S. MStª Mariæ Magdalenæ Pœnitentis, ora pro nobis

Es nuestro ruego que todo el que lea este librito consiga copias del mismo para distribuirlo a toda su familia y amigos, que exista un traductor en cada lengua, y que alcance hasta los confines del mundo. Ojalá su propagación sea un verdadero apostolado para cada católico verdadero. ¡Cuántas almas esperan salvarse, y qué abundante recompensa está encerrada para uno mismo en tal apostolado! “La caridad cubre muchedumbre de pecados” (1 Pet 4, 8) – Mons. Roberto F. Mckenna, O. P.

 

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PREFACIO

Este pequeño libro es tan valioso como largos tratados, tanto por la soberana importancia de la materia que trata (una materia por desgracia muy poco conocida por muchos cristianos) como por la abundancia de su doctrina y el interés de su aplicación práctica. “El gran medio de salvación” es el título que San Alfonso de Ligorio dio a un tratadito sobre la oración publicado con muchas otras obras de su pluma. Y era tan grande su confianza en la eficacia y el poder de la oración para asegurar la salvación de las almas, que él habría deseado ver ese librito en manos de todos. Sobre el ejercicio del amor de Dios y la perfecta contrición podemos decir con mucha mayor verdad que son “los grandes medios de salvación”, porque es más íntima y aún más estrecha la conexión entre un acto de caridad o contrición perfecta y la adquisición de la vida eterna, que entre la oración y la salvación.

Así, pues, quisiera ver esta obrita, como la del mismo San Alfonso, en las manos de todos, convencido como estoy de que una cuidadosa lectura y la puesta en práctica de sus enseñanzas abrirán la puerta del cielo a una multitud de almas que de otro modo arriesgarían su condenación eterna, y de que aumentará de modo maravilloso la gracia de Dios en quienes han sido fieles desde su bautismo.

Cada cristiano debe estar bien instruido sobre la importancia capital del acto de contrición perfecta y de caridad en razón de los inestimables beneficios que tal conocimiento puede brindarnos a la hora de la muerte y permitirnos brindarlo igualmente en el lecho de muerte a algún moribundo a quien la Providencia pudiera guiarnos. Ninguno, aún gozando de buena salud, debe olvidar esta verdad. Pero es sobre todo deseable que cada uno la custodie profundamente grabada en su corazón para las horas de enfermedad y los peligros de muerte.

Quiera Dios que este folleto sea distribuido lo más posible por todas partes. No hay duda de que su lectura estará acompañada de abundantes bendiciones.

P. AGUSTÍN LEHMKUHL, S. J.

PRÓLOGO

Esta obrita sucinta fue hallada providencialmente en una decrépita copia publicada en francés 75 años atrás. Éste es sin duda el asunto más importante que pudiera leer un católico o simplemente cualquiera: es en verdad la llave del Cielo. El conocimiento de la contrición perfecta es más importante hoy que nunca, ya que el Sacramento de la Penitencia ha sido casi completamente borrado por los enemigos de la Iglesia, y los verdaderos confesores son cada vez menos numerosos y más difíciles de encontrar.

Ten presente, al leer este folleto, cómo la contrición perfecta es aún –para los no bautizados— nada menos que el bautismo de deseo (in voto). En las palabras del profeta, no se puede menos que exclamar que “Convertíos al Señor Dios vuestro: puesto que es benigno, y misericordioso, y paciente, y de mucha clemencia, e inclinado a suspender el castigo” (Joel 2, 13). Donde está la contrición perfecta, allí está la caridad, y donde está la caridad, allí está la gracia santificante. Esta gracia, como enseña el Angélico Doctor Santo Tomás de Aquino, no está limitada a los sacramentos, signos y causas sensibles de la gracia. Y quienquiera que muera en estado de gracia se salva, como sin duda también se pierden quienes mueren sin ella. Con todo, este folletito no tiene intenciones polémicas sino que simplemente está destinado a aquellos que, por ignorancia de la contrición perfecta, enfrentan la desesperación del perdón a la hora de la muerte.

Es nuestro ruego que todo el que lea este librito consiga copias del mismo para distribuirlo a toda su familia y amigos, que exista un traductor en cada lengua, y que alcance hasta los confines del mundo. Ojalá su propagación sea un verdadero apostolado para cada católico verdadero. ¡Cuántas almas esperan salvarse, y qué abundante recompensa está encerrada para uno mismo en tal apostolado! “La caridad cubre muchedumbre de pecados” (1 Pet 4, 8)

MONS. ROBERTO F. MCKENNA, O. P.

Texto tomado de catolicosalerta.