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PREGUNTÁBAMOS:

¿ Quién podría creer con fe sobrenatural?

Y DÁBAMOS SEIS OPCIONES:

1.- Los herejes.

2.- Los apóstatas.

3.- Los infieles

4.- Los impíos.

5.- El que está en pecado mortal.

6.- No sé

LAS RESPUESTAS HAN SIDO:

24% Han respondido la opción 3, los infieles: errando.

14% Han respondido la opción 6, no sé.

63% Han respondido la opción 5, El que está en pecado mortal, siendo verdadera.

¿Por qué?

La respuesta la tomamos del Catecismo de la Suma Teológica, que puede verse aquí, en el capítulo titulado De la naturaleza de la fe. Fórmula y cualidades de su acto. El Credo. Pecados opuestos a la fe: infidelidad, herejía, apostasía y blasfemia, página 95 y ss., las cuales resumimos al efecto de responder a la cuestión:

¿Quiénes pueden hacer actos de fe?

— Solamente los que poseen la correspondiente virtud sobrenatural (IV, V).
— Luego, ¿no pueden hacerlos los infieles?
No, señor; porque no creen en la Revelación, bien sea porque, ignorándola, no se entregan confiados en las manos de Dios ni se someten a lo que de ellos exige, o porque, habiéndola conocido, rehusaron prestarle asenti-miento (X).
¿Pueden hacerlos los impíos?
Tampoco, porque si bien tienen por ciertas las verdades reveladas fundados en la absoluta veracidad divina, su fe no es efecto de acatamiento y sumisión a Dios, a quien detestan, aunque a pesar suyo se vean obligados a confesarlo (V, 2, ad 2).
— ¿Es posible que haya hombres sin fe sobrenatural que crean en esta forma?
— Sí, señor; y en ello imitan la fe de los demonios (V, 2).
¿Pueden creer los herejes con fe sobrenatural?
No, señor; porque, aunque admiten algunas verdades reveladas, no fundan el asentimiento en la autoridad divina, sino en el propio juicio (V, 3).
— Luego, los herejes, ¿están más alejados de la verdadera fe que los impíos, y que los mismos demonios?
— Sí, señor; porque no se apoyan en la autoridad de Dios.
¿Pueden creer con fe sobrenatural los apóstatas?
No, señor; porque rechazan lo que habían creído bajo la palabra divina (XII).
¿Pueden creer los pecadores con fe sobrenatural?
Pueden, con tal que conserven la fe como virtud sobrenatural; y pueden tenerla, si bien en estado imperfecto, aun cuando, por efecto del pecado mortal, estén privados de la caridad (IV, 1-4).
— ¿Luego no todos los pecados mortales destruyen la fe?
— No, señor (X, 1, 4).
¿En qué consiste el pecado contra la fe llamado infidelidad?
— En rehusar someter el entendimiento, por respeto y amor de Dios, a las virtudes sobrenaturales reveladas (X, 1-3).
Y siempre que esto sucede, ¿es por culpa del hombre?
Sí, señor; porque resiste a la gracia actual con que Dios le invita e impulsa a someterse (VI, 1, 2).
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— ¿Concede Dios esta gracia actual a todos los hombres?
— Con mayor o menor intensidad, y en la medida prefijada en los decretos de su providencia, sí, señor.
— ¿Es grande y muy estimable la merced que Dios nos hace al infundirnos la virtud de la fe?
— Es en cierto modo la mayor de todas.
— ¿Por qué?
— Porque sin fe sobrenatural nada podemos intentar en orden a nuestra salvación, y estamos perpetuamente excluidos de la gloria, si Dios no se digna concedérnosla antes de la muerte (II, 5-8, IV, 7).
— Luego cuando tenemos la dicha de poseerla, ¿qué pecado será frecuentar compañías, mantener conversaciones o dedicarse a lecturas capaces de hacerla perder?
Pecado gravísimo haciéndolo espontánea y conscientemente, y de cualquier modo acto reprobable, puesto que siempre lo es exponerse a semejante peligro.
— Luego, ¿nos importa sobremanera elegir con acierto nuestras amistades y lecturas para encontrar en ellas, no rémoras, sino estímulos para arraigar la fe?
— Sí, señor; y especialmente en esta época en que el desenfreno, llamado libertad de imprenta, ofrece tantas ocasiones y medios de perderla.
— ¿Existe algún otro pecado contra la fe?
— Sí, señor; el pecado de blasfemia (XIII).
— ¿Por qué la blasfemia es pecado contra la fe?
— Por ser directamente opuesto al acto exterior de fe, que consiste en confesarla de palabra, y la blasfemia consiste en proferir palabras injuriosas contra Dios y sus santos (XIII, 1).
— ¿Es siempre pecado grave la blasfemia?
— Sí, señor (XIII, 2-3).
— La costumbre de proferirlas, ¿excusa o atenúa su gravedad?
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— En vez de atenuarla la agrava, pues la costumbre demuestra que se dejó arraigar el mal en lugar de ponerle remedio (XIII, 2, ad 3).