Sobre la posibilidad de bautizar los fetos por cualquier persona, véase nuestro artículo: SUJETO DEL BAUTISMO: COMO ACTUAR EN CASOS EXTRAORDINARIOS, donde se explica la teología moral al respecto y lo que toda partera conocía para impedir que un niño muriera sin bautismo.

El siguiente escrito es gentileza de Foro Católico, sólo lo escrito entre llaves [ ] pertenece a nuestra mano.

El propósito principal que nos ha llevado es exponer esta enseñanza de la doctrina sobre el Limbo, aun no siendo un dogma formal de la Iglesia, es el de aportar más elementos, para fundamentar nuestra fe católica, ya que siempre, nos encontramos, con los enemigos  de la Iglesia, buscando de un modo y de otro, desvirtuar las enseñanzas cristianas.

Y en esto de atacar y desvirtuar en mucho o en algo a la doctrina católica, van muy de la mano, la acción y la supuesta reacción, la acción con la secta postconciliar modernista-masónica-protestante, con cientos de herejías, y por otro lado, como reacción controlada están los lefebvrianos acuerdistas (la fraternidad S. Pío X y los mitigados con JC Ceriani a la cabeza), atacando heréticamente el dogma de la infalibilidad pontificia, para justificar su errónea y herética posición de un papa hereje `[ nota nuestra: este sacerdote ahora no reconoce como Papa a Bergoglio, pero no sabemos si sigue reconociendo como papas a sus inmediatos predecesores], y  en el lado contrario tomando una supuesta ortodoxia católica están los dimonianos incongruentes y contradictorios (porque por un lado atacan al modernismo y su jerarquía y por otro lado asisten a los oficios litúrgicos con esos ministros modernistas que atacan), quienes por defender una errónea y maliciosa interpretación del dogma de que fuera de la Iglesia no hay salvación y poniéndose contra todos los teólogos, papas y manuales eclesiásticos han llegado a clausurar dentro de la doctrina cristiana los bautismos de “deseo” y de “sangre”, los cuales no son más que el deseo del mismo Santo Bautismo. [nota nuestra: el autor se olvida de otros que niegan la existencia del Limbo como lo hacen los modernistas: algunos sacerdotes dan clases en los seminarios de los que sostienen la tesis ridícula del papa materialiter coinciden en esto con el modernista Ratzinger]

Por el lado de la secta postconciliar modernista-masónica-protestante, que ha promulgado un sin número de herejías, siendo la herejía fundamental y base todas las negaciones y clausuras, que ha eliminado de la doctrina cristiana el infierno, el purgatorio y el limbo, ésta es la herejía la “Justificación universal Incondicional” tan maléficamente difundida por el Vaticano II en la constitución Nostra  Aetate, y en el documento Gaudium et Spes (n. 22 al 24), ambos suscritos por Marcel Lefebvre. Igualmente la Redemptor Hominis y la fides et ratio de Juan Pablo II, que nos dice que el hombre es salvo por la muerte de Cristo en la Cruz y ya no necesita por este mismo hecho ni fe ni obras para salvarse; con esto, nos dicen, que el ateo, el protestante, el budista, el luciferino, etc. son salvos puesto que no se requiere fe para salvarse, y también los multiasesinos, los violadores, los secuestradores, los narcotraficantes, los abortistas y otros están salvos ya que no se requieren buenas obras, puesto que Cristo murió por nosotros y nos rescató a todos en la Cruz.

Según esta doctrina todos estamos ya en el cielo después de la muerte, entonces ¿para qué preocuparnos y ocuparnos del alma y de ofender a Dios?… de todos modos nos dirá la secta postconciliar ya todos somos santos y tenemos asegurada la gloria.

Claro está que no nos dicen qué gloria; si la gloria cristiana con la Visión Beatífica o el mortalismo o nihilismo judío que esté implícito en las ceremonias fúnebres de la liturgia modernista.

En el documento “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin haber sido bautizados”, cuya publicación fue aprobada por Benedicto XVI, la Comisión concluye que “el destino de los niños que mueren sin haber recibido el bautismo es el Cielo”.

La secta postconciliar ha clausurado el Limbo de los niños, en el documento “La esperanza de salvación para los niños que mueren sin Bautismo” del 19 de Abril del 2007 (núm. 26, 40, 70) basándose primero en que el limbo nunca fue declarado como dogma de fe, ni como algo definitivo; y en segundo lugar tomando como base el “magisterio” postconciliar de la Gaudium et Spes n. 22 del Vaticano II, que en enseña la aberrante herejía de la Justificación Universal Incondicional, que dice que

“Cristo ha asociado a su misterio pascual a todos los hombres. Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual” (Gaudium et spes n. 22).

Ahora veamos la verdadera enseñanza de la Iglesia sobre le Limbo:

La Teología Cristiana, en el caso de los niños que mueren sin bautismo, conforme con la doctrina de la Revelación, enseña que tales almas obtienen una felicidad natural en el Limbo de los niños. La razón es ésta:

Careciendo de la vida sobrenatural de la Gracia, no pueden ciertamente llegar a la posesión del cielo. Pero por otra parte no han contraído mancha alguna personal. Quedan entonces en el plano del orden natural; y en este orden les corresponde la felicidad natural, para la cual no han puesto obstáculo alguno.

Los niños que mueren sin bautizarse antes de que hayan llegado al uso de razón, esto es,  antes de poder hacer un acto de fe sobrenatural y de verdadero amor o contrición, no pueden alcanzar la Visión Beatífica, o sea, el ver a Dios cara a cara con toda su magnificencia que es consecuencia de la gracia santificante, y así como esos niños nunca han recibido ni nunca poseyeron gracia santificante, tampoco alcanzarán la Visión de Dios.

No puede decirse que Dios sea injusto hacia ellos, pues el cielo es algo absolutamente gratuito, y Dios no esté obligado a concedernos esos dones gratuitos. Los niños que no han recibido el bautismo, al morir son llevados al Limbo, un lugar de felicidad natural, pero en este lugar ellos no verán a Dios cara a cara.

En el Limbo ellos conocerán a Dios del mismo modo en que el hombre conoce a Dios naturalmente en la tierra poseyendo el conocimiento natural de la razón, y con un amor natural estando libres de toda clase de sufrimientos. La presencia de Cristo Glorioso en el Juicio Final no cambiará el destino de estos niños. Esto es lo que dice Santo Tomás. Ya que si estuvieran presentes, no sabrán de lo que se trata, puesto que a ellos les falta la virtud infundida de la fe, condición indispensable de conocer los misterios sobrenaturales como la Visión Beatífica.

Y aun así,  si ellos de algún modo entendiesen, nunca se entristecerían porque se darán cuenta que estando sin gracia santificante nunca fueron destinados a presenciar la Visión de Dios.

Ahora vamos a exponer la doctrina del Magisterio de la Iglesia sobre le Limbo.

El Catecismo Romano en la pág. 377, nos dice, que

todo niño que muere sin el bautismo y sin el martirio, no siendo capaz -por carecer del uso de la razón- de hacer el voto del bautismo, muere con el pecado original y es excluido del Reino de los cielos y recibido en el limbo.

El Catecismo Católico del Cardenal Gasparri en la pág. 135, escribe:

el alma de los que mueren sin bautismo con el sólo pecado original, carece de la visión beatífica de Dios, a causa del pecado original, pero no sufrirá las otras penas con que son castigados los pecados personales.

El Papa Inocencio III (1198-1216) dice en su Carta MAIORES ECCLESIAE CAUSA a Imberto, arzobispo de Arlés:

El (pecado) original que se contrae sin consentimiento, sin consentimiento se perdona en virtud del Sacramento del Bautismo; el pecado actual, empero, que con consentimiento se contrae, sin consentimiento no se perdona en manera alguna… La pena del pecado original es la carencia de la Visión de Dios; la pena del pecado actual es el tormento del infierno eterno…

Pío VI salió a la defensa de esta doctrina frente a la interpretación pelagiana de los jansenistas, que falsamente querían explicarlo como un estado intermedio entre la condenación y el reino de Dios. DZ. 1526.

San Agustín y muchos padres latinos opinan que los niños que mueren en pecado original tienen que soportar también una pena de sentido aunque muy benigna (mitissima omnium poena. Ench. 93), los padres griegos (v.g. San Gregorio Nacianceno, Or. 40, 23), y la mayoría de los teólogos escolásticos enseñan que no sufren más que la pena de daño.

En el Denzinger encontramos la condenación de la doctrina de los armenios que negaba que los niños estuvieran manchados por el pecado original y aseguraba que Cristo padeció y murió por la salvación de los niños que nacieron después de su Pasión, pues por esta Pasión destruyó totalmente el infierno. Por lo cual muriendo sin pecado actual iban al Cielo (Precisamente está es la doctrina herética de la secta postconciliar para clausurar el limbo).

Ya con esto, nos podemos dar una idea clara y exacta sobre lo que es el limbo para los católicos, es decir: es el lugar donde van los niños que han muerto sin el bautismo, no sufren la pena del fuego, pero no ven a Dios, es un lugar diverso de los demás condenados, no es verdad que allí odien y blasfemen actualmente a Dios por razón de la voluntad habitual dominante.

La secta postconciliar que ha clausurado el limbo con el documento “La esperanza de salvación de los niños no bautizados” avalada Ratzinger Tauber, y cuyos fundamentos los toma  de la declaraciones y enseñanzas del Vaticano II, que abierta y descaradamente se oponen a la enseñanzas del Magisterio anterior a este Concilio, pero esto no sido notado por los fieles católicos que en muchos de los casos por una extrema y lamentable ignorancia de la Doctrina de la Iglesia.

La secta postconciliar ha negado la existencia del limbo, que siempre fue enseñada a través de la historia de la Iglesia, y al negarlo ataca el Sacramento del Bautismo, y en cierto modo despenaliza el aborto y ataca a la vida humana, que tanto se ufana de defender.

1. Ataca el Sacramento del Bautismo, porque si ya no existe el limbo en el que los niños son privados de la visión beatífica, ya que como dijo J. Pablo II “la Iglesia no puede sino entregarlos a la gran misericordia de Dios quien quiere que todos los hombres sean salvados”, entonces ya da lo mismo que un niño sea bautizado o que no sea. (debido a la enseñanza de la justificación universal incondicional). Como el limbo ha sido “clausurado”, entonces todos los niños que mueren aun si bautismo, se han de ir al cielo como sostuvo el jesuita Luis Laderia, que fue el secretario de esa comisión teológica, “todos nosotros alentamos esperanzas de que todos los bebés vayan al cielo”, la gente o el pueblo con esta creencia dejará de preocuparse por bautizar a sus hijos.

2. Esta doctrina, en cierto modo despenaliza el aborto, pues la mujer que se practique un aborto, ya sabe que su hijo asesinado, irá al cielo de todas maneras y pensará que le esta haciendo un favor, si de por sí  el aborto está despenalizado en muchas naciones, con estas enseñanzas, se aumentarán pavorosamente más estos crímenes contra seres inocentes, claro que con la venia de la secta.

Reconocemos que el limbo no es un dogma, pero es una verdad católica, que sin ser dogma, así como los bautismos de deseo y sangre, no se pueden negar tan fácilmente, por las consecuencias que trae consigo.

Además nos preguntamos, ¿No son nada las opiniones de los Santos Doctores, como San Agustín, Santo Tomás, la voz de los Papas que han defendido esta doctrina en contra de herejes como los pelagianos, los jansenistas, o los cismáticos armenios?

Que después de tanto tiempo vengan los Wojtyla Katz y Ratzinger Tauber a poner en duda esta creencia católica, ¿Qué acaso se habrá equivocado la Iglesia durante tanto tiempo sin darse cuenta de este error? Claro que no, es la secta modernista y sus usurpadores que en nombre de la Iglesia enseñan estas aberraciones.

Espero en Dios se reflexione sobre lo expuesto, con el fin de convencernos que aquellos que enseñan el error, no puedan ser llamados católicos, llámense modernistas, lefebvrianos o dimonianos, puesto que el error y la verdad nunca pueden ser iguales.