Definición y razones de la Predestinación de S. Tomás

2.- Definición. Estos son los textos escriturísticos que constituyen el fundamento de las doctrinas agustianas y tomista de la predestinación. San Agustín lo ha resumido en esta definición: Prædestinatio est præsciencia et præparatio beneficiorum Dei, quibus certissime liberantur quicumquae liberantur. La predestinación es la presciencia y la preparación de los beneficios por los cuales se salvan ciertamente todos los que se salvan ( De dono perseverentiæ, c 14). San Agustín dice también de una manera más explícita ( De dono Prædestione Sanctorum, c,9) Præestinatione sua Deus ea Præscivit quæ fuerat ipse facturus. «Por su predestinación Dios ha pre­visto, lo que debía hacer, para conducir infaliblemente a sus elegidos a la vida eterna.»

Santo Tomás conserva esta definición de la predestinación (1, q. 23, a, 1): Ratio transmissionis creaturæ rationalis in fi­ne vitæ æternæ,  prædestinatio, nominatur, nam destinare est mittere. La predestinación es en el espíritu de Dios el plan de la conducción de este hombre o de este ángel al fin último sobrenatural. Y este plan, a la vez ordenado y querido, es ‘el que desde toda la eternidad determina los medios eficaces que con­ducirán a este hombre o a este ángel a su fin último. De éste modo Santo Tomás es enteramente fiel a la definición ‘en la cual San Agustín ha resumid las palabras de la Escritura.

3) Razones de la predestinación. ¿Por qué Dios ha elegido a unos, a los cuales siempre absuelve de sus pecados, y ha re­probado a otros después de haber permitido su impenitencia final?

Santo Tomás (ibid., a, 5, ad 3″2), responde, que en los pre­destinados ha querido representar su bondad por modo de ‘mi­sericordia, perdonando; .y en los demás manifestar su justicia. Esta respuesta está inmediatamente fundada en la Revelación, tal como se expresa en la Epístola a los Romanos (9, 22): «Si Dios, queriendo manifestar su enojo (es decir su justicia), y hacer patente su poder, sufre (es decir, permite) con mu­cha paciencia, a los vasos de ira, dispuestos para la perdición; y si ha querido también manifestar las riquezas de su gloria en vasos de misericordia, que Él preparó para la gloria… (¿dón­de está la injusticia?).»La bondad divina, por una parte, tiende a comunicarse, y por esto es el principio de la misericordia, y por otra parte, tiene un derecho imprescriptible de ser amada sobre todas las cosas, y así es el principio de la jus­ticia. Conviene que la bondad suprema se manifieste  bajo estos dos aspectos, y que aparezca el esplendor de la infinita justicia así como la claridad de la infinita misericordia. De esta ma­nera el mal no es permitido por Dios sino por un bien superior cuyo juez es la infinita sabiduría y que contemplarán los ele­gidos. Los tomistas nada agregan a esta enseñanza, sino que se contentan con defenderla. De idéntica manera proceden en la cuestión siguiente.

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