Tesis
El alma racional es la forma sustancial del hombre, y por consiguiente se halla unida al cuerpo con unión sustancial.

Para convencerse de la verdad de esta proposición, basta tener presente que se verifican aquí todas las condiciones arriba indicadas para la unión sustancial.

a) Porque el sentido común, de acuerdo con la razón, nos dice que el hombre no es, ni el cuerpo solo, ni el alma sola, sino el compuesto de los dos. Nos dice igualmente que el hombre es una naturaleza o una especie completa, como lo es un animal, o una planta, y que Pedro, individuo compuesto de cuerpo y de alma racional, es lo que llamamos una persona humana y lo que constituye el yo humano; nos dice, en fin, que la denominación de yo se aplica al alma sola impropiamente, tomando la parte principal por el todo. Luego la unión entre el alma racional y el cuerpo es y debe llamarse sustancial, en cuanto produce o lleva consigo unidad sustancial de naturaleza y persona. [362]

b) El alma y el cuerpo son sustancias incompletas cada una de por sí, y se perfeccionan y completan recíprocamente. Acabamos de ver, que ni el cuerpo solo, ni el alma sola constituyen el hombre, que es la sustancia completa o específica. Por otra parte, el cuerpo recibe su organización propia y es cuerpo humano, en virtud de la información actual del alma racional; y por su lado, el alma no puede desarrollar, perfeccionar, ni siquiera ejercer todas las funciones de que es capaz, sin la cooperación del cuerpo, del cual depende evidentemente en las funciones u operaciones sensibles y vegetativas u orgánicas, y hasta en las puramente intelectuales, puesto que no se realizan sino a condición de ser determinadas y recibir la materia u objeto de la sensibilidad. Luego ni el cuerpo, ni el alma se poseen a sí mismos completamente quoad esse et operationem. Luego el uno y la otra son sustancias esencialmente incompletas que se completan recíprocamente por medio de su unión. Luego esta unión es una unión verdaderamente sustancial, o lo que es lo mismo, es unión informativa, según que el alma y porque el alma es forma sustancial del hombre.

2ª Otra prueba no menos convincente de la verdad de la tesis la hallaremos en que el alma racional reúne las dos condiciones fundamentales y características de la forma sustancial. Estas condiciones son, como queda indicado: 1ª que la cosa que se dice informada por ella, reciba su ser propio o su determinación específica de la misma, como de su principio interno inmediato; porque no se trata aquí de los principios externos o eficientes de la cosa, sino de los constitutivos o formales: 2ª que lo que se llama forma sustancial, sea una sustancia incompleta, de manera que no pueda existir en sí misma y por sí misma en razón de naturaleza y de supuesto o individuo completo, sino que tenga aptitud para comunicarse a otra sustancia parcial, y al mismo tiempo necesidad de verificarlo para constituir un ser perfecto quoad esse et operari.

Que la primera condición conviene al alma racional con respecto al hombre, no puede ponerse en duda, toda vez que [363] el cuerpo humano y el hombre reciben el ser y la determinación específica y esencial de tales por razón de la misma; de manera que puede decirse que el cuerpo humano es humano, y que el hombre es ésta determinada especie de sustancia y no otra, por razón y en fuerza del alma racional que los constituye tales, siendo, como es, la razón suficiente formal e interna porque el hombre es hombre o una sustancia distinta de todas las demás, y su cuerpo es humano.

No es menos incontestable que le conviene igualmente la segunda condición; porque el alma racional, no obstante la facultad que tiene de existir por sí sola después de separada del cuerpo, en este estado de separación no constituye una naturaleza completa, o sea la naturaleza humana, para lo cual necesita unirse con el cuerpo; y sobre todo, en este estado de separación, además de ser comunicable al cuerpo, lo cual basta para quitarle la subsistencia y personalidad perfecta, no se posee a sí misma completamente; puesto que no puede presentar, ni menos desenvolver todas las manifestaciones posibles de su actividad, no pudiendo ejercer las funciones de la vida animal y sensible. Luego el alma racional por sí sola y de sí misma, es una sustancia esencialmente incompleta, y como tal, ordenada naturalmente a unirse con otra sustancialmente, para constituir con ella una sustancia completa.

Pondremos término a estas pruebas con las siguientes reflexiones, que las resumen en parte, a la vez que las desenvuelven y aclaran.

1ª Para nosotros, que no vemos las esencias íntimas de las cosas en sí mismas, el medio más racional y legítimo para llegar la conocimiento de la verdad respecto de la naturaleza del hombre y de sus atributos, es la observación de los fenómenos psicológicos revelados en el sentido íntimo, siendo una verdad filosófica de sentido común, que la naturaleza de una cosa y las condiciones esenciales de su ser se hallan en necesaria relación con sus operaciones; porque, como dice santo Tomás, operari sequitur esse, et juxta modum operandi est modus essendi. Ahora bien: si la idea ontológica de la [364] personalidad completa exige que la sustancia a quien se atribuye la subsistencia perfecta se posea a sí misma quoad esse et operari, es decir, que pueda existir y producir sus operaciones por sí misma, sin necesidad de comunicarse a otra sustancia, es a todas luces evidente que el alma racional no constituye por sí sola la personalidad completa del hombre. En éste, además de las operaciones y funciones puramente intelectuales e inmateriales, existen otras de un orden inferior, cuales son las de sensibilidad, las cuales no pertenecen exclusivamente al alma, como las primeras, sino que dependen de órganos materiales con cuya cooperación se verifican: luego, o es preciso negar la unidad personal del yo humano, admitiendo en el hombre dos personas, una de las cuales sea el principio y el sujeto propio de las operaciones puramente intelectuales y espirituales, y la otra de los fenómenos de la sensibilidad, o es preciso admitir que el cuerpo entra como elemento sustancial de la personalidad humana.

2ª Aun cuando por medio de supremos esfuerzos del raciocinio o de cavilaciones más o menos sutiles, se pretendiera eludir la fuerza de la precedente demostración, bajo el pretexto de que las funciones de la sensibilidad proceden y residen en sola el alma, siempre quedaría en pie la dificultad con respecto a las funciones de la vida vegetativa u orgánica, las cuales radican también el alma, según se ha probado en el artículo anterior. Añádase a esto, que la hipótesis de que las funciones apellidadas orgánicas proceden de un principio vital distinto del alma, lleva consigo el grave inconveniente de dividir al hombre en dos sustancias vivientes, resultando de aquí que el hombre no podrá apellidarse un viviente, ni un ser vivo, sino dos sustancias o seres vivientes. Por otra parte, admitida esta hipótesis, no es fácil señalar la razón suficiente porqué al separarse al alma racional con sus facultades intelectuales y sensibles, el cuerpo queda privado también de toda función vital u orgánica. Ciertamente que si el principio vital de los fenómenos de la vida vegetativa es enteramente distinto del principio viviente, del cual proceden las funciones de la sensibilidad y del orden intelectual, como [365] se supone en la hipótesis indicada, los primeros podrán permanecer y manifestarse en el cuerpo humano después de la separación del alma racional.

3ª Finalmente, por grandes que sean las dificultades que presenta y presentará siempre el problema sobre la naturaleza de la unión entre el alma racional y el cuerpo, problema que es, sin disputa, uno de los más difíciles e importantes de la psicología, siempre será una verdad que la solución que dejamos consignada es preferible a la solución de la escuela platónica, o sea a la de todos los psicólogos antiguos o modernos, que coincidiendo en el fondo con esa teoría de Platón, reducen en realidad la unión del alma con el cuerpo a una unión accidental, incompleta e imperfecta, a la unión del motor al móvil, del agente principal al instrumento. Porque la verdad es que, según observa oportunamente santo Tomás, la unidad de naturaleza y la unidad personal del yo humano, desaparecen inevitablemente desde el momento que se supone verdadera semejante hipótesis.

El agente principal y su instrumento son dos sustancias, son dos naturalezas, son dos seres distintos entre sí, completos e independientes, de cuya unión jamás resulta ni puede resultar un solo supuesto, un solo individuo, una sola persona. El artífice que mueve o se sirve del martillo, el vapor que comunica el movimiento al buque, el fuego que calienta y agita el agua, solo se unen accidentalmente, solo se unen de una manera imperfecta y no sustancial e íntima, y por eso es que de su unión no resulta una sustancia, una naturaleza, un individuo, ni menos una persona. Luego si el alma racional sólo se une al cuerpo de alguno de los modos indicados, nos veremos precisados a admitir que el cuerpo es un supuesto o individuo completo, y el alma, a su vez, otro individuo, o sea una persona completa. Luego cuando decimos que Pedro raciocina, quiere y siente, la palabra Pedro solo significa el alma racional, y no el individuo compuesto de alma y cuerpo; y, sin embargo, a éste es a quien conviene la denominación de Pedro en el lenguaje y sentido común de los hombres. Además, si este nombre solo significa la [366] personalidad del alma racional, cuando queramos hablar de las operaciones o fenómenos propios del otro supuesto, será preciso inventar otro nombre, aplicable y correspondiente al cuerpo solo del hombre, puesto que las operaciones de un supuesto completo no se pueden atribuir a otro.

Concluyamos, pues, que si se han de evitar estos y otros graves inconvenientes y absurdos a que conduce la teoría platoniana en sus gradaciones y variedades, tanto el orden filosófico como en el teológico, es preciso reconocer que el alma racional se une al cuerpo como su forma sustancial. Lo cual no quiere decir otra cosa sino que el alma humana es una sustancia incompleta, incapaz por lo mismo de obrar completamente por sí sola, es decir, de ejercer y realizar independientemente de otra sustancia todas las operaciones o funciones vitales de que es capaz, todas las manifestaciones de su actividad: que no posee a sí misma perfectamente quoad esse et operari, condición necesaria para la subsistencia completa: finalmente, que tiene aptitud y como una tendencia necesaria a unirse con el cuerpo, para llegar por medio de esta unión al complemento específico de la naturaleza o esencia, o la subsistencia o personalidad completa, al ejercicio y desarrollo completo de su actividad y fuerzas vitales.

Escolio

Antes de terminar este artículo, bueno será advertir que cuando decimos que el alma racional se une al cuerpo humano como forma sustancial, no debe entenderse que se une al cuerpo organizado de antemano, de suerte que el cuerpo humano, o sea con organización humana, exista como tal, antes de ser animado y vivificado por el alma racional. Ésta, así como es causa y razón suficiente de la vivificación y animación del cuerpo, así también es causa de la organización humana y de todo lo que es actualidad o perfección en el hombre. La unión, pues, se verifica con la materia inmediatamente, materia prima, la cual recibe del alma racional, [367] como de forma sustancial, todo lo que hay en ella de actual, todas sus determinaciones, todo lo que tiene en acto; porque así lo exige el concepto de forma sustancial, según se verá el la Cosmología. Excusado es añadir, que esta doctrina es absolutamente independiente de la hipótesis que se adopte acerca del origen de la animación del feto humano; porque, bien sea que esta se verifique en su origen por el alma racional, bien sea que se verifique por medio de algún otro principio vital, siempre es necesario reconocer que cuando el alma racional entra en el cuerpo, entra como forma sustancial, es decir, como acto primero sustancial que actúa y determina esencialmente la materia; entra como principio vital único de todas las manifestaciones de la actividad humana.