2ª EPÍSTOLA A LOS EUROPEOS
Debéis echar a los mercaderes del Templo
Hermanos europeos, creéis que Dios ha muerto y que esto anuncia vuestro reino, el de los hombres. Pero en verdad os digo, los que pretenden esto y se hacen llamar “liberales” os engañan para esclavizaros, y ya os conducen en verdad hacia la muerte del hombre.
Esos demonios liberales llenos de palabras suaves, que os hacen creer que defienden vuestros derechos y vuestras libertades, en realidad odian al hombre y buscan su ruina.
Su culto bárbaro afirma que el hombre es inepto para hacer el bien. Esos demonios pretenden fundar una sociedad no sobre la virtud, sino sobre el vicio, no sobre el amor, sino sobre su contrario: el egoísmo, que ellos llaman derechos del individuo, y sobre el comercio. No lo quieren construir sobre la entrega y el honor, sino sobre la concupiscencia y el engaño.
Quieren fundar el orden del mundo sobre todo lo que las civilizaciones pasadas consideraban pecados o vicios de los cuales había que protegerse. Es por ello, hermanos míos, que su culto es realmente demoníaco y constituye la más terrible de las depravaciones.
Los demonios liberales, sea cual sea el nombre bajo el cual se nos presentan, profanan sistemáticamente todas las instituciones que han constituido la Humanidad en la Historia: destruyen en particular la soberanía política bajo todas sus formas: el Estado, las leyes, las fronteras y la ciudadanía, incluso las artes y los mismos idiomas. Sólo buscan privar al hombre del atributo esencial de su humanidad: su libertad de elegir su camino en el seno de su comunidad y la consciencia de su identidad.
Pretenden encarnar las luces del bien, pero en realidad abren la vía al reino del Mal al someter voluntariamente al hombre a fuerzas que escapan a todo control.
En verdad os digo, el liberalismo es el peor enemigo del género humano, hermanos míos.
Los demonios liberales, para inducirnos a la tentación, os han prometido el paraíso de la abundancia. También os han prometido que podrían construir el mañana según su voluntad en un mundo en paz.
Pero en verdad os digo, han omitido deciros que quieren someter al mundo a su ley enloquecida y que llevarán a una guerra cruel a todos los que se oponen a ella. Porque todos los que se oponen a ellos se encuentran colocados fuera de la humanidad y sucumben por el hierro y el fuego. Han omitido también deciros que os convertiréis en cambio en esclavos de Mammon, su verdadero dios.
En verdad os digo, estos malos profetas os han engañado ya que este supuesto paraíso corresponde al infierno que temían vuestros ancestros: un mundo de dolor y de desesperación, poblada de almas en pena, un mundo en el que los valores están invertidos, en el cual los idiomas están corrompidos y en el cual el Mal se disfraza con los ropajes del Bien.
Hermanos míos europeos, juzguemos el árbol liberal por sus frutos venenosos. Mirad lo que han hecho de vosotros: unos simples “recursos humanos” al servicio de la economía, es decir del Becerro de Oro.
Porque ya no vivís en comunidad, hermanos míos: sois a la vez numerosos, ya que os amontonan para satisfacer las necesidades de la economía, y solitarios, ya que en nombre del culto liberal, destruyen todas las comunidades sobre las cuales se apoyaban vuestros ancestros para vivir con sus semejantes y escapar a la desesperación. Ya no sois más que individuos, es decir un vacío, una nada, ya que el hombre no existe por si mismo, fuera de la hermandad de sus semejantes.
Mirad vuestras ciudades destruidas, transformadas en zonas comerciales y en dormitorios para mano de obra. Mirad vuestras fronteras abiertas, vuestras campiñas desiertas y vuestros templos vacíos. Ahora lo importante es que el dinero y las mercancías circulen a cualquier precio. Mirad vuestra cultura envilecida, ya que esos iconoclastas os han enseñado a odiar a vuestros padres y a renegar de los valores de vuestros ancestros. Mirad la triste cohorte de vuestros hermanos sin trabajo, sin familia, sin porvenir.
Esos demonios ebrios de un poder ahora total, atacan no solamente vuestra cultura, sino también a vuestra propia naturaleza, ya que tienen prisa por reinar sobre la nada.
Después de haber rechazado reconocer y valorar las diferencias humanas, afirman ahora que los sexos no serían más que convenciones y que la mujer sería igual que el hombre, un eslabón de la cadena de explotación, una consumidora sin alma, un ente destinado a satisfacer apetitos en una vida vacía de toda trascendencia.
Luchan en todos los frentes contra la natalidad y destruyen las familias: consideran a los hijos como una carga, una mercancía o como un “derecho” que se puede reclamar antes que como una bendición, fruto de la unión de un hombre y una mujer. Banalizan la más antigua institución humana, la del matrimonio, para mejor destruirla. Organizan voluntariamente la mezcla de los pueblos y las etnias para arrancar las raíces de las identidades, y la vuestra en particular, como si fuera mala hierba. Y os prometen haceros morir antes de vuestra hora ya que vivís demasiado tiempo y costáis demasiado caro.
Estos malos pastores pretenden defender los derechos de los animales o de las plantas para mejor banalizar vuestra humanidad y haceros olvidar vuestro origen divino.
En verdad os digo, hermanos míos, que os hacen perder cada día que pasa un poco más de vuestra humanidad, ya que sois como máquinas, simples engranajes del Moloch económico que todo lo consume. Porque no consumís, hermanos míos, sois vosotros los consumidos.
Ya no veis el mundo a través de vuestros ojos, sino a través de las pantallas que os siguen a todas partes. Ya no sabéis mirar el cielo. Ya no sabéis escuchar los sonidos de la naturaleza y de la vida. No habláis a vuestros semejantes más que por medio de aparatos y artilugios. Vuestros hijos, ya marcados por el signo de la Bestia económica, viven en una realidad virtual, en un mundo de quimeras prefabricadas de las que se convierten en prisioneros
Los demonios liberales os pintan vuestro pasado como un abismo de oscuridad y de opresión. Pero este subterfugio sólo sirve para haceros considerar más amable un presente terrible. Porque esos malos pastores, en lugar de liberaros, como dicen, han logrado someteros a la servidumbre económica, a la esclavitud política y a la abyección moral.
En verdad os digo, la secta liberal es el peor enemigo del Hombre y su triunfo significará el fin de la Humanidad. Es por eso que hay que rechazar a estos profetas de las tinieblas y romper todos sus ídolos, hermanos míos. Porque su lengua es mentirosa, y todo lo que dicen son sólo mentiras.
Debéis echar a los mercaderes del Templo. Y entonces volveréis a ser hombres en medio de vuestros hermanos.
Por Michel Geoffroy.-Visto en Alerta Digital
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