CONSIDERACIONES SOBRE MONSEÑOR LEFEBVRE Y SU FSSPX
Para terminar con cuarenta años de Lefebvrismo
Con motivo del 40 aniversario de la famosa declaración de 21 de noviembre de 1974 del Arzobispo Lefebvre, Petrus, en un comunicado que no se anda por las ramas, ya muy conocido en Forum Catholique, hace una severa declaracion sobre la “farsa del Arzobispo Lefebvre” que quiere acabar de una vez por todas con el mito arraigado del “santo luchador contra la herejía modernista.”
Estamos totalmente de acuerdo con el fondo del artículo de Petrus; pero vamos a enmendar quizás un poco la forma. Somos conscientes de que nuestro propósito va a levantar ronchas, ya que va en contra de lo comúnmente aceptado. Esto no es juzgar al hombre, porque sólo Dios sondea los corazones, pero está claro que las desviaciones y errores graves de Mons. Lefebvre tienen consecuencias catastróficas; son las almas y la Iglesia quienes sufren hoy las consecuencias. Por supuesto, no hay que rechazar enteramente todo lo que hizo Mons. Lefebvre, pero ha llegado el momento de decir que estuvo muy lejos de ser un santo y un salvador … ¡oremos por él!
Los lectores pueden encontrar el artículo entero AQUÍ
He aquí algunos extractos:
Cuarenta años. Hace tan sólo cuarenta años que el Arzobispo Lefebvre publicó su famosa declaración del 21 de noviembre de 1974. En Itineraires Jean Madiran llegó a escribir que era “la carta de la Iglesia militante.” En realidad, es el principal acto fundacional del lefebvrismo y todos aquellos que se reclaman seguidores del fundador de Ecône todavía hoy hacen totalmente suya la declaración. […]
En esta declaración, proclamación fundacional del Lefebvrismo, se haya resumida y concentrada la inconsistencia fundamental del movimiento y pensamiento lefebvrista. En este documento Mons. Lefebvre reconoce que Pablo VI y los que le rodeaban en el Vaticano eran tanto la Roma modernista (a la que hay que desobedecer) como la Roma eterna (a la que hay que mantenerse fiel). […]
Dicho de otra manera, Mons. Lefebvre se erige en magisterio paralelo al mismo tiempo que reconoce la autoridad de Pablo VI. Es en él en quien recae la tarea de seleccionar (¿con qué autoridad? ¿qué infalibilidad se atribuye a sí mismo? ¿con qué legitimidad?) lo que es católico, lo que es aceptable, lo que está conforme con la Tradicion y lo que no lo está, en las palabras y acciones de los que reconoce como vicarios de Cristo. Estamos ante una exhorbitante atribución porque ¿quién es el garante infalible de la Tradición sino el magisterio, el Papa que, recordemos, es la regla viviente y próxima de la Fe? Es al Papa a quien pertenece decir con autoridad lo que está conforme con la Tradicion y lo que no lo esta, lo que es católico y lo que no lo es. Si se piensa y se actúa de otro modo, ya no se es católico. Donde está Pedro, allí está la Iglesia. […]
Esto demuestra que el lefebvrismo destruye los mismos fundamentos de la Iglesia y vicia el acto de fe. Porque si creemos las verdades de la fe (objeto de la revelación), es porque Dios (autor de la revelación) las ha revelado y la Iglesia nos las enseña (regla de la fe). La Iglesia goza, por consiguiente, de infalibilidad doctrinal. Hacer propio el discurso lefebvrista, es nada menos que destruir la Roca sobre la cual se asienta la Iglesia. […]
Mons. Lefebvre es como el Bazar municipal de París: allí se encuentra de todo… y lo contrario …! Esa es la razón por la que las actuales fracciones de la Fraternidad de San Pío X y de las comunidades amigas, se arrojan a la cara declaraciones contradictorias de Mons. Lefebvre para justificar la propia posición, siendo todas ellas perfectamente auténticas. Todos y cada uno se erigen en los verdaderos discípulos del fallecido fundador de la Fraternidad de San Pío X, y en guardianes de la Orden del Templo lefebvriano, sin preguntarse si estas divisiones fratricidas no se originan precisamente en las incoherencias, los titubeos y, hay que decirlo, la duplicidad de Mons. Lefebvre de quien lo menos que se puede decir es que no fue un modelo de estabilidad. […]
Él rehusó estampar su firma en el Breve examen crítico de los Cardenales Ottaviani y Bacci (de hecho, el texto fue escrito por el Padre Guérard des Lauriers que era de doctrina mucho más sólida que el fundador de la Fraternidad San Pío X, ¡aunque su tesis no nos convence [porque es una tesis herética]), pero firmó todos los documentos del Vaticano II …
Cuando necesitábamos un atleta de la fe, tuvimos un diplomático. Donde debería haber habido un confesor de la fe, tuvimos un prelado pragmático que navegaba según sus conveniencias. Donde debería haber habido un destructor incansable de la herejía y la apostasía, tuvimos un político tratando de hallar un lugar en la iglesia conciliar [ y a un hereje aún más peligroso]. Allí donde debería haber formado espíritus de fuego, almas ardientes, listas para cualquier sacrificio y persecución, no promovió más que personajillos aduladores de Monseñor (Monseñor dijo esto, Monseñor hizo lo otro, Monseñor pensaba así…), hipócritas, hombres sin consistencia, sin convicción, sin columna vertebral. […]
En ambas declaraciones [la de Mons. Lefebvre y más tarde la del obispo Fellay] se reconoce explícitamente que aprueban el nuevo código canónico de 1983, la validez de la Nueva Misa y de los nuevos sacramentos, la autoridad del ocupante de la Sede de Pedro y hasta el Vaticano II.
El día de las consagraciones episcopales, en la homilía, Mons. Lefebvre pidió que en su epitafio constaran las famosas palabras de San Pablo:” tradidi quod et accepi” transmití lo que recibí. Sus discípulos evidentemente obedecieron su recomendación. Y sus seguidores todavía caen arrobados ante esta declaración. Pero una vez más esto fue una farsa : ¿dónde aprendió Mons. Lefebvre que un concilio ecuménico promulgado por un verdadero Papa podría ser falible y meramente pastoral? ¿Dónde leyó que se podrían consagrar obispos contra la voluntad explícita y pública del que reconoce ser Vicario de Cristo?¿Dónde ha aprendido que el Magisterio ordinario y universal de la Iglesia no era necesariamente infalible o que para que lo fuera, se necesita el consenso no sólo en el espacio sino también en el tiempo? ¿Dónde ha aprendido que se puede erigir un seminario, preparar y ordenar sacerdotes contra la orden formal de la autoridad que se tiene por legítima? ¿Dónde ha aprendido que uno puede conferir el sacramento de la confirmación en cualquier diócesis del mundo sin siquiera comunicarlo a aquéllos que reconoce como obispos residenciales y legítimos? ¿Dónde ha aprendido que se puede llamar uno católico y al mismo tiempo desobedecer al que se reconoce públicamente como Vicario de Cristo? ¿En qué manual de teología católica ha aprendido que la canonización hecha por un verdadero Papa pudiera no ser infalible, o que la Misa, el Código de derecho canónico, el catecismo, los ritos de los sacramentos promulgados por el Papa a la Iglesia universal podrían ser nocivos y peligrosos para la fe? Dónde ha aprendido que uno puede expulsar de por vida de su supuesta hermandad y sin alguna vacilación a sacerdotes y diáconos que ha ordenado él mismo por la única razón de que en conciencia no podían decir, en el Canon de la Misa, estar en comunión con los ocupantes de la Sede de Pedro, que están destruyendo la Iglesia? ¿Dónde ha aprendido que se podía sin ningún problema de conciencia mandarlos a la calle sin ninguna preocupación por su subsistencia, su cobertura social, sus angustias y su abandono? En esto, por cierto, el obispo Fellay es un digno sucesor de Monseñor Lefebvre. Y es a este hombre a quien se presenta como santo, héroe y atleta de la fe, como el salvador de la Iglesia y de la Tradición. Siendo así que en verdad ha sido el más formidable y eficaz enterrador de las mismas.
Tal como escribió con dureza pero con justicia el difunto padre Barbara: después de Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II (y, podríamos añadir hoy Benedicto XVI y Francisco), Mons. Lefebvre fue uno de los principales destructores de la Iglesia militante, el más formidable adversario del sedevacantismo y por tanto de la verdad católica. ¿Cuántos sacerdotes y laicos me han dicho que se hubieran hecho sedevacantistas si no hubiera existido Mons. Lefebvre en quién habían puesto equivocadamente toda su confianza? Ciertamente no hay nada de que presumir en este desastroso resultado. Cada vez que había que tomar una decisión crucial, Lefebvre lo hizo mal: sobre la validez de la Misa y de los nuevos sacramentos, sobre la autoridad de los ocupantes ilegítimos de la sede de Pedro, sobre la aceptación de la liturgia y el breviario Juan XXIII, sobre la elección de hombres en puestos clave. […]
Es fácil de ver: la Sociedad de San Pío X no ha servido históricamente más que para canalizar y neutralizar la resistencia católica al Vaticano II y a las detestables reformas que se han derivado de él. Tal como el Frente Nacional ha conseguido neutralizar la resistencia francesa al mundialismo y a la destrucción de Francia. […]
¿Qué hay que hacer por aquellos que quieren permanecer integralmente católicos en las actuales tinieblas? Orar, santificarse, mantener la Fe en toda su integridad, ver claro acerca de la herejía modernista y de la impostura lefebvrista.
Dicho en pocas palabras, la iglesia conciliar no es la Iglesia Católica, los ocupantes de la Sede de Pedro desde Juan XXIII, no son vicarios de Cristo, Mons. Lefebvre no es el salvador de la Tradición, sino su enterrador. Todo lo demás son tonterías.
Por Clément LÉCUYER
Visto en Católicos Alerta
Excelente, aunque el original francés por ser más contundente es más claro con el hereje Lefebvre. Muy clara la historia en la Madre Patria que se adjunta con la prueba de que el heresiarca firmó todos los documentos del conciliábulo.
«Mons. Lefebvre fue uno de los principales destructores de la Iglesia militante, el más formidable adversario del sedevacantismo y por tanto de la verdad católica» -que razón tiene el autor-; y que aún sigue engañando a muchos que creyendo que profesan la verdadera fe, obedientes a sus «sacerdotes» sin misión alguna, están fuera de la Iglesia Católica. Estas pobres almas forman parte de la secta del P. fulano, o del P. mengano, que si son sacerdotes- asunto a probar-, confecciones los sacramentos ilegítimamente, pues están fuera de la Iglesia, aunque se vistan con sotana, griten, o celebren la verdadera Misa católica. El engaño de estos «sacerdotes» a las almas es mayúsculo. Y, sí, son el mayor obstáculo al verdadero sedevacantismo que quiere la reconstrucción de la jerarquía.
De acuerdo con el comentarista Carlos. La Tradición pudo haber tenido un sólido fundamento en España, pero como Lefebvre no les dijo que Montini no era papa, y no declaró la Sede vacante, los españoles estuvieron en la disyuntiva de optar por el cismático y hereje Lefebrve o por el que ellos creían que era papa. El sedevacantisto hubiera tenido una buena base en España, mucho más conservadora que la galicana Francia, pero Lefebvre lo impidió al optar por ser cismático y destruir la infalibilidad del Papa para sostener su postura herética. Los católicos españoles creían en la infalibilidad del papa, por eso la solución falsa de Lefebvre no se la tragaron los españoles. España se había destacado en el pasado en la lucha contra los antipapas; pero, en general, jamás apoyó a un cismático. Esta es la razón de que Lefebvre fracasará en España, gracias a Dios, pero hundió la verdadera posición católica: el sedevacantismo conclavista que ya defendía como pionero el Profesor D. Tomás de Tello en los principios de los años ochenta.
Me pregunto en dónde estaba Sapientia Sedei Filii y sus autores en 1974 cuando Monseñor Lefebvre hizo esa declaración, eran sedevacantistas? pertenecían a la Iglesia Católica? Eran de alguna secta preconciliar? No habían nacido?. Porque no escuchamos entonces sus voces denunciando el concilio Vaticano II, ni los pseudopapas. Dónde podemos encontrar bibliografía de este blog o sus autores denunciando la herejía y sentando la posición verdadera desde esa época?
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Respuesta de Sofronio: El resto de miembros de la Pía Unión Sede de la Sabiduría no sé donde estaban,algunos no habían nacido, en cambio yo, Sofronio, si lo sé: era un perseguidor de la Iglesia, un aborto, por lo tanto, el haber visto la luz no es mérito mío ninguno, nada tengo que no se me haya dado, todo lo he recibido gratis de Dios, por que eternamente así lo decidió Él. ¿había oído hablar usted «de mi conducta anterior en el judaísmo (la secta conciliar a la que reconocía como verdadera iglesia Lefebvre), cuán encarnizadamente la perseguía» (Gálatas 1, 22)
¿Leyó alguna vez sobre los pecados de David, que por la misericordia divina fue ungido por Dios, y el salmo 50 que todos los días de Cuaresma y de pasión rezamos en Laudes?
Lo que no veo es a qué viene su pregunta, esa manía de los lefevristas (herejes y cismáticos) de jamás argumentar, sino atacar ad hominem, infamarlos, estar ávidos de saber de sus vidas pasadas para calumniar a falta de argumentos porque no son de Dios.
¿Y usted? ¿ Nació ya en la secta cismática de Lefebvre? No nos lo diga, no nos interesa su pasado, sólo nos interesa aquellos que caminan a la verdad, estén en el punto del camino en que estén ahora.
¿Nunca leyó «Les aseguro que los publicanos y las prostitutas les llevan la delantera en el camino del Reino de Dios? Tampoco leyó que el publicano salió justificado, y el fariseo no?
¿Acaso, un convertido al catolicismo, debe adherirse al cismático y hereje Arrio, Nestorio o Lefebvre?
Le agradecería en lo sucesivo que si hace algún comentario los fundamente con el magisterio o algún autor de nota, y si no puedo hacerlo, ya que no encontrará nada en el magisterio de la Iglesia con que defender la posición cismática y sumamente herética de Lefebvre, que ataca la raíz misma de de nuestra religión, se abstenga de escribir aquí, se lo pido por favor, ya que sólo nos interesan los argumentos, y no tenemos ningún interés en los cuchicheo de alcobas ni en los chismes.
Gracias por leer esta modestísima web. Espero haber dado suficiente satisfacción a su curiosidad.
Cierto.
Lefebre, la POSICION OFICIAL de «reconocer y resistir», es una herejia que ha traido innumerables adherentes.
Quiza sea la mas popular entre los «catolicos tradicionalistas» hoy en dia.
Cierto.
Su «obra» sirvio para FRENAR el Sedevacantismo Conclavista (y por lo tanto, sirvio de «comparsa» para seguir manteniendo «en el trono» a los herejes)
Cuanto de esto fue por designio?
Fue el un desviado erroneamente extraviado?
Algunos suponemos, mas bien, que fue «oposicion controlada»… No olvidemos quien fue su «maestro» y «consagrante principal»…
Y dado que «por sus frutos conocereis», conocemos que el ha sido la figura mas dañina en los (asi llamados) «circulos tradis»
Efectivamente, Mons. Marcel Lefebre fue, para FINES PRACTICOS (independientemente de cual fuera la intencion de su ‘fuero interno’) una persona que funciono como OPOSICION CONTROLADA
cuya finalidad era evitar que los Catolicos cayesen en el «horrible pecado» del sedevacantismo y mantenerlos (controladitos, eso si) de algun modo «medio pegados» a la «roma apostata» que el mismo denuncio