SOBRE EL DOGMA «EXTRA ECCLESIAM NULLA SALUS»
Muchos católicos están turbados en su fe por afirmaciones de falso papa Benedicto XVI y de su predecesor el antipapa Juan Pablo II, tales como “Cristianos, judíos y musulmanes tenemos el mismo Dios” o “Cristianos, judíos y musulmanes creemos en el mismo Dios”. Otros, sin embargo, están ‘escandalizados’. Otros, los menos, han comprendido la verdad: Que tras la muerte de Pio XII todos los que se han sentado en la Silla de Pedro no son verdaderos papas de la Iglesia Católica, y que la Sede de Pedro, por lo tanto, está vacante hasta que la Iglesia elija un Papa.
UNOS POCOS EJEMPLOS DEL NUEVO MAGISTERIO
“Benedicto XVI desea “paz y bien a toda la comunidad hebrea de Roma, invocando del Altísimo copiosas bendiciones para el Nuevo Año y esperando que los hebreos y los cristianos, creciendo en la estima y en la amistad recíproca, den testimonio en el mundo de los valores que brotan de la adoración del único Dios”. (Telegrama enviado por el Santo Padre el 20/09/2012 a Riccardo Di Segni, rabino jefe de la Comunidad Hebrea de Roma, con motivo de las festividades de Rosh Ha- Shanah -Año Nuevo-, Yom Kippur -Día de la Expiación- y Sukkot -Fiesta de las Cabañas- que caen en torno a las mismas fechas).
“Hasta entonces [la parusía], Israel mantiene su propia misión. Está en la mano de Dios, el que en el tiempo que quiera, los salve “totalmente” cuando el número de los gentiles se haya completado”. (antipapa Benedicto XVI en la obra “ Jesús de Nazaret II ”P. 63).
“Y si los judíos no ven las promesas que se cumplen en Él, no se trata de mala voluntad por su parte, sino realmente a causa de la oscuridad de los textos. … Hay buenas razones, entonces, para negar que el Antiguo Testamento se refiere a Cristo y para decir, ‘No, eso no es lo que dice‘ “(C. Ratzinger en Dios y el Mundo’ P. 209).
“¡Shalom!… El encuentro entre el pueblo de Dios de la Antigua Alianza, que nunca fue rechazada por Dios, y el de la Nueva, es asimismo un diálogo interior a la Iglesia misma, como si fuera entre la primera y la segunda parte de la Biblia (…) Judíos y cristianos están llamados como hijos de Abraham a ser bendición para el mundo (…) Diálogo entre las dos religiones que, con el Islam, deben dar al mundo la fe en el único e inefable Dios que nos interpela”.( antipapa Juan Pablo II a la comunidad judía en Maguncia el 11/7/80)
“La religión judía no nos es extrínseca, sino que, en cierto modo, es intrínseca a nuestra religión. Sois nuestros hermanos predilectos y, en cierto modo, se podría decir, nuestros hermanos mayores” (antipapa Juan Pablo II en su visita a la sinagoga de Roma el 13/4/86)
“Como lo he dicho muchas veces en otros encuentros con musulmanes, tenemos un solo y mismo Dios y somos hermanos y hermanas en la fe de Abraham”.(antipapa Juan Pablo II en el coloquio islámico-cristiano el 9/5/85)
“Queridos amigos, nosotros compartimos con vosotros la fe en el Dios único, vivo, misericordioso y omnipotente, Creador del cielo y de la tierra. Vosotros sentís veneración hacia Jesús y honráis a la Virgen María, su Madre. Podemos progresar en un diálogo sincero para comprender mejor nuestro patrimonio religioso mutuo y vivir en la amistad, cuyo camino nos señala Dios”.( antipapa J. Pablo II: Homilía en el aeropuerto de Camerún el 11/5/85
“Cristianos y musulmanes, tenemos muchas cosas en común, como creyentes y como hombres (…) Abraham es para nosotros un modelo de fe en Dios, de sumisión a su voluntad y de confianza en su bondad. Creemos en el mismo Dios, el Dios único, el Dios viviente, el Dios que creó los mundos y lleva las criaturas a su perfección. Es hacia Dios que se dirige mi pensamiento y que se eleva mi corazón: es de Dios mismo que deseo ante todo hablarles; de El, porque es en El que creemos, vosotros musulmanes y nosotros católicos (…) La Iglesia manifiesta una atención particular por los creyentes musulmanes, dada su fe en el Dios único, su sentido de la oración y su estima por la vida moral”. (Encuentro del antipapa Juan Pablo II con jóvenes musulmanes en el estadio de Casablanca el 11/8/85)
“A quienes comparten con nosotros la herencia de Abraham, nuestro padre en la fe, y la tradición del Antiguo Testamento, es decir, los judíos; y a quienes, como nosotros, creen en Dios justo y misericordioso, es decir, los musulmanes, dirijo igualmente este llamada, que hago extensivo, también, a todos los seguidores de la grandes religiones del mundo” (Encíclica Sollicitudo Rei Socialis del antipapa Juan Pablo II)
La inspiración de estas declaraciones se encuentran en los heréticos documentos del Vaticano II, que incluso Lefebvre firmó; por ejemplo en Lumen Gentium y Nostra Aetate, así como en los documentos posteriores, por ejemplo en el Catecismo del antipapa Juan Pablo II; pongamos sólo un ejemplo, que vincula a estos tres documentos:
‘Las relaciones de la Iglesia con los musulmanes’. «El designio de salvación comprende también a los que reconocen al Creador. Entre ellos están, ante todo, los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios único y misericordioso que juzgará a los hombres al fin del mundo«. (Catecismo de la Iglesia “Católica” de 1993,nº 841; véase también la Constitución del Vaticano II LG 16 y la Declaración del mismo Concilio, NA 3)
Por el momento sean suficientes estos ejemplos, escogidos entre cientos, de los dichos de estos antipapas, y vayámonos a analizar si lo que enseñan en estos textos es la doctrina infalible católica o la contradice.
A tal fin, vamos a proceder de la siguiente forma: A) Lo que Cristo dice en los Evangelios y podemos leer en el resto del Nuevo Testamento, sin tratar de ser exhaustivos. B) Como las Sagradas Escrituras son una de las fuentes de la Revelación que, junto con la otra, la Tradición, sólo deben de ser interpretadas por el Magisterio de la Iglesia, analizaremos, pues, dicho Magisterio infalible a lo largo del tiempo a lo que todo católico debe creer C) Luego expondremos la recta comprensión teológica de la Iglesia. D) En el siguiente título responderemos a supuestas objeciones, E), Finalizaremos analizando las trágicas consecuencias de esta novedosa ‘doctrina’, previa señalización de la causa y en F) Haremos una síntesis a modo de conclusión.
A.- LO QUE DICEN LAS SAGRADAS ESCRITURAS
1).-SOBRE QUIÉN ES EL PADRE DE LOS JUDÍOS QUE RECHAZAN A CRISTO.
Hemos visto como ambos antipapas dicen que Abraham es el padre común de judíos y cristianos, y por supuesto de musulmanes. Sin embargo, Cristo dice a los judíos que no lo aceptan:
«Si fuerais hijos de Abraham obraríais como él.; pero ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre». Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos un solo Padre, que es Dios ».[lo mismo que dice Benedicto XVI, Juan Pablo II y el concilio V. II] «Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he salido de Dios y vengo de Él. No he venido por mí mismo, sino que Él me envió…vosotros (los judíos que no aceptan a Cristo) tenéis por padre al demonio y queréis cumplir los deseos de vuestro padre [matar al Hijo de Dios]. Desde el comienzo él fue homicida y no tiene nada que ver con la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, habla conforme a lo que es, porque es mentiroso y padre de la mentira” (S. Juan 8 39, ss).
“¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Mesías? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”. (1 Juan 2:22)
“..los judíos, los cuales no contentos con matar al Señor Jesús y a los profetas, también a nosotros nos persiguieron: que no agradan a Dios y son contrarios a todos los hombres … obstinados siempre en colmar la medida de sus pecados pero está para descargar sobre ellos la ira hasta el colmo”. (I Tesalonicenses 2:14-16)
“vosotros no me conocéis ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre” (S. Juan 8, 19).
Ergo, no tienen por padre a Abraham, sino al demonio como dice Cristo.
2).-SOBRE EL DESTINO DE LOS QUE NO CREEN EN CRISTO.
Igualmente en la Sagrada Escritura, Cristo les dice a los judíos que no creen en Él, que no pueden entrar donde Él va (al Padre), porque morirán en su pecado.
“Jesús les dijo también: ‘Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir’ Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán en sus pecados’. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados”. (S. Juan 8, 21)
Y bien sabemos por el dogma católico que quien muere en pecado mortal no puede salvarse. Y no se conoce mayor pecado que aquel llamado contra el Espíritu; porque eligen como padre al demonio, según el mismo Jesús, en vez de al Padre de Nuestro señor Jesucristo, tras habérseles predicado el Evangelio.
3).- LOS DOS PUEBLOS DE ISRAEL.
Es evidente que San Pablo distingue dos tipos de descendientes entre los hijos de Abraham: unos según la carne y otros según la fe en la Promesa.
Pues no todos los descendientes de Israel son Israel. Ni por ser descendientes de Abrahán, son todos hijos según la fe. “Sino que por Isaac llevará tu nombre una descendencia”; es decir: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que los hijos de la promesa se cuentan como hijos, coherederos por la gracia de la Descendencia: Cristo. (Rom. 9, 6-8)
“Y vosotros, hermanos, a la manera de Isaac, sois hijos de la promesa. Pero, así como entonces el nacido según la naturaleza perseguía al nacido según el Espíritu, así también ahora. Pero ¿qué dice la Escritura? Despide a la esclava y a su hijo, que no heredará el hijo de la esclava junto con el hijo de la libre. Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre”.(Gál 4:28-31)
”Entonces Pedro, tomando la palabra dijo al pueblo: Varones israelitas, ¿por qué os maravilláis de esto…como si por nuestro poder o piedad hubiéramos hecho que éste pudiese andar? … Pero vosotros negasteis al Santo y al Justo y demandasteis que se os hiciese gracia de un hombre de un hombre homicida mientras que al autor de la vida le disteis la muerte a quien Dios resucitó de entre los muertos; de lo cual nosotros somos testigos.… Mas Dios, lo que por boca de los profetas había anunciado de antemano que su Ungido había de padecer, lo cumplió de esta manera. Arrepentíos pues y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados“. (Hechos 3:12-19)
Por lo tanto, si la promesa es Cristo, como el mismo S. Pablo nos dice en Gálatas, sólo son hijos de Abrahán según la fe, aquellos judíos que, como la Virgen María, el anciano Simeón, los Apóstoles etc. reconocen en Jesús al Salvador; y todos aquellos que se convirtieron entonces y después de la Ascensión hasta el presente y el futuro, tanto judíos como gentiles. Lo que no obsta para que un resto de los que lo sean según la carne, a los cuales se ha endurecido el Corazón para que entraran los gentiles elegidos, no reconozcan, al final, también a Jesucristo como verdadero Dios, por la misericordia divina, como profetiza San Pablo.
- SOBRE QUIÉN JUZGARÁ A LOS HOMBRES AL FIN DEL MUNDO
“Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado…. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre (Jn 5, 22-23; 26-27).
Hasta un niño puede hacer el siguiente razonamiento de sentido común:
Los musulmanes no creen que Jesucristo sea Dios.
Según las Sagradas Escrituras, el único Juez es el Hijo del Padre, Jesucristo, que es Dios.
Luego, al que los musulmanes llaman su dios, Alá, no es el dios que juzgará a los hombres.
B.- EL MAGISTERIO INFALIBLE DE LA IGLESIA
1.-PREÁMBULO.
Se debe tener en cuenta que la doctrina de la Iglesia es inmutable.
“Lo que, sincero y claro, manó de la fuente purísima de las Escrituras, no podrá revolverse por argumento alguno de astucia nebulosa. Porque persiste en sus sucesores esta y la misma norma de la doctrina apostólica, la del Apóstol a quien el Señor encomendó el cuidado de todo su rebaño [Ioh. 21, 15 ss], a quien le prometió que no le faltaría Él en modo alguno hasta el fin del mundo [Mt. 28, 20] y que contra él no prevalecerían las puertas del infierno, y a quien le atestiguó que cuanto por sentencia suya fuera atado en la tierra, no puede ser desatado ni en los cielos [Mt. 16, 18 ss]. (6)… Cualquiera que, como dice el Apóstol, intente sembrar otra cosa fuera de lo que hemos recibido, sea anatema [Gal. 1, 8 s]. No se abra entrada alguna por donde se introduzcan furtivamente en vuestros oídos perniciosas ideas, no se conceda esperanza alguna de volver a tratar nada de las antiguas constituciones; porque —y es cosa que hay que repetir muchas veces—, lo que por las manos apostólicas, con asentimiento de la Iglesia universal, mereció ser cortado a filo de la hoz evangélica no puede cobrar vigor para renacer, ni puede volver a ser sarmiento feraz de la viña del Señor lo que consta haber sido destinado al fuego eterno. Así, en fin, las maquinaciones de las herejías todas, derrocadas por los decretos de la Iglesia, nunca puede permitirse que renueven los combates de una impugnación ya liquidada” (De la Carta Cuperem quidem, del Papa San Sulplicio a Basilisco August., de 9 de enero de 476. DZ 160).
“Y, en efecto, la doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada. De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia” (Can. 3 Constitución dogmática sobre la fe católica, sesión III del Primer Concilio Ecuménico Vaticano).
Escuchamos tanto en el sacrosanto Concilio, como en San Sulplicio y tantos otros testimonios de la doctrina infalible que podríamos traer, la misma doctrina de San Pablo, quien exhorta a Timoteo y que hoy sigue clamando a obispos y papas: “¡Oh Timoteo!, guarda el depósito de la fe que te he entregado, evitando las novedades profanas en las expresiones o voces, y las contradicciones de la ciencia que falsamente se llama tal, ciencia vana que profesándola algunos vinieron a perder la fe” (1Ti 6:20-21).
No obstante, pretenden sortear hoy esta enseñanza infalible, no negándola directamente, sino vaciándola de su verdadero y obvio sentido. Lo hacen con las argucias que ya denunció el Papa Pío XII en la Encíclica Humani generis; porque las declaraciones señaladas al principio de este escrito, que escandalizarían a cualquier niño del catecismo del P. Ripalda, abducidos por las novedades del pensamiento moderno y “por lo que a la teología se refiere, es intento de algunos atenuar lo más posible la significación de los dogmas y librar al dogma mismo de la terminología de tiempo atrás recibida por la Iglesia, así como de las nociones filosóficas vigentes entre los doctores católicos,.., para volver en la exposición de la doctrina católica al modo de hablar de la Sagrada Escritura y de los Santos Padres. Ellos abrigan la esperanza de que despojado el dogma de los elementos que dicen ser extraños a la divina revelación podrá fructuosamente compararse con las ideas dogmáticas de los que están separados de la unidad de la Iglesia y que por este camino vengan paulatinamente a equilibrarse el dogma católico y las opiniones de los disidentes...”
2.- SOBRE LA VIGENCIA DE LA ANTIGUA LEY
El Magisterio infalible de la Iglesia ha definido, y por tanto nadie lo puede cambiar ni discutir, que la Ley de Moisés cesó definitivamente.
“[La Iglesia] Firmemente cree, profesa y enseña que las legalidades del Antiguo Testamento, o sea, de la Ley de Moisés, que se dividen en ceremonias, objetos sagrados, sacrificios y sacramentos, como quiera que fueron instituidas en gracia de significar algo por venir, aunque en aquella edad eran convenientes para el culto divino, cesaron una vez venido nuestro Señor Jesucristo, quien por ellas fue significado, v empezaron los sacramentos del Nuevo Testamento” (Decreto para los jacobitas -Concilio de Florencia –XII ecuménico-De la Bula Cantate Domino, de 4 de febrero de 1441, (fecha florentina) ó 1442 (actual), del Papa Eugenio IV DZ 1348).
«Y en primer lugar, por la muerte de nuestro Redentor el Nuevo Testamento tomó el lugar de la antigua ley que había sido abolida …por su muerte Jesús dejó sin efecto la Ley con sus decretos [Ef. 02:15] … se establece el Nuevo Testamento en su sangre derramada por toda la raza humana.” A tal punto, por consiguiente, “dice San León Magno al hablar de la cruz de nuestro Señor, se llevó a cabo la transferencia de la Ley al Evangelio, desde la sinagoga a la Iglesia, de muchos sacrificios a una sola víctima, que, cuando nuestro Señor había expirado, se desgarró violentamente de arriba abajo el velo místico que cubría la parte más interna del templo y su secreto sagrado. En la cruz, murió la antigua ley murió, para inmediatamente ser enterrada y ser portadora de muerte … “ (Papa Pío XII, Mystici Corporis Christi # ‘s 29-30, 29 de junio de 1943)
Luego, las promesas de la Antigua Alianza se cumplieron en Cristo, por lo que cesó el antiguo pacto que se convirtió en higuera yerma para quienes no aceptan al Verbo Encarnado, Jesucristo. Esta es la fe de los Apóstoles, la fe única de la Iglesia.
3.-SOBRE EL PECADO DE QUIENES OBSERVAN LA ANTIGUA LEY.
“Y que mortalmente peca quienquiera ponga en las observancias legales [mosaicas] su esperanza después de la pasión, y se someta a ellas, como necesarias a la salvación, como si la fe de Cristo no pudiera salvarnos sin ellas”. (DZ 1348).
4.-SOBRE LA SALVACIÓN DE LOS QUE OBSERVAN LA LEY ANTIGUA
“Denuncia consiguientemente como ajenos a la fe de Cristo a todos los que, después de aquel tiempo, observan la circuncisión y el sábado y guardan las demás prescripciones legales y que en modo alguno pueden ser partícipes de la salvación eterna, a no ser que un día se arrepientan de esos errores”. (Dz 1348)
5.-SOBRE LA NECESIDAD DE ENTRAR EN LA IGLESIA CATÓLICA PARA SALVARSE.
Como se verá nadie, incluso si derramare su sangre por Cristo sin confesar la fe católica, puede salvarse, si no está dentro de la Iglesia Católica.
“ Firmemente cree, profesa y predica que nadie que no esté dentro de la Iglesia Católica, no sólo paganos, sino también judíos o herejes y cismáticos, puede hacerse participe de la vida eterna, sino que irá al fuego eterno que está aparejado para el diablo y sus ángeles [Mt. 25, 41], a no ser que antes de su muerte se uniere con ella; y que es de tanto precio la unidad en el cuerpo de la Iglesia, que sólo a quienes en él permanecen les aprovechan para su salvación los sacramentos y producen premios eternos los ayunos, limosnas y demás oficios de piedad y ejercicios de la milicia cristiana. Y que nadie, por más limosnas que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia Católica” (De la Bula Cantate Domino, de 4 de febrero de 1441, Decreto para los jacobitas, Concilio Ecuménico de Florencia,, Dz 1351).
6.-SOBRE LA NECESIDAD DE LA FE CATÓLICA PARA SALVARSE
“Quien quiere salvarse necesita sobre todo mantener la fe católica, a menos que uno la guarde íntegra e inviolable sin duda perecerá por toda la eternidad . -Pero la fe católica es esta: que adoremos a un solo Dios en la Trinidad , y a la Trinidad en la unidad … Por lo tanto el que quiera salvarse, piense así acerca de la Trinidad. Pero es necesario para la salvación eterna que fielmente crea también en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo … el Hijo de Dios que es Dios y hombre … Esta es la fe católica, si alguien no la cree, fiel y firmemente, no puede salvarse.“ (Papa Eugenio IV, Concilio Ecuménico de Florencia , Ses. 8, 22 de noviembre 1439, ex cathedra).
- CRISTO, JUEZ DE VIVOS Y MUERTOS
Todos las fórmulas del símbolo, sin excepción ni interrupción, proclaman la fe católica de que Jesucristo es el Juez de vivos y muertos, siguiendo a S. Juan y los demás Apóstoles; así lo hacen, por ejemplo, en la forma griega el Psalterium Aethelstani de uso litúrgico, o en la forma romana el Ruphinus. Como cualquier católico, se supone, conoce el Credo, sólo pondré aquí la forma griega antigua y la romana, para señalar la coincidencia, incluso en la exactitud de las palabras, de que es Cristo el Juez de vivos y muertos:
“.. subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos” (Psalterium Aethelstani, DZ 5).
“..subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos” (Ruphinus, DZ 4).
Así podríamos citar también, entre los más conocidos, los símbolos de S. Cirilo de Jerusalén (+386), de San Epifanio (+403), del Concilio de Nicea (325), de San Dámaso (+500?), el Quicumque o de San Atanasio, etc., con cuyas últimas palabras de su credo damos por suficientemente demostrado este párrafo: “Esta es la fe católica y el que no la creyere fiel y firmemente, no podrá salvarse” (DZ 76).
C.- EXPLICACIÓN DE LA RECTA E INFALIBLE DOCTRINA DE LA IGLESIA
1.-PREÁMBULO
Es cierto que existe un único y verdadero Dios. El único Dios verdadero lo es de los astros, de los animales, de las plantas, de las estrellas.., de todos los hombres de cualquier condición, raza, sexo, creencia; de todo lo visible e invisible. En este sentido podemos decir que el único Dios verdadero lo es de todos.
Pero sólo existe una única Revelación de ese Dios verdadero; es decir, que Él por su misericordia ha querido revelarnos su rostro. Si Él no se hubiese revelado, el hombre, sin distinción de condición, caería en el error inevitablemente bajo las consecuencias del pecado original. Para evitar el yerro sólo pueden los hombres, caídos en la ignorancia al perder los dones preternaturales, acoger la Revelación.
Por lo tanto, la cuestión es si lo que afirman del Dios único católicos, judíos, musulmanes coincide con la Revelación, es decir, sobre lo que Él, Dios, nos ha dicho sobre sí mismo. Pues sólo se puede decir que creemos en el mismo Dios cuando se creemos en su única Revelación.
Con esta sencilla exposición es más que suficiente para asegurar que los católicos, judíos y musulmanes no creemos en el mismo Dios. La razón es la siguiente: Porque ni judíos ni musulmanes creen en la divina Revelación y por lo tanto, no creen en las mismas cosas que los católicos.
Hay una diferencia infinita entre la realidad divina, alcanzada en sí misma en su verdadera esencia por la luz de la fe nos la revela Dios por su propia autoridad y que no puede ni engañarse ni engañarnos, y las representaciones de las mentes de los hombres sobre Dios que proponen las falsas confesiones religiosas.
Con tan solo atenuar esta diferencia, estaríamos negando la necesidad de una Revelación divina. Y peor aún, estaríamos diciendo [con los judíos] que si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano [Gal 2,21].
2.- ‘MONOLATRISMO’ DE JUDÍOS Y MUSULMANES, Y MONETISMO CATÓLICO
El hereje monólatra cree que Dios se manifiesta de diferentes formas y en diferentes religiones. El monolatrismo al final, viene a ser una forma del politeísmo, con la diferencia de que el politeísta piensa que se trata de dioses diferentes, y el monólatra piensa que es el mismo dios, que quiere que se llegue a él por medio de distintas religiones.
La representación puramente humana de Dios de judíos y musulmanes, exenta de la fe en la Revelación, no es monoteísta sino ‘monólatra’:
Sólo es monoteísta el católico, quien adora a la Santísima Trinidad, porque la Unidad de Dios es inseparable de la Trinidad de Personas. Las Personas trinitarias son las relaciones subsistentes. Es falso decir que los musulmanes son monoteístas. No lo son porque no adoran al Unico Dios verdadero, que es Trino. Ellos están en el monólatrismo, o sea, que adoran un solo ídolo supremo. Dígase lo mismo de los judíos, que rechazaron la Revelación de la Santísima Trinidad. Ellos también dejaron la adoración del verdadero Dios Trino, al rechazar al Hijo Unigénito de Padre, para inclinarse ante un ser inexistente, un ídolo. Sólo hay una religión monoteísta: es la Católica, porque sólo en ella se adora a la Santísima Trinidad.
Porque su dios es el resultado, no de la Revelación, sino de sus diferentes y humanas proyecciones mentales y deseos, es porque hay distintos ídolos compitiendo por ser cada uno ellos ’el único’.
3.- EL FALSO PLANTEAMIENTO ECUMÉNICO
Puesto que judíos y musulmanes confiesan una sola naturaleza y única persona en su supremo ídolo, los pastores, iluminados por el último Concilio, resaltando sólo aquella unidad y silenciando “que en todo hay que venerar lo mismo la unidad en la Trinidad que la Trinidad en la unidad”, nos están induciendo a la falsa creencia de que ese ídolo ‘fabricado’ es el mismo que el Dios revelado, ya que Éste tiene una sola naturaleza. Pero el monoteísmo católico confiesa a Dios tal cual es: Uno en naturaleza y trino en personas. Por lo tanto no podemos decir que judíos, musulmanes, y cristianos confiesen al mismo Dios.
Si decimos, pues, que la Santísima Trinidad es un dogma ‘secundario’ o silenciamos que la Trinidad es la misma esencia divina, con el fin de obtener una ‘paz’ del mundo fruto del diálogo entre las diversas religiones, estamos despreciando o rebajando el misterio de la Redención: La encarnación del Verbo de Dios, el Hijo Unigénito, Jesucristo y su pasión y muerte para nuestra salvación; y esa es la fe y el sentir de la Iglesia a través de todos los siglos. “ El que quiera, pues, salvarse, así ha de sentir de la Trinidad… Pero es necesario para la eterna salvación creer también fielmente en la encarnación de nuestro Señor Jesucristo, etc.” (Símbolo Quiqunque Dz 75,76). Y el resultado de tal veneno sería la contaminación y aniquilación de la fe católica, llevando a los fieles al indiferentismo religioso; fenómeno tan extendido que asfixia a la mayoría de los bautizados; pero sobre las funestas consecuencias causadas por esa novedosa predicación, que hoy podemos ver por doquier, trataremos más abajo.
Sin embargo, la Santísima Trinidad es un concepto ontológicamente primordial y no una noción que se agrega a la substancia divina. No es un agregado secundario o facultativo. “La Trinidad de Personas es la esencia divina; la Trinidad es la manera única, inimitable que tiene Dios de ser Uno”.
El monoteísmo cristiano difiere totalmente del ‘monolatrismo’ judío o musulmán y ambas creencias son irreconciliables; tanto, que sólo en el monoteísmo cristiano se puede encontrar la salvación eterna; mientras que en el Islam y en el ‘monolatrismo‘ judaico se muere en los propios pecados:
”Jesús les dijo también: ‘Yo me voy, y ustedes me buscarán y morirán en su pecado. Adonde yo voy, ustedes no pueden ir’ Por eso les he dicho: ‘Ustedes morirán en sus pecados’. Porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados” (S. Juan 8, 21)
El dios natural, supuesto común a las tres religiones monoteístas, es un ente de razón, una concepción puramente humana sin fundamento en la realidad revelada, un dios que no existe más que en el espíritu de ciertos hombres, según la doctrina de la Iglesia católica.
D.- OBJECIONES
1ª.- Pero la Iglesia sostiene que se puede conocer a Dios por medio de las criaturas.
Contra esta objeción decimos que la Iglesia sostiene que el conocimiento natural de Dios no es aún la fe y que la fe es necesaria para la justificación.
Que ese conocimiento natural racional de Dios todavía no es la fe, porque para creer en Dios se necesita su gracia, lo cual ha sido definido también en el Concilio Vaticano I con estas palabras:
«Si alguno dijere que la fe divina no se distingue de la ciencia natural sobre Dios y las cosas morales y que por tanto, no se requiere para la fe divina que la verdad revelada sea creída por la autoridad de Dios que revela, sea anatema» (DS 3032).
2ª.- Pero lo que judíos y mahometanos pueden conocer de Dios por la razón es suficiente para salvarse.
Contra esta objeción decimos que es absolutamente insuficiente para salvarse el conocimiento por la razón de Dios, porque no es fe divina.
«Si alguno dijere que la fe divina no se distingue de la ciencia natural sobre Dios y las cosas morales y que por tanto, no se requiere para la fe divina que la verdad revelada sea creída por la autoridad de Dios que revela, sea anatema» (DS 3032).
El concurso divino para que un hombre con su razón natural llegue al conocimiento de Dios con certeza, incluso demostrándolo, es un don de Dios sólo natural; no es la gracia habitual, es sólo del orden natural. Hay que evitar llamar gracia habitual a esto para no incurrir en naturalismo materialmente. Si se rechaza la gracia de la fe, se pierde la fe, aunque se hubiera llegado a conocer la existencia de Dios por la sola luz de la razón a partir de las criaturas. La causa instrumental de la justificación es el bautismo o el deseo del mismo.
» La causa instrumental de la justificación es el sacramento del bautismo, que es el sacramento de la fe» sin la cual jamás a nadie se le concedió la justificación” [El Concilio Tridentino s.6. c.6 (D 799)]
“La fe es el principio de la humana salvación, el fundamento y raíz de toda justificación, sin ella es imposible agradar a Dios” [Conc. Tridentino s.6 c.8 (D 801)]
Las verdades religiosas naturales, si son aceptadas por el testimonio de la razón, no son objeto de fe, sino de simple conocimiento racional. Por lo tanto, la diferencia entre aquél que acepta la Revelación y aquél que sólo acepta lo que su razón le demuestra, no solamente es una diferencia de perfección en el conocimiento de Dios, como parece decirnos el actual “magisterio” y el Concilio V. II (conozco más o conozco menos sobre Dios), sino una diferencia de fe: para uno son objeto de simple creencia humana, para otro es objeto de fe sobrenatural, sin la cual nadie se puede salvar. La diferencia es infinita.
3ª Pero los cristianos tenemos la fe de los Patriarcas y Profetas del Antiguo Testamento, al igual que los judíos de hoy en día.
Contra esta objeción decimos:
1º.- Los Patriarcas y Profetas creyeron en el verdadero Dios (Uno y Trino) que comenzó a revelarse en el Antiguo Testamento y llegó a su plenitud en el Nuevo Testamento. Con esa fe sobrenatural acogieron en el tiempo de la promesa el mismo objeto material de la fe que nosotros los católicos; pero cuando la Promesa se cumplió, nosotros abrazamos explícitamente lo que ellos hicieron implícitamente. Por otra parte, sabían que la Revelación divina aún no estaba terminada y esperaban a Aquél que iba a Revelar la Santísima Trinidad.
«Un profeta como tú levantaré de entre sus hermanos, y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mande (Deuteronomio 18:18).
Él hablará las palabras de Dios, y pedirá cuentas al que no lo escuche
«Y sucederá que a cualquiera que no oiga mis palabras que él ha de hablar en mi nombre, yo mismo le pediré cuenta. (Dt 18:19).
Y advierte contra los falsos profetas
«Pero el profeta que hable con presunción en mi nombre una palabra que yo no le haya mandado hablar, o que hable en el nombre de otros dioses, ese profeta morirá.» (Dt 18:20).
Hay que distinguir entre la ignorancia de aquello que Dios aún no ha revelado y el rechazo a lo que Dios ya ha revelado en un momento determinado, y definitivamente en Cristo; los que sostienen, contra la Revelación divina, que Dios es una sola persona como una sola es su naturaleza, injurian al verdadero Dios, tal como hacen los judíos y musulmanes que no aceptan la revelación de Dios.
Los cristianos no tenemos el mismo Dios que los judíos incrédulos, porque el desarrollo de la fe depende del desarrollo de la Revelación divina. Revelación que se cumplió plenamente en Cristo.
Ignorar aquello que todavía Dios no ha revelado no es herético; pero sí lo es rechazar aquello que Dios revela, sosteniendo, contra lo ya revelado, que en Dios hay es una sola.
Por eso Jesús dijo de sus adversarios: “Si Yo no hubiese venido, y no les hubiese hablado, no tendrían pecado; pero ahora su pecado no tiene excusa” (Jn. 15:22).
Rechazando la fe en Aquél que es el “autor y el consumador de la fe”, los judíos han rechazado el evangelio de Dios, que Él les había prometido por sus profetas”.
Rechazando la realización, los judíos conservan en vano las promesas y las figuras contenidas en la Revelación preparatoria al Mesías. Es una ingenuidad pensar que los judíos leen y comprenden el Antiguo Testamento como nosotros lo leemos y comprendemos. San Pablo dice claramente que un velo permanece delante de sus ojos cuando ellos leen las Escrituras; velo que será levantado cuando sus corazones se vuelvan hacia el Señor (II Co. 3:16).
Por eso Jesús les dijo: “Si creyeseis en Moisés, también me creerías a Mí, pues de Mí escribió él”, demostrándoles el verdadero motivo de su resistencia: la ausencia de esa fe en Dios”. Hoy leemos este Evangelio en la Misa.
2º.-La fe de Abraham no es la fe de los musulmanes y judíos. La admiración hacia Abraham proviene de su obediencia; él no buscó primero entender para luego obedecer, sino que obedeciendo en lo que Dios le revelaba creyó en la providencia divina, aun cuando no comprendía cómo le pedía sacrificar al hijo por el cual se cumpliría la promesa. Si Abraham hubiera procedido inversamente hubiera perdido el favor de Dios y la promesa que Él le hizo.
“ Yo te llenaré de bendiciones, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y como la arena que está en la orilla del mar; tu posteridad poseerá las ciudades de sus enemigos, y en un descendiente tuyo SERAN BENDITAS todas las naciones de la tierra, porque has obedecido a mi voz (Gn 22, 17-18).
El concepto de obedecer la voz de Dios, que podemos encontrar en otros lugares de las Sagradas Escrituras no se refiere, por ejemplo, a una multitud de prácticas piadosas que uno mismo decide realizar – oraciones hacia la Meca de los musulmanes, vivir en tiendas en la fiesta de las Cabañas los judíos, etc. – ni tampoco se refiere a los esfuerzos que realizamos por lo que nosotros estimamos ser la ‘causa de Dios’, sino en creer lo que Él ha dicho y cómo lo ha dicho, es decir, en creer en la Revelación de Dios. La esencia de la obediencia a Su Palabra se apoya en la fe en lo que Él ha dicho. Quien no cree en lo que Dios ha dicho, lo rechaza. Si cree en lo que Dios ha dicho, lo acepta y, lógicamente, deberá cumplir lo que él ha revelado. Cuando definimos la obediencia según nuestra propia forma, mediante actos que nosotros suponemos hechos para su causa, pero no creemos en lo que Dios ha revelado, nuestras acciones no tienen mérito ante Su Presencia. Podemos apreciar esta verdad en 1 Reyes. 15, 22-23, leyendo como Dios rechaza los sacrificios del Rey Saúl porque éste no obedeció los mandatos del Señor, pues no creyó.
Nótese que cuando Abraham alzó su mano en el monte Moria (el Señor ve y provee) sobre su hijo Isaac, Dios detuvo su acción y proveyó un cordero, imagen del verdadero Cordero Cristo cuya presencia jamás Abraham había imaginado. El verdadero fiel con fe católica cree en la Revelación divina que dice, ‘fuera de la Iglesia no hay salvación’ y no trata de entender antes para creer más tarde, si ha entendido, por qué los que están fuera de la Iglesia no se salvan; al creer, Dios le dará a entender las razones de tal verdad y su misericordiosa Justicia y se esforzará en cumplir su mandato y proclamará el Evangelio a todas las naciones, para que muchos crean y se bauticen y puedan ser salvos; el qué tiene fe verdadera no le escandaliza Dios preguntándose ¿cómo es posible que millones de ‘buenas personas’ que permanecen fuera de la Iglesia no se salven? Quien tiene fe, como Noé, obedece, construye y se refugia en el Arca, aún sin entender porque el diluvio ahogará a todos los habitantes del mundo, ni duda de la Justicia de Dios. El que tiene fe católica, simplemente cree y anuncia a Cristo, a tiempo y a destiempo; el que no tiene fe católica da rienda suelta a elucubraciones propias para hacer un dios a la medida de su razón. Porque si alguno en la más recóndita selva estuviese entre los elegidos, Dios proveería la manera en que conociese a Cristo antes de su muerte, como proveyó el cordero a Abraham; este misterio de la justicia de Dios sólo lo podemos conocer en la otra vida. Pero quien quiere primero entender para luego creer, fabricará un dios a su humana medida, o dirá que los que creen en Alá o siguen el Talmud creen en el mismo Dios que los cristianos, cuya consecuencia, ad extra, será incumplir el mandato del Señor de predicarles el Evangelio de Cristo para que entren en el Arca de la Salvación; y ad intra, favorecer el indiferentismo entre los fieles católicos, que primero se mostrarán turbados y más tarde sucumbirán ante las novedades ‘doctrinales’, bien abandonando la fe católica, bien ‘produciendo una fe ‘católica’ según sus razonamientos. Pero nuestras ideas sobre Dios son sólo nuestras y distintas de la fe que justifica; no son lo que Él ha revelado en Cristo.
“Porque no busco entender para poder creer, sino que creo a fin de entender. Por esto también creo, porque si no creyera no entendería” (San Anselmo).
E. LAS TRÁGICAS CONSECUENCIAS
“Tenemos que ser realistas y reconocer con profunda comprensión que son actualmente muchos los cristianos que están perdidos, confundidos o incluso decepcionados. “(Theologisches”, julio, 2002). Pero otros se han transformado en tibias sombras, cual ciegos sacristanes del clero ‘conservador’ que goza de las mieles del status en la línea media conciliar, y que ha optado por no reconocer la “auto-destrucción de la Iglesia desde dentro” (palabras del “card”. Scheffczyk). Los primeros suelen hablar de los malos frutos del concilio, a veces, queriendo ver las causas en sus efectos y elaboran esquemas mentales ajenos a la Constitución divina de la Iglesia- léase lefebvristas, Tesis de Casiciacum, clérigos y capillas acéfalas; los segundos siguen en el festejo del 50 aniversario del Concilio reprimiendo, si fuera menester, a las voces más influyentes de los críticos.
Las consecuencias, los malos frutos desde el Concilio hasta el presente y los aún peores por venir, si Dios no lo remedia, se entienden fácilmente si identificamos la causa. Porque la razón de toda esta gigantesca crisis se puede señalar si respondemos adecuadamente a la siguiente cuestión ¿Cuál es el común denominador de todas las reformas del Concilio Vaticano II y los documentos posteriores a él? Si rastreamos las constituciones, decretos y declaraciones del concilio, la reforma litúrgica, la reformadel C.I.C, el nuevo catecismo, la mayoría de las encíclicas, textos y eventos ecuménicos, diálogos interreligiosos, discursos, etc., veremos nítidamente que se trata del abandono del derecho absoluto de la Iglesia católica a presentarse como la única institución de salvación; y esa falsa concepción sólo se pudo imponer desde la cúspide, sentando en la Silla de Pedro a falsos papas que impusieran gradualmente el programa del anticristo. Reconocer a estos usurpadores del papado como verdaderos papas, mientras se denunciaban sus falsas doctrinas, ha sido la estrategia más elaborada de Satanás para atrapar a centenares de miles de almas que comenzaban a ver un poco.
La Iglesia siempre se consideró como poseedora de la única Verdad, y esa fe fue la causa del martirio de decenas de miles de cristianos durante las persecuciones romanas; esa consciencia de guardiana de la Revelación no sólo fue motivo del odio de los emperadores que, sin embargo, eran tolerantes con todas las religiones de los pueblos que conquistaban, a los cuales dejaban que entronizaran a sus dioses en el Panteón, siempre y cuando no se empeñasen en que su Dios fuera el único y verdadero; caso de los cristianos. Pero aquél odio ha perdurado a través de los tiempos, porque considerarse como el único Arca de Salvación es el mayor de los escándalos para los masones. Con toda franqueza: Lo que hay detrás de todas las declaraciones señaladas de los antipapas últimos, del concilio, de las reformas, etc., es que ahora se niega que la Iglesia católica sea la única custodia y legítima administradora del Depósito de la fe. No se trata principalmente, pues, del abandono de ciertos dogmas de la fe, de ciertas formas litúrgicas o de ciertos principios morales, sino de la redefinición esencial de la Iglesia en sus relaciones con el mundo y con otras religiones. No se trata de un grupo que niega un dogma determinado, que cual rama podrida se podría podar por muy poderoso que fuese, sino de la misma esencia, de todo un ataque a la misma raíz que alimenta y sustenta el árbol y que hace tiempo lo nutre con savia envenenada por lo que el árbol va menguando. Se trata de negar, en principio, la verdad de fe divina y católica definida, “extra ecclesiam nulla salus” (fuera de la Iglesia no hay salvación). Veamos sólo algunas de las consecuencias de esta negación:
LA LITURGIA
Supuesto el nuevo discurso oficial que niega el dogma “fuera de la Iglesia no hay salvación”, se les hizo necesario una reforma litúrgica que no expresara con absoluta certeza que la Misa es un verdadero Sacrificio propiciatorio por el cual la salvación puede ser concedida a aquellos que participan en ella, aunque esto no se logre necesariamente; es decir, se necesitaba una nueva misa en favor de la redención universal ipso facto. La idea de sacrificio fue abandonada en favor de una comida memorial en el N.O.M y la relativización de la fe se expresó en el cambio de las palabras de la consagración, en la supresión del ofertorio… La salvación dada por Dios se aplicaba ahora a todos en la fórmula “por vosotros y por todos los hombres“, es decir, por los musulmanes, judíos, budistas, etc. y en el rápido sobre entendimiento de que el individuo no tiene la obligación de tomar medidas para sacar fruto de ello (De ahí, por ejemplo, que la mayoría de matrimonios católicos no siguen la moral católica, según conocidas y serias encuestas). He ahí la importancia del ‘pro multis’, que se ha mantenido en todos los ritos católicos, excepto en las traducciones vernáculas del rito romano, y que afecta al núcleo de la consagración, a la misma forma del sacramento. Esta forma de culto podría ser realizada por otras sectas, según reconocieron significativos representantes de las más importantes ramas protestantes. Nada tiene de extraño, pues, que aunque se haya concedido ‘permiso’ condicionado para celebrar Misas tridentinas ( Ahora que la Iglesia conciliar ha perdido la sucesión episcopal y no ordena sacerdotes válidos) los católicos no acudan, en general, porque no conservan ya la fe católica impoluta; quien más quien menos ha sido afectado por el virus, aún entre los más piadosos y devotos, que no ven cómo la nueva misa expresa una fe distinta a la católica. No se trata, por tanto, de una parte de la nueva misa que habría que cambiar, sino de la fe que expresa el conjunto del rito fabricado al servicio de la idea de la salvación universal incondicional, incluso a los que de forma pertinaz se mantienen fuera de la Iglesia. No en vano se han añadido oraciones tomadas de los judíos y protestantes ¿quedará así? No, porque abandonada la esencia constitutiva de la Iglesia ¿Quién impedirá que haya oraciones a Alá? De hecho, la Sura con que comienza el Corán, al parecer ha sido incluida en el modernista misal cotidiano oficial de los fieles (el alemán Schott-Messbuch); en las oraciones del jueves de la 12ª semana del ‘ciclo anual’ se añade el texto siguiente: “En el nombre de Alá, amable y misericordioso. ¡Alabado sea Alá, Señor del universo, bueno y misericordioso, Señor del día del juicio. ”(Citado de UVK año 33, No. 3, mayo / junio de 2003, p. 186). Seguramente se habrá eliminado ya esa oración ¿Pero podrá la falsa jerarquía impedirlo en el futuro, cuando ella misma alienta la falsa creencia de que musulmanes, judíos y cristianos creemos en el mismo Dios?
LOS JÓVENES
“El final del abandono voluntario de la fe católica es el indiferentismo, la total libertad teológica e incluso la pérdida total de la identidad católica. Al reconocer a otras religiones como legítimas vías de salvación, con iguales derechos e igual de válidas, el cristianismo se convierte en indiferentismo.
El cristianismo es ‘auto exiliado‘ a ser poco más que una idea subjetiva, se le degrada a ser simplemente una realidad ideal, sin ser objetivo. Dios ya no es el Ser Absoluto que se revela, sino simplemente un momento de la imaginación del sujeto; se le reduce a ser una mera “sensación“. El hecho de que el antipapa Juan Pablo II tuviera tanto “éxito” entre los jóvenes, hay que explicarlo- si mi opinión es correcta- por sus constantes apelaciones al ‘sentimiento religioso’”, no a la verdad objetiva revelada que exige una obediencia; este discurso lo que transmite es una difusa idea de Dios que no impone obligaciones, o al menos demasiadas, al actuar concreto del hombre. La mayor demostración es que, a pesar de los millones de jóvenes que una maquinaria ‘marketingesca’ muy costosa movilizó, bien lejos de la genuina predicación católica, las vocaciones sacerdotales y religiosas siguieron descendiendo vertiginosamente y los jóvenes, en masa, abandonaron los templos durante su pontificado, se cerraron seminarios y se vendieron iglesias y conventos, muchos de los cuales son hoy mezquitas. Es fácil de comprender, porque si la religión es sensación, experiencia personal como suelen decir casi todos los pastores, y no asentimiento a la verdad revelada aunque no la entienda ni me sea ahora ‘chupi guay’ y grata, cuando las sensaciones sean más fuertes afuera, lo normal es que se alejen para vivirlas allí, alejados del templo; o cuando la verdad reclame la resignación en las penurias en este valle de lágrimas, el sentimiento buscará otras praderas donde mantenerse exultante: los yermos campos del mundo, las ‘iglesias’ heréticas, las falsas religiones, etc., declaradas erróneamente vías salvíficas . Pero la Iglesia no fue constituida por Cristo para competir con el mundo en sensaciones, sino para ser la sal del mundo mediante el sacrificio, el ayuno, la limosna, la oración, la mortificación…sin cesar de predicar el Evangelio, no el de los jóvenes, no el CAT, sino el Evangelio perenne de Cristo, la salvación por la Cruz, el Verdadero Cordero de Dios, para que el hombre adámico entre en el único Arca de Salvación, la Iglesia católica; el Cuerpo Místico de Cristo.
Negar o silenciar el dogma de que ‘fuera de la Iglesia no hay salvación‘ es un error pastoral y una herejía de enormes y trágicas consecuencias para generaciones enteras que van camino a la perdición, desconocedoras de su propia fe, como lo reconocía recientemente hasta el antipapa Benedicto XVI, pero sin señalar la verdadera causa; se queja, pero no rectifica el rumbo al que él mismo dirige.
¿Cómo evolucionarán los jóvenes, si Dios no lo remedia? Como los simples fieles, y sobre todo los jóvenes mucho menos formados en la fe, no han entendido qué sea aquello que divide a los católicos conciliares de la multitud de sectas protestantes y hasta de otras religiones, dado que en la práctica casi se tiene la misma comprensión de los ‘dogmas’ y ven, por otra parte, cómo en los encuentros ecuménicos se invita a protestantes, budistas, sintoístas, animistas, judíos. y ahora, también, hasta a los ateos que ‘buscan sinceramente la verdad’ (Asís III),.tienden a configurarse una fe sincretista; toman de unos la herejía de la reencarnación, de otros la sola Escritura, de allá el Karma, etc.; en definitiva, van perdiendo todo rastro de fe católica, creyendo, si es que conservan algún sentido de la trascendencia, que todo el mundo se salva; mientras, casi nadie les dice que van camino del infierno porque fuera de la Iglesia no hay salvación. No parece insólito, viendo el rumbo de los hombres que dirigen la Iglesia conciliar, que menos del 30% de los jóvenes franceses declaren que se consideran católicos; o que en la antaña cristiana Holanda hoy ya sean mayoría los musulmanes.
LAS MISIONES
Si como escribió el P. Basetti Sani, el Corán es un libro divinamente inspirado; Si como declaró “Mons.” Yves Plumey, el cristianismo y el islamismo predican las mismas verdades y tienden al mismo fin, más allá de distintos dogmas y moral; si como dijo Le Observatore Romano el hinduismo está ya orientado a Cristo y de hecho ya contiene el símbolo de la realidad cristiana; si se acepta condenar que se proponga la conversión a otros, al considerar a todos los fundadores como mensajeros, como hizo el “card.” Pignedoli (Observ Roma. 13/2/76); si se intentan quitar las imágenes de los santos para poner en su lugar frases del Corán y de la Thorá, como quiso “Mons.” Echégaray en Notre Dame de la Garde; en efecto, si este es el nuevo magisterio, entonces la acción misionera se convierte en una empresa de acción meramente social; lo que se piden son guardarías, hospicios, obras hidráulicas, escuelas. Toda la misión se convierte en pura filantropía, pelagianismo craso.
Si se enseña que no se debe predicar a los infieles, sino dejar que todas las religiones expliciten al Cristo latente mediante un instinto inconsciente hacia Cristo, como se dice en multitud de documentos, se está diciendo lo contrario a lo que la Iglesia siempre había enseñado: que jamás la salvación eterna se consigue sin la gracia.
Por otra parte, todo acto moral del hombre requiere advertencia, conocimiento y libertad; luego un instinto inconsciente carece de esas propiedades. Además, el destino eterno del hombre no puede determinarse por actos no deliberados e ‘instintivos’, porque el hombre no puede ser salvado sin el ejercicio de su libertad, causa segunda.
Si la pluralidad religiosa no surge del pecado original, de la culpa adámica, sino de las variedades étnicas, de las peculiaridades de las distintas experiencias ecológicas, etc., como señala “Mons.” Rossano, y los “Cards.” Willebrans, Kasper.. y en muchos más documentos romanos, que no podemos citar para no alargar demasiado este escrito, están negando, en la práctica, y con escritos que contienen herejías y errores doctrinales, el dogma fundamental de la existencia del pecado original; se está arrancando de raíz el tratado de la gracia, y el clásico tratado de la verdadera religión se echa a la pira de los afanes de la modernidad. “Que los hombres crean prestar un culto divino adorando a escarabajos, a las vacas y al estiércol, degollando a sus padres sobre el ara de Numen, prostituyendo a sus hijas en el templo, o haciendo siervas a las mujeres con la poligamia, fue siempre considerado como un efecto del pecado”.. ”porque el pecado original hirió al espíritu con la enfermedad, la ignorancia y la malicia y ha multiplicado las religiones alejándolas de la verdad y unidad, que la Razón divina (el Logos) sitúa en las mentes para iluminarlas”; de ahí la necesidad, para el hombre, de que Dios se revelara escogiendo un Pueblo al que le hizo la promesa que cumplió en Cristo en la plenitud de los tiempos.
En definitiva, si fuera de la Iglesia hay salvación, porque las demás religiones son vías de salvación también, se están cortando de raíz las misiones que, en cualquier caso serán O.N.Gs, pero ya no medio de evangelización de Cristo. De hecho, el número de conversiones ha disminuido drásticamente; de unas 170.000 conversiones anuales al catolicismo en la década de los cincuenta en los EE UU, se ha pasado a unos pocos miles, pero a la secta conciliar.
Silvano Sabatini, misionero de la Consolata durante 40 años, es el paradigma del estado de las misiones en la actualidad, un producto de casi cinco décadas diciendo erróneamente que judíos, musulmanes y cristianos creen en el mismo Dios y negando el dogma de que ‘fuera de la Iglesia no hay salvación’. Este misionero ha escrito un libro titulado “El sacerdote antropólogo. Entre los indígenas de la Amazonia” (Ediesse, Roma2011), en el que dice con soberbia: «No bautizamos a ningún yanomami –declara Sabatini– porque estábamos convencidos de que no tenía sentido bautizar a la persona fuera de la comunidad y que es la cultura la que debe ser evangelizada: el hombre tiene derecho a tener su cultura y debe encontrar en ella la forma para expresarse cristianamente. Bautizar fuera de la comunidad habría significado crear en el bautismo una doble personalidad». Motivo por el que, cuenta Zaccaria, coautora del libro, «Sabatini respondía a aquel monseñor ansioso por saber cuántos yanomami había bautizado: “por gracia del Buen Dios, NINGUNO” ¡ 40 años y ni un solo bautismo, es increíble! He aquí donde nos ha llevado el magisterio actual. Compárese esto con los muchos bautismos de adultos y niños que Mons. Squetino, obispo de concepción católica íntegra como pocos, ha hecho este dos últimos meses en Cuba y México, y se sabrá dónde está la Iglesia católica.
Sean suficientes estos tres ámbitos, pero el lector podrá aplicarlo al estado decadente de la escuela católica, a la moral rebajada, a la crisis de las órdenes religiosas, a la desintegración de la familia, a la ausencia de vocaciones sacerdotales, al abandono del sacramento de la extremaunción, etc.
LA ESTUPEFACCIÓN DE LOS CATÓLICOS
Si los antipapas Benedicto XVI y Juan Pablo II, “cardenales” y “obispos” afirman, como hemos visto, que judíos, musulmanes y cristianos adoramos a un mismo Dios, se nos presenta el siguiente dilema: o bien el Protomártir San Esteban, el Apóstol Santiago, los encarcelamientos de Pedro y Juan por los jefes judíos, incluido el sumo sacerdote Ananías y tantos mártires a manos de los judíos, fueron inútiles, al igual que las decenas de miles de mártires a manos de los musulmanes, o bien este nuevo ‘magisterio’ yerra gravísimamente en el dogma fundamental de la fe, o bien están dándonos una nueva doctrina, creando otra Iglesia.
Luego, si Cristo mismo refuta este falso evangelio, cuando dice que el dios que adoran los judíos que no aceptan al Verbo Encarnado, es el demonio y, también dice claramente que Dios no es el padre de los judíos que no aceptan a Cristo, los católicos verdaderos debemos obedecer a Dios antes que a los hombres que abanderan el falso ecumenismo que asfixia la fe, sin la cual nadie puede agradar a Dios.
Podrán argüir muchos sedicentes católicos que rechazan la doctrina perenne de la Iglesia, que en virtud de que fueron depositarios de la Antigua Alianza tendrán estos rabinos de hoy el ‘privilegio’ sobre los demás, al menos, de ser llamados ‘Hermanos Mayores’, tal como les denomina el antipapa Benedicto XVI e hizo el usurpador Juan Pablo II siguiendo a la escandalosa enseñanza de Nostra Aetate del Concilio V. II; pero es imposible que quien tiene por padre al demonio, tenga parentesco alguno con quien en su alma inhabita la Santísima Trinidad por la gracia; ergo, ni hermanos mayores, ni menores, ni primos, ni parentela alguna…, sino infieles pecadores que necesitan la predicación del Evangelio para que puedan incorporarse a la única Iglesia de Cristo, la Católica.
En cuanto a la salvación de los judíos, tenemos otro dilema ¿o creemos el discurso ecuménico del ‘concilio’ vaticano II divulgado por los seis últimos papas, según el cual se salvan si son buenos judíos o creemos a Cristo? Porque es Cristo mismo quien dice a los judíos que si no creen que Jesús es ‘Yo soy’ (Dios) morirán en su pecado, según hemos citado más arriba. Y bien sabemos que quien muere en pecado mortal no puede salvarse. Y no se conoce mayor pecado que aquel llamado contra el Espíritu; porque eligen como padre al demonio, según el mismo Jesús, en vez de al Padre de Nuestro señor Jesucristo que ha completado la Revelación.
Ahora bien, como los martirios de San Esteban, Santiago y muchos mártires desconocidos a manos de los judíos en los primero siglos y a través de la historia no fueron inútiles, porque emularon el Martirio que los deicidas judíos cometieron con Nuestro Señor Jesucristo, no cabe decir más que, o bien este magisterio conciliar yerra en el dogma fundamental o está predicando un dogma nuevo, fabricando una nueva iglesia, que ya no es Arca de Salvación..
Cabe, pues, preguntarse si un papa puede predicar una doctrina distinta a la revelada; contra esta posibilidad se levanta el Apóstol de los Gentiles anatematizando a quien osare hacer prostituir los dogmas o inventar los suyos propios:
“Más si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gal 1,8) . Luego estos seis últimos “papas” no son en realidad verdaderos y legítimos papas, sino agentes del anticristo, porque la Fe de Pedro no puede fallar por la oración y promesa de Jesús a Simón Pedro; luego si falla, es que no sucesores legítimos de Pedro. Luego cabe el gravísimo deber de la Iglesia de elegir un legítimo sucesor de Pedro que confirme a sus hermanos. La grey dispersa.
El evangelio predicado por Pablo, un apóstol inspirado por Dios, era y es completo y perfecto, absoluto y final; por eso dice «más si aun nosotros…». Algunos pastores cambian. Muchos lo han hecho. Comienzan bien y después predican el error. Dios no hace acepción de personas: si Pablo mismo en algún momento hubiera cambiado el Evangelio que había predicado a los gálatas, él habría merecido la condenación.
Pablo usa la palabra anatema también en 1 Cor. 16:22, «El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema» Y preguntó yo ¿Cómo pueden amarlo sino creen en Él? ¿Cómo pueden creer en Él si no le conocen? ¿Cómo podrán conocerle si el mismo antipapa, dice que no es necesario predicarles porque ‘su misión conferida en la Antigua Alianza no ha cesado’ (ver cita up supra)?
¿Por qué S. Pablo denunció tan severamente a los judaizantes? Porque si se cambia el Evangelio, la eficacia de la Sangre de Cristo queda anulada y toda esperanza de salvación se pierde. Todos los que fueron bautizados en Cristo (Gal 3:27) iban a perder su salvación si aceptaban el «evangelio diferente» de los judaizantes. Cuestión de gravísima y capital importancia entonces y de nuevo hoy en día, tristemente, ante la perplejidad que produce a los católicos el ‘magisterio’ de los antipapas conciliares. Entonces ¿No está constituida la Iglesia por Cristo para salvar almas, sin cuyo objeto no se justifica?
Por otra parte, también la Iglesia confirmó siempre lo que San Pablo nos dice:
“Porque el Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que den a conocer como revelada una nueva doctrina, sino que con su asistencia, guarden santamente y expongan fielmente la Revelación transmitida por los Apóstoles”, es decir, el Depósito de la Fe. (Constitución Dogmática Pastor Aeternus; Concilio Ecuménico Vaticano I -Dz2001 N º 3070-).
Pero el evangelio de estos antipapas es distinto al predicado, porque dan a conocer una doctrina nueva que no contiene la Revelación transmitida por los Apóstoles.Luego, ni ellos ni los que los reconocen como verdaderos papas –formaliter o materialiter-, aunque los resistan, son la Iglesia Católica, estando subidos no al Arca de la Salvación, sino a un buque que se hundirá en el diluvio para toda la eternidad.
Finalmente, decir a todos los que desean caminar tras la Verdad, que deberán tener en cuenta que lo que se pretende expandir es la negación de la divinidad de Cristo o rebajarla para crear una nueva religión; ante esto debemos reaccionar con el espíritu de San Pablo “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación? ¿La angustia? ¿la persecución? ¿el hambre? ¿la desnudez? ¿los peligros? ¿la espada?”. (Romanos 8, 35)
Esta crisis es muy distinta de otras, incluso muy graves, habidas en la Iglesia;; la tribulación será como nunca fue, y no sólo física sino también moral, hasta el punto de que “si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados”(Mt, 24, 22).
Estemos vigilantes con las lámparas encendidas, refugiados en las llagas de Cristo, haciendo oídos sordos de estos cantos de sirena que vienen de Roma, o de las falsas resistencias y acéfalos sedevacantistas, que quieren prostituir la fe católica. Todo esto está anunciado, no sólo por las profecías de la Virgen María, sino por el mismo Cristo; parece que se trata de la gran apostasía de la que habla San Pablo y de la que Nuestro Señor nos advirtió para no cogernos desprevenidos: “Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?” (Lc 1.8)
Parece, pues, que estamos lejos de que se reconozcan los errores, volviendo a la tradición, a la fe verdadera de la Iglesia. He aquí unas declaraciones recientes del “cardenal” Kurt, que indican, más bien, la decisión de inyectarnos una mayor dosis de veneno, ya que, por obediencia, hemos asimilado las cuotas iniciales.
“Es la tercera vez (después de los encuentros de 1982 y de 2005), que la Comisión organiza una reunión plenaria reuniendo en Roma los consultores y los delegados de las Conferencias Episcopales, responsables de las relaciones con el judaísmo. Entre las cuestiones afrontadas durante el encuentro, un equilibrio sobre los diálogos emprendidos, una panorámica de las iniciativas locales, la posibilidad de establecer una “Jornada del judaísmo” a nivel de las distintas Conferencias Episcopales y la celebración del 50° aniversario de “Nostra Aetate” (El “cardena”l Kurt Koch durante la plenaria de la Comisión para las relaciones religiosas con el judaismo 6-11-2012)
Con El Papa San Silvestre, decimos:
“todo domingo debe ser celebrado con alegría por los cristianos en razón de la resurrección, TODO SÁBADO HA DE CONSIDERARSE COMO DÍA DE SEPULTURA PARA EXECRACIÓN DE LOS JUDÍOS. Porque todos los discípulos del Señor lloraron en sábado, gimiendo por el entierro del Señor, mientras que los judíos estaban exultantes de alegría. La tristeza se había hecho presa de los descorazonados Apóstoles. Por ende, contristémonos con quienes se contristaron por la sepultura del Señor, si es que deseamos alegrarnos con ellos mismos por la resurrección del Señor “.
F. RESALTAMOS. SÍNTESIS
Todos los teólogos hasta el Concilio V.II son unánimes en los siguientes valores dogmáticos, y los más fieles a la tradición han seguido manteniendo lo siguiente (Exponemos la clasificación de a F. Vizmanos e I. Ruidor:
A.-La necesidad de la Iglesia para la salvación (extra ecclesiam nulla salus) es una verdad revelada y definida por la Iglesia, es decir, tiene el valor de verdad de fe divina y católica o también llamado dogma de fe, cuya negación apareja la censura de herejía.
B.- Que la necesidad de la Iglesia es una necesidad de medio, tiene valor de teológicamente cierta y por ello infalible, cuya negación la censura de error teológico.
C.- Que la necesidad de medio no sea absoluta, es decir, que se pueda suplir por el deseo de ella, es Magisterio Ordinario Universal infalible. Que incluso el deseo sea implícito, es doctrina católica que no ha sido definida de forma infalible por el Papa, que debe ser aceptada.
Desde el Corazón Inmaculado y sufriente de Santa María Virgen, oremos y hagamos penitencia por la conversión a la fe católica de judíos, musulmanes y restos de infieles, que Dios recibirá con misericordia, cual hijos pródigos
Ven Señor Jesús, Ven pronto.
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