S. ROBERTO BELARMINO: LA CUESTIÓN DEL PAPA HEREJE [2 de 4]
El Papa hereje, por San Roberto Belarmino (II de IV)
La cuarta opinión es la de Cayetano[1] donde enseña que el Papa que es hereje manifiesto no es depuesto por el mismo hecho (ipso facto) sino que puede y debe ser depuesto por la Iglesia; la cual sentencia, según mi opinión, no puede defenderse. Pues, en primer lugar, que el hereje manifiesto esté depuesto por el mismo hecho (ipso facto), se prueba por medio de la autoridad y de la razón.
La autoridad es S. Pablo, que en la epístola a Tito, cap. III ordena que el hereje, después de dos correcciones, es decir, después que se muestre manifiestamente pertinaz, debe ser evitado, y lo entiende antes de toda excomunión y sentencia del juez, como allí mismo escribe Jerónimo, donde dice que los otros pecadores son excluidos de la Iglesia por medio de la sentencia de excomunión, mientras que los herejes por sí se alejan y separan del cuerpo de Cristo: pero el Papa que permanece como tal, no puede ser evitado, pues ¿cómo evitaremos a nuestra cabeza? ¿cómo nos alejaremos de un miembro unido a nosotros?
La razón, en efecto es certísima: el no-cristiano no puede en modo alguno ser Papa, como confiesa el mismo Cayetano en el mismo libro, cap. 26 y la razón es que no puede ser Cabeza el que no es miembro; y no es miembro de la Iglesia el que no es cristiano; pero el hereje manifiesto no es cristiano como claramente enseña Cipriano[2], Atanasio[3], Agustín[4], Jerónimo[5], y otros; por lo tanto, el hereje manifiesto no puede ser Papa.
Responde Cayetano[6] que el hereje no es cristiano simpliciter sino secundum quid, puesto que dos son las cosas que hacen al cristiano: la fe y el carácter; entonces el hereje, al perder la fe, todavía retiene el carácter y en razón del mismo todavía se adhiere de algún modo a la Iglesia y es capaz de jurisdicción; por lo tanto, todavía es Papa pero debe ser depuesto; ya que por la herejía está dispuesto, con disposición última, a no ser Papa, de la misma forma que se encuentra el hombre, no muerto sino en las últimas instancias.
Pero en contrario: en primer lugar, si el hereje, en razón del carácter, permanece unido a la Iglesia en acto (actu)[7], nunca podría ser cortado y separado en acto (actu) de ella ya que el carácter es indeleble[8]; pero todos reconocen que algunos pueden ser cortados de hecho por la Iglesia; por lo tanto, el carácter no hace al hereje estar en acto (actu) en la Iglesia[9], sino que solamente es un signo que estuvo en la Iglesia y que debe estar en ella. De la misma forma que el carácter impreso en la oveja no hace, cuando anda errante por los montes, que esté en el redil, sino que indica de qué redil se fugó, y al cual puede ser obligada de nuevo a volver. Y se confirma por Santo Tomás que en III, q. 8, art. 3 dice que aquellos que carecen de la fe no están unidos a Cristo en acto (actu), sino solo en potencia; en donde habla de la unión interna y no de la externa, que se da por la confesión de la fe y los sacramentos visibles. Y puesto que el carácter pertenece a lo interno y no a lo externo según Santo Tomás, entonces el carácter solo no une en acto (actu) al hombre con Cristo.
Además, o la fe es una disposición necesaria simpliciter para que alguien sea Papa o solo ad bene esse (para ser un buen Papa)[10]. Si es lo primero, entonces, quitada esta disposición por su contraria que es la herejía, inmediatamente el Papa deja de serlo, pues la forma no puede conservarse sin las disposiciones necesarias. Si lo segundo, entonces el Papa no puede ser depuesto a causa de la herejía, pues de la misma manera debería ser depuesto también por ignorancia, improbidad y cosas parecidas que eliminan la ciencia, probidad y demás disposiciones necesarias para ser un buen Papa. Y, además, Cayetano confiesa en el tratado antedicho, cap. 26, que el Papa no puede ser depuesto por defecto de las disposiciones necesarias ad bene esse (y no simpliciter).
Cayetano responde que la fe es una disposición necesaria simpliciter, pero parcial y no total y, por lo tanto, quitada la fe, todavía el Papa permanece Papa debido a la otra parte de la disposición, llamado carácter, que todavía permanece.
Pero en contrario: o la disposición total, que es el carácter y la fe, es necesaria simpliciter o no, sino que basta la parcial. Si lo primero, entonces, quitada la fe, ya no permanece la disposición necesaria simpliciter, puesto que la total era necesaria simpliciter. Si lo segundo, entonces la fe no se requiere sino ad bene esse, y por lo tanto el Papa no puede ser depuesto por ese defecto. Por último, las cosas que tienen una disposición última para perecer, poco tiempo después dejan de existir sin otra fuerza externa, como es obvio; por lo tanto, también el Papa hereje deja per se de serlo sin otra disposición.
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[1] Tract. de auctor. Papae et Conc. cap. 20 y 21.
[2] Lib. IV, epist. 2.
[3] Ser. 2 contra Arrian.
[4] Lib. de grat. Christ. cap. 20;
[5] Cont. Lucif.
[6] Apol. pro tract. cap. 25 y en el tratado mismo, cap. 22,
[7] Nota del editor: Opuesto a “en potencia”, como se ve más abajo. También podría traducirse “de hecho” o “en realidad”. Este último es el que usa Pío XII en la Mystici Corporis.
[8] Nota del editor: O en otras palabras: si lo que dice Cayetano fuera cierto entonces los herejes, cismáticos y excomulgados vitandos serían miembros de la Iglesia y podrían ser Papa. Lo absurdo de esta conclusión, contraria a la enseñanza de los Papas, es patente.
[9] Nota del editor: Aquí conviene aclarar algo: sin dudas que es el carácter bautismal lo que nos hace miembros de la Iglesia, pero, en los adultos, el efecto del carácter (membresía en la Iglesia), puede ser impedido por tres vías: herejía y cisma públicos y excomunión vitandus. Sobre este tema ver, por supuesto, este excelente trabajo de Mons. Fenton AQUI.
[10] Nota del editot: Términos escolásticos. Lo que hemos traducido como para ser un buen Papa literalmente significa “para ser bueno”, y se opone a simplemente existir.
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