DEBE LA VIRGEN HUIR LOS EXTREMOS Y JUNTAR
LA SENCILLEZ CON LA PRUDENCIA

Uno es, en verdad, el camino, angosto y trillado, camino que no admite desviaciones a ninguno de los dos lados y ofrece al que se aparta de él, en cualquier sentido, el mismo peligro de caer. Y si esto es así, preciso es enderezar la conducta de muchos, que, si batallan con bizarría en contra de los placeres más vergonzosos por un lado, por otro van a caza del deleite encerrado en los honores y en la ambición.

Se asemejan los tales con su conducta a un siervo que, deseando alcanzar la libertad, no pusiera diligencia en sacudir su esclavitud, sino que cambiase de dueño, poniendo la libertad en la continua diversidad de los amos. Porque todos son de igual manera esclavos mientras haya alguna fuerza que los tenga sojuzgados con poder tiránico, aunque no los dominen unos mismos dueños. Los hay también, a su vez, que en esta ruda lucha contra los placeres se muestran bravos combatientes contra el enemigo, pero en el curso normal de la vida ordinaria fácilmente son sorprendidos y con dificultad salen sin daño en los dolores, en las perturbaciones del alma, en los deseos de venganza y en cuantas pasiones son contrarias a la del placer. Y esto sucede cuando no es la razón conforme a virtud, sino alguna pasión la que rige el curso de la vida.

Claro es por demás el precepto del Señor, y tal que ilumina aun los ojos de los niños balbucientes: Es bueno, dice, adherirse a sólo Dios . Puesto que Dios no es dolor, ni placer, ni temor, ni audacia, ni miedo, ni ira, ni pasión alguna semejante, que tiranice al alma inculta, sino es sabiduría pura, como dice el Apóstol; es santidad, verdad, alegría, paz y todas las cosas de este género. ¿Y cómo puede estar adherido a quien es todas estas cosas el que está dominado por las contrarias?  ¿No será, acaso, un contrasentido que quien se esfuerza por no estar sometido a una de estas pasiones tome por virtud a la contraria? Por ejemplo: huir el placer y dejarse dominar por la tristeza, esquivar la audacia y la temeridad y juntamente amilanarse con el miedo, o luchar por no sucumbir a la ira y quedar sobrecogido por el temor.

¿Qué más da descaecer de la virtud en un sentido o en otro, o mejor dicho, apartarse de Dios, que es la virtud absoluta? Porque tampoco en las enfermedades corporales dirá nadie que hay gran diferencia en que se pierda la salud por excesiva hambre o por inmoderada hartura, siendo en ambos casos uno mismo el término de aquellos extremos. En consecuencia, quien tiene cuidado de la vida y la salud del alma, se mantendrá dentro de la línea media de la verdad, permaneciendo sin mezclarse ni tomar parte en los contrarios, que por ambos lados acechan a la virtud. No es mía esta sentencia, sino voz divina.

Evidentemente pertenece este precepto a la doctrina del Señor, cuando instruye a sus discípulos para que, cuando se encuentren como ovejas en medio de lobos, no sean sólo palomas, sino lleven también algo de la naturaleza de las serpientes. Esto significa no extremar hasta el cabo la sencillez, que agrada a los hombres, pues tal actitud estaría rayana con la locura; ni tampoco creer que la habilidad y astucia, alabada de los más, es virtud pura y no ha de ser templada con sus contrarias; sino que es preciso combinar una conducta moderada con la mezcla de ambos extremos, quitando de un lado la irreflexión y de otro la prudencia para el mal, de manera que de ambos extremos resulte una obra perfecta, constituida por la sencillez del alma y la prudencia del espíritu; porque sed, dice, prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas.