracias), que conducen a la salvación. Esta predestinación es libre por parte de Dios y fruto de su amor misericordioso. Es igualmente infalible, pero no excluye la libertad del hombre, sino que, al contrario, la hace posible.

Santo Tomás insistió en la absoluta independencia del acto predestinante, con su teoría del imperio, como acto del entendimiento. Duns Escoto y los ocamistas pretendieron conjugar ambos elementos: gratuidad e independencia por parte de Dios y valor de los actos del hombre.