La causa final

Idea y causalidad de la causa final.

Así como la causalidad segunda o in actu secundo de la causa eficiente consiste en la acción, así la causalidad segunda de la causa final consiste en ser apetecida o deseada por el operante; la causa eficiente influye en el efecto por medio de la acción productiva del mismo: la causa final influye en el efecto atrayendo e inclinando hacia sí al agente, o sea determinando en él cierta complacencia y deseo de su posesión. Esto es lo que quiere significar santo Tomás cuando escribe: «Sicut influere causae efficientis est agere, ita influere causae finalis est appeti et desiderari.»

De aquí se colige, que así como la causalidad in actu primo de la causa eficiente consiste en la fuerza o virtud activa que la hace capaz de obrar, así también la causalidad in actu primo de la causa final, es el bien existente en la misma que le da capaciad y aptitud para inspirar al agente amor y deseo de su posesión. En resumen: la acción física, el agere, constituye la causalidad de la causa eficiente, considerada in actu secundo; la abstracción hacia sí, el inspirare sui amorem et desiderium, constituye la causalidad de la causa final in actu secundo.La fuerza activa, la facultad o potencia operativa, virtus agendi, constituye la causalidad de la causa eficiente, considerada in actu primo: la bondad real o aparente existente en la causa final, ratio boni, constituye la causalidad de la misma, considerada in actu primo. [88]

Para formar idea más cabal de la naturaleza propia y de la causalidad de la causa final, conviene tener presentes las siguientes observaciones:

1ª Así como las causas eficientes naturales exigen ciertos requisitos sin los cuales no se verifica el tránsito del acto primero al acto segundo, ni la producción del efecto, así también la causa final no ejerce su causalidad segunda, sin que preceda la percepción de la bondad existente en ella, y de aquí el apotegma nihil volitum quin praecognitum: ignoti nulla cupido. Pero esta percepción previa no constituye la causalidad de la causa final, sino una condición sine qua non de la misma; porque no es el conocimiento, sino la bondad conocida la que hace que la cosa sea apetecida.

2ª Esto no obstante, la diversidad en cuanto al modo de conocer el fin, determina la diversidad en cuanto al modo de obrar propter finem. Hay agentes que obran propter finem, es decir, tienden a un fin determinado, el cual no es conocido por ellos, pero sí por el Autor de la naturaleza que les comunicó la fuerza e inclinación necesarias para realizar dicho fin a la manera que la bala disparada por el hombre se mueve con dirección a un fin determinado y lo realiza, por más que ella no conozca este fin. En este sentido obran propter finem las sustancias materiales que careciendo de todo conocimiento, sin embargo realizan acciones y movimientos ordenados a fines especiales y determinados.

Hay otros agentes que conocen el fin por el cual obran, pero de una manera muy imperfecta, como sucede en los animales, los cuales conocen las cosas que son buenas o malas, útiles o nocivas, pero sin conocer ni la razón universal de bien, o de mal, de útil o de nocivo, ni la razón o motivo porque el objeto es bueno o malo respecto de ellos, ni finalmente la razón formal o propia del fin, es decir, su relación y proporción con los medios. De aquí es que la operación propter finem de estos agentes, es una operación necesaria, instintiva y predeterminada por su naturaleza, aunque acompañada de conocimiento de la bondad material del fin, o sea de la cosa buena, cuya posesión apetecen, y a la que tienden en [89] sus acciones. En otros términos: estos agentes obran con conocimiento material o imperfecto del fin, pero no obran por conocimiento formal del fin.

Finalmente, otros agentes obran propter finem, previo conocimiento perfecto del fin, es decir, conociendo la razón formal de fin, su relación con diferentes medios, las razones universales de bien, de mal, de útil, nocivo, asequible, inasequible, &c., conocimiento que sólo se halla en los seres intelectuales, a los cuales por lo mismo corresponde exclusivamente el obrar propter finem con toda propiedad y perfección.

3ª Los Escolásticos, siguiendo su costumbre, expresaban y compendiaban la doctrina que se acaba de exponer, diciendo que los agentes o sustancias naturales privadas de conocimiento, obran propter finem o tienden al fin, executive: los agentes de la segunda clase, o sea los brutos, apprehensive; y los agentes intelectuales, directive, es decir, dirigiendo sus acciones a un fin predeterminado, no sólo con predeterminación espontánea e instintiva, como los brutos, sino con predeterminación refleja, libre, y acompañada de indiferencia o ex electione.

Toda esta filosofía es fundamento de la Suma Teológica de Santo Tomás, que puede encontrar resumida, en tan sólo 338 páginas en el Catecismo de la Suma Teológica  que puede adquirir aquí mismo.