Escuela psicológica

Ya hemos dicho que Descartes pertenece en parte a la escuela ontológica o sea a una de sus fases, según que admite la existencia de ideas innatas. Esto no impide que bajo otro punto de vista pueda colocársele entre los partidarios del psicologismo ideológico, habida razón de la doctrina que más de una vez consigna, al considerar el yo o los fenómenos de conciencia como la fuente real y el origen de los conocimientos intelectuales. Así es que su teoría ideológica puede considerarse como una mezcla de ontologismo y psicologismo. Dejando, pues, a un lado la teoría cartesiana, examinaremos la teoría de Fichte, genuino y lógico representante del psicologismo ideológico.

Para Fichte todos los conocimientos intelectuales, y por consiguiente todas las ideas, no son más que manifestaciones de la actividad del yo puro. Este yo puro se pone a sí mismo en cuanto y porque se conoce, y pone todas las demás cosas o el no yo, de la misma manera. Es decir, que el yo puro es la única realidad que existe, del cual nacen o salen todas las cosas: en otros términos, todas las demás cosas no son más que modos, fenómenos, apariencias, fases varias del yo puro que se pone a sí mismo conociéndose, y se conoce poniéndose. El yo empírico o sean las almas singulares, lo mismo que el no yo o el mundo externo, son modos y conocimientos del yo puro, el cual es pensamiento puro, o lo que es lo mismo, no envuelve ni sujeto ni objeto determinado.

Esta teoría ideológica, si es que tal nombre merece este conjunto de absurdos que produce vértigos cuando el pensamiento trata de fijarse sobre él, se halla refutada en primer [410] lugar por todas las razones e inconvenientes que militan contra el panteísmo, y lo que es más, contra un panteísmo nihilista. Porque en realidad de verdad la teoría de Fichte niega y destruye toda realidad, toda vez que el yo puro, con el cual, en esta teoría, se identifican las almas, el mundo y Dios, se constituye por el pensamiento puro, o sea con precisión de todo sujeto y de todo objeto. Ahora bien; un pensamiento sin objeto pensado, ni sujeto pensante, es una mera abstracción del entendimiento, es nada en sí misma o a parte rei. En segundo lugar, al suponer y afirmar que el yo pone o comunica la existencia a las cosas conociéndolas, atribuye al hombre lo que es propio de Dios, o mejor dicho, supone que el hombre es Dios, y hasta más que Dios, toda vez que la producción o existencia real de las cosas no depende del solo conocimiento especulativo de las mismas, como supone Fichte, sino del conocimiento práctico o acompañado de la determinación libre de la voluntad divina.

Añádase ahora a esto, por una parte, que todas las afirmaciones contenidas en esta teoría no son más que ficciones de la imaginación e hipótesis tan gratuitas como absurdas, y por otro lado, que envuelve el ateísmo más explícito y repugnante, toda vez que Dios es puesto por el yo puro, es una modificación o fase del mismo, sin realidad sustancial, ni existencia propia. Después de esto, no puede menos de reconocerse que la única teoría ideológica presentada por la escuela psicológica hace poco honor a ésta.