El artículo tiene varios años, pero es meridianamente claro, y de más valor que antaño: ¡ Al pan, pan, y al vino, vino! 

Las doctrinas expresadas en la Encíclica «Mystici Corporis» del Papa Pío XII, están en flagrante contradicción con las que ritualmente están enseñando de palabra o con los hechos, a inmensa mayoría de los pastores de la Iglesia de las «catacumbas» (que es ciertamente la verdadera Iglesia de Jesucristo), expulsada de los templos después de la gran Apostasía del «Concilio» Vaticano II.
Debemos destacar algunas doctrinas que serán con seguridad una luz esplendorosa en este momento de oscuridad y desconcierto para todos aquellos verdaderos católicos, que si bien han caído en una gran confusión después de la apostasía del clero mundial incluida la jerarquía vaticana con los supuestos «papas» desde Juan XXIII, desean la unidad y el triunfo de la Iglesia contra las potencias infernales que hoy dominan al mundo en forma sin precedente, y contra todos aquellos que dentro de la misma Iglesia serán enemigos de esta unidad, ya sea por una consciencia errada honesta, o por desorientación, o lo que es peor, porque habiéndose infiltrado en el Rebaño remanente, han llegado a ocupar, incluso, sedes episcopales, con el único fin de controlar y luego destruir lo poco que ha quedado en nuestro día, de la Iglesia desolada.
«Se apartan, dice Pío XII, de la verdad divina, aquellos que se forjan la Iglesia de tal manera, que no pueda ni tocarse ni verse, siendo solamente un ser «pneumático», como dicen, en el que MUCHAS COMUNIDADES de cristianos, aunque separadas mutuamente en la Fe, se juntan sin embargo por un LAZO INVISIBLE».
Sin analizar la forma descarada en que los herejes del Vaticano enseñan esta doctrina y la ponen en práctica con las llamadas Iglesias Protestantes y con otras, es muy claro que su influencia está ganando terreno conforme pasa el tiempo, en las filas de la tradición, puesto que si se niega LA NECESIDAD ABSOLUTA DE LA UNIDAD BAJO LA AUTORIDAD DE PEDRO, es evidente que se creen unidos, sustentando así esta herejía, que si bien pueden condenar de palabra, la práctica actual tan evidente terminará con infectar a todas las comunidades para arrojarlas fuera de la Iglesia. No es desconocido que hay divisiones doctrinales ya, en varios puntos esenciales que no admiten interpretaciones diversas.
Por este motivo, dice Pío XII que, «LOS QUE ESTÁN SEPARADOS ENTRE SI POR LA FE O POR EL GOBIERNO, no pueden vivir en este único Cuerpo y de este su único Espíritu». No reúne aquí en este texto, la Fe y el gobierno, sino que claramente vemos que aunque se tenga la misma Fe PERO NO EL MISMO GOBIERNO, no se está participando del Cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia, ni del Espíritu Santo, porque dice: «…los que están separados entre sí, por la fe, O POR EL GOBIERNO». Los actuales «islotes» de la Fe, son gobernados por sus obispos o por sus sacerdotes y ninguno de estos microgobiernos obedece a una sola cabeza, es decir, que NO ESTÁN UNIDOS BAJO EL MISMO GOBIERNO. Esto es absolutamente incuestionable. Y esto, NO ES IGLESIA CATÓLICA.
El Padre Remigio Vilariño Ugarte, S. J. en su libro Puntos de Catecismo, dice al respecto: «367. EL PAPA ES CENTRO DE UNIDAD Y DE COMUNIÓN. A él deben estar unidos absolutamente todos los que quieran pertenecer a la Iglesia fundada por Jesucristo. Los que se apartan de su doctrina son HEREJES; los que se apartan de su gobierno y obediencia son CISMÁTICOS». En el número 395, dice: «La unidad (de la Iglesia) debe ser doble: unidad de DOCTRINA y unidad de GOBIERNO… Jesucristo quiso que fuese UNA MISMA LA FE DE TODOS… Jesucristo quiso que fuese UNA MISMA LA CABEZA DE TODOS… Siempre se ha creído desde los primeros tiempos por los Padres que la Iglesia de Cristo debía tener estas dos unidades; y los que no se sujetaban a la unidad de doctrina, eran expulsados y separados como HEREJES, y los que no se sujetaban a una cabeza, el Papa, eran expulsados por CISMÁTICOS. En esto la Iglesia se ha mostrado siempre firme».
«Hállanse en un peligroso error, continúa Pío XII, aquellos que piensan poder abrazar a Cristo Cabeza de la Iglesia, sin adherirse fielmente a Su Vicario en la Tierra. Porque quitando esta Cabeza visible, y rompiendo los vínculos sensibles de la unidad, OSCURECEN Y DEFORMAN el Cuerpo místico del Redentor de tal manera que los que andan en busca del puerto de salvación no pueden verlo ni encontrarlo».
¿Qué pensaremos de aquéllos que no solamente se separan de la obediencia al papa, sino que estando la Iglesia en peligro gravísimo y sin papa, se niegan a elegirlo pidiendo sin embargo milagros o señales del Cielo o la intervención directa de Dios para solucionar la crisis?, ¿no son más culpables que los herejes del Vaticano y reos de «oscurecer» y de «deformar» el Cuerpo místico de Cristo, cuando se niegan a elegir al representante de Jesucristo, que ha de hablar infaliblemente en Su nombre?, ¿qué motivo humano por grave que sea, habrá más poderoso que la unidad y la salvación de la Iglesia?, ¿no condena Pío XII a los obispos que se creen independientes, y que no quieren elegir al papa, del que dice, les comunica la jurisdicción ordinaria?. Los herejes del Vaticano han sido condenados, entre otras cosas, por desoír las voces de los papas de los pasados tiempos. ¿No están haciendo exactamente lo mismo los jefes de la Iglesia tradicionalista al oponer su opinión y voluntad a lo que la Iglesia ordena?.
Ahora, a la mayoría parece, que la Iglesia ha quedado tan pequeña que no amerita la elección de un papa. O no lo eligen, porque están esperando a Elias y a Enoc para que les diga qué hacer. O porque esperan ilusamente la recuperación de las iglesias o el Trono material de Roma, o porque hay muy pocos electores, o porque se dice que el actual usurpador es papa material, aunque no formalmente, y por tantos otros motivos que aislados o todos juntos, no tienen ninguna fuerza ni validez, para VEDAR LO QUE ES ESENCIAL A LA IGLESIA pues si han reconocido la mayoría de ellos que en el Vaticano se sienta un hereje, se debe proceder de inmediato a elegir a Pedro que unifique a la Iglesia. Si ésta ha sido reducida a su mínima expresión, NO ES COSA QUE A NADIE INCUMBA SINO SOLO A DIOS, porque El ha tolerado esta situación por alguna razón que nadie puede juzgar y mucho menos utilizarla como un argumento que justifique la rebeldía contra Dios.
Y no se piense que es exagerado el calificativo de cismatico y sospechoso de herejía para todo aquel que diga que obedece a los papas anteriores, lo cual demuestra con los hechos que es falsísimo, pero que se niegue a elegir al papa, cualquiera que sea la situación e incluso contra cualquier contingencia humana por grave que parezca, porque negarse a elegir al papa, es DESOBEDECER A LOS PAPAS ANTERIORES.
Pero se podría pensar que la responsabilidad es solamente de los pastores y no de los fieles. Pío XII nos aclara: «Además, nuestro Salvador, dado que no gobierna la Iglesia de un modo visible, quiere ser ayudado POR LOS MIEMBROS de Su Cuerpo místico en el desarrollo de su misión redentora. Lo cual no proviene de insuficiencia por parte suya, sino más bien porque EL ASI LO DISPUSO para mayor honra de su Esposa Inmaculada. Porque mientras al morir en la Cruz concedió a su Iglesia el inmenso tesoro de la redención, sin que ella pusiese nada de su parte; en cambio, cuando se trata DE LA DISTRIBUCIÓN de ese tesoro, no sólo comunica a su Esposa sin mancilla la obra de la santificación, sino que quiere que en alguna manera provenga de ella. Misterio verdaderamente tremendo y que jamás se meditará bastante; QUE LA SALVACIÓN DE MUCHOS DEPENDA de las oraciones y voluntarias mortificaciones de los miembros del Cuerpo místico de Jesucristo, dirigidas a este objeto, Y DE LA COLABORACIÓN DE LOS PASTORES Y DE LOS FIELES…»
Es por lo tanto INSOSLAYABLE LA RESPONSABILIDAD DE TODOS LOS FIELES CRISTIANOS, siendo junto con los pastores parte del Cuerpo místico de Cristo, en esta hora de angustia, en la gran tarea de salvar a la Iglesia, y en la medida que les corresponde, SON CORRESPONSABLES DE LA DIVISIÓN Y DE LA AUSENCIA DEL PAPA, y deben colaborar en la medida de su capacidad y entendimiento para que la Iglesia se una, bajo las llaves de Pedro.
Dice después Pío XII que «la Iglesia ha de ser tenida, por UNA SOCIEDAD PERFECTA… superior a todas las demás sociedades humanas, a las que supera como la gracia sobrepuja a la naturaleza y como lo inmortal aventaja a todas las cosas perecederas». También dice que Cristo «quiso que la comunidad fundada por El fuera UNA SOCIEDAD PERFECTA en su género y dotada de TODOS LOS ELEMENTOS JURÍDICOS Y SOCIALES PARA PERPETUAR EN EL MUNDO LA OBRA DIVINA DE LA REDENCIÓN».

Negar en las presentes circunstancias, sumamente graves, indiscutiblemente nunca acontecidas en la Iglesia y muy probablemente finales, que la Iglesia «SOCIEDAD PERFECTA», fundada

por Jesucristo Dios, que posee «TODOS LOS ELEMENTOS JURÍDICOS Y SOCIALES» para perpetuarse y nunca ser vencida por ninguna clase de enemigo, repito, negar que tenga posibilidades, y que por esto está completamente IMPEDIDA, por lo cual es necesario un milagro o la intervención directa de Dios, es levantarse abiertamente, no solamente contra la autoridad del Papa Pío XII, del cual dicen, fue el último pontífice legítimo en el sagrado Trono de San Pedro, sino contra la Providencia divina, como si no hubiese previsto una situación como la actual, que amerita Su intervención, lo cual haría de la Iglesia fundada por El, UNA SOCIEDAD IMPERFECTA, e incapaz de salir de las peores crisis.
Si se enseña que la Iglesia es una sociedad perfecta, pero con las obras se niega lo que se enseña, esto es, se pide a Dios un milagro para solucionar la crisis, es evidente que esa es una doctrina que no se cree en lo absoluto y es haber perdido la fe en Dios y es haber caído en la herejía. Y es ponerse del lado de los que están destruyendo a la Iglesia. Y es militar con los que «oscurecen y deforman el Cuerpo místico del Redentor de tal manera que los que buscan el puerto de salvación no pueden verlo ni encontrarlo».
Ratifica Pío XII lo dicho anteriormente, en la siguiente forma: «TIENE QUE HABER UNA UNION DE TODOS SUS MIEMBROS, por lo mismo que tiende a un mismo fin», siendo por «voluntad de su Fundador, UN CUERPO SOCIAL Y PERFECTO», «y cuanto más noble es el fin que persigue esta unión, y más divina la fuente de que brota, tanto más excelente será sin duda la unidad». Pero también se puede añadir a propósito de ésto, que, tanto más culpable será la inacción, cuanto más grave y necesaria sea la unidad y la participación, sobre todo estando de por medio la misma Iglesia.
¿Cómo puede pedirse a Dios el milagro de la recuperación y la salvación de la Iglesia, si no se quiere elegir a Pedro, pero ni siquiera hay la unidad lo cual está matando la Caridad por voluntad del hombre?. Si se soslaya la responsabilidad pidiendo milagros, si se dice que la crisis debe ser solucionada solamente por los eclesiásticos y no también por la acción conjunta de los fieles, ¿cómo es posible que se pida a Dios la salvación de la Iglesia?.
«ES UN CRIMEN LA PASIVIDAD Y NEGLIGENCIA en consentir que la Iglesia esté privada de su Cabeza visible(se falta al deber más grave y santo, según dijo San Pío X) y mal vamos a evitar el efecto del castigo, si no eliminamos la causa del mismo», dijo el Prof. Tomás Tello en su artículo «La cuestión clave».
El Padre Vilariño dice: «372. PRIMADO DEL PAPA. Así, pues, el Papa es el Jefe de la Iglesia. Y como Pedro sobre los Apóstoles, así el Papa tiene autoridad sobre todos los demás prelados, y con más razón sobre los fieles. Y, por tanto, es el Primado de la Iglesia. Por lo cual decía muy bien San Ambrosio: Ubi Petrus ibi Ecclesia, (donde está Pedro (el Papa), allí está la Iglesia). Y puédese decir: DONDE NO ESTA PEDRO, NO ESTA LA IGLESIA».
Esta doctrina, no está sujeta a ninguna clase de discusión ni parecer humano, provenga de donde provenga. Todo aquel que no quiere elegir al papa aún en esta hora de tremenda confusión, en la que la Iglesia ha sido expulsada de los templos y reducida a un corto número, indudablemente ya no pertenece a la Iglesia. Ha dejado de ser católico.

No puede admitirse confusión ante una doctrina tan claramente expresada por tantos papas, teólogos y Padres de la Iglesia. Puede admitirse cierta confusión cuando no ha sido propuesta la doctrina, pero después de ésto, no debe haber rechazo alguno.

EL MILAGRO QUE SE ESTA PIDIENDO.
El milagro es un testimonio de la doctrina en cuyo favor se hace o es la manifiesta aprobación divina de alguna obra que el hombre realiza, y no es posible que venga por otra cosa, porque Dios no puede cooperar con la mentira.
Por este motivo, si para apoyar una acción o una doctrina. Dios hace un milagro, todos entenderán así que El está aprobando plenamente. Lo mismo puede decirse de la profecía cumplida, porque decir las cosas futuras con certidumbre cuando ninguna razón hay para conjeturarlas, es un milagro, obra del poder de Dios.

No puede haber un milagro de Dios, si nadie va a entender qué es lo que se pretende, y si los hombres no están trabajando por la unidad de la Iglesia y la elección del papa, aunque esto humanamente parezca imposible. En estas condiciones, no habrá un milagro, sino un castigo muy merecido.

LA NECESIDAD DE LA AUTORIDAD.
No siempre es posible establecer, de común acuerdo, lo que los particulares deben hacer en la Iglesia, para su extensión, conservación y santificación. Estos bienes, además, pueden ser conseguidos frecuentemente de diversos modos, y no es fácil llegar solamente por la discusión o por la reflexión, a ver cuál es el mejor camino de todos ellos. Además, todo hombre es impulsado por su naturaleza egoísta a colocarse en el centro del Universo y así exige que los demás eviten todo lo que no le parece y hagan lo que va a ser para su personal provecho, sin preocuparse en querer u ordenar lo que sirve a los demás o impidiendo lo que siendo de provecho para todos, a ellos les daña. Estos tales individuos o sociedades, existe el peligro, exigen a los demás, lo que ellos no están dispuestos a hacer, y piden mucho, ¡y a veces muchísimo!, sin dar nunca, ABSOLUTAMENTE NADA.
Por ese motivo, es necesario un poder capaz de imponerse sobre todos. Una de las cosas esenciales para la UNION, es la autoridad, y ES ELEMENTAL, Y TODO MUNDO LO SABE, que uno de los deberes de cualquier sociedad, e indiscutiblemente de los miembros de la Iglesia, ES TENER UNA AUTORIDAD EFICIENTE Y PROCURAR QUE ESTA EXISTA SIEMPRE. Por eso decía el Papa León XIII en su Encíclica «Immortale Dei»: «PUESTO QUE NO HAY SOCIEDAD QUE SE MANTENGA EN PIE SI NO HAY QUIEN ESTE POR ENCIMA DE LOS DEMÁS, moviendo a todos con eficacia y unidad de medios hacia un fin común, se sigue que a la convivencia civil, ES INDISPENSABLE LA AUTORIDAD». Si esto decía de la sociedad civil, ¿no lo diría con mayor fuerza y razón de la Iglesia?
En su Encíclica «Diuturnum Illud» escribe: «En toda comunidad o reunión de hombres, LA NECESIDAD OBLIGA aque exista algunos que manden, para que la sociedad, SIN PRINCIPIO O CABEZA QUE LA RIJA, NO SE DISUELVA 0 SE VEA PRIVADA DE CONSEGUIR EL FIN PARA EL CUAL NACIÓ Y FUE CONSTITUIDA».
Santo Tomás de Aquino en «De Regimini Principum» enseña que: «En todas las cosas en las cuales alguien es ordenado a un fin, o en las que obra de un modo o de otro, ES NECESARIO QUE EXISTA UN DIRIGENTE POR EL CUAL SE LLEGUE DIRECTAMENTE AL FIN DEBIDO».
Es obvio que la necesidad de un papa para la Iglesia constantemente gobernándola, es una necesidad mayor que la de un gobernante temporal. ¡Y este es un severísimo precepto de Jesucristo!.
La autoridad es además necesaria, porque no todos hacen espontáneamente lo que deben hacer, y no falta quienes contrariamente a lo que se debe obrar, se inclinan a obstaculizar todo aquello que no les parece: con la abstención, con la ocultación o negación de medios a su disposición, o con acciones abiertamente contrarias.
Y aunque en algunos de estos casos se puede interpretar cierta honestidad, no falta muy seguido, sin embargo, la mala voluntad, el egoísmo o incluso el deseo de destruir no tanto a veces por las pasiones, SINO POR LAS INFILTRACIONES. Y no faltan quienes obran contra el bien común por alguna anormalidad o por alguna distracción.
La Revelación, la Tradición de la Iglesia, el Magisterio, han subrayado enérgicamente que la procedencia de la autoridad es Dios. Así, por ejemplo, en Proverbios leemos: «Por mí, los reyes reinan…; por mí mandan los príncipes y los poderosos administran justicia» (Cap. 8, v. 15 y sig.). O lo que dice Sabiduría Cap. 6, v. 3: «…os fue dado por el Señor y la soberanía por el Altísimo».

Y el Eccles. Cap. 17, v. 4: «Dio a cada nación un jefe». Y es harto conocido lo que Cristo N. S. dice a Pilatos: «No tendrías poder alguno contra mí, si no se te hubiese dado de lo alto…»

No determina Dios, sin embargo, LA FORMA EN QUE LOS HOMBRES HAN DE ELEGIR A SUS GOBERNANTES, y tampoco ha determinado LA FORMA DE ELECCIÓN PAPAL, sino que deja esta responsabilidad al hombre mismo, SIN DISPENSARLO DE LA NECESIDAD Y OBLIGACIÓN DE TENER AUTORIDAD O PAPA que es Su representante en la Tierra.
Por lo tanto, renunciar al derecho y a la gravísima obligación de elegir papa, según lo anteriormente dicho, y sabiendo perfectamente que «DONDE NO HAY GOBIERNO EL PUEBLO VA A LA RUINA» (Prov. Cap. 11, v. 14), es APROBAR LA DISCORDIA entre los hombres, sabiendo que todos hacen las cosas como les parece, y es DARLE ENTRADA CONSCIENTE Y VOLUNTARIAMENTE AL EGOÍSMO de gentes o grupos y a la creación de infinidad de lidercillos firuletes y gritones que todo ordenan o critican sin hacer absolutamente nada. Es ser ENEMIGO DE LA UNIDAD, es abrir la entrada en la Iglesia a toda clase de PASIONES y apoyar la acción de quienes infiltrados, quieren destruir los últimos reductos de la Fe. Pero lo más grave de todo: es oponerse a la Tradición, que se dice defender, a los dictados de las Sagradas Escrituras y al Magisterio de la Iglesia, todo lo cual en conjunto, no es otra cosa que LEVANTARSE EN ABIERTA REBELDÍA CONTRA DIOS.

Quienes en esta hora de angustia y necesidad para la Iglesia se niegan a elegir al papa para que la unifique, son demoledores de la Iglesia, y han de ser considerados como de los peores que en su historia ha tenido, pues no solamente desoyen los dictados de los papas anteriores, aunque hipócritamente digan oírlos, sino que se niegan a elegirlo sabiendo que a falta de pastor, las ovejas se dispersan y se pierden.

LA DEFENSA DE LA CIUDAD FORTIFICADA.
Decía Santa Teresa de Jesús: «Cuando los enemigos han asolado todo el país, el soberano, viéndose en una situación desesperada, se retira a una ciudad que hace fortificar cuidadosamente. Desde allá él opera de tiempo en tiempo salidas contra el enemigo y, tan grande podrá ser el valor de los hombres mejores encerrados en la plaza, que ellos solos harán más que un ejército de soldados apocados. A menudo así se obtiene la victoria o si no se es vencedor, por lo menos no se es vencido. En efecto, SIEMPRE QUE NO SE ENCUENTRE TRAIDOR EN LA PLAZA, no se puede ser forzado más que por el hambre. Ahora bien, entre nosotros, no es jamás el hambre la que obliga a capitular. Se puede morir, sí: ser vencido, jamás».
En nuestro día, la Iglesia ha sido asolada: sus templos violados, su Sacrificio desterrado, sus Sacramentos adulterados e invalidados, sus doctrinas cambiadas, su autonomía económica destruida y entregada a la banca internacional judía, sus puestos de mando usurpados por sus peores enemigos, su Liturgia prostituida y sus fieles seducidos y engañados lanzados por todos lados a las doctrinas más extrañas.
Los pocos fieles que han quedado, se han reunido en una ciudad pequeña, que toda ella constituye el resto de aquella otra más grande, y han tratado de conservar todo lo que han podido, PERO NO HAN SABIDO FORTIFICAR CUIDADOSA Y ADECUADAMENTE SU FORTALEZA, porque dentro de ellos han venido también agentes del falso rey usurpador del trono de la gran ciudad. Y estos se han encargado de convencer a muchos de ellos, de que no es necesario que se nombre a un rey verdadero que los dirija, aduciendo toda clase de razones que a ellos en nada favorecen, sino exclusivamente al rey usurpador.
Sin embargo, es innegable que por más pequeña que la fortaleza sea, NECESITA UNA CABEZA QUE LA DIRIJA, porque si la lucha no está UNIFICADA, y cada soldado hace lo que a su parecer sea lo mejor, el falso rey vendrá en cualquier momento y con mucha facilidad los podrá destruir. Pero si algún día fuera posible recuperar el trono de la ciudad grande, esto siempre se hará imposible estando todos divididos y a veces hasta enemistados. Un ejército en el que todos los bajos jefes mandan a sus tropas diversas cosas es fácilmente derrotado y no hay nadie además que tenga sentido común que pueda venir a apoyarlos para ser también destruido.
Entre los cristianos, no podemos pensar nunca en la derrota, aunque las crisis en nuestra santa Iglesia parecen que la van -. destruir. Porque nuestro Señor Jesucristo, ha empeñado Su palabra y las puertas del Infierno no pueden prevalecer contra ella. Esto es de Fe, y no podemos pensar de otra manera. Pero es necesario estar unidos con los vínculos de la Caridad y la voluntad humana lograr la unidad, porque para que ésta sea lograda no es necesario ningún milagro, sino exclusivamente QUERER HACERLO.
La unidad ha de lograrse con plenitud, cuando el papa sea elegido y así, esperar a Jesucristo el dia de la Parusía si esta crisis es terminal, o esperar el milagro de Dios, entonces sí, que permita la recuperación de los templos y del Trono sagrado de San Pedro que está en Roma. Mientras no se logre ésto, mientras no se desoiga a los agentes del falso rey no tenemos ningún derecho a milagros del Cielo.
Un Rey más poderoso vendrá en nuestra ayuda, pero debemos de ser dignos de que nos visite.
LOS QUE QUIEREN RECUPERAR LOS TEMPLOS Y LA SEDE ROMANA.
Es verdaderamente asombroso ver cómo muchos se niegan a la elección de un papa que sería la cabeza en esta tremenda lucha actual para unificar a la Iglesia dispersa, pero pretenden con esa Iglesia dispensa y lógicamente sin ninguna fuerza, recuperar el Trono romano de San Pedro y también los templos del mundo. Sin meternos a analizar esta postura estulta e incongruente, que a veces nos parece intencional y subversiva, quiero considerar entre los muchos, dos puntos que con frecuencia se olvidan o tal vez se desconocen para aclarar que los que tal cosa pretenden, están caminando hacia un callejón sin salida, si no antes, la Iglesia remanente está unida bajo la obediencia de un papa.
1. LA AUTONOMÍA ECONÓMICA DE LA IGLESIA ESTA TOTALMENTE DESTRUIDA.
El día 2 de junio de 1835, en un pequeño pueblecillo sin historia, Riese, nació en el seno de una familia pobre, José Melchor Sarto, el futuro y grandioso Papa San Pío X. No quiero hacer una biografía de su vida, sino destacar muy particularmente su humilde origen y las carencias económicas que lo llevaron a asistir a sus primeras clases de latín y religión recorriendo los doce kilómetros desde Riese hasta Castelfranco, descalzo para no gastar los zapatos que llevaba al hombro.
Es profunda y violentamente contrastante la razón del origen humilde de Juan XXIII que aducen sus apologistas para aprobar el inicio de una serie de medidas que destruirían completamente todo el potencial económico de la Santa Sede.
Cuando Pío XII murió, la Iglesia pasaba por lo que algunos autores llaman «el milagro económico», pues su influencia financiera se había extendido a bienes raíces, cemento, acero, banca, productos farmacéuticos y químicos, seguros, fuerza eléctrica, molinos, turismo, ingeniería, construcción y una serie de empresas que le permitían una AUTONOMÍA muy saludable y conveniente frente a los poderes mundiales enemigos del orden cristiano.
Pero Juan XXIII, ese hombre «de extracción campesina», queriendo que la Iglesia fuera pobre como su Fundador y proyectara una imagen de pobreza cristiana, inicia una serie de operaciones secundadas después por sus sucesores que desembocan con celeridad no solamente en una serie de muy sucios escándalos, sino en la entrega del poder económico de la Iglesia a la banca judía internacional.
El escritor Wilton Wynn, muy bien enterado de las cosas que en el Vaticano pasan entre bambalinas, escribe en su libro Los Guardianes de las Llaves que Paulo VI, «en vez de apoyarse enteramente en el antiguo club de la nobleza negra para efectuar movimientos financieros, la Santa Sede empezó a canalizar sus inversiones por medio de organizaciones internacionales como Credit Suisse, de Zurich, Chase Manhattan, Banker Trust, Hambros y, los Rothschilds». ¡NADA MENOS!. Este autor, dice que el Cardenal Vagnozzi, dijo con orgullo, «ya no tenemos control de una sola compañía».

Destrucción a fondo, entrega, a fondo y TRAICIÓN A FONDO de esos supuestos cuatro «papas»  [ hoy son ya seis, y seguimos sin cumplir nuestra obligación] que suben como una mafia anticrística más efectiva que todos los enemigos de la Iglesia juntos, porque dentro de ella y recorriendo sus venas y centros vitales la han destruido.

2. LA IGLESIA QUE OBEDECE AL VATICANO ESTA TOTALMENTE INFILTRADA.
Harto conocido es el texto de San Pablo que ya en su época denuncia que había comenzado a obrar el «misterio de iniquidad» DENTRO DE LA IGLESIA. San Agustín en La Ciudad de Dios hablando de este texto, dice que los partidarios del Anticristo, un día DENTRO DE LA IGLESIA, formarían un poderoso cuerpo, para destruir a la Iglesia. Y es bien conocida también la Encíclica «Pascendi» de San Pío X denunciando un mal muy avanzado y envenenando a la Iglesia por todos lados. La famosa policía secreta por él creada para detectar el mal, caería en el desprestigio por los ataques y las presiones.
La verdad es que desde hace muchísimos años los puestos de mando han sido tomados por quienes esperaban el momento del cambio, mientras propiciaban otras numerosas y muy graves infiltraciones. Con apariencia de piedad y de ortodoxia, agazapados, ganando posiciones, engañando a los jerarcas y al pueblo, paralizaban poco a poco, cautamente y en el momento oportuno todos los movimientos de su gran enemiga la Iglesia.
A la muerte del gran Pío XII, vino la avalancha, el río de podredumbre se desbordó y con esa mentada «ventana» abierta de Juan XXIII, entraron en la Iglesia toda clase de males que pocos años antes se pensaban imposibles.
No es un misterio para mi el cambio tan radical de mentalidad del clero mundial, cuando en tan poco tiempo aceptó las cosas más increíbles. No hubo tal cambio, sino que lo que hubo es un movimiento disciplinado e inmediato para ponerse a las órdenes de quienes por la infiltración habían llegado al Trono de San Pedro. Ideal acariciado por tantos siglos por los enemigos de Jesucristo.
La Iglesia del Vaticano está totalmente impedida para retornar a la ortodoxia, porque está paralizada por toda la gente perfectamente adiestrada que la ha invadido, y la misión que todos ellos tienen es destruir toda noción de Cristianismo, acabar con la memoria del Crucificado, aunque en forma paulatina que los hace hablar de cosas aparentemente cristianas que engañan y seducen a la masas desorientadas e ignorantes de católicos.
Es la hora de la gran prostituta del Apocalipsis, y es la hora en que los pocos favorecidos que están en la Iglesia remanente deben unirse y elegir al padre común, para no ser completamente destruidos. Y es la hora de desoír completamente a todos aquellos que predicando una prudencia paralizante o con textos teológicos o canónicos embrollados que ya nadie entiende, tratan de detener toda la acción que hará que las fuerzas del Infierno no prevalezcan contra la Iglesia, porque aunque hemos de esperar con Fe firmísima la ayuda de Dios, debemos de creer que también es necesaria la acción de los hombres que aman a la Iglesia.
La Iglesia es la pequeña Ciudad que ha quedado fuera, y todo lo que no sea SALVARLA, UNIFICARLA Y ELEGIR AL PAPA, no es católico y HAY QUE DESECHARLO POR COMPLETO.
¿Vendrá luego la recuperación de Roma, o lo que debemos esperar es al Señor para darle su merecido a Sus enemigos?
LA ESTRUCTURA QUE VA SURGIENDO.
La muerte lenta de la Ciudad Católica, no ha dejado un vacío evidentemente, sino que poco a poco, como ésta ha ido desapareciendo de todas partes, ha sido substituida por partes o por emanaciones morbosas de la Ciudad de Satanás. Es sumamente difícil si no se tiene la ayuda de Dios, no ser afectado en alguna forma pues muchos de estos cambios aparecen como algo bueno, o arreligiosos o simplemente producto del progreso del mundo de hoy, que debe prosperar y cambiar.
No dejan de introducirse los elementos descaradamente anticatólicos donde es posible y las gentes han sido ya suficientemente infectadas, por el ambiente, por los líderes incluso de la Iglesia de Juan Pablo II o por los falsos ideales «promisorios» del siguiente milenio de paz y de fraternidad.
Y es tan grande el desplazamiento de la Ciudad Católica, y es tan formidable el poder que la va expulsando de todos lados y aplastando, que sus promotores están ya a punto de cantar su triunfo, igualmente que sucedió el día que mataron a Cristo.
El bajó al sepulcro, pero tres días antes de Su resurrección.
YA ES TIEMPO DE UNIRNOS Y DE ACTUAR.
Por este motivo, es ya tiempo de actuar, es ya tiempo de olvidar rencillas, es tiempo de deponer las opiniones personales, para que sean resueltas por el Santo Padre. Hay que ubicarse en la situación de EXTREMÍSIMA NECESIDAD, por la que nuestra Iglesia está pasando, que si bien, es de Fe que nunca será destruida, el negar sistemáticamente nuestra acción y nuestra cooperación para sacarla de esta situación, nos enfrenta abiertamente a Dios, que ciertamente sí actuará al fin, PERO LO HARÁ EN CONTRA DE NOSOTROS, para hacer prevalecer Su santísima voluntad.
¡Se supone que no estamos tratando con enemigos de la Iglesia, sino con católicos que han sufrido las mismas desgracias, consecuencia de la gran Apostasía y usurpación del Trono de San Pedro!
Es tiempo de recibir a todos los que quieran actuar, colaborando en alguna forma en favor de nuestra divina Institución. NO HAY LEY HUMANA INCLUSO ECLESIÁSTICA CUANDO POR LA EXTREMÍSIMA NECESI DAD LA QUE ESTA EN PELIGRO ES LA MISMA IGLESIA. Todos los que manejan estas cuestiones sin darse cuenta de la situación por su diabólica terquedad, no están más que destruyendo y saludable sería que se retiraran para no estorbar, si es que egoistamente no colaboran.
Es tiempo ya de unir los esfuerzos sacrificados por nuestra causa que es la causa de Dios. Y es tiempo también de concientizarnos de que ESTA PUEDE SER NUESTRA ULTIMA OPORTUNIDAD, pues Dios no ha de tolerar mucho tiempo más nuestra ridícula y escandalosa división y nuestra posición «prudente» cuando tantas almas buenas han sido engañadas y seducidas por el prosópago del Vaticano, y se están perdiendo.
Algunos esperan a Elias y a Enoc para que digan qué es lo que hay que hacer. ¿No saben que las Sagradas Escrituras dicen que todo mundo se burlará de ellos, que nadie los creerá, que harán con ellos todo lo que les dé la gana y que cuando muertos harán todos fiestas y se mandarán regalos?, ¿no saben que pocos han de conocerlos, porque si Dios evidenciara su personalidad, la conversión no tendría mérito sino que seria servil y de conveniencia, tal cual que muchos marranos?.
La Iglesia no es la «SECTA» del Vaticano. La Iglesia vive en esas comunidades escondidas y perseguidas esparcidas por todo el mundo, a cuya cabeza, obispos y sacerdotes, muy pocos por cierto, tratan de conservar la ortodoxia. Pero deben ya unificarse, pues ya no se puede a estas alturas justificarse la confusión que a todos afectó después del «Concilio» de Juan XXIII y Paulo VI. No es posible aceptar que esa Iglesia, aunque pequeña, siendo la verdadera, NO TENGA UN PAPA, para que la unifique, para que la ilustre, y para que ¡SI DIOS QUIERE!, la lleve al triunfo. Ya es tiempo, por ahora, de olvidarnos de recuperar nuestros templos que Dios nos devolverá a su debido tiempo, pero no es posible olvidarnos de elegir a Pedro, porque los templos no son esenciales para la existencia y unidad de la Iglesia, pero Pedro es ABSOLUTAMENTE NECESARIO, y es una gran des gracia, el destierro del Sacrificio de los altares del mundo, pero no es menos desgracia que hoy, en nuestro día, Pedro no está en el mundo, ni quieren elegirlo. Y esto es escandaloso.
¡Ya es tiempo, señores obispos, señores sacerdotes, señores dirigentes de comunidades religiosas, señores dirigentes de grupos católicos diversos, DE TERMINAR CON ESTE ESCÁNDALO, CON ESTA CONFUSIÓN Y CON ESTA DIVISIÓN, porque si voluntariamente hemos renunciado a la UNIDAD Y HEMOS MATADO LA CARIDAD, ha llegado, pues, el momento del fin!. Y así como no hay ley humana que justifique no salvar a la Iglesia, pues «LA NECESIDAD NO ESTA SUJETA A LA LEY», tampoco se debe obedecer a quien nos quiere paralizar. Si no actuamos según dicta nuestro más estricto deber y responsabilidad, vendrá el Señor y aplicará con su Brazo victorioso el castigo que merecemos .