El alma de los brutos.

Nociones previas.

1ª Pocas materias hay en filosofía que presenten tanta oscuridad y dificultad, como el problema relativo a la naturaleza del alma de los brutos. La variedad misma y contradicción de opiniones es una prueba de ello. Mientras unos, como Pereira y Descartes, hasta niegan la realidad del alma, convirtiendo a los brutos en meros autómatas, otros, cayendo en el extremo opuesto, les conceden un alma dotada de inteligencia, voluntad, generalización y comparación de ideas, con facultad de expresarlas y comunicarlas. Entre las obras modernas de fisiología, psicología e historia natural, apenas se encontrará alguna que no hable de inteligencia y voluntad en los animales. Semejante abuso de lenguaje constituye, a no dudarlo, uno de los vicios y defectos más transcendentales de la filosofía moderna; porque, aparte de otros inconvenientes, tiene el gravísimo de abrir la puerta al materialismo, borrando la línea que separa los animales del hombre. La verdadera filosofía y la ciencia racional, reconocen en los animales una extensa escala de facultades sensitivas, desde el tacto imperfecto y rudimentario de ciertas especies inferiores hasta la imaginación colocada en el confín de la inteligencia; reconocen instintos más o menos desarrollados y perfectos, pero no reconocen ni admiten en los animales inteligencia y voluntad; reconocen en ellos facultades cognoscitivas o perceptivas, porque estas denominaciones son comunes al conocimiento sensible y al intelectual, pero no reconocen facultades intelectuales, separadas por una distancia casi infinita de las sensibles, y mucho menos [271] reconocen en los animales la facultad de formar y comparar ideas generales, y deducir de éstas motivos de conducta (1) como les atribuyen algunos.

{(1) Todas estas facultades y algunas más, conceden y atribuyen a los animales algunos naturalistas modernos, según se ve en el siguiente pasaje tomado de una obra de historia natural, redactada en conformidad con el programa de la Universidad de París: «Otros animales más privilegiados gozan además de facultades intelectuales, o de la facultad de representar al espíritu las ideas producidas precedentemente por las sensaciones, de compararlas, de sacar de las mismas ideas generales, y de deducir de éstas motivos de conducta.
Finalmente, hay también otros seres animales que gozan de la facultad de comunicar a sus semejantes las ideas que poseen, bien sea por medio de ciertos movimientos, bien sea produciendo sonidos diversos.
Los variados fenómenos, con ayuda de los cuales los animales se ponen en comunicación con los objetos que los rodean, pueden referirse, como se ha visto, a seis facultades principales: la sensibilidad, la contractibilidad, la voluntad, el instinto, la inteligencia, la expresión. Las cuatro primeras existen en todos los animales, y las dos últimas en un pequeño número solamente.» Cours Elem. d’Hist. Natur. á l’usage des Colleges et des Maisons d’education, redigê conformement au programme d’ l’Université, par MM. Milne Edwards. A. Jussieu et Beudant, Zoologie, pág. 122.}

Para algunos, las almas de los brutos son cuerpos sutiles e invisibles. Hubo filósofos que opinaron que las almas de los brutos son, o espíritus de un orden superior, o las almas humanas que pasan de unos cuerpos a otros. Finalmente, hay quien opina que son sustancias espirituales, simples e indivisibles, capaces de existir por sí solas, que comienzan por creación y dejan de existir por aniquilación (1), bien que negándoles la inteligencia y la voluntad libre. [272]

{(1) Balmes, Tongiorgi y algunos otros filósofos católicos, admiten esta opinión, que nos parece poco conforme con los principios de la filosofía cristiana, según la cual Dios no aniquila lo que crea. Esto sin contar que con semejante teoría desaparece casi por completo la diferencia absoluta y sustancial entre el alma de los brutos y la del hombre.}

2ª Es bastante general en esta controversia, establecer que el alma de los brutos es semejante al alma racional en su sustancia, independiente de la materia en su ser, simple y espiritual, porque no puede ser cuerpo o materia. Semejante deducción dista mucho de ser legítima o necesaria; porque no está demostrado ni mucho menos, que todo lo que existe o toda realidad haya de ser necesariamente, o un cuerpo, o un espíritu. La verdad es que el concepto de ente o realidad, se predica y se verifica de cosas reales que ni son cuerpo, ni espíritu, como se ve en el movimiento local de un cuerpo, en la ciencia que posee Pedro, en los actos de imaginar, juzgar, desear, &c., que son reales, sin ser cuerpos ni espíritus.

Por otra parte, cuando se trata de entes o sustancias compuestas, como lo son los animales y demás sustancias materiales, lo perfecto y completo supone naturalmente lo imperfecto e incompleto; el ente total y completo presupone el ente-parte y el ente-principio, al menos con respecto a aquellos seres cuya esencia o naturaleza propia y específica abraza e incluye dos realidades distintas, aunque unidas íntimamente, como son los animales, cuya naturaleza no es ni el cuerpo solo, ni el alma sola. Luego es conforme a los principios racionales de la ciencia, reconocer la posibilidad y existencia de sustancias imperfectas e incompletas, las cuales podrán y deberán denominarse materiales o espirituales, sin ser cuerpos ni espíritus, en razón a que no constituyen por sí solas una esencia completa, ni pueden subsistir, es decir, tener o conservar la existencia, sin la unión actual con otra entidad.

3ª De lo dicho se colige, que si hay alguna entidad sustancial con aptitud esencial para constituir, en unión con un organismo determinado, una esencia completa, una sustancia perfecta y subsistente, pero de tal condición que pueda existir y obrar parcialmente, sin estar unida con la segunda, esta entidad sustancial, por lo mismo que tiene subsistencia, siquiera incompleta e imperfecta, podrá llamarse con propiedad sustancia espiritual. Pero si dicha entidad sustancial [273] es de tal condición que no pueden conservar su existencia, ni realizar operación alguna, sin la unión actual con el organismo con el cual constituye una esencia completa y específica, en este caso podrá denominarse entidad sustancial, porque es principio y parte de sustancia; podrá también llamarse espiritual e inmaterial en sentido negativo e impropio, negative, secundum quid, ya porque no es cuerpo ni materia, ya también porque la actividad que incluye como principio vital y forma sustancial de la esencia A (la esencia del animal), es de un orden superior y más independiente de las condiciones y leyes de la materia, que la actividad de las plantas y de los cuerpos inferiores.

Dadas estas nociones preliminares para fijar de alguna manera el sentido de la cuestión, he aquí ahora nuestra solución del problema relativo al alma de los brutos.

Tesis 1ª
Los brutos carecen de entendimiento y de voluntad libre.

Pruebas.

1ª El carácter más propio del entendimiento, como facultad distinta de los sentidos, es el conocimiento de los universales y de objetos puramente espirituales, como Dios, la verdad, la bondad, el ser, la sustancia, el orden, &c., al paso que los sentidos sólo perciben objetos materiales y singulares. Luego siendo indudable que los brutos, ni poseen conocimientos o ideas universales, aun con relación a las cosas materiales, como las ideas de cuerpo, de metal, de planta, ni mucho menos el conocimiento de objetos espirituales y de ideas independientes de toda materia, como Dios, los ángeles, la existencia, la verdad, el bien moral, &c., carecen de inteligencia propiamente dicha, y consiguientemente de voluntad libre, la cual radica en la inteligencia y presupone necesariamente la posesión de ideas universales. [274]

2ª La carencia de reflexión sobre los actos propios, y la consiguiente ausencia de perfectibilidad y progreso, demuestran también a posteriori la carencia de entendimiento y voluntad libre en los animales. Si el hombre es capaz de progreso y perfectibilidad sucesiva en las ciencias, las artes, las relaciones sociales y la economía de la vida, es porque posee la facultad de reflexionar sobre sus actos, facultades y potencias; facultad que combinada con la posesión de ideas universales, y con la fuerza o facultad de generalizar sus conocimientos, le hace capaz de conocer más perfectamente los fines varios de la vida y su relación o proporción con diferentes medios más o menos adecuados para llegar a su consecución. Luego los brutos carecen de entendimiento y voluntad libre o refleja, puesto que la experiencia demuestra que carecen de progreso y verdadera perfectibilidad, y esto no solamente en cuanto a las ciencias y al orden moral, sino con respecto a aquellas operaciones que tienen alguna analogía con las que proceden de la industria y del arte en el hombre.

«El hombre, escribe Bonald a este propósito, nace con la ignorancia de todo cuanto puede saber, pero con la capacidad de aprender de sus semejantes lo que ignora, de conocerlo todo y de conocerse a sí mismo. El bruto, por el contrario, nace instruido de todo lo que tiene que hacer, pero incapaz al propio tiempo de ir más lejos. Lo repito: el animal nace perfecto, o mejor dicho, finito: el hombre nace perfectible e infinito, por decirlo así, pues como dice Bosuet, puede llegar hasta lo infinito.» «El perro y el mono, añade De Maistre, se acercan al fuego y se calientan con placer como nosotros, pero no aprenderán jamás a echar un tizón sobre las ascuas.»

3ª La uniformidad constante que se observa en las diferentes especies de animales con relación a su modo de obrar, indica claramente que estas operaciones son necesarias e instintivas, procedentes de una fuerza ciega, o sea del instinto, y no de una fuerza dirigida por la inteligencia, cual es la voluntad. «Los brutos, dice santo Tomás, reciben [275] al principio o con su misma naturaleza la estimativa natural (la facultad de juzgar instintivamente), para conocer lo conveniente y lo nocivo, por lo mismo que no pueden adquirir este conocimiento por investigación propia. Empero el hombre puede llegar al conocimiento de esto y de otras muchas cosas, por medio del ejercicio de su propia razón.»

De aquí resulta también, que hasta la educación imperfecta, y más bien mecánica que inteligente de que son capaces algunos animales, es inútil y perdida para la especie, incapaz de comunicación convencional y de perfectibilidad (1); porque en lugar de inteligencia verdadera y voluntad libre, sólo poseen sensibilidad e instintos necesarios.

{(1) A propósito de esto escribe Bonald: «L’animal nait donc parfait ou fini, avec des impulsions données, des goûts determinés, des habitudes formées d’avance; il nait agé, pour ainsi parler, et instruit, au premier moment qu’il essaie ses forces, de tout ce qu’il fera quand l’age les aura dévelopées. Si les soins, et l’intelligence de l’homme etendent son instint, perfectionent ses habitudes natives… ces habitudes acquises sont perdues pour les espèces dans les quelles aucun progrés, aucun changement n’a eté remarqué depuis Aristote… L’homme au contraire, nait apprendre ou de tout inventer; mais il ne saura un jour que ce qu’il aura appris de la raison des outres ou découvert avec sa propre raison.» Recherches, cit. cap. 18.}

Tesis 2ª
Es errónea e inadmisible la opinión de los que asimilan el alma de los brutos a la del hombre, salva la posesión del entendimiento y voluntad.

El objeto de esta tesis es rechazar la teoría de ciertos filósofos cristianos, que al mismo tiempo que confiesan que el alma de los brutos carece de inteligencia y voluntad libre, y que no es inmortal extrinsece, porque es aniquilada por Dios, afirman que es una sustancia simple, espiritual y subsistente con subsistencia igual a la del alma [276] racional, es decir, capaz de conservar su ser separada del cuerpo; que es producida por creación de la nada, incorruptible e inmortal ab intrinseco, o atendidas las condiciones de su naturaleza.

No concebimos ciertamente cómo pueden sostener semejante teoría ciertos filósofos católicos; porque, aparte del peligro e inconveniente de conceder al alma de los brutos la inmortalidad interna y natural, se halla en contradicción con uno de los principios científicos reconocidos generalmente, y practicados con frecuencia por ellos mismos, a saber, que de la naturaleza y atributos esenciales de una cosa, debemos juzgar por las propiedades, potencias y operaciones de la misma, o en otros términos, que las propiedades sensibles, las potencias y operaciones de una cosa, revelan y descubren su esencia y atributos primitivos, puesto que aquellas emanan de la esencia, la cual es la razón suficiente de dichas propiedades, potencias y operaciones. Sobre la base, pues, de esta verdad, admitida generalmente por todos los hombres de ciencia, reconocida y hasta reducida a frecuente práctica por los que sostienen la opinión que combatimos, formaremos el siguiente raciocinio, tan sencillo como concluyente.

Las cosas que tienen la misma esencia, deben tener las mismas potencias y operaciones: luego si el alma de los brutos se asemeja a la del hombre por parte de los predicados y atributos esenciales, debe asemejarse también a ésta por parte de las potencias y operaciones. Es así que, por confesión de los mismos adversarios que combatimos, el alma de los brutos no se asemeja a la del hombre en cuanto a las potencias y operaciones, puesto que no posee el entendimiento y la voluntad libre que posee la del hombre. Luego tampoco pueden asemejarse ni convenir en cuanto a su esencia y atributos primitivos.

Otra razón. Es una verdad general de razón y de experiencia, que el modo de ser de una cosa está en relación con su modo de obrar, de manera que la dependencia o independencia en el obrar, demuestra e indica la dependencia o [277] independencia en el existir. Esta verdad, podemos decir axiomática de la ciencia, y que suele expresarse diciendo que operari sequitur esse, et juxta modum essendi est modus operandi, es incompatible también con la opinión que aquí combatimos; porque sus partidarios conceden lo que en buena filosofía nadie puede negar, a saber, que mientras en el hombre ciertas funciones vitales, como los actos propios del entendimiento y la voluntad, son independientes de toda materia y no se ejercen mediante órganos determinados, las funciones vitales en los animales dependen necesariamente del cuerpo y de su organismo, sin cuyo concurso no ejercen ningún acto. Luego es preciso admitir que la existencia o ser del alma de los brutos, tiene mayor dependencia de la materia que el alma del hombre, o lo que es lo mismo, luego el alma del hombre puede subsistir, es decir, existir sin la unión actual con la materia, y esto repugna al alma de los brutos, cuyas operaciones dependen todas de la materia.

Reasumiendo y aplicando la doctrina hasta aquí consignada, he aquí nuestra opinión acerca del alma de los brutos, bien que en esta materia es más fácil refutar las diferentes opiniones de los filósofos, que exponer y afirmar una doctrina precisa y positiva.

a) El alma de los brutos no es subsistente, ni siquiera con aquella subsistencia imperfecta que posee el alma racional; porque siendo dependiente del cuerpo en cuanto a todas sus operaciones, tiene dependencia del mismo en cuanto al ser, y por consiguiente, es incapaz de existir por sí sola sin el cuerpo.

b) Luego no debe ni puede denominarse sustancia, en sentido propio y absoluto, simpliciter, sino en un sentido impropio y relativo, secundum quid, puesto que no existe en sí y por sí sola, no tiene la subsistencia, ni aun incompleta del alma racional. Es, pues, parte o elemento esencial de una sustancia, es un principio sustancial, pero no es una sustancia.

c) El alma de los brutos es producida por generación, o mejor, por educción de la potencia de la materia, per [278] eductionem ex potentia materiae. La razón es, que el modo de producción de una cosa está en relación con su modo de ser: luego si el alma depende de la materia quoad esse et operari, debe depender también de la materia quoad fieri o por parte de la producción.

Para comprender mejor esto, téngase presente lo que se ha dicho sobre la generación sustancial y sus términos. En rigor filosófico, lo que se hace o produce, id quod fit, no es el alma del bruto, sino el bruto mismo o sea el individuo resultante de la unión del alma con tal cuerpo orgánico, o en otros términos, el compuesto que resulta de la actuación y determinación sustancial de la materia por el alma sensitiva, actuación que es el resultado de la trasmutación y transformación realizada en la materia por medio de la virtud activa y seminal sui generis del animal generante. Hay, pues, una verdadera confusión de conceptos, una decepción, como dice santo Tomás, cuando se considera el alma de los brutos, como término especial y aislado de la acción producente o generante (1), siendo así que no es id quod fit aut est, sino más bien id quo res fit, et est.

{(1) Por eso dice santo Tomás, hablando de ciertos filósofos: «In hoc videntur fuise decepti, quia attribuebant fieri proprie istis formis, cum tamen fieri non sit nisi compositi, cujus etiam proprie est esse: formae enim esse dicuntur, non ut subsistentes, sed ut quo composita sunt, (existunt) et vivunt, (si se trata de animales); unde et fieri dicuntur non propria factione, sed per factionem suppositorum.» Quodl. 9, art. 11.}

d) Luego es contrario a la razón y a las tradiciones de la filosofía cristiana decir que el alma de los brutos es aniquilada por Dios, ya porque este nada aniquila, ya porque no es producida por creación ex nihilo, como pretenden los partidarios de la aniquilación. El término natural y propio de la creación son las sustancias o seres subsistentes en sí y capaces de obrar por sí, y no las formas o principios de la sustancia, que no pueden existir ni obrar sino en unión y [279] dependencia de la materia. El operari, el fieri y el esse, son tres términos esencialmente correlativos; de manera que sólo las cosas que tienen operaciones propias e independientes, sólo las cosas que operantur per se, fiunt et sunt vel existunt per se.

e) En resumen: El alma de los brutos: 1º no es sustancia, porque no subsiste, ni con la sustancia perfecta, ni imperfecta: 2º no es inmaterial o espiritual con inmaterialidad positiva, porque no conviene con las sustancias propiamente espirituales, ni en cuanto al ser, ni en cuanto al obrar: 3º es una forma sustancial, porque es principio y acto esencial de una sustancia: 4º es más perfecta que la forma sustancial de los vegetales y sustancias inanimadas, porque contiene de una manera virtual y eminente sus perfecciones: 5º es material positive o absolutamente ablando, porque obra, es producida y existe con dependencia de la materia: 6º se puede apellidar, no obstante, inmaterial negative, en cuanto no es cuerpo, ni materia, y también similitudinarie o por afinidad y aproximación, en cuanto que las potencias y operaciones vitales que en ella radican, son de un orden superior a las de las plantas y cuerpos inanimados, y tienen cierta analogía y afinidad con las potencias y operaciones de las sustancias propiamente espirituales y subsistentes. [280]