LA NECESIDAD DE LA INTENCIÓN PARA CONFERIR EL ORDEN SACERDOTAL. CASO DEL OBISPO ANTONIO GONZÁLEZ ACUÑA
¿Es necesaria la intención interna de hacer lo que la Iglesia hace o vale incluso la intención contraria para la validez del sacramento?
Un ejemplo sorprendente de la necesidad de la intención lo proporciona el caso del obispo de Venezuela Antonio González de Acuña (1620-1682), quien declaró y confirmó con un juramento privado su intención interna adversa al ordenar a candidatos de sangre mestiza. Varios de estos candidatos se creyeron ordenados, pero cuando el caso fue remitido a Roma, la Sagrada Congregación del Concilio (13 de febrero de 1682) pronunció las Órdenes como inválidas en el caso de esos candidatos de sangre mestiza. (Papa Benedicto XIV: De Sacrosancto Missæ Sacrificio, 3, 10.)
Este es caso ilustrativo, donde fue necesario ordenar absolutamente a todo el clero nativo, como remedio a una ordenación nula, SOLAMENTE POR EL DEFECTO DE INTENCIÓN, defecto que el obispo González de Acuña guardó en su fuero interno hasta que en confesión se lo reveló a un sacerdote, quien le exigió el permiso de revelarlo a Roma, como condición para darle la absolución. Así lo explica Coomaraswamy Runstein:
“Hubo un Obispo en Sudamérica que estaba prejuiciado contra la ordenación del clero “nativo”. En su lecho de muerte él confesó que cuando ordenó al clero nativo ocultó siempre su intención. El sacerdote que oyó su confesión le negó la absolución a menos que le diera permiso para que este hecho fuera expuesto a las debidas autoridades. El permiso le fue concedido. Todo el clero nativo involucrado fue reordenado. Tales episodios son extremadamente raros en la historia de la Iglesia, y por obvias razones no se hacen normalmente públicos.”
Como se puede observar, el obispo cumplió con todos los ritos exteriores, pero en su fuero interno su intención no fue la intención de hacer lo que hace la Iglesia “rite et recte Ordinatus” como lo define el Papa Pablo IV en “Praeclara Carissimi”.
El caso ilustra sobre la improbable intención del Cardenal Lienart para recibir él mismo la consagración episcopal. Por lo tanto, Lienart nunca fue obispo, porque el fin de la masonería es esencialmente contrario a la la Iglesia ( Según el papa León XIII). Lienart era caballero Kadosch, grado 30 de la logia de rito escocés cuando recibió el «episcopado», según numerosas fuentes serias; el mismo Lefebvre afirma que Lienart era masón de alto grado . Un masón que ha llegado a este grado tan alto en la masonería hace el siguiente brindis con la sexta copa: » ¡Venganza contra tí, Dios de los cristianos, venganza por todo el daño infringido a Lucifer!», porque ha jurado adorar a Satanás.
De esto se deduce que no pudo ordenar sacerdote válidamente a Lefebvre, porque Lienart no era pudo recibir el episcopado. Y como el episcopado no se recibe sin ser antes sacerdote, Lefebvre nunca fue obispo, luego todo el linaje que depende de él carece del sacerdocio y no confeccionarían válidamente sacramentos, salvo el bautismo que puede confeccionar un seglar, si bien no solemnemente; sus confesiones serían, pues, nulas, y también sus consagraciones eucarísticas.
Dice Santo Tomás de Aquino en Suma Teologica, Supl, 40.5: «El poder episcopal depende del poder sacerdotal ya que nadie puede recibir el poder episcopal si aún no tiene el poder sacerdotal«; de lo que se concluye que si Lefebvre no era sacerdote, su consagración episcopal fue nula, los obispos y sacerdotes que dependen de su linaje son simples laicos con sotana cuyos sacramentos serían nulos, y su fieles, engañados, no estarían recibiendo la gracia de los sacramentos.
Todos aquellos que con averiada teología dicen que de forma absoluta el rito exterior confirma que hay intención de hacer lo que la Iglesia hace, o de recibirlo, o mienten o ignoran la teología sacramental, ya que esa afirmación está anatematiza por la Iglesia. La intención interior es absolutamente necesaria, y si no hay interiormente la intención de hacer lo que la Iglesia hace, el sacramente es inválido; con más razón es inválido si la intención es esencialmente contraria, como en el caso de un masón luciferino.
Veamos ahora la necesidad de intención según la teología moral tanto en el ministro como en el sujeto que recibe el sacramento. Pondré aquella parte común y unánime de las teologías morales ( en todo concuerdan las teologías consultadas: Royo Marín, San Alfonso María de Ligorio, Bernhard Häring, Noldin-Schmit, ..) si bien tomamos el texto samalticense: Compendio de la Teología Moral Salmaticense, que sigue a Santo Tomás de Aquino. Los paréntesis e color rojo son nuestros para ayudar a la aplicación de los principios.
Del Ministro de los Sacramentos, y sus requisitos
Pregunta. ¿Qué se requiere en los ministros para hacer sacramentos?
Respuesta. Que necessitate sacramenti; esto es: para lo válido se requiere tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia de Cristo. Necessitate praecepti, o para lo lícito, se requiere que esté en gracia, o lleve atricion existimata contritione: a lo menos para los sacramentos que piden ministro de orden. Para celebrar se requiere preceda confesión, como diremos en su lugar.
P. ¿Se requiere para el valor del Sacramento, que el ministro tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia Romana? R. Que no , sino que bastará tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia de Cristo: cualquiera que sea la que tiene en su mente, sea Luterana, Calviniana, u otra; porque el error particular del ministro no obsta al valor de los Sacramentos: como ni tampoco la falta de probidad, o de fe, ni el no tener intención de producir sus efectos: alias sería nulo el Bautismo [9] dado por un judío, pagano, o hereje, que no tuviese intención de bautizar in remisionem peccatorum. Lo contrario de lo cual confiesan unánimemente los Católicos, y enseña el Trident. Sess. 7. Can. 4.
P. ¿Qué es intención, y de cuántas maneras es? R. Que es: volitio finis cum advertencia. Consiste directamente en acto de voluntad, aunque suponiendo o connotando en oblicuo la advertencia de parte del entendimiento. Es de tres maneras, actual, virtual, y habitual. La actual o formal es: volitio concomitans administrationem in ministro, et receptionem sacramenti in subjecto: como cuando un Sacerdote quiere consagrar, y pensando actualmente en ello, consagra. La virtual es: volitio antecedens non distracta, nec retractata, sed continuata cum mediis concernentibus ad finem: como si un Sacerdote quiere consagrar, y se prepara, ora, se lava, se viste las sagradas vestiduras para ello, llega al altar, pero profiere distraido las palabras de la consagración. La habitual es: volitio antecedens distracta, et non retractata, nec continuata cum mediis conducentibus ad finem: como cuando el Sacerdote que tuvo intención de celebrar, se divierte después en el juego, o en otros negocios, que no tienen conexión alguna con el sacrificio; de manera que se haga juicio, que aquella su primera intención no persevera en sí, ni en su virtud, ni en algún efecto.
P. ¿Cuál de las dichas intenciones es necesaria para hacer Sacramentos? R. Que aunque la actual o formal sea la mejor, y que se debe procurar con todo esfuerzo, no es necesaria. La habitual no es suficiente; pues no persevera cuando se obra, y por lo mismo no influye en la obra. Mas aunque no baste para obrar, basta algunas veces para recibir Sacramentos; porque más se requiere en el agente, que en el paso; y así en este es suficiente aun la intención interpretativa para recibir los de la Penitencia, Confirmación, Extrema Unción, y Bautismo. Sola pues la intención virtual es suficiente, y necesaria para hacer sacramentos; porque por una parte persevera en ella la intención formal; y por otra mediante ella obra el ministro modo rationali, et humano.
Del sujeto de los Sacramentos, y sus disposiciones
P.¿Qué disposición se requiere en el sujeto para recibir válidamente los Sacramentos?
R. Que en los párvulos y perpetuamente amentes no se requiere alguna: como consta de la práctica común de la Iglesia. Su voluntad e intención o disposición la suple Cristo, o la misma Iglesia, como lo advierte S. Tom. 3. p. q. 68, art. 9. Los adultos deben tener intención actual, virtual, o habitual, o a lo menos interpretativa, como ya dijimos arriba; porque la recepción de los Sacramentos es acto humano; y así requiere algún consentimiento. (Es obvio que a un masón luciferino no se le puede suponer ninguna de las tres intenciones)
P¿Qué disposición se requiere en el sujeto para la lícita recepción de los Sacramentos?
R. Con distinción; porque si los Sacramentos son de muertos basta la atrición sobrenatural; porque no suponen en gracia al que los recibe, sino que son causativos de la primera gracia. Para los Sacramentos de vivos se requiere en el sujeto estado de gracia; porque ellos de sí causan segunda gracia, y así suponen en él la primera ( un masón está excomulgado latae sentencie, sin necesiadad de declaración, si es caballero Kadoch, como se puede asegurar moralmente que lo fue Lienart no puede estar en estado de gracia). Sobre si precisamente deba preceder confesión sacramental, cuando el sujeto se halla en pecado mortal, y puede cómodamente confesarse, puede deducirse de lo que ya dijimos acerca del ministro en el mismo caso. Convienen todos en que para la sagrada [12] Comunión debe preceder confesión en el que se halla en estado de culpa grave, sin que baste para ello la contrición o atrición existimata contritione. Esta se debe procurar, así por el ministro, como por el sujeto, cuando no hubiere copia de Confesor.
P. ¿Qué es atrición existimata contritione?
R. Que es la misma atrición sobrenatural juzgada por contrición con buena fe por aquel que la tiene; mediante el cual juicio se persuade prudentemente, que está en gracia ( no puede existir la atrición existimata contrition en un masón luciferino, caballero Kadosch, que pide venganza contra Dios) ; y así no peca recibiendo los Sacramentos de vivos, a excepción de la Eucaristía, a lo menos cuando cómodamente no puede confesarse; y así no añade cosa alguna sobre la atrición entitative, sino solamente existimative.
P. ¿Las disposiciones para recibir los Sacramentos son naturales o sobrenaturales?
R. Que deben ser sobrenaturales; porque la forma, y las disposiciones para recibirla deben estar en el mismo orden; y siendo la de los Sacramentos, esto es la gracia que causan, entitativamente sobrenatural, también lo deberán ser las disposiciones para recibirla. ( ¿Un masón luciferino podría tener disposiciones sobrenaturales, sin retractarse? ¡imposible!)
P. ¿Es lícito pedir los Sacramentos al ministro que se sabe ciertamente es indigno por estar en pecado mortal? R. Que en el artículo de la muerte, habiendo urgente necesidad, es lícito pedir y recibir los Sacramentos del Bautismo, y Penitencia de cualquiera Sacerdote, aunque sea hereje, o denunciado, no habiendo otro. Sin necesidad, o notable utilidad, no es lícito pedir los Sacramentos a ministro indigno, o que está en pecado mortal; porque la caridad nos obliga a evitar la culpa del prójimo, pudiendo hacerlo cómodamente. Menor causa basta, caeteris paribus, para pedir los Sacramentos al propio Párroco, o su Vicegerente, que a otro Sacerdote; por estar aquel, y no este obligados ex officio a administrarlos. También será suficiente menor motivo, para pedirlos al que ya está dispuesto a su administración, que al que no lo estuviere. Para cumplir con los preceptos anuales de la Confesión y Comunión, se pueden pedir a cualquiera tolerado, no habiendo otro. Si no nos constare ciertamente con certidumbre moral, que el ministro sea indigno, se le pueden pedir; porque debemos suponerlo idóneo y bueno para administrarlos: ni estamos obligados, [13] ni aun podemos investigar su idoneidad; pues esto no toca a ningún particular.
La conclusión es fácil para los que tienen prejuicios y aman la Verdad: Cristo. Lienart no fue jamás obispo, y a nadie confirió válidamente la ordenación sacerdotal.
Además, para quien le resulte difícil la teología sacramental, sólo ha de juzgar por las palabras infalibles de Nuestro Señor Jesucristo: » Por sus frutos los conoceréis» . Ved aquí los malos frutos del Eutiques de hoy.
DE LA RECEPCION DE SACRAMENTOS
De los requisitos por parte del sujeto. Además de las partes del sacramento y de la intención del ministro, también se requieren algunas cosas cuya falta vuelve inválida la recepción del sacramento, o válida sí, pero infructuosa.
a) Para que la recepción del sacramento sea válida, el sujeto receptor debe ser capaz, pero es capaz si es hábil para recibir la cosa y el sacramento. Si es incapaz, el sacramento se recibe inválidamente.
Hay que repetir aquí la doctrina de la dogmática, de que en cualquier sacramento se deben distinguir tres cosas:
+el solo sacramento, esto es, solamente lo que significa, pero no lo significado (signo sensible);
+la cosa sola, es decir lo que es significado y no significa más (la gracia producida por el sacramento)
+y, por fin, algo intermedio, la cosa y el sacramento, esto es, lo que es significado por un signo sensible (el carácter y, en otros sacra¬mentos, algún título de gracia).
b) Para que la recepción del sacramento sea también fructuosa el sujeto debe, además, estar dispuesto, disposición que existe si el sujeto está hábil para realizar la cosa del sacramento.
Luego, son posibles tres casos:
1. El sujeto es tanto capaz como dispuesto y, como consecuencia, el sacramento es válido y fructuoso (formado).
2. El sujeto es incapaz, por lo tanto el sacramento es inválido e infructuoso, porque no puede ser tenida la cosa si no sostiene antes la cosa y el sacramento.
3. El sujeto es ciertamente capaz pero no dispuesto y, como consecuencia, el sacramento es válido pero infructuoso (informe; pues la gracia santificante es forma del alma).
α. El defecto de disposición se llama óbice, porque obstaculiza el que la cosa y el sacramento produzcan ulteriormente la gracia en el alma.
ß. Quien conoce que falta la disposición (el óbice formal), recibe sacrílegamente el sacramento informe; quien lo ignore (óbice material), recibe el sacramento en forma neutral, esto es, ni tiene fruto ni comete pecado.
c) Para que sea legítima la recepción del sacramento, se requiere que el sujeto no esté excluido de los derechos de los católicos ni esté restringido en el uso de los derechos, de lo contrario la recepción del sacramento sería ilegítima (aunque tal vez exista capacidad y disposición).
Ilegítimamente recibirían el sacramento:
. los herejes, los cismáticos, los apóstatas;
. quienes estén envueltos en censura de excomunión o de interdicto personal porque, en lo que se refiere a los derechos de los bautizados, obsta el óbice que impide el vínculo de la comunión eclesiástica o la censura dictada por la Iglesia (can. 87; cf. cn.731 § 21 del Código del año 1917).
d) Se dice que los sacramentos son recibidos lícitamente, si por el receptor del sacramento son observadas todas las normas exigidas sobre el ministro, tiempo, lugar, vestido del cuerpo, etc., que por voluntad de Cristo y de la Iglesia deben ser observadas, aparte de las cosas y reglas esenciales del sacramento. Quien pues, recibe un sacramento ilícitamente, ciertamente recibe un sacramento verdadero, pero con su percepción comete pecado, grave o leve según que desprecie (o descuide) un precepto de mayor o menor importancia.
Pongamos un ejemplo:
En la recepción del Sacramento del Orden, el sujeto Marcel Lefebvre, ¿lo recibe lícita y válidamente?
Respondo:
Pareciera que en el sujeto hubiera buena disposición para recibir la cosa y el sacramento, y por tanto sería fructuosa su recepción siendo hábil para recibirlo.
Pero, por otra parte, sabemos con certeza (por lo que León XIII declara) que el dador del Sacramento del Orden, no había sido sujeto-él mismo- de recibir el Sacramento, por defecto de intención, es decir, previamente a su propia recepción del Episcopado era masón altígrado, lo que significa que había rendido culto a Satanás y era luciferino, y como la “intención de la masonería es ESENCIALMENTE contraria a la intención de la Iglesia (León XIII), se debe concluir en pura lógica que no era Obispo católico, y que además de la Excomunión que pesaba sobre él (Lienart) en la cual no podría ampararse Lefebvre para sostener la validez de su recepción del Orden sosteniendo que sólo hubiera existido ilicitud, existía el impedimento en Lienart , en su falta de intención católica, que tenía cuando “recibió” (que no recibió) el Episcopado.
Por tanto, Marcel Lefebvre pese a sus buenas disposiciones NO PUDO recibir NADA, no por él mismo, sino por Liénart, que era absolutamente inhábil e inepto.
En consecuencia, todos los “ordenados” y “consagrados” por Lefebvre no poseen el Orden Sacerdotal.
Simón Del Temple