LOS CAMBIOS LITÚRGICOS DE PÍO XII ATACADOS POR NEOGALICANOS Y JANSENISTAS TRADICIONALISTAS
Los modernistas, en su intento de destruir la liturgia Católica, gradual y astutamente introdujeron la “Misa Nueva”, también llamada “Novus Ordo”, los nuevos sacramentos y los cambios litúrgicos que resultaron del Vaticano II. Como consecuencia de eso los católicos se volvieron reacios hacia el cambio litúrgico. Desafortunadamente algunos tradicionalistas han ido más allá, hasta rechazar los legítimos cambios introducidos por el Papa Pio XII, el cual ellos lo consideran como Papa legítimo.
Ellos sostienen erróneamente que algunas de estos cambios, incluso la Semana Santa Reformada, fueros los primeros pasos hacia el Novus Ordo, debido al envolvimiento de Monseñor Annibale Bugnini, además a causa de unos retoques hechos por otros Modernistas. Estas almas fuertemente porfiadas no rechazan completamente todos los cambios; ellos recogen y eligen lo que van a aceptar y lo que van a rechazar. Por ejemplo, ellos observan la reforma que hizo el Papa sobre el ayuno eucarístico y el permiso para decir Misas vespertinas. ¿Quién les dio la autoridad para determinar lo que hay que seguir respecto a los ritos litúrgicos, a los decretos y a las rubricas?
El Papa Pio XII promulgó varios cambios litúrgicos, entre otros están los siguientes:
1) Por muchos siglos la Iglesia Católica requirió que las personas estuviesen en ayunas desde la medianoche sin comer ni beber nada, incluso agua, antes de la recepción de la Comunión. En 1950 el Papa Pio XII cambió las leyes del ayuno para una hora para las bebidas no alcohólicas y tres horas para comidas y bebidas alcohólicas. Se puede tomar agua y se pude tomas medicamentos a cualquier hora antes de recibir la Sagrada Eucaristía. El resultado de esas mudanzas viene a ser que los católicos pueden recibir a Nuestro Señor en la Santa Comunión más frecuentemente. Los sacerdotes americanos que a menudo rezan varias Misas o Misas vespertinas en el Domingo apreciaron estos cambios.
2) Su Santidad permitió la celebración de la Misa a la tarde y a la noche — un cambio muy notable en comparación con la observancia anterior.
3) En 1955 él simplificó las rúbricas del Breviario Romano y del Misal cambiando la clase de algunas fiestas y descartando algunas octavas y vigilias. Él implemento al Breviario las reformas el Papa San Pio X hizo para el Breviario Monástico.
4) En 1955 el Papa Pio XII aprobó la Nueva Semana Santa, en la cual se restauró algunas de las ceremonias que fueron alteradas a través de los años. Además él la hizo más fácil para concurrencia de los trabajadores en las ceremonias del Jueves Santo, del Viernes Santo y de la Vigilia Pascual volviéndolas a su tiempo original y apropiado. En los tiempos apostólicos la Iglesia Católica celebraba la liturgia del Jueves Santo, del Viernes Santo y de la Vigilia Pascual “en las mismas horas del día en que aquellos sagrados misterios ocurrieron. Así, la institución de la eucaristía tuvo lugar en el atardecer del Jueves Santo, la Pasión y la Crucifixión tuvieron lugar en las horas después del mediodía del Viernes Santo y la Vigilia Pascual ocurrió en la noche del Sábado Santo, terminando a la mañana del día de Pascua con el jubilo de la Resurrección de Nuestro Señor.”
“Durante el Medio Evo… [la Iglesia], a causa de varias razones pertinentes, comenzó a hacer en horas más tempranas las performances litúrgicas en aquellos días, luego hacia el final de aquel periodo todos esos servicios litúrgicos han sido transferidos a la mañana. Esto no tuvo ligar sin detrimento del significado litúrgico y confusión entre las narraciones Evangélicas y la ceremonias litúrgicas adjuntas a ellas” (Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, pp. 1-2, 16 de Noviembre, 1955).
Los servicios litúrgicos solemnes del Jueves Santo, del Viernes Santo y de la Vigilia Pascual eran llevados a cabo a la mañana en Iglesias casi vacías porque pocos podían atender a ellas. Colegiales tenían que suplantar a los hombres en la ceremonia del lavado de los pies en el Jueves Santo porque estos tenían que trabajar. Debido a la restauración de la semana Santa hecha por el Papa Pio XII las Iglesia ahora están llenas y los fieles vienen en gran número para asistir las ceremonias y recibir la Santa Comunión.
En 1951 el Papa Pio XII restauró la Vigilia Pascual para la noche, su propio tiempo:
“Por siglos la Iglesia ha visto la incongruidad de la celebración de la Vigilia Pascual — un servicio cuyo textos [v.gr. el alleluia] y simbolismos [v.gr. Lumen Christi] obviamente se inclinan hacia las horas de la noche — en tempranas horas de la mañana del Sábado Santo cuando ciertamente Cristo no había surgido todavía. Que esto no ha sido siempre así está probado históricamente fuera de toda duda. (John Miller, C.S.C, “The History and Spirit of Holy Week”, The American Ecclesiastical Review, p.235.)
El Papa Pio XII redujo el número de las lecciones recitadas de doce para cuatro, volviendo a la práctica de San Gregorio Magno. El Papa ordenó que el ayuno de la Cuaresma concluyese a la medianoche del Sábado Santo en lugar de a la tarde para que completase los 40 días de ayuno, y no 39 días de ayuno. Esta ley disciplinaria asegura que el Sábado Santo retenga su carácter de tristeza por la muerte de Nuestro Redentor que yace en el Santo Sepulcro.
5) En 1954 el Papa Pio XII hizo una revisión del Oficio Divino, omitiendo varias oraciones, como el Padre Nuestro, el Ave-María y el Credo antes de las horas, las preces en Laudes y Vísperas con algunas excepciones, el largo Credo Atanasiano, a excepción del día de la Santísima Trinidad, etc. De acuerdo con la Sagrada Congregación de Ritos, el objetivo propuesto de estas modificaciones era “para reducir la gran complejidad de las rubricas a una forma más sencilla”.
El Papa San Pio X ya había introducido algunos de esos cambios en el Breviario Monástico. A través de la influencia de los Benedictinos, el Papa Pio XII las extendió para todo el clero. Por la simplificación de las rubricas y la disminución de las oraciones, el Breviario pasó a ser más fácil para que los sacerdotes llevasen a cabo fiel y devotamente su obligación de recitar todos los días el Oficio Divino. El clero recibió de muy buena gana estos sabios cambios.
El Papa Pio XII aprobó y promulgó oficialmente estos cambios. Bugnini no tenía autoridad para promulgar nada. Referirse a la Nueva Semana Santa como si fuera la liturgia de Bugnini es cosa poco ingeniosa y hasta deshonesta intelectualmente hablando. Cualquier que sea el rol que haya tomado, eso no obscurece el hecho de que varios cardinales y liturgistas ortodoxos tuvieron envolvimiento en los preparativos de estos cambios.
La Sagrada Congregación de Ritos fue establecida para dirigir la liturgia de la Iglesia Latina. Por Iglesia Latina se entiende aquella parte de la Iglesia Católica, de lejos la mayor, que usa el latín en sus ceremonias. El Papa Pio XII estableció una comisión “para examinar la cuestión de la restauración del Ordo de la Semana Santa y proponer una solución. Obtenida la respuesta, Su Santidad decretó, como la seriedad del asunto demandaba, que la cuestión en su totalidad fuese sujeta a un especial examen hecho por los Cardenales de la Sagrada Congregación de Ritos.”
[Cuando los Cardenales se reunieron en el Vaticano en 1950,] “ellos consideraron a fondo el asunto y votaron unánimemente que el Ordo de la Semana Santa restaurada fuera aprobada y prescrita, sujetos a la aprobación del Santo Padre. Acto continuo, habiendo sido detalladamente reportada al Santo Padre por el… Cardenal Prefecto, Su Santidad se dignó a aprobar lo que los Cardenales habían decidido. Entonces, por especial mandato del mismo Papa Pio XII, la Sagrada Congregación de Ritos declaró lo siguiente… [dando directivas específicas, incluso:] Aquellos que siguen el Rito Romano están obligados… a seguir el Ordo de la Semana Santa Reformada, expuesto en la edición oficial del Vaticano” (Decreto de la Sagrada Congregación de Ritos, pp. 1-2, 16 de Noviembre de 1955).
De acuerdo con el Papa Pio XII, la reformas litúrgicas que él promulgó fueron “un signo de la disposición providencial de Dios en la moción del Espíritu Santo a la Iglesia para los tiempos presentes” (The Assisi Papers, Procedentes del Primer Congreso Internacional de liturgia pastoral, Asís-Roma, 18 al 22 Septiembre, 1956, p. 224). Cristo dijo a San Pedro y a todos sus sucesores legales, “Aquel que os oye, a mi me oye.” (Lucas 10:16). El tema en cuestión es la obediencia a la legítima autoridad suprema de la Iglesia Católica. Un verdadero Papa aprobó estos cambios. Debemos aceptar estos cambios como legales y dignos de seguimiento salvo que podamos probar que el Papa Pio XII no fue un verdadero Papa.
El que diga que el Papa Pio XII no aprobó la Semana Santa Restaurada, lo dice sin fundamento. Es ridículo decir que el Papa Pio XII no tenía idea de que la Sagrada Congregación de Ritos y todo el mundo Católico estaban haciendo respecto a la Semana Santa. ¿No es este el mismo argumento que algunos usan para defender a los “papas” posconciliares — que desde la muerte del Papa Pio XII, los “Vicarios de Cristo” no han tenido idea de lo que pasaba en la Iglesia Católica? El argumento que dice que él era ya anciano o tenía cualquier otra discapacidad para regir la Iglesia es también completamente absurdo por lo claro de sus últimas encíclicas, directivas y discursos en el mismo año de su fallecimiento.
El Papa Pio VI estigmatizó como “al menos errónea” la hipótesis “de que la Iglesia podría establecer una disciplina que fuera peligrosa, prejudicial, conducente a la superstición o al materialismo.” (Dz. 1578). En la sección 22, canon 7, el concilio de Trento condenó a cualquiera que diga que las ceremonias de la Iglesia son un estimulo a la impiedad más que a la piedad.
Los cambios introducidos por el Papa Pio XII son legales, santos y conducentes a la santificación y salvación de las almas. La Iglesia Católica ha enseñado consistentemente que un Papa válido no puede promulgar una ceremonia o ley litúrgica que sea prejudicial a la fe y a la piedad y que desagrada a Dios. En tales decisiones el Papa es protegido por la infalibilidad.
Los teólogos enseñan que las leyes disciplinarias universales y los cambios litúrgicos son objetos secundarios de la infalibilidad. Esto está claramente explicado por Monseñor Van Noort: “El bien conocido axioma, Lex orandi est lex credendi (la ley de la oración es la ley de la creencia), es una especial aplicación de la doctrina de la infalibilidad de la Iglesia en materias disciplinares. Este axioma dice en efecto que la formula de la oración aprobada para el uso público de la Iglesia universal no puede contener errores contra la fe y moral” (Christ’s Church — La Iglesia de Cristo — p.116).
Los cambios litúrgicos del Papa Pio XII — la institución de la festividad de San José Obrero, la restauración de la Semana Santa, las leyes para el ayuno Eucarístico, etc. — no son pecaminosas. Se alguno dijere que ellas son heréticas o pecaminosas, éste estaría acusando la autoridad doctrinal infalible de la Iglesia de prácticas sacrílegas y errores doctrinales que corrompen la fe, comprometen sus doctrinas y perjudica a las almas. Tal acusación negaría que Cristo proteja a Su Iglesia y sagrada liturgia de ella del mal y del error.
El Papa Pio XII prohibió sin excepciones, en un leguaje más preciso, a los sacerdotes de usar la liturgia antigua. Él condenó también el anticuarismo (arqueologismo), es decir, la práctica de volver a las observancias litúrgicas primitivas por la no conformidad con las rubricas concurrentes y con las leyes eclesiásticas, que en tal ocasión sería implícita la no actividad del Espíritu Santo en la conducción de la Iglesia. Ni siempre lo más antiguo es mejor, especialmente cuando desafía las órdenes de un verdadero Papa.
El motivo por el cual nosotros seguimos los cambios litúrgicos del Papa Pio XII es la autoridad infalible de la Iglesia de enseñar. Los cambios fueron autorizados por un Vicario de Cristo infalible y fueron promulgados oficialmente para remplazar los antiguos ritos y leyes existentes. Ya que el Papa Pio XII era un Papa verdadero, debemos obedecer sus órdenes respecto a la sagrada liturgia. La obediencia es lo más seguro, lo más consistente y la regla de ortodoxia.
Por otro lado, aquellos que aceptan a Pio XII como un verdadero Papa mientras rehúsan aceptar sus decretos litúrgicos, demuestran rebeldía y desobediencia. Recogiendo y eligiendo lo que ellos quieren, ellos se ponen a sí mismos como la suprema autoridad de la Iglesia Católica. Ellos se adjudican el derecho de juzgar al Papa, cerniendo lo que él enseña y decidiendo lo que van a obedecer y lo que van a rechazar. Recoger y escoger lo que se va obedecer y lo que se va a rechazar es un error. Es un sello de rebelión negar obediencia al verdadero vicario de Cristo; rebelión en materia de obediencia a la legítima autoridad es siempre un peligro para la Fe.
El Galicanismo fue una herejía contra la jurisdicción papal, que tendía a limitar los poderes del Papa. Comenzó al principio del siglo XV y se desparramó por toda la Europa [especialmente en Francia, cuyo exponente actual es el lefebvrismo]. Acto continuo, muchos europeos perdieron su virtud de obediencia al Papa. En 1682 el clero francés formuló los Cuatro Artículos que se hicieron obligatorios para todas las escuelas y para todos los maestros de teología. Los cuatro artículos estatuyeron que el juicio papal carece de valor sin el consentimiento de la Iglesia. Los Papas Alejandro VIII y Pio VI y el Concilio Vaticano condenaron el Galicanismo. Tristemente, el espíritu del Galicanismo prevalece hoy día [y no sólo en el lefebvrismo, sino en varios obispos y sacerdotes sedevantistas].
Aquellos que rechazan los cambios litúrgicos del Papa Pio XII son incoherentes. Si ellos aceptan a Pio XII como papa, deben reservar su propia opinión acerca de la liturgia de él, echar a un rincón sus gustos y disgustos litúrgicos y simplemente obedecerlo. La mentalidad católica es obedecer a los superiores legales en todo, excepto en el pecado.
(…)
Concluiremos con un discurso del Papa San Pio X a los sacerdotes de la Unión apostólica:
“Cuando uno ama al Papa, uno no se queda a debatir sobre lo que él aconseja o manda, no pregunta hasta donde se extiende el riguroso deber de obedecer y no marca los límites de esta obligación. Cuando uno ama al Papa, uno no objeta que él no ha hablado con toda claridad, como si él fuera obligado a repetir su voluntad en el oído de cada uno lo que muy a menudo expresa no sólo viva voce, sino también por cartas y otros documentos públicos; uno no pone en duda sus órdenes so pretexto — fácilmente usado por cualquiera que no quiera obedecer — de que ellas no emanan de él, sino de sus legados; uno no limita el espacio en el cual podemos y debemos ejecutar su voluntad; uno no se opone a la autoridad del Papa porque otras personas, letradas quizás, difieren de la opinión del Papa. Además, no obstante su gran conocimiento, su santificación está en espera, porque no puede haber santidad donde hay discordancia con el Papa.” (AAS 1912, p. 695)
Acordarnos hemos de que todo esto incumbe al legítimo y válido Papa elegido; esto no se aplica a un hereje o un “papa” electo inválidamente — un falso papa.
Las reformas litúrgicas aprobadas y instituidas por orden de Su Santidad el Papa Pio XII ocurrieron entre los años 1951 y 1958. La comisión designada para la realización de los trabajos y estudios contaba, como ya sabemos todos, con dos modernistas muy conocidos, Bugnini y Bea, y que tras la muerte de este Romano Pontifice, juntamente con Pablo VI, implementaron con éxito sus propias concepciones acerca de las reformas litúrgicas, haciendo parecer – a los incautos – que sus reformas eran tan sólo la continuidad de las reformas iniciadas por el Papa Pío XII, y con un reconocimiento implícito de éste, cómo quizo hacer parecer el pseudo Papa Pablo VI, Montini, intentando dar un carácter de ortodoxia a los cambios absurdos que vendría a realizar.
Considerando estas cosas, algunos neogalicanos de entre los cuales se distinguen algunos pocos sedevacantistas – intelectualmente deshonestos y soberbios – muy críticos de la fsspx por considerar que ésta aunque reconozca a los pseudopapas del postconciliábulo Vaticano II como legítimos – lo que no lo son, absolutamente – los desobedescan y elijan según sus propios gustos lo que es o no ortodoxo en la doctrina enseñada por ellos, actúan de forma semejante a estes últimos – o de forma aún más grave considerando que el Papa Pío XII fue de hecho un Papa legítimo – y bajo los más diversos y absurdos pretextos se sienten justificados en rechazar completamente las reformas de este Romano Pontifice, o parte de ellas, particularmente su reforma de la Semana Santa, creyendo que estas fueron el preludio de las catastróficas reformas subsiguientes, incurriendo, con eso, en el gravísimo pecado de desobediencia, herejía y cisma.
Nosotros, católicos, estamos obligados a someterse al Romano Pontifice no sólo en cuestión de doctrina, sino también en la liturgia debido a la correlación que hay entre las dos cosas, por supuesto – “lex orandi lex credendi”. Esto nos enseña el Magisterio y todos sedevacantistas medianos ya lo saben, o por lo menos ya lo deberían saberlo…
“El soberano Pontífice, por su parte, goza del derecho de reconocer y establecer cualquier práctica que toque la adoración de Dios, para presentar y aprobar nuevos ritos, así como para modificar los que juzga exigir modificación” (Mediador Dei, Papa Pío XII, 11/20/1947, Canon 1257)
Bastarían dos sanciones emanadas de los decretos del Concílio de Trento para, per se, poner fin a cualquier discusión en esta cuestión:
“Si alguien dice que las ceremonias, las vestimentas y las señales exteriores, que la Iglesia Católica usa en la celebración de misas, son incentivos a la impiedad, y no al servicio de la piedad: sea anatema.
“Si alguno dijere que los ritos recibidos y aprobados de la Iglesia Católica, en uso en la administración solemne de los sacramentos, pueden ser despreciados o omitidos sin pecado, al placer de los ministros, […] sea anatema. (Cánones sobre la Misa. Denziger)
La Santa Iglesia no puede proponer nada pernicioso a los fieles, ni en materia de fe ni tampoco en disciplina litúrgica – jamás propuso ni propondrá – éste siempre fue el sentir comum entre los Santos Padres y doctores de la Iglesia:
Papa Pío VI
“Como si la Iglesia, que es gobernada por el Espíritu de Dios, pudiera establecer una disciplina no sólo inútil y más onerosa de lo que la libertad cristiana puede tolerar, sino que sea por encima peligrosa, nociva, propia a inducir a la superstición o al materialismo “- proposición que él condenó como ‘falsa, temeraria, escandalosa, perniciosa, ofensiva a los oídos pios, etc.’” (Auctorem Fidei)
Papa Gregorio XVI
“La Iglesia, que es la columna y el sostenimiento de la verdad y que manifiestamente recibe sin cesar del Espíritu Santo la enseñanza de toda la verdad, ¿podría ordenar, conceder, permitir algo que resultara en detrimento de la salvación de las almas y en desprecio y el perjuicio de un sacramento instituido por Cristo? ” (Quo Graviora)
Papa León XIII
“Sin embargo, no es al albedrío de los particulares, fácilmente engañados por las apariencias de bien, que la cuestión debe ser resuelta: pero es a la Iglesia que corresponde emitir un juicio, y todos deben acudir a ella, so pena de incurrir en la censura emanada por Nuestro predecesor Pío VI. Él declaró la proposición 78 del Sínodo de Pistoia injuriosa para la Iglesia y el Espíritu de Dios que la gobierna, mientras somete a discusión la disciplina establecida y aprobada por la Iglesia, como si la Iglesia pudiera establecer una disciplina inútil o demasiado onerosa para la libertad cristiana ” (Testem Benevolentiæ)
Papa Pío XII
“Como, en verdad, ningún católico fiel puede rechazar las fórmulas de la doctrina cristiana compuestas y decretadas con gran ventaja en la época más reciente de la Iglesia, inspirada y dirigida por el Espíritu Santo, para volver a las antiguas fórmulas de los primeros concilios, o repudiar las leyes vigentes para volver a las prescripciones de las antiguas fuentes del derecho canónico; así, cuando se trata de la sagrada liturgia, no estaría animado de celo recto e inteligente aquel que quisiera volver a los antiguos ritos y usos, rechazando las recientes normas introducidas por disposición de la divina Providencia y por cambio de circunstancias.” (Mediator Dei, 1947)
Santo Tomás de Aquino
Cita de San Cirilo de Alejandría retomada por Santo Tomás en su Cadena de oro, en relación a su comentario de Mateo XVI, 18). Apoyándose sobre Luc XXII, 32, el doctor común enseña que la Iglesia no puede errar, porque el papa no puede errar:
“La Iglesia universal no puede errar pues Aquél que es escuchado en todo a título de su dignidad ha dicho a Pedro, sobre la profesión de fe del cuál es fundada la Iglesia: «Yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca jamás»” (Suma teológica, II-II, q. 1, a. 10). “Una vez que las cosas han sido decididas por la autoridad de la Iglesia universal quien rehusara obstinadamente someterse a esta decisión, sería hereje. Esta autoridad de la Iglesia reside principalmente en el soberano Pontífice.”
Dom Próspero Guéranger (1885)
“La disciplina eclesiástica es el conjunto de las regulaciones exteriores establecidas por la Iglesia. Esta disciplina puede ser general, cuando sus regulaciones emanan del poder soberano de la Iglesia con la intención de obligar a todos los fieles, o al menos una clase de fieles, salvo las excepciones concedidas o consentidas por el poder que proclama esa disciplina. Ella es particular cuando las regulaciones emanan de una autoridad local que la proclama en su alzada. Es artículo de la doctrina católica que la Iglesia es infalible en las regulaciones de su disciplina general, de suerte que no se permite sostener, sin romper con la ortodoxia, que una reglamentación emanada del poder soberano en la Iglesia, con la intención de obligar a todos los fieles o al menos toda una clase de fieles, podría contener o favorecer el error en la fe o en la moral. De ahí que, independientemente del deber de sumisión en la conducta impuesto por la disciplina general a todos los que ella rige, se debe también reconocer un valor doctrinal en las regulaciones eclesiásticas de esa naturaleza. La práctica de la Iglesia confirma esta conclusión.”
Y tantas otras citas.
O sea, la cuestión es muy simple, o se admite que Su Santidad el Papa Pío XII fue de hecho un legítimo Pontífice y se aceptan sus reformas, o se niega que haya sido un Papa legítimo y punto. No hay término medio.
Si bien es cierto que estamos sujetos y obligados al Papa, he escuchado de otros sedevacantistas la objeción siguiente: Que los modernistas, se jactarian de su proceder en el siguiente documento post-conciliar que estas reformas de Pio XII inicarón el camino a lo que conocemos como el Novus ordo missae.
Constitución Apostólica «Missale Romanum»
«El mismo Predecesor Nuestro, Pío XII, inició esta obra de revisión con la restauración de la Vigilia pascual y de la Semana Santa, que constituyeron el primer paso de la adaptación del Misal Romano a las exigencias de la mentalidad contemporánea»
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Responde Sofronio.
Gracias José Alberto dos Santos por traer este argumento de los especialistas en desobedecer; desobediencia que no supongo en usted, pero que nos da ocasión de refutarla.
Los modernistas tratan desesperadamente de apoyarse en algún cambio legítimo de la Tradición de la Iglesia. Pero la verdad es que las modificaciones del Breviario por San Pío X y la Reforma de Pío XII no son apoyo para legitimar la reforma protestante que hicieron los usurpadores de la Sede de San Pedro los «papas» herejes. La reforma de estos falsos papas se hubiera hecho igualmente, aunque no se hubiera reorganizado el Breviario, ni se hubiera restaurado la Semana Santa, porque la herejía modernista ya estaba infiltrada en los corazones de muchos clérigos desde hacía por lo menos un siglo; véase la fecha de la encíclica Pascendi . Por otra parte, Mons. Bugnini no entró en la masonería hasta el 4-23-63, casi cinco años después de la muerte de Pío XII, según la conocida lista Peccorelli.
Si admitiéramos ese argumento de algunos sedevacantistas ¿Por qué, entonces, aceptar la reorganización completa del Breviario Romano por San Pío X, la mayor reforma habida desde el siglo XVI?. ¿Quién, pues, ejercería el supremo magisterio y gobierno en la Iglesia, el Papa o cada uno de nosotros? Si cada uno de nosotros, eso no sería la Iglesia católica, sino una secta en disgregación permanente. Entre los verdaderos católicos, jamás se cuestionó una reforma litúrgica de un Papa legítimo. Luego quedan dos posibilidades: 1º Si se acepta que Pío XII fue un Papa legítimo- no tan débil como quieren hacernos creer algunos-, el católico debe estar dispuesto a obedecerlo, bajo pena de pecado grave si desobedece pertinazmente. y 2º Si No se acepta como verdadero Papa legítimo, entonces podría elegir otra reforma litúrgica anterior; pero tendrá que argumentar que fue un hereje para perder el pontificado, porque si no lo argumenta daría pie a que otros rechazarán todas las reformas habidas en los últimos 1500 años.
Por otra parte, ser sedevacantista, no te confiere ningún título académico; en general hay mucho fariseismo en este mundo tradi, bastante ignorancia y posturas heréticas a mansalva. Dejar claro, al fin, que no hay una Iglesia católica sedevacantista: Eso está alejado totalmente de la Constitución divina de la Iglesia. Lo que hay es una situación en la que la Sede de San Pedro está vacante o usurpada, como se quiera, en la que pesa el gravísimo y prioritario deber para la Iglesia de elegir un Papa cuanto antes; a esta postura católica, concorde con la Constitución divina de la Iglesia se la llama generalmente conclavismo. Un sedevacantista que no haga lo posible para la elección del Papa, según su estado, sea seglar, presbítero u obispo, es un contrasentido y su posición no tiene estatus alguno en la Iglesia católica.
El modernismo es un problema, en mi modesta opinión, que puede estar errada, gnoseológico, en el que el entendimiento no se adecua la realidad objetiva, sino que la piensa o la siente y así crea una fantasía; cada cual la suya; Pero es falso este intento de aprensión de la realidad por la que se niega el entendimiento a adecuarse a lo objetivo, pretendiendo que la realidad se adecué a su pensamiento: las leyes, por ejemplo; este problema del conocimiento, fruto de la desviación de Descartes, Kant y Schleiermacher, es una cuestión que ha inundado, no solo a la iglesia conciliar, sino a casi todas las almas de los tradicionalistas, incluidos los sedevacantistas; de ahí la enorme desobediencia de los fieles a sus pastores; de ahí que no quieran la unidad muchos obispos; de ahí que no quieran elegir un papa al cual someter su criterio, su subjetividad y su ministerio. En este sentido filosófico son tan modernistas los sedevacantistas acéfalos y los tradis de toda especie como Bergoglio. A fin de cuentas, para unos y para el otro es cuestión de gusto personal. Esa es sólo la diferencia gnoseológica entre ellos, el gusto, el parecer propio, la subjetividad de cada cual. Pero todo eso contradice la filosofía cristiana. Por eso no nos cansaremos de recomendar volver a Santo Tomás de Aquino y a su sana filosofía directamente, y no a través de «sacerdotes» expertos en rugir y maleducados youtuveros, que no tienen ya, no un doctorado, sino ni siquiera una triste y rasa licenciatura en filosofía, y todo lo poco que saben lo aprendieron mal en la Reja o en Econe.
Jamás hubo tantos desobedientes en la historia como hoy, entre los que se dicen católicos. Si triunfaran estos falsos argumentos de algunos sedevacantistas, ya jamás volvería a tener un Papa el gobierno de la Iglesia, sino el pueblo; eso sería, pues, el triunfo de la demonocracia también entre los tradis. Si así fuera, la herejía del galicanismo habría triunfado absolutamente. Pero no triunfará, aunque llevará muchas almas a la perdición eterna, porque la Virgen María, destructora (exterminatrix) de todas las herejías y Madre de la Iglesia, acabará también con esta infección que ataca al Cuerpo Místico, y eliminará este neo galicanismo que se extiende como marea negra desde los secuaces del lefebvrismo, ora por los que pertenecen a esa secta, ora por los que pertenecieron y son clérigos vagos y no se han arrepentido de ello.
Padre Podrías Por Favor publicar sobre el tema de Carlos Duarte Costa había publicado sobre entiendo las razones por las borro dicho artículo pero necesito esa información Padre. Gracias Dios lo Bendiga