Artículo II
Examen de los sistemas expuestos.

Antes de establecer la probabilidad y solidez relativa de la teoría aritotélico-escolástica, discutiremos brevemente los otros sistemas.

 

§ I

Tesis
Los tres primeros sistemas acerca de la constitución primitiva y 

principios internos de los cuerpos son inadmisibles.

Sistema atomístico-dinámico.

Por de pronto es absolutamente inadmisible el sistema atomístico-dinámico, por la sencilla y poderosa razón de se coloca a sí mismo fuera de las condiciones del problema. Decir, en efecto, que los principios constitutivos y esenciales de las sustancias corpóreas, son los cuerpos químicamente simples, o que no se pueden descomponer en partes o moléculas heterogéneas, sino en partes semejantes y homogéneas, es lo mismo que dejar la cuestión intacta; pues precisamente lo que se trata de investigar es, cuáles son los principios que contienen originaria y primitivamente la razón suficiente de la diversidad de los cuerpos, y por consiguiente, la razón de que el cuerpo simple A sea una sustancia material distinta del cuerpo simple B.

Teoría atomística.

Es también inadmisible e insuficiente el sistema atomístico: [189]

1º Porque lleva consigo en parte el mismo inconveniente que el anterior, toda vez que los primeros principios de los cuerpos deben ser de tal naturaleza que se encuentren en todos los cuerpos, sin que importe para nada la cuestión, que sean grandes o pequeños, divisibles o indivisibles naturalmente, con esta figura o la otra. Ahora bien; la teoría atomística se limita a explicar bien o mal la constitución y diferencias de los cuerpos compuestos, pero nada dice o presenta que contenga la razón suficiente de la naturaleza propia y diferencias de los átomos, los cuales no por ser átomos, dejan de ser verdaderos cuerpos, ni de ser sustancias distintas.

2º Porque los primeros principios o elementos de los cuerpos, no deben ser cuerpos, puesto que el principio debe ser distinto de la cosa principiada: luego es absurdo señalar los átomos como primeros principios de los cuerpos, lo cual equivale a identificar y confundir el principio con la cosa principiada.

3º Los átomos, o son sustancias homogéneas y cuerpos de la misma esencia, o son sustancias distintas en especie y esencia. Si lo primero, las sustancias resultantes de su combinación no pueden diferenciarse más que accidentalmente, y por consiguiente será preciso admitir que un animal y una mesa o un trozo de madera, sólo se distinguen accidentalmente y que no son sustancias distintas esencialmente. Si lo segundo, queda en pie la cuestión, a saber, por qué el átomo A se distingue esencialmente o en especie del átomo B.

Teoría dinámica.

El dinamismo, por más que a primera vista aparezca más aceptable que el atomismo, ofrece en realidad mayores inconvenientes y absurdos que éste. Para el dinamismo los diferentes cuerpos de la naturaleza son agregados de sustancias simples, es decir, inextensas, lo cual vale tanto como borrar la distinción esencial y primitiva entre la sustancia material y la espiritual, concediendo a aquella la simplicidad absoluta y la indivisibilidad, atributos propios de la segunda. Por eso, sin duda, Leibnitz, más lógico, en esta parte, que [190] otros dinamistas, concede percepción y apetito a esas sustancias simples que constituyen y forman los cuerpos.

Por otra parte, la teoría dinámica hace inexplicable y hasta inconcebible la extensión física de los cuerpos, toda vez que en esa hipótesis, nos vemos precisados a admitir que sustancias simples, indivisibles e inextensas, pueden formar una extensión determinada, o lo que es lo mismo, que muchos puntos matemáticos pueden dar un sólido, muchas negaciones una entidad positiva. Ni se evita este absurdo con la hipótesis de Boscovich sobre los espacios vacíos; pues sin contar que la existencia de éstos es una afirmación puramente gratuita, siempre resultará que hay que formar una extensión física, real, divisible, tangible e impenetrable, con seres inextensos unidos a la nada; porque el vacío en sí mismo es nada, es la privación o carencia de una realidad, y la nada no puede ser elemento de una realidad física cual es la extensión de los cuerpos.

 

§ II
Probabilidad de la teoría de la materia y la forma.

Tesis
La teoría aristotélico-escolástica, en el sentido arriba expuesto, es la más probable y la que mejor explica la constitución primitiva y la diversidad de los cuerpos.

Se dice, en el sentido arriba expuesto, porque al hablar de los cuerpos, no se habla de todos, sino: 1º de los cuerpos simples, es decir, de aquellos que no son meras agregaciones de otros cuerpos ya formados y existentes en su propia naturaleza, como son el agua y el aire, o al menos lo que los químicos consideran como cuerpos simples: 2º de aquellos cuerpos o sustancias materiales producidas por generación, [191] como los animales y las plantas, cuya naturaleza es diferente de la naturaleza de los elementos o cuerpos que contribuyen mediata o inmediatamente a su generación: así por ejemplo, la planta es una sustancia esencialmente distinta de la tierra, del agua, del oxígeno, del ácido carbónico, &c., que contribuyen a su generación. En otros términos: la tesis se entiende de los cuerpos simples, y entre los compuestos, de aquellos en los cuales los elementos que entran en su formación y constitución, pierden su propia forma sustancial para constituir parte de la sustancia engendrada o producida de nuevo.

Y téngase presente que para la verdad de la tesis basta que existan algunos cuerpos de esta especie, como son los animales y las plantas, sin necesidad de admitir como tales o como sustancias nuevas y distintas esencialmente de sus elementos, todos los cuerpos o mixtos perfectos, que los Escolásticos consideraban como tales.

Esto supuesto, la teoría de la materia y de la forma tiene por de pronto en su favor su misma unidad; pues al paso que el atomismo y el dinamismo se hallan sujetos a multitud y variedad de opiniones por parte de sus partidarios, exponiéndolos cada cual a su modo, la teoría aristotélico-escolástica forma un todo compacto y enlazado, de manera que todos sus defensores se ven precisados a exponerla y entenderla en el mismo sentido, presentando una teoría cuyas partes conservan entre sí unidad y relación lógica, al paso que en el atomismo vemos a Anaxágoras, Epicuro, Descartes, Gassendi, Newton, &c., cada cual con su teoría especial, así como también en el dinamismo, se observan notables diferencias entre Leibnitz, Kant y Boscovich.

He aquí ahora algunas razones directas que demuestran que la teoría de la materia y la forma, es más racional y probable que las otras tres.

1ª En esta teoría se salva perfectamente la condición fundamental, esencial y necesaria para la razón de primeros principios de los cuerpos; porque así como la unidad, por lo mismo que es principio del número, aunque entra en el [192] orden numérico o cuantitativo, no es número, así también los primeros principios de los cuerpos, deben entrar o pertenecer al orden o clase de los seres materiales y corpóreos, pero no deben ser cuerpos completos y formados. Y esto es precisamente lo que establece la teoría aristotélico-escolástica, según la cual la materia prima y la forma sustancial son realidades corpóreas, en el sentido de que no exceden la esfera del mundo material y de los seres corpóreos; pero consideradas en sí mismas o separadamente, no son cuerpos no sustancias capaces de existir, sino principios sustanciales del cuerpo, y elementos parciales de la sustancia material subsistente.

2ª La experiencia y la observación científica vienen también en apoyo de esta teoría. Por una parte, vemos que las sustancias materiales son una mezcla de potencialidad y de actualidad, de perfección y de imperfección, de pasividad y de actividad. Por otro lado, sabemos que las propiedades y atributos de estas sustancias deben estar en relación y proporción con su esencia, y consiguientemente con los principios constitutivos de ésta, toda vez que no poseyendo la intuición ni el conocimiento inmediato y directo de estas esencias y de sus constitutivos, sólo podemos llegar a su conocimiento por medio de sus propiedades, efectos y manifestaciones varias. Añádase a esto, que en los cuerpos observamos ciertas propiedades y modificaciones que son inertes y pasivas de su naturaleza, como la extensión o cantidad, al lado de otras que son activas por su naturaleza, como la fuerza generativa, la vegetativa, la sensibilidad, la fuerza motriz, &c. Luego es muy natural y no menos conforme a las exigencias de la inducción científica, admitir dos principios de tal naturaleza que contengan la razón suficiente de estos fenómenos. Y tales son, sin duda, la materia prima y la forma sustancial: la extensión y las demás propiedades que envuelven inercia y pasividad corresponden a la sustancia corpórea por razón y a causa de la materia prima, esencialmente inerte e indiferente para toda actividad: por el contrario, las propiedades activas que en mayor o menor escala se encuentran en la [193] sustancia material traen su origen de la forma sustancial, acto primero, actus primus, o actualidad primitiva y esencial del cuerpo, actus primus, o actualidad primitiva y esencial del cuerpo, y como tal origen y razón suficiente de su actividad. Y esto casi adquiere fuerza de demostración científica, cuando se tiene presente que el grado de actividad y la clase y número de fuerzas activas en cada sustancia corpórea, se hallan en relación y proporción con la naturaleza propia y con la superioridad relativa de su forma sustancial.

Lo que se acaba de decir en orden a las varias propiedades de los cuerpos, se verifica igualmente en orden a la mezcla de perfección y de imperfección, de potencialidad y de actualidad que existe en las sustancias materiales. La causa a priori, la razón suficiente y originaria de la imperfección y potencialidad de la sustancia corpórea, es y no puede menos de ser la materia prima que forma parte de su naturaleza, puesto que la esencia propia de esa materia consiste en ser pura potencia que excluye todo acto, toda perfección actual. Igualmente, la razón suficiente primitiva y a priori de lo que hay de actualidad y de perfección en la sustancia material, trae su origen de la forma sustancial, la cual es por su misma naturaleza acto, perfección actual, actualidad primaria y fundamental. Todo hombre pensador reconocerá sin duda, que bajo este punto de vista, la teoría de Aristóteles y de los Escolásticos es altamente racional y filosófica.

Es también sobremanera conforme a la razón esta teoría; porque en ella se concibe mejor y se da razón de la unidad y diversidad específica de las sustancias materiales. No puede negarse, en efecto, que la esencia o naturaleza del caballo, v. gr., es una esencia y no dos o tres, y también que es distinta esencialmente de la naturaleza o esencia de la planta, del agua, del oxígeno, &c. Si pues la doctrina ontológica acerca de la identificación real de la unidad con el ser de la cosa significa algo, unum et ens convertuntur; si encierra alguna verdad la doctrina altamente filosófica que nos dice que la unidad de una cosa sigue la ley y condición de su naturaleza o esencia, preciso es que los principios constitutivos de los cuerpos sean de tal naturaleza que contengan la [194] razón suficiente de la unidad y diversidad esencial de los cuerpos. El atomismo y el dinamismo son a todas luces incapaces de esto, toda vez que para estos sistemas, los cuerpos no son más que meras colecciones de otros cuerpos, concepción evidentemente incompatible con la unidad de esencia y con la diversidad específica de las sustancias materiales. Por el contrario, la teoría que defendemos presenta una razón suficiente racional y filosófica de esa unidad y diversidad, al establecer la diversidad primitiva y originaria de las formas sustanciales, y al enseñar que ésta, como acto primero de la materia, como actualidad y determinación sustancial y esencial de la misma, constituye con ella una esencia o sustancia completa, determinada y distinta de las demás sustancias materiales que tienen una forma sustancial distinta, así como la estatua de Platón es distinta de la de César, porque la forma de la primera es distinta de la forma que recibe la madera para representar al segundo.

3ª Los atomistas y los dinamistas se hallan en la imposibilidad de señalar una razón a priori verdaderamente suficiente y filosófica, de la diversidad radical y fundamental que separa las sustancias espirituales de las materiales. Los primeros se ven reducidos a señalar como razón a priori suficiente de esta diversidad la extensión. Es así que la extensión no constituye la esencia misma de la sustancia material, como reconocen todos los filósofos, a excepción de Descartes: luego ésta no puede constituir la razón a priori, verdaderamente primitiva y esencial de la diversidad absoluta entre la sustancia espiritual y la material.

Por lo que hace a los dinamistas, lejos de poder señalar la razón suficiente a priori de esta diversidad, puede decirse que su sistema los conduce lógicamente a borrar la línea de separación esencial y primitiva entre unas y otras, toda vez que para ellos los cuerpos no son más que agregados o colecciones de sustancias simples, indivisibles e inextensas, atributos y predicados propios de la sustancia espiritual.

¿Qué nos dice ahora sobre esto la teoría escolástica? Que entre la sustancia espiritual y la material existe una distinción [195] esencial, primitiva, absoluta, porque la sustancia espiritual es una forma simple y subsistente en sí misma y por sí misma, sin unión con materia alguna, ni dependencia de ésta; al paso que la sustancia material, ya sea superior o inferior, animada o inanimada, compuesta o simple ad sensum, es decir, divisible o indivisible físicamente por las fuerzas de la naturaleza, grande o pequeña, está compuesta de materia y forma como de dos principios esenciales, incompletos y constitutivos de su naturaleza y sustancia. Todo cuerpo, toda sustancia material envuelve composición de materia prima y forma sustancial: toda sustancia espiritual excluye esta composición. He aquí la única y la verdadera razón suficiente a priori, que explica la diversidad primitiva y absoluta entre el cuerpo y el espíritu.

Objeciones

Obj. 1ª No deben admitirse como principios de los cuerpos sino aquellos elementos que en ellos se descubren por medio de la síntesis y análisis de los mismos; es así que los procedimientos analíticos y los sintéticos nos conducen a la existencia de cuerpos simples, y no a la materia prima y forma sustancial, entidades que los experimentos químicos no descubren en ninguna parte: luego es inadmisible la teoría escolástica.

Resp. Cierto es que los procedimientos analíticos y sintéticos pertenecientes al orden físico y químico, no nos conducen al descubrimiento de la materia prima y de la forma sustancial, por la sencilla razón de que éstos nunca existen ni pueden existir aisladamente, o separadas la una de la otra; pero sí nos conducen a su descubrimiento los procedimientos analíticos y sintéticos de la razón, apoyada en inducciones experimentales, a la vez que en conceptos ontológicos y racionales. Los principios o elementos que la física y la química descubren en los cuerpos, presuponen necesariamente otros principios anteriores y más íntimos; porque esos elementos son cuerpos verdaderos, completos, divisibles, extensos y sobre todo distintos unos de otros en su naturaleza; y [196] lo que aquí se busca precisamente son los principios de todos los cuerpos, y no de los que son más o menos compuestos: lo que aquí se busca son principios de tal naturaleza que por ellos pueda explicarse, no solamente porqué el agua es distinta del aire, para lo cual bastarían tal vez los principios señalados por la química, sino porqué el oxígeno es distinto del hidrógeno, porqué la naturaleza y propiedades del cuerpo A, sea simple o sea compuesto, es diversa de la naturaleza y propiedades del cuerpo C. En una palabra: aquí se trata, no de los principios accidentales y secundarios, sino de los principios esenciales y primitivos de los cuerpos. Luego los principios señalados por los químicos, están fuera de las condiciones naturales del presente problema, según dejamos ya indicado.

Obj. 2ª Si la materia prima es una pura potencia que no incluye ninguna actualidad, ni de esencia, ni de existencia, como dicen los Escolásticos, se identifica con la nada, y por consiguiente, mal podrá ser principio real de los cuerpos. Lo cual se confirma con la definición de la misma por Aristóteles, cuando dice que non est quid, nec quale, nec quantum, ned aliquid eorum per quae ens determinatur.

Resp. Es falso que la materia prima se identifique con la nada por no tener de sí y en sí sola ninguna naturaleza determinada, ni la actualidad de la existencia, la cual presupone la esencia determinada y singular que recibe aquélla. Entre la nada absoluta y la esencia actual o el ser en acto y como existente, media la potencia subjetiva e interna para recibir la actualidad y determinación, de manera que la materia prima, si bien puede apellidarse prope nihil, como decía san Agustín, no se identifica con la nada, sino que es una realidad positiva, cuyo ser propio consiste en la aptitud o potencia para constituir una esencia determinada al ser actuada por la forma sustancial.

La oscuridad que acompaña esta concepción de la materia prima, trae su origen: 1º del olvido e ignorancia de la doctrina de la filosofía cristiana, sobre la división del ente en acto y potencia: 2º y principalmente, de la dificultad que [197] experimentamos para concebir, o mejor dicho, imaginar una realidad o entidad positiva sin existencia actual; pero esta dificultad desaparece, en gran parte, si se tiene presente que la materia prima no se ha de concebir como una realidad o entidad puesta en la naturaleza sin acto de existir, porque esto equivaldría a concebir una cosa como existente sin existencia; sino que se debe concebir como una entidad que, aunque de sí, o sea en cuanto es solamente una potencia real para trasformarse en la esencia A o B, no tiene existencia actual, porque ésta presupone la esencia, sin embargo siempre existe actualmente y de hecho, en atención a que siempre se halla actuada de hecho y determinada por alguna forma sustancial que la hace capaz para recibir la existencia simultáneamente con la forma.

Por lo que hace a la definición de Aristóteles, lo único que significa es que, a causa de la realidad mínima de la materia prima y de su imperfección suma como ser real, es más fácil formar idea de sus caracteres y predicados por medio de negaciones que de afirmaciones.

El dicho vulgar: los extremos se tocan, tiene aquí una aplicación práctica y filosófica. La realidad suma y la actualidad infinita de Dios, nos obliga a proceder por negaciones más bien que por afirmaciones, según enseña santo Tomás, para formar idea de la esencia divina y sus atributos; y a lo mismo nos obliga la materia prima, por la razón inversa, o sea a causa de su mínima realidad y de su completa potencialidad.

Obj. 3ª Los progresos y experimentos realizados últimamente por la química, demuestran que lo que los antiguos consideraban como generaciones y corrupciones sustanciales, son en realidad meras composiciones y descomposiciones: así, por ejemplo, el agua se resuelve en oxígeno e hidrógeno por medio de la electricidad, la cual vuelve a formarla otra vez reuniendo aquellos fluidos. Luego no hay necesidad ni motivo racional, para admitir la generación de sustancias, ni por consiguiente la existencia de la materia prima y de la forma sustancial. [198]

Resp. Para comprender el poco valor real y científico de esta objeción, a la cual algunos conceden gran importancia, basta fijar la atención en las reflexiones siguientes:

a) Concedido todo lo que se afirma en la objeción, y concedido también que en el ejemplo puesto del agua y otros semejantes, no interviene verdadera generación sustancial, nada se puede inferir legítimamente contra la tesis establecida, en atención a que siempre quedará en pie la necesidad o posibilidad de la generación sustancial para esos componentes del agua, y sobre todo siempre será necesario buscar los primeros principios del oxígeno o de cualquiera otros cuerpos simples, y señalar la razón suficiente y el origen interno de la diversidad de esencias y propiedades entre los varios cuerpos simples que admiten los químicos. Es decir, que el problema queda intacto en el fondo, y la objeción sólo se refiere a ciertos detalles secundarios, a saber, si en el caso A y en el caso B hay verdadera generación o producción de una sustancia, o si sólo hay combinación de varios cuerpos.

b) La verdad es, sin embargo, que los químicos no tienen derecho a negar la generación sustancial, aun con respecto a los cuerpos inorgánicos compuestos, ya porque la misma química descompone cada día los cuerpos que antes consideraba como simples, ya principalmente porque los mismos cuerpos apellidados simples, como el oxígeno, las bases metálicas, &c., incluyen el fluido eléctrico, que los acompaña inseparablemente. Luego mientras los químicos no nos presenten un cuerpo privado y separado de toda especie y modo de electricidad, no pueden demostrar la existencia de cuerpos absolutamente simples, ni establecer, por consiguiente, demostrativamente la no existencia, ni la imposibilidad de la generación sustancial, aun con respecto a los cuerpos mixtos o compuestos.

c) No hay repugnancia o contradicción alguna entre los experimentos químicos y la teoría escolástica; y esto no solamente por las razones anteriormente indicadas, sino porque admitidos los experimentos y sus resultados sensibles, [199] el químico y el partidario de la teoría escolástica, podrán discrepar en orden a las deducciones racionales de los mismos. Mientras el químico, en los fenómenos y experimentos relativos al agua, v. gr., no verá más que una mera composición y descomposición, unión y separación mecánica del hidrógeno y oxígeno, el segundo verá aquí una verdadera generación sustancial, o sea la producción y destrucción de una nueva sustancia, realizada por las fuerzas de la naturaleza oportunamente aplicadas y ayudadas del arte. Y en verdad que semejante deducción no podría tacharse de infundada totalmente. La diversidad de propiedades, descubre e indica la diversidad de esencia y de sustancia: siendo pues indudable que las propiedades y efectos del agua son muy diferentes de las propiedades del hidrógeno y del oxígeno, es muy probable que la esencia del agua es distinta sustancialmente de la de sus componentes. En resumen: los experimentos de la química y los fenómenos resultantes, nada prueban con certeza en pro ni en contra de la generación sustancial, siendo preciso, por consiguiente, acudir a otros fundamentos racionales y experimentales.

d) Finalmente, para convencerse hasta la evidencia de que la química nada puede oponer verdaderamente sólido y demostrativo contra la teoría aristotélico-escolástica, basta tener presente: 1º que su modo de explicar la formación y producción de los cuerpos que aparecen y desaparecen en la naturaleza, sólo es aplicable a los cuerpos compuestos de varios elementos, pero no a los simples o incapaces de descomposición, no sólo en virtud de los procedimientos químicos, sino también por las fuerzas de la naturaleza, siendo inevitable llegar a cuerpos de esta condición, so pena de proceder in infinitum: 2º que su teoría es igualmente inaplicable a los cuerpos compuestos, pero animales y vivientes, a no ser que nos señalen en el fondo de sus apartados y crisoles los elementos o moléculas que constituyen la vida en las plantas y animales.

Los cuerpos orgánicos y las sustancias vivientes opondrán siempre una valla insuperable a las teorías químicas y [200] atomistas, al paso que hablarán muy alto en favor de la teoría de la materia y de la forma sustancial (1).

{(1) Al terminar el examen y discusión del problema relativo a los principios constitutivos y primarios de los cuerpos, debemos recordar, que, a pesar de las preocupaciones filosóficas de la época, Leibnitz no pudo menos de reconocer y confesar la solidez de la teoría escolástica. He aquí cómo se expresa: «Lors que je m’étais affranchi du joug d’Aristote, j’avais donné dans les atomes, car c’est ce qui remplit le mieux l’imagination; mais en étant revenu, après bien des meditations, je m’apperçus qu’il est impossible de trouver le principes d’unne véritable unité dans la matière seule, ou amas de parties à l’infini. Or la multitude ne pouvant avoir sa réalité que dans unités véritables, qui viennent d’ailleurs, et sont tout autre chose que les points dont il est constant que le continu ne saurait être composé: donc pour trouver ces unités réelles je fus contraint de recourir à un atome formel, puis qu’un être materiel ne saurais être en même temps matériel et parfaitement indivisible, ou doué d’une vèritable unité. Il fallut donc rappeller et comme rehabiliter les formes substantielles, si décriées aujourd’hui.»