Artículo
El movimiento.

El considerar los efectos, las especies, leyes y manifestaciones varias del movimiento en los cuerpos, pertenece a las ciencias físicas, razón por la cual nos limitaremos aquí a exponer algunas reflexiones sobre el movimiento como fenómeno general de los cuerpos, y como derivación de la esencia de éstos.

1ª Considerado el movimiento active et passive simul, es decir, en cuanto significa o abraza la fuerza movente y la movilidad, puede apellidarse propiedad general de los cuerpos, no habiendo ninguno que no sea capaz, o de mover otros cuerpos, o de recibir el movimiento. También puede decirse propiedad o afección general de los cuerpos, aun considerados activamente, en el sentido de que todo cuerpo o sustancia material contiene probablemente alguna fuerza o potencia activa capaz de realizar determinados movimientos u operaciones, dadas las condiciones oportunas para el ejercicio de la potencia: porque así como toda sustancia material tiene su esencia y naturaleza propia, así también debe tener una facultad operativa o una actividad potencial correspondiente a su naturaleza.

2ª En este sentido y por esta razón, decían los Escolásticos con Aristóteles, que la naturaleza es el principio del movimiento; principium et causa motus et quietis, ejus in quo est, «el principio y causa del movimiento y quietud del [209] sujeto o cuerpo en que tienen lugar estos fenómenos.» Porque en realidad de verdad, si se pregunta la causa o la razón suficiente porqué el cuerpo A ejerce tales o cuales movimientos y operaciones; y porqué tiene aptitud para recibir el movimiento A, y los estados de quietud B o C, diferentes de los movimientos, operaciones, estados de quietud del cuerpo B, podremos contestar con verdad que porque la esencia del cuerpo A es diferente de la esencia del cuerpo B, por lo mismo que tienen diferente forma sustancial, la cual, como acto primero y esencial de la sustancia material A, es la raíz primitiva de las potencias, facultades, movimientos y acciones propias de aquélla esencia, potencias y movimientos que se hallan en armonía con su perfección relativa en la escala de las sustancias corpóreas.

3ª De aquí es también que aunque en el lenguaje ordinario, tomamos y usamos como sinónimos los términos naturaleza y esencia, en rigor filosófico es diferente su significación. La esencia dice orden a la existencia, y ésta denominación corresponde a la cosa en cuanto incluye ciertos atributos o una entidad capaz de recibir la existencia: la misma entidad y esencia de la cosa, se dice naturaleza, en cuanto es base y principio de determinados movimientos y operaciones. «El nombre de naturaleza, dice santo Tomás, parece significar la esencia de la cosa, según que dice orden a su operación propia, siendo así que ninguna cosa está destituida de operación propia.»

Y conviene no perder de vista, que esta misma palabra naturaleza tiene además otras varias acepciones, que es preciso deslindar con cuidado para evitar equivocaciones en ésta, como en otras cuestiones filosóficas. Sus principales significaciones son: 1º Dios, como autor de los seres naturales; en cuyo sentido algunos filósofos, suelen apellidarle natura naturans, y con más propiedad san Agustín, natura creatrix: 2º la universalidad o conjunto de las cosas creadas; en cuyo sentido decimos que la naturalezaes efecto de una inteligencia: 3º la propensión y aptitud conforme con la naturaleza propia de un ser; y en este sentido se dice que el [210] vicio es contra la naturaleza del hombre: 4º los movimientos y operaciones que se ejecutan sin indiferencia ni libertad, y con determinación espontánea y necesaria ad unnum; y en este sentido decimos que la nutrición es una función natural, la circulación de la sangre un movimiento de la naturaleza animal: 5º lo que no excede las fuerzas de las causas segundas, o la comprensión de la razón humana; y en este sentido decimos que la resurrección de Lázaro excede las fuerzas de la naturaleza, y que el misterio de la Trinidad es sobrenatural: 6º el nacimiento respecto de los hombres, como cuando se dice que el hijo primogénito es preferido a los otros y primero que ellos por su naturaleza.

4ª También la palabra movimiento admite varias y diversas significaciones, que pueden dar origen a inexactitudes y confusión de ideas. En su sentido más lato e impropio, significa cualquiera operación o acto, y en esta acepción puede atribuirse y predicarse de Dios. En sentido menos lato, se toma como equivalente de mutación en virtud de la cual se adquiere o se pierde algo de nuevo interviniendo mutación real del ser; y en este sentido no conviene a Dios, que es absolutamente inmutable y excluye todo accidente, pero sí puede atribuirse a los ángeles, sujetos a modificaciones y operaciones accidentales. Limitando y determinando más su significación, se llama movimientotoda mutación sensible, es decir, capaz de ser percibida por los sentidos, siquiera se verifique instantáneamente, como la generación y corrupción sustancial de los cuerpos. Finalmente, en su significación propia el movimiento significa las mutaciones que se verifican o realizan de una manera sucesiva, como acontece cuando el agua pasa paulatinamente de un grado inferior de calor a otros superiores, y sobre todo en el movimiento local, que es el que se sobreentiende y es significado por esta palabra, si los antecedentes o las circunstancias no indican otra cosa.

5ª Las reflexiones que anteceden, y con especialidad lo que dejamos consignado acerca de la dependencia y relación del movimiento con la esencia o naturaleza de la cosa, como principio total, y con la forma sustancial como principio [211] radical y especial del mismo, si no demuestran, hacen por lo menos muy probable que el movimiento, al menos el local y sucesivo, es un accidente que se distingue realmente del cuerpo movido. Y en verdad que nos parece a todas luces improbable y hasta absurdo decir que la piedra que ahora está en movimiento, no ha experimentado ninguna mutación real, o que no tiene algo real que no tenía cuando estaba inmóvil. Por otra parte, es innegable que el movimiento de esta piedra se aumenta o disminuye, en circunstancias dadas, sin que por esto se aumente o disminuya la entidad o sustancia de la piedra: luego si el movimiento se identifica realmente con la piedra y no es una realidad accidental distinta de ésta, tendremos que admitir y conceder que se aumenta y disminuye la sustancia de la piedra.

6ª En virtud de la impenetrabilidad consiguiente a la extensión, la acción de un cuerpo sobre otro, va acompañada de una reacción igual y contraria. Si cuando el cuerpo A obra sobre el cuerpo B impeliéndole, este pudiera ser penetrado por el primero sin resistencia, como si se moviera en el vacío, no habría acción del cuerpo A sobre el cuerpo B. Mas no sucede así, sino que en virtud de su impenetrabilidad, el cuerpo B resiste con la fuerza necesaria para impedir su propia penetración, y por consiguiente con una reacción contraria e igual a la acción del cuerpo A.

7ª Infiérese de lo expuesto hasta aquí, que un cuerpo no puede mover a otro u obrar para producir y determinar en él alguna mutación, sino a condición de tener contacto, o inmediato, o mediato con el mismo. La razón es que, no pudiendo un accidente en su unidad e identidad numérica pasar de un sujeto a otro, el cuerpo A no puede mover o influir sobre el cuerpo C, con el cual se halla unido por contacto inmediato. Por eso, y en este sentido decían los Escolásticos, que el movente y la cosa movida deben estar juntos o unidos: movens et motum oportet esse simul, es decir, que el cuerpo [212] agente y movente debe tener conjunción con el cuerpo movido y paciente, o por medio del contacto inmediato de la propia extensión, contactu quantitatis, o por contacto de virtud, obrando sobre los cuerpos intermedios, y por medio de éstos sobre el paciente movido o inmutado. Además de esto, se puede decir en general de todo agente, sea corpóreo o espiritual, que para que produzca un efecto o mutación real en otro sujeto, debe tener presente a éste, o con presencia sustancial y de supuesto, praesentia suppositi, o al menos con presencia de la virtud activa.