LA GRATITUD E INGRATITUD
LA GRATITUD E INGRATITUD
Santo Tomás de Aquino
A) EL AGRADECIMIENTO
a) A todo bienechor se le debe agradecimiento
«Todo efecto es referido naturalmente a su causa, porque es necesario que el efecto esté ordenado siempre al fin del agente. Es evidente que el bienhechor, como tal, es causa del beneficio, y por esta razón el orden natural requiere que el que ha recibido el beneficio se convierta al bienhechor por la acción de gracias» (2-2 q.106 a.3 c).
b) La gratitud se distingue de otras virtudes y no está ircluída en ellas
«Según la diversidad de causas por las que algo es debido, se diversifica la razón de satisfacer el débito, de tal forma que siempre se contenga en lo mayor lo que es menos.
Mas en Dios se encuentra primera y principalmente la causa del débito, puesto que es el primer principio de todos nuestros bienes; en segundo lugar, en el padre, porque es el principio próximo de nuestra generación y enseñanza; en tercer lugar, en la persona que nos aventaja en dignidad, de la que proceden los beneficios comunes; en cuarto lugar, en algún bienhechor del que recibimos algunos privados y particulares beneficios, por los cuales le estamos obligados particularmente.
Mas en Dios se encuentra primera y principalmente la causa del débito, puesto que es el primer principio de todos nuestros bienes; en segundo lugar, en el padre, porque es el principio próximo de nuestra generación y enseñanza; en tercer lugar, en la persona que nos aventaja en dignidad, de la que proceden los beneficios comunes; en cuarto lugar, en algún bienhechor del que recibimos algunos privados y particulares beneficios, por los cuales le estamos obligados particularmente.
Ahora bien, como no todo lo que debemos a Dios, o al padre, o a una persona constituida en dignidad, lo debemos a algún bienhechor de quien hemos recibido algún beneficio particular, de ahí es que después de la religión, por la que tributamos a Dios el culto debido, y de la piedad, por la que reverenciamos a los padres, y de la observancia, por la que honramos a las personas superiores en dignidad, está la gracia o la gratitud, que recompensa el favor a los bienhechores; y se distingue de las antedichas virtudes como todo lo posterior se distingue de lo anterior, por ser aquello más imperfecto que esto» (2-2 q.106 a. 1 c).
c) Por eso en la religión se incluye la acción de gracias
«Así como la religión es una piedad sobreexcelente, así es también cierta gracia o gratitud excelente. Por esta razón ocupa el primer rango entre las cosas que pertenecen a la religión el tributo de gracias, que debemos a Dios» (2-2 q.106 a.l ad 1).
«Así como la religión es una piedad sobreexcelente, así es también cierta gracia o gratitud excelente. Por esta razón ocupa el primer rango entre las cosas que pertenecen a la religión el tributo de gracias, que debemos a Dios» (2-2 q.106 a.l ad 1).
d) La gratitud se reduce a la justicia y a la caridad
1. A la justicia
«La gratitud es parte de la justicia, no como especie de un género, sino por cierta reducción (de la gratitud) al género de la justicia» (2-2 q.108 a.5 ad 2).
2. A la caridad
«El débito de la gratitud se deriva de la caridad, la que cuanto más se paga más es debida, según aquello (Rom. XIII, 8): No debáis nada a nadie, sino que os améis los unos a los otros. Y, por tanto, no resulta inconveniente que la obligación de la gratitud sea interminable» (2-2 q.l06 a.6 ad 2).
1. A la justicia
«La gratitud es parte de la justicia, no como especie de un género, sino por cierta reducción (de la gratitud) al género de la justicia» (2-2 q.108 a.5 ad 2).
2. A la caridad
«El débito de la gratitud se deriva de la caridad, la que cuanto más se paga más es debida, según aquello (Rom. XIII, 8): No debáis nada a nadie, sino que os améis los unos a los otros. Y, por tanto, no resulta inconveniente que la obligación de la gratitud sea interminable» (2-2 q.l06 a.6 ad 2).
e) La acción de gracias está más en el afecto que en el efecto
1. El beneficio está más en la voluntad
«El agradecimiento considera el beneficio en cuanto es otorgado gratuitamente, lo cual pertenece al afecto. Por eso también la recompensa de la gratitud considera más el afecto del donante que el efecto» (2-2 q.106 a.5 c).
Según esto:
Todo acto moral depende de la voluntad. Por consiguiente, el beneficio, en cuanto es laudable y se le debe la recompensa de la gratitud, consiste materialmente en el efecto, pero formal y principalmente en la voluntad; por lo cual dice Séneca (cf. De benefic., 1,6): «El beneficio no consiste en lo que se hace o da„ sino en el ánimo del donante o bienhechor» (2-2 q.106 a.5 ad 1).
2. Y, por tanto, también la gratitud
1. El beneficio está más en la voluntad
«El agradecimiento considera el beneficio en cuanto es otorgado gratuitamente, lo cual pertenece al afecto. Por eso también la recompensa de la gratitud considera más el afecto del donante que el efecto» (2-2 q.106 a.5 c).
Según esto:
Todo acto moral depende de la voluntad. Por consiguiente, el beneficio, en cuanto es laudable y se le debe la recompensa de la gratitud, consiste materialmente en el efecto, pero formal y principalmente en la voluntad; por lo cual dice Séneca (cf. De benefic., 1,6): «El beneficio no consiste en lo que se hace o da„ sino en el ánimo del donante o bienhechor» (2-2 q.106 a.5 ad 1).
2. Y, por tanto, también la gratitud
Así como el beneficio consiste más en el afecto que en el efecto, igualmente la recompensa consiste más en el afecto; por lo cual dice Séneca (cf. De benefic., 2,22): «El que recibe agradeciendo el beneficio, paga la primera pensión del mismo. ¡Cuán gratamente llegan a nosotros los beneficios, demostrémoslo con la efusión de los afectos, atestiguándolo no sólo en presencia del bienhechor, sino en todas partes»(2-2 q.106 a.3 ad 5).
3. Se deriva del amor
«El deber de gratitud se deriva del deber de amor, del cual ninguno debe desear ser dispensado; por lo cual, el que uno tenga esta obligación contra su voluntad proviene de la falta de amor al que le hizo el beneficio» (2-2 q.107 a.l ad 3).
3. Se deriva del amor
«El deber de gratitud se deriva del deber de amor, del cual ninguno debe desear ser dispensado; por lo cual, el que uno tenga esta obligación contra su voluntad proviene de la falta de amor al que le hizo el beneficio» (2-2 q.107 a.l ad 3).
f) Se manifiesta en la veneración y honor al bienhechor
Se puede manifestar siempre el reconocimiento a una persona, por grande que sea su fortuna, tributándole reverencia y honor. Así dice el Filósofo (cf. Ethic., 8,14: Bk 1163b2)que «al más aventajado debe ofrecerse la retribución de honor, mas al indigente la de utilidad»; y Séneca (cf. De benefic., 6,29): «Tenemos muchos medios de retribuir aún a los poderosos: consejo sincero, trato asiduo, conversación agradable y exenta de adulación» (2-2 q.106 a.3 ad 5).
g) Debe tributarse el agradecimiento aunque haya imperfección en el beneficio
Es propio de buen corazón ser más sensible al bien que al mal; y por esto, si uno hizo un beneficio de modo no debido, no por esto debe el que lo recibe eximirse del agradecimiento. Si bien debe serlo menos que si lo hubiera recibido del modo debido, porque también el beneficio es menor, puesto que, como dice Séneca (cf. De benefic., 2,6), «mucho hizo la celeridad y mucho quitó la tardanza» (2-2 q.106 a.3 ad 2).
Es propio de buen corazón ser más sensible al bien que al mal; y por esto, si uno hizo un beneficio de modo no debido, no por esto debe el que lo recibe eximirse del agradecimiento. Si bien debe serlo menos que si lo hubiera recibido del modo debido, porque también el beneficio es menor, puesto que, como dice Séneca (cf. De benefic., 2,6), «mucho hizo la celeridad y mucho quitó la tardanza» (2-2 q.106 a.3 ad 2).
h) Tres requisitos para la gratitud
«Primero, que el hombre reconozca el beneficio recibido; segundo, que alabe y dé gracias; tercero, que retribuya según las condiciones de tiempo y lugar y conforme a sus medios» (2-2 q.107 a.2 c.).
i) A Dios le deben gratitud el inocente y el penitente
«La acción de gracias del que recibe mira al beneficio del donante; por eso, donde hay mayor gracia por parte del donante, requiérese mayor acción de gracias de parte del que la recibe. Mas la gracia es lo que se da gratuitamente; por lo cual la gracia por parte del donante puede ser mayor de dos maneras: Primera, por la cantidad del don, y de este modo el inocente está obligado a mayores acciones de gracias, puesto que le es dado por Dios mayor don y más continuado en igualdad de circunstancias, hablando en absoluto; y segundo, porque se da más gratuitamente, y en tal concepto está más obligado a dar gracias el penitente que el inocente, porque más gratuitamente se le da lo que le es dado por Dios, pues, siendo digno de pena, se le da la gracia» (2-2 q.106 a.2 c.).
«La acción de gracias del que recibe mira al beneficio del donante; por eso, donde hay mayor gracia por parte del donante, requiérese mayor acción de gracias de parte del que la recibe. Mas la gracia es lo que se da gratuitamente; por lo cual la gracia por parte del donante puede ser mayor de dos maneras: Primera, por la cantidad del don, y de este modo el inocente está obligado a mayores acciones de gracias, puesto que le es dado por Dios mayor don y más continuado en igualdad de circunstancias, hablando en absoluto; y segundo, porque se da más gratuitamente, y en tal concepto está más obligado a dar gracias el penitente que el inocente, porque más gratuitamente se le da lo que le es dado por Dios, pues, siendo digno de pena, se le da la gracia» (2-2 q.106 a.2 c.).
B) LA INGRATITUD
a) La ingratitud, defecto de gratitud
«Todo vicio recibe su denominación del defecto de aquella virtud a la que más se opone, como la mezquindad se opone más a la liberalidad que a la prodigalidad. Puede, empero, oponerse a la virtud de la gratitud un vicio por exceso, como si la recompensa del beneficio se hace por lo que no se debe o más pronto de lo que se debe. Pero más se opone a la gratitud el vicio que lo es por defecto, ya que la virtud del agradecimiento tiende a algo más. Y por esto denomínase propiamente ingratitud por defecto de gratitud» (2-2 q.107 a.2 c.).
b) Tres grados de ingratitud
«El primer grado de la ingratitud es que el hombre no retribuya el beneficio; el segundo, que lo disimule, como no demostrando haberlo recibido; el tercero y más grave es que no lo reconozca, ya por olvido, ya de cualquier otro modo.
Pertenece al primer grado de ingratitud el que uno retribuya mal por bien; al segundo, que uno censure el beneficio recibido; y al tercero, que repute el beneficio como maleficio» (2-2 q.107 a.2 c.).
c) El olvido es una especie de ingratitud
«El olvido del beneficio pertenece a la ingratitud; no el olvido que proviene de un defecto natural, que no está sometido a la voluntad, sino el olvido que proviene de la negligencia, porque, como dice Séneca (cf. De benefic., 3-1), «quien se abandona al olvido, muestra no haber pensado muchas veces en retribuir» (2-2 q.107 a.l ad 2).
«El olvido del beneficio pertenece a la ingratitud; no el olvido que proviene de un defecto natural, que no está sometido a la voluntad, sino el olvido que proviene de la negligencia, porque, como dice Séneca (cf. De benefic., 3-1), «quien se abandona al olvido, muestra no haber pensado muchas veces en retribuir» (2-2 q.107 a.l ad 2).
d) Malicia de la ingratitud
1. Es pecado
«La deuda de la gratitud es una deuda de honestidad, que la virtud exige; ahora bien, el pecado es pecado porque repugna a la virtud. Luego es evidente que toda ingratitud es pecado» (2-2 q.107 a.l c.).
2. A veces venial, a veces mortal
«Dícese uno ingrato de dos modos:
Primero, por la sola omisión, como, por ejemplo, el que no reconoce, o no alaba, o no retribuye el beneficio recibido; lo cual no siempre es pecado mortal, puesto que el deber de la gratitud exige que el hombre dé también algo liberalmente, a lo que no está obligado, y por esto, si lo omite, no peca mortalmente; mas sí peca venialmente, porque esto proviene de cierta negligencia o de alguna indisposición del hombre respecto de la virtud. Puede, sin embargo, suceder que aun la tal ingratitud sea pecado mortal, ya por desprecio interior, ya por la condición de lo que substrae, lo cual es debido necesariamente al beneficio, ya en absoluto, ya en algún caso de necesidad.
Segundo, se dice también que uno es ingrato porque no solamente omite cumplir el deber de la gratitud, sino porque obra lo contrario; y esto también, según la condición de lo que se hace, es unas veces pecado mortal y otras venial» (2-2 q.107 a.3 c.).
«La deuda de la gratitud es una deuda de honestidad, que la virtud exige; ahora bien, el pecado es pecado porque repugna a la virtud. Luego es evidente que toda ingratitud es pecado» (2-2 q.107 a.l c.).
2. A veces venial, a veces mortal
«Dícese uno ingrato de dos modos:
Primero, por la sola omisión, como, por ejemplo, el que no reconoce, o no alaba, o no retribuye el beneficio recibido; lo cual no siempre es pecado mortal, puesto que el deber de la gratitud exige que el hombre dé también algo liberalmente, a lo que no está obligado, y por esto, si lo omite, no peca mortalmente; mas sí peca venialmente, porque esto proviene de cierta negligencia o de alguna indisposición del hombre respecto de la virtud. Puede, sin embargo, suceder que aun la tal ingratitud sea pecado mortal, ya por desprecio interior, ya por la condición de lo que substrae, lo cual es debido necesariamente al beneficio, ya en absoluto, ya en algún caso de necesidad.
Segundo, se dice también que uno es ingrato porque no solamente omite cumplir el deber de la gratitud, sino porque obra lo contrario; y esto también, según la condición de lo que se hace, es unas veces pecado mortal y otras venial» (2-2 q.107 a.3 c.).
e) Todo pecado es ingratitud, si bien no siempre es ingratitud formal
1. Ingratitud material e ingratitud formal
«En todo pecado se encuentra una ingratitud material contra Dios, porque el hombre hace algo que puede ser englobado dentro de la ingratitud. Existe, en cambio, la ingratitud de un modo formal, cuando se desprecia actualmente el beneficio; y esto constituye un pecado especial» (2-2 q.107 a.2 ad 1).
1. Ingratitud material e ingratitud formal
«En todo pecado se encuentra una ingratitud material contra Dios, porque el hombre hace algo que puede ser englobado dentro de la ingratitud. Existe, en cambio, la ingratitud de un modo formal, cuando se desprecia actualmente el beneficio; y esto constituye un pecado especial» (2-2 q.107 a.2 ad 1).
2. La ingratitud y el pecado venial
«Por el pecado venial nadie es ingrato a Dios, según la razón perfecta de la ingratitud; encierra, sin embargo, alguna ingratitud, porque el pecado venial destruye algún acto de virtud, por el que el hombre honra a Dios» (2-2 q.107 a.3 ad 1).
«Por el pecado venial nadie es ingrato a Dios, según la razón perfecta de la ingratitud; encierra, sin embargo, alguna ingratitud, porque el pecado venial destruye algún acto de virtud, por el que el hombre honra a Dios» (2-2 q.107 a.3 ad 1).
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