Por la doctrina psicológica hasta aquí consignada podemos formar y emitir un juicio fundado acerca de lo que hoy se llama frenología, así como también acerca de la posibilidad y condiciones de esta doctrina considerada en sí misma.

§ I
La frenología moderna.

Observaciones preliminares.

1ª Entiendo por frenología moderna, la frenología según la exponen ordinariamente sus adeptos y defensores hoy día; la cual no es otras cosa que un sistema dinamilógico o fisiológico según el cual todas las facultades, aptitudes e inclinaciones se hallan localizadas en determinadas partes del cerebro como en sus órganos propios y especiales, de cuyo desarrollo material depende la energía mayor o menor de aquellas facultades, aptitudes e inclinaciones.

2ª De aquí infieren algunos frenólogos con Gall, que la existencia y energía relativa de todas las facultades e inclinaciones del hombre, pueden distinguirse y apreciarse por determinadas protuberancias y depresiones del cráneo. Algunos, sin embargo, opinan que esta apreciación debe fundarse, no en las protuberancias y depresiones externas, sino más bien en las internas, por medio de la inspección de la masa cerebral y de sus circunvoluciones. No falta quien hace depender las apreciaciones frenológicas de los datos suminstrados por la fisiología general del cuerpo, siendo varias y contradictorias las opiniones de los modernos frenólogos sobre esta materia, como lo son también acerca del número y naturaleza de las facultades, aptitudes y propensiones que [315] existen en el hombre, puntos acerca de los cuales apenas se hallarán dos frenólogos que convengan entre sí.

3ª En medio de esta variedad y oposición de opiniones y sistemas entre los modernos frenólogos, hay ciertas afirmaciones y doctrinas enseñadas de una manera más o menos explícita en la mayor parte de sus obras, afirmaciones y doctrinas que constituyen el fondo común y como el carácter general de la frenología moderna. Las principales son los siguientes:

a) Todas las facultades existentes en el hombre, ya sean intelectuales, ya sean morales, ya sean sensibles, se hallan sujetas a localización orgánica, es decir, residen en alguna parte determinada del cuerpo como en su órgano propio.

b) El sitio o asiento general de estos órganos especiales es el cerebro, cuyo desarrollo y cuyas circunstancias, según que se manifiestan y revelan en las protuberancias y depresiones externas y correlativas del cráneo, sirven para reconocer y apreciar la intensidad de cada facultad.

c) La fuerza y vigor de las inclinaciones morales o de las propensiones afectivas, lo mismo que la energía de las pasiones y la realización de sus actos, se hallan en relación, o mejor dicho, dependen de la magnitud y desarrollo material del órgano correspondiente, desarrollo que viene a ser la medida y como la razón suficiente de la intensidad de las inclinaciones morales, de las pasiones y de sus actos.

d) La fuerza de la pasión y la intensidad de las inclinaciones o propensiones morales consiguientes al desarrollo material del órgano respectivo, pueden ser tales que el hombre se halle necesitado a ejecutar estos o aquellos actos determinados.

e) La voluntad se halla sujeta a localización orgánica, y reside en una parte determinada del cerebro, lo mismo que las demás facultades. De aquí es que si su órgano propio se halla bastante desarrollado, podrá disponer de sus actos y de los de aquellas facultades e inclinaciones que no sean muy intensas y enérgicas, y por consiguiente poseerá la libertad con respecto a algunas operaciones. Empero si su órgano se [316] halla deprimido o poco desarrollado, su fuerza o energía será insuficiente para regir, ordenar, cohibir o suspender los actos de otras facultades e inclinaciones afectivas, y principalmente de aquellas que alcanzan cierto grado de intensidad y fuerza.

Contra la frenología que admite y profesa, o todas, o la mayor parte de las precedentes afirmaciones procede la siguiente

Tesis
La frenología moderna debe ser rechazada como contraria a la moral y religión, y también a la razón y la experiencia.

Pruébase la 1ª parte.

1º La frenología moderna es un sistema esencialmente sensualista, y que además, o echa por tierra, o por lo menos pone en peligro la espiritualidad e inmortalidad del alma humana: luego se opone a la moral y a la religión, incompatibles con las doctrinas sensualistas, y que no pueden existir ni concebirse siquiera sin la espiritualidad e inmortalidad del alma.

Prueba. el ant. Negar la existencia de una diferencia esencial, radical y primitiva entre las facultades del orden sensible y las puramente intelectuales, como son el entendimiento y la voluntad, es profesar el sensualismo y poner en peligro, o mejor dicho, echar por tierra la espiritualidad e inmortalidad del alma racional, toda vez que nosotros no tenemos intuición, ni siquiera conocimiento inmediato del alma en sí misma o en su sustancia, sino que venimos en conocimiento de su naturaleza y atributos por medio de sus actos y facultades: luego la frenología moderna que no establece diversidad esencial entre éstas, que las localiza todas y las hace depender del órgano material respectivo, que no admite, finalmente, distinción esencial entre las facultades sensibles y las puramente intelectuales, no puede librarse de la nota de doctrina sensualista, y pone en peligro la espiritualidad e inmortalidad del alma humana. Y a la verdad; si las facultades todas del hombre, lo mismo que las de los animales; si el [317] entendimiento y la voluntad son facultades localizadas y ligadas a órganos determinados, como los sentidos, y se hallan sujetas a las leyes necesarias de la materia y del desarrollo orgánico como aquellos, imposible nos será demostrar la superioridad esencial de la inteligencia sobre los sentidos, la inmaterialidad e inmortalidad del alma humana, ni siquiera su superioridad y elevación esencial sobre el alma de los brutos (1).

{(1) La legitimidad de estas deducciones y la solidez de esta demostración contra la moderna frenología, se hallan además confirmadas por doctrinas y afirmaciones evidentemente sensualistas y hasta materialistas que se observan a cada paso en los principales representantes de la misma. «L’homme, escribe Gall, ne doit pas etrê isolé des animaux, car il n’est que la continuacion de la chaine animeé.» «Les phrenologistes, añade Broussais, ont refussé d’accorder les qualités superieures á certains quadrupédes, les reservant exclusivement pour l’homme: je m’inscris formellement contre cette distinction.»}

2ª La localización frenológica o material de la voluntad, y lo que arriba dejamos consignado acerca del modo con que la moderna frenología concibe y explica la libertad, prueban claramente que la libertad humana no existe en realidad para los frenólogos, o que es una palabra vacía de sentido real y filosófico, toda veaz que la fuerza y energía de la voluntad depende del mayor o menor desarrollo de su órgano (2). Luego la frenología moderna es incompatible con la moral y la religión, las cuales presuponen como base natural y necesaria y como condición sine qua non la existencia de la libertad en el hombre.

{(2) «En el sistema frenológico, observa con razón Cerise, el hombre es una pasividad; no se mueve sino en virtud de algunos impulsos orgánicos… La voluntad humana es una palabra vacía de sentido, porque según este sistema, no debe haber en el hombre voluntad real, libre, así como no la hay en un molino de viento, en un reloj, ni en un animal, cuya condición es obedecer a las excitaciones de un organismo.»}

La 2ª parte de la tesis está fuera de duda y no necesita [318] de prueba con respecto a los que hayan leído las obras de los modernos frenólogos, en las cuales abundan las afirmaciones en abierta contradicción con las apreciaciones científicas de la psicología y de la fisiología, y sobre todo contrarias a la observación y experiencia. Los que no hayan manejado dichas obras, bastará que tengan presentes las reflexiones siguientes:

1ª Sin contar otros muchos puntos de importancia, obsérvase entre los frenólogos modernos notable discordancia y oposición, aun con respecto al número, naturaleza y órgano o sitio de las facultades y propensiones, a pesar de la importancia capital de la materia en la frenología. Gall señala 27 facultades y órganos, Spurzheim 35, 37 Broussais, y Vimont 42.

2ª Según observaciones y experimentos de Cabanis, Richerand, Flourens y otros médicos y anatomistas notables, es cosa averiguada que puede existir lesión de las circunvoluciones y partes determinadas del cerebro, sin que por esto desaparezcan las facultades y propensiones que les corresponden, según los frenólogos. Más todavía: Flourens refiere y testifica haber observado en varios animales la permanencia de las mismas facultades, después de haberles quitado partes notables anteriores y posteriores de la masa cerebral.

3ª Es sabido que en la cabeza del carnero se ha descubierto el órgano que en el cráneo del hombre señala Gall para la teosofía, o sea la religión y culto de Dios.

4ª Sabido es también que en el cráneo del sabio Laplace se halló el órgano señalado por los frenólogos para la estupidez. En cambio, estos no pudieron descubrir en el cráneo del homicida Fieschi el órgano frenológico de la destructividad.

Examinando frenológicamente el cráneo de Lacenaire, poseía los órganos de la benvolencia y de la teosofía o religión, careciendo a la vez completamente del correspondiente al robo o acquisividad (1). [319]

{(1) Fue Lacenaire un famoso ladrón, autor o cómplice de siete asesinatos seguidos de robo, y que profesaba especulativa y [319] prácticamente el ateísmo. Solía decir que «el matar sin remordimiento es en la tierra el soberano bien que tan en vano buscan los filósofos.» Revista médica,1836.}

5ª Aun en la hipótesis inadmisible de que fuera verdadera la doctrina de los frenólogos acerca de la relación y dependencia necesaria entre las facultades y las circunvoluciones y órganos cerebrales, nada se podría afirmar con certeza en orden a la existencia o intensidad de dichas facultades; constando, como consta por repetidas observaciones, que las protuberancias y depresiones externas del cráneo, no siempre responden a las internas de la masa cerebral. No es raro, además, observar íntegras y normales las facultades intelectuales y morales, en individuos cuyo cráneo presenta una configuración anormal y hasta raya en monstruosa.

Objeciones

Obj. 1ª Consta que en muchos casos las apreciaciones frenológicas fundadas sobre la inspección del cráneo, acerca de las facultades, aptitudes y pasiones de un individuo, se han hallado conformes con la realidad: luego la experiencia abona las afirmaciones y doctrina de la frenología moderna.

Resp. Aun admitida la verdad histórica de los hechos a que alude la objeción, nada se puede inferir de ellos lógicamente en favor de las pretensiones exageradas de la frenología, ni menos para echar por tierra o desvirtuar las pruebas y de experiencia contra ellas aducidas. Por de pronto, es contra toda razón y contra las nociones más elementales de la lógica, deducir una afirmación o doctrina general de algunos hechos aislados. Por otra parte, es probable que en la mayor parte de esos hechos no se tuvieran en cuenta para los juicios y apreciaciones la sola inspección del cráneo, o los datos puramente frenológicos, sino en combinación con los datos pertenecientes a la fisonomía y a la fisiología. [320] En tercer lugar, sería necesario comparar esos casos en que las apreciaciones frenológicas han resultado exactas, con aquellos en que han resultado falaces.

Por último, los hechos, datos y experimentos mencionados en las pruebas, demuestran hasta la evidencia que, aun prescindiendo de las reflexiones anteriores, la frenología moderna carece de todo derecho a las pretensiones científicas que se arroga, toda vez que considerada puramente en el terreno experimental, y abstracción hecha de su incompatibilidad con la religión y la moral, nunca puede traspasar los límites de la probabilidad y la conjetura, como veremos después.

Obj. 2ª La experiencia demuestra que dañado o destruido el cerebro en el hombre, desaparecen o se perturban las funciones de la inteligencia y de la voluntad: luego con razón suponen los frenólogos modernos que estas facultades se hallan ligadas, localizadas y sujetas a órganos corporales determinados y especiales, lo mismo que las facultades sensitivas.

Resp. Negando la consecuencia, que es tan legítima como la siguiente: «Sin la sangre el hombre no puede funcionar con el entendimiento y la voluntad: luego el entendimiento y la voluntad dependen de la sangre y funcionan por medio de ella.»

La lesión del cerebro determina, o mejor dicho, ocasiona la perturbación de las funciones intelectuales y voluntarias, no porque estas funciones se realicen por medio de órganos materiales como las sensaciones, ni porque estas facultades residan en el cerebro como en su órgano propio, sino porque en el cerebro residen los órganos propios de las facultades sensibles y principalmente de la imaginación, cuya perturbación de funciones lleva consigo ex consequenti la perturbación de las funciones puramente intelectuales; porque estas, en el presente estado de unión del alma con el cuerpo, no pueden funcionar actualmente sino a condición de funcionar previamente y simultáneamente los sentidos, y con particularidad la imaginación: previamente, excitando la actividad [321] intelectual y suministrándole materia para la abstracción de las ideas o especies que han de representar los objetos como universales, a fin de que puedan ser conocidos por la inteligencia: simultáneamente, porque la observación psicológica demuestra que, en el estado presente de unión, siempre que funciona el entendimiento funciona a la vez la imaginación, formando y presentando imágenes en relación con el objeto inteligible, siquiera este sea universal y espiritual.

En términos de escuela se puede responder distinguiendo: El entendimiento y la voluntad dependen del cerebro y de órganos materiales mediate et indirecte, conc. inmediate et directe, neg.

§ II
Posibilidad y condiciones de la verdadera frenología.

Las reflexiones consignadas en el párrafo anterior y la doctrina expuesta en los capítulos precedentes acerca de las relaciones que existen entre las facultades sensibles y las puramente intelectuales, y acerca de la dependencia de las primeras de determinados órganos o partes del cuerpo, revelan que en el fondo de la moderna frenología hay algo de verdad, y que por consiguiente es posible en principio una frenología, o sea el estudio y conocimiento de las facultades e inclinaciones del hombre por medio de la organización del cuerpo.

Para que esta frenología sea verdaderamente un estudio y conocimiento racional, debe comenzar por rechazar aquellas afirmaciones de la frenología moderna que, según hemos visto en el párrafo anterior, se hallan en contradicción con la religión, la moral y la experiencia, sujetándose después a las siguientes condiciones, que deben ser consideradas como las bases generales de toda frenología racional y cristiana.

1ª Es preciso establecer una distinción absoluta, esencial y primitiva entre las facultades del orden sensible por [322] una parte, ya sean cognoscitivas, como los sentidos externos e internos, ya sea efectivas, como las pasiones; y por otra, las facultades del orden intelectual que pueden reducirse al entendimiento y voluntad libre. Las primeras funcionan mediante órganos determinados, y residen en partes determinadas del cuerpo: así es que pueden apellidarse facultades orgánicas, al menos en cuanto residen y funcionan en partes y órganos determinados del cuerpo: las puramente intelectuales, ni residen en parte alguna determinada del cuerpo, ni funcionan por medio de órganos, debiendo en consecuencia apellidarse inorgánicas, o puramente espirituales.

2ª Deben reducirse a menor número las facultades e inclinaciones designadas por los frenólogos modernos, cuyas clasificaciones, sobre ser ocasionadas a confusión, son poco racionales y filosóficas, multiplicando indefinidamente el número de facultades, porque consideran como tales las que son funciones y manifestaciones varias de una misma facultad. La clasificación frenológica de las facultades e inclinaciones humanas debe estar en relación con la naturaleza y diversidad de actos y objetos, los cuales constituyen el elemento principal para descubrir y determinar la naturaleza y diversidad de las potencias.

3ª Aun con respecto a las facultades sensibles u orgánicas que están sujetas, por decirlo así, a observación frenológica directa, no se debe formar juicio acerca de la intensidad o energía de una facultad o inclinación por la inspección aislada de la parte del cuerpo en que reside, o por el desarrollo externo del órgano, sino que es preciso tomar en cuenta las indicaciones orgánicas correspondientes a otras facultades o propensiones, las cuales pueden neutralizar en parte la indicación de otro órgano. Además es preciso tomar en consideración las indicaciones fisionómicas, y acaso más todavía las condiciones del temperamento o complexión, las cuales pueden modificar profundamente las indicaciones frenológicas apoyadas sobre la magnitud o desarrollo de uno o más órganos. [323]

4ª De aquí es que el juicio frenológico es esencialmente complejo, y necesariamente inseguro. Complejo, porque exige el concurso y conveniente apreciación y combinación de datos craneoscópicos u organológicos, de datos fisionómicos, y de datos fisiológicos, o relativos a la complexión y organización general. Inseguro, porque además de la dificultad de combinar y apreciar convenientemente todos estos datos, es posible: 1º que el desarrollo interno y la disposición de la masa cerebral no corresponda con exactitud al desarrollo externo y a la disposición del cráneo: 2º que la intensidad y energía que corresponden a las facultades o inclinaciones frenológicamente consideradas, hayan sido modificadas, disminuidas o aumentadas, en virtud de ciertas circunstancias de clima, sociedad, educación, &c., y sobre todo en virtud de la fuerza de voluntad y de la repetición de actos contrarios.

5ª La observación frenológica, tomada en el sentido complejo indicado, puede extenderse y aplicarse a las facultades puramente intelectuales, no porque estas sean orgánicas, o funcionen por medio de órganos o partes determinadas del cuerpo, sino porque dependen y se hallan relacionadas en su ejercicio y desarrollo con las facultades y propensiones del orden sensible; de donde resulta necesariamente que las condiciones especiales de éstas y de sus órganos propios influyen indirectamente o ex consecuenti en las facultades y propensiones del orden intelectual. Aquí es donde debe buscarse la razón suficiente de la diversidad de aptitudes que se observan en los hombres con respecto a las ciencias y artes.

6ª Todo juicio frenológico, es decir, basado sobre datos suministrados por la frenología, debe sujetarse a estas dos condiciones: 1ª que no salga de los límites de la conjetura y probabilidad, sin pretender jamás una certeza absoluta, ni menos científica, al menos en el estado actual de esta clase de conocimientos: 2ª que se circunscriba a las facultades e inclinaciones en sí mismas, sin pasar al orden de los hechos; porque cualesquiera que sean la intensidad y energía de las facultades y pasiones, sus actos se hallan siempre sujetos al imperio de la voluntad y de la razón, las cuales ya con su [324] fuerza nativa, ya con la que recibir pueden de la gracia, la oración, los hábitos contrarios, &c., pueden modificar profundamente y dominar las manifestaciones y actos de las demás facultades e inclinaciones, con rarísimas excepciones relativas a algún caso concreto y circunstanciado.

Bajo las bases y condiciones expuestas, no hay inconveniente alguno en admitir la posibilidad, existencia y utilidad de la frenología, si no como verdadera ciencia, como una ampliación y perfección racional de la misma. Bajo este punto de vista pudiera definirse la Frenología: El conocimiento probable y conjetural de las facultades y propensiones del hombre, basado sobre el examen de la complexión especial del individuo, combinado con la observación de las indicaciones fisionómicas y craneoscópicas del mismo (1).

{(1) Sobre esta materia pueden leerse los capítulos 14, 15 y 16 del lib. I de los citados Estudios sobre la Filosofía de santo Tomás.}

Escolio

Aunque las pasiones, y en general las facultades afectivas de la sensibilidad, como facultades orgánicas que son, residen y funcionan en partes determinadas del cuerpo, las cuales vienen a ser como sus órganos propios, no es fácil determinar lo que constituye el órgano especial de cada facultad afectiva y de cada pasión, ni siquiera las partes en que residen, según lo demuestra la misma diversidad de opiniones sobre la materia. Algunos fisiólogos y frenólogos señalan como órgano y asiento de dichas facultades y pasiones el corazón; otros el hígado y los pulmones; quién señala la médula espinal y el cerebelo; quién las distribuye entre varias de estas vísceras. Santo Tomás parece inclinarse a que el órgano y asiento propio de las pasiones es el corazón.