Es triste comprobar cómo algunos que, aunque parecía que habían escapado de la red del cazador– léase FSSPX-, ora porque se fueron, ora porque los echaron, siguen portando el estigma de de la fraternidad allá donde erigen sus capillas,  y no dejan de chillar negando con sus gritos, a falta de razones, la infalibilidad del Magisterio Ordinario de la Iglesia, – Dei Filius, Concilio Vaticano I- el cual se enseña por el Papa principalmente todos los días. 

Siempre  creyó el buen católico que el Papa era infalible también, como Vicario de Cristo, ejerciendo el Magisterio Ordinario de la Iglesia. El rechazo de la infalibilidad del Magisterio Ordinario del Papa es algo nuevo. Es “la herejía del siglo XX.” Hasta el siglo pasado, como ha señaló Dom Nau, “se disfrutó de ella con una pacífica posesión”, no impugnada por nadie, y todos los teólogos la  aceptaron’ sin dificultad. Pero la cismática posición de resistir y reconocer lefebvrista, ha tenido que negar esta infalibilidad para sostener que un hereje puede ser Papa. Verdad es que algunos que escaparon de la red del cazador ya no sostienen tal error- que un hereje puede ser papa-, pero en cambio siguen estigmatizados llevando la marca de origen y niegan la infalibilidad del magisterio ordinario, arremetiendo contra los católicos que sostienen la verdadera doctrina de la Iglesia.

La infalibilidad del Magisterio Ordinario de la Iglesia, que principalmente ejerce el Papa, se puede explicar con cientos de textos, pero sea suficiente el siguiente que, por lo demás, es muy claro:

“Hay en la Iglesia, un doble modo de infalibilidad : el primero es ejercido por el magisterio ordinario Porque así como el Espíritu Santo, Espíritu de la Verdad permanece todos los días en la Iglesia, la Iglesia también enseña verdades de fe  cotidianamente, con la asistencia del Espíritu Santo. Ella enseña verdades  bien sea las definidas, bien sean las expLícitamente contenidas en el depósito de la revelación, pero aún no definidas, o, finalmente,  las que son objeto de una fe implícita. Estas verdades  la Iglesia las enseña todos los días, tanto por el Papa principalmente, como por los obispos en comunión con él. Todos, el Papa y los obispos, son infalibles en este magisterio ordinario, por la misma infalibilidad  de la Iglesia. Sólo difieren en esto, los obispos no son infalibles por sí mismos, sino necesitan la comunión con el Papa, que los confirma, pero el Papa, él sólo, no necesita de nadie salvo de la asistencia del Espíritu Santo que le fue prometida. Por ello, él enseña pero no es enseñado.  Confirma pero no es confirmado. “ ( Mons. D’Avanzo. Dom Nau, Oc p. 15).

Ahora vamos a estudiar la infalibilidad del Papa en las encíclicas. Para ello traemos al lector un interesante texto de Mons. Fentón, que se publicará en cinco partes. 

____________________________________________________________________________________________

La Infalibilidad en las Encíclicas, por Mons. Fenton (I de V)

La Infalibilidad en las Encíclicas

Los textos son gentileza del excelente blog en Gloria y Majestad

Nota del Blog: presentamos en esta oportunidad otro de nuestros trabajos favoritos de Mons. Fenton, uno de los más grandes eclesiologistas de la historia de la Iglesia.

Si bien el tema (Magisterio ordinario del Papa – Infalibilidad en las encíclicas) es ciertamente muy poco explorado, sin embargo nos parece que los argumentos de Fenton son concluyentes e irrebatibles. Hacemos nuestras, por lo que valga, todas sus conclusiones.

Hemos modificado un tanto algunos párrafos (punto aparte en lugar de punto seguido, etc.) para mayor comodidad.

FuenteAmerican Ecclesiastical Review, CXXVIII (1953), pag. 177-198.

Original text HERE.


En general, las tendencias científicas manifiestas en la obra del P. Salaverri son casi las mismas que aparecieron en los escritos de su distinguido predecesor. En varios casos, la enseñanza del P. Salaverri aparece en realidad como un legítimo y laudable desarrollo de la doctrina descrita en los volúmenes de Billot sobre la Iglesia. Sin embargo, en un punto importante y súmamente práctico, sus opiniones son diametralmente opuestas. Se trata de la afirmación del exacto valor doctrinal de la enseñanza presentada explícita, incondicional y directamente en las encíclicas papales[1].Ciertamente el Cardenal Louis Billot fue uno de los eclesiologistas más grandes de la generación que acaba de pasar. Muchos lo consideran el escritor más capaz con respecto al tratado de ecclesia desde el Concilio Vaticano. El P. Joaquín Salaverri, de la facultad Jesuita de teología en el Instituto Pontificio de Comillas en España, tiene una posición muy parecida en el mundo teológico de mediados de siglo a la que ocupaba elCardenal Billot unos cincuenta años atrás.

Así, la opinión del P. Salaverri es que “en las cartas encíclicas doctrinales dirigidas a todo el mundo Católico, la doctrina que se enseña assertive et principaliter es propuesta por los teólogos con razón como algo que debe ser tenido simpliciter como doctrina catholica”[2].

He retenido alguno de los términos claves latinos en esta afirmación de Salaverri debido a su importancia fundamental para cualquier comprensión precisa de su enseñanza. Así una doctrina enseñada assertive es obviamente algo dado incondicionalmente, sin calificación. Hago una afirmación cuando digo que algo es verdadero. No es una afirmación, ni una declaración hecha assertive, cuando digo que parecería que algo es verdadero, que hay razones para sostener que es verdadero, o que no es seguro sostener que no es cierto. En otras palabras, la afirmación es la manera en la cual el hombre expresa ordinariamente un juicio cierto y definitivo, opuesto a uno meramente opinable o tentativo.

En su contexto, la palabra “principaliter” lleva un doble significado. Una doctrina enseñada principaliter en una encíclica papal es aquella que el Santo Padre quiere manifiestamente dar a conocer en ese documento. Así, pues es algo presentado data opera y no como un obiter dictum. Además, es el significado expresado en primer lugar en cualquier afirmación, como algo distinto de las inferencias más o menos inmediatas que pueden sacarse legítimamente desa declaración.

Así, según el P. Salaverri, el contenido inmediato, cierto y directo de una enseñanza dada en forma definitiva por el Santo Padre en una de sus encíclicas, se designa con razón como simpliciter doctrina catholica.

Ahora bien, el P. Salaverri incluyó dos clases diversas de doctrina catholica en su tratado de la Iglesia Católica. Como lo explica, doctrina catholica en sentido estricto (stricte) es “aquella que enseña el magisterium universal en forma meramente auténtica (mere authentice), por un acto que tiene verdadera autoridad doctrinal pero que no excluye la posibilidad de error[3]. Doctrina Católica in genere, por otra parte, es “aquella que se enseña por medio del magisterium universal sea en forma infalible o meramente auténtica”[4].

Parece obvio que lo que el P. Salaverri quiere decir con doctrina catholica simpliciter es lo mismo que llama doctrina catholica stricte. Así, enseña que lo que los Papas presentan como afirmaciones directas e incondicionales en sus encíclicas debe ser aceptado por los Católicos como doctrina auténtica pero definitivamente no como infalible.

Por otra parte, el Cardenal Billot siguió un camino completamente diferente en la materia. Sostenía que una definición ex cathedra, descrita por el Concilio Vaticano, no es la única clase de declaración en la que el Santo Padre ejerce su carisma de infalibilidad.

Cuidadosamente distinguió dos clases de actos del magisterium pontifical.

Una, por supuesto, es la definición o declaración ex cathedra, que siempre está protegida por el carisma de la infalibilidad doctrinal.

La otra clase no son definiciones en sentido estricto, según el Cardenal, porque no contienen ningún juicio dogmático nuevo. Encontró ejemplo de esta última clase de afirmaciones doctrinales pontificias “en muchas de las encíclicas de los recientes Pontífices, donde, ejerciendo su función apostólica, exponen la doctrina Católica, pero no dando definiciones, es decir, sin dar un juicio doctrinal nuevo, sino más bien como instruyendo a los fieles en aquellas cosas que están en la predicación de la Iglesia, la columna y firmamento de la verdad”. Sin embargo, agrega “aunque parecería no haber duda alguna (nullatenus dubitandum) que los Pontífices son infalibles en esta clase de documentos que son enviados a la Iglesia universal (y ciertamente con respecto a lo que se dice en ellas directe et per se, como se dijo en otra parte en una situación parecida), aún así, no podemos encontrar en ella aquella locutio ex cathedra que tiene en mente el Concilio Vaticano”[5].

Objetivamente, pues, parece claro que lo que el Cardenal Billot quiere decir con la enseñanza presentada directe et per se en las encíclicas papales es completamente idéntico con lo que Salaverri describe como pronunciado assertive et principaliter en estos mismos documentos. El Cardenal Billot mira como completamente cierto que el Soberano Pontífice actúa infaliblemente al proponer tales afirmaciones. Por su parte, el P. Salaverri parece considerar como fuera de dudas que, al expresar estas afirmaciones, los Papas actúan auténtica pero no infaliblemente. Creo que es un tema de vital importancia para los teólogos de nuestros días saber cuál de estos dos grandes autores está en lo cierto en este tema puntual.

El proceso de investigación no debería ser excesivamente difícil. Ciertamente hay muchas encíclicas doctrinales para estudiar, y no carecemos de normas para distinguir la enseñanza infalible del Soberano Pontífice de aquella parte del mensaje doctrinal que es verdaderamente auténtico sin ser infalible. Aún así, en cuanto a las encíclicas y en lo que respecta a otras afirmaciones del magisterium ordinario del Santo Padre, es muy claro que no se ha efectuado un gran esfuerzo corporativo para aplicar estas normas, y para intentar ver qué es y qué no es infalible en el contenido doctrinal de estos documentos.

Parecería que la mayoría de las veces se ha tratado la existencia o no de enseñanza infalible en las encíclicas más como una presuposición que como una conclusión. Así, considerando solamente los ejemplos de los dos teólogos que acabamos de citar en el curso del artículo, el P. Salaverri parece meramente asumir que lo que se afirma directamente en las encíclicas tiene carácter auténtico y no-infalible, mientras que el Cardenal Billot parece igualmente simplemente asumir que al hacer tales afirmaciones, el Santo Padre, ejercita su carisma de infalibilidad. Ambos presentan su opinión solamente como de paso.

El Cardenal Billot afirma su opinión en el curso de su examen de los elementos incluídos por el Concilio Vaticano en su explicación de un pronunciamiento ex cathedra. Por su parte, el P. Salaverri, trae su opinión al explicar la tesis que “a los decretos doctrinales de la Santa Sede que han sido aprobados auténticamente por el Santo Padre se les debe un asentimiento de la mente interno y religioso”. Ninguno de los dos teólogos ofrece un soporte adecuado y directo de su posición de la relación ente la enseñanza infalible con las encíclicas.

Sin embargo, si examinamos la literatura teológica pertinente, descubriremos que hay ciertas verdades y suposiciones que son más o menos considerados como argumentos o fundamentos de argumentos contra la existencia de enseñanza infalible en las encíclicas. No hace falta decir, por supuesto, que aquí estamos tratando de la infalibilidad o no de las afirmaciones hechas auténticamente únicamente en las encíclicas o en algún otro documento del magisterium ordinario del Santo Padre. Es obvio que si el Santo Padre citara, en una de sus encíclicas, alguna definición de algún concilio ecuménico o alguna definición dogmática solemne propuesta por él o por alguno de sus predecesores, está pronunciando una afirmación infalible. Obviamente, una definición infalible previa de la Iglesia no pierde en nada su carácter infalible por el hecho de ser citada en una encíclica o en algún otro acto delmagisterium ordinario del Santo Padre. El punto en discusión era y sigue siendo si una afirmación contenida en una encíclica, y propuesta de forma auténtica en ningún otro documento del magisterium de la Iglesia, puede ser aceptada no sólo como auténtica sino también como infalible.

 

[1] Nota del Blog: Demos desde ya la posición de los tres teólogos para comodidad del lector.

Fenton: 1) Ex cathedra ≠ Solemne.

             2) Encíclica: Infalible y ex cathedra.

             3) Ex Cathedra = Infalible (comprende el magisterio ordinario y extraordinario del Papa).

             4) Magisterio Ordinario del Papa: Infalible.

Billot: 1) Ex Cathedra = Solemne

           2) Encíclica: Infalible pero no ex cathedra.

           3) Puede haber infalibilidad además de lo enseñado ex cathedra.

           4) Magisterio Ordinario del Papa: Infalible.

Salaverri: 1) Ex Cathedra = Solemne.

                 2) Encíclica: No-infalible y no-ex cathedra.

                 3) Puede haber infalibilidad además de lo enseñado ex cathedra.

                 4) Magisterio Ordinario del Papa: Infalible.

[2] SalaverriTractatus de ecclesia Christi, Lib. 2, cap. 2, art. 3, n. 664, in Sacrae Theologiae Summa, editado por los profesores Jesuitas en las facultades teológicas de España, Vol. I, por Salaverri y Nicolau (2nd edición, Madrid: La Editorial Católica, 1952), 698, s.

Nota del Blog: Es una pena que Fenton no citara y analizara el trabajo (bastante flojo, por lo demás) del P. Salaverri donde trata ex professo el tema. Ver “Valor de las encíclicas a la luz de la “Humani Generis”, publicado en la XI Semana Española de Teología (Madrid 1952) pp. 255-294.

[3] Salaverriop. cit. n. 892, p. 784.

[4] Op. cit. n. 893, p. 784.

[5] BillotTractatus de ecclesia Christi, sive continuatio Theologiae de Verbo Incarnato (5ta edición, Roma, Universidad Gregoriana, 1927), I, 656.