SAN GREGORIO NISENO

SOBRE LA VIRGINIDAD

Epístola exhortatoria a la vida de la Virtud

Esta obra, la mejor de las compuestas en el terreno ascético por el escritor capadocio, justifica plenamente el doble título de místico y de filósofo con que se ha venido caracterizando su figura. Su anhelo por profundizar y aprovechar para las verdades religiosas la ciencia especialmente neoplatónica nos recuerda a Orígenes, a quien tanto admiró, aunque preservándose, en general, de sus errores. Bien provisto de cultura profana y solícito por ofrecer la definición neta y un sistema claro, su pluma va conduciendo el entendimiento del lector hasta las más altas cimas del ideal ascético, sin olvidar, empero, la importancia del corazón, al que procura enardecer con el fuego de la fe y las doctrinas vivientes de la Iglesia.

El subtítulo mismo de Epístola exhortatoria a la vida de la virtud indica claramente que el contenido del tratado no se circunscribe a la integridad de la pureza corporal, sino que es cifra del ejercicio completo de la ascética, que ha de conducir a la perfecta unión con Dios. Los veinticuatro capítulos del tratado podrían agruparse en dos partes, la primera de las cuales (I-XIII) se detiene preferentemente en poner de manifiesto la grandeza de la virginidad, sus ventajas sobre el matrimonio y sus privilegios, exponiendo en la segunda (XI V-XXIV) lo que tal virtud exige de parte del hombre y los medios necesarios para su guarda.

ÍNDICE

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PARTE PRIMERA: EXCELENCIA DE LA VIRGINIDAD

1. LA VIRGINIDAD SUPERA TODO ENCOMIO.

2. LA VIRGINIDAD, ATRIBUTO DE LA NATURALEZA DIVINA E INCORPÓREA

3. RECUENTO DE LOS INCONVENIENTES DEL MATRIMONIO

4. PERTURBACIONES QUE ORIGINA ÉL MATRIMONIO Y EL NO VENCER LOS AFECTOS TERRENOS

5. CONVENIENCIA DE LA VIRGINIDAD PARA LA CONTEMPLACIÓN DIVINA

6. EJEMPLOS DE ELÍAS Y DE JUAN BAUTISTA EN ESTA MATERIA

7. MALES ACARREADOS POR LA DISIPACIÓN DE ESPÍRITU

8. LICITUD DEL MATRIMONIO Y CONVENIENTE MODERACIÓN EN ÉL

9. FUERZA E INFLUJO DE LA COSTUMBRE

10. DIFICULTAD DE PERCIBIR LA BELLEZA INCREADA

11. CAMINO PARA LLEGAR AL CONOCIMIENTO DE LA BELLEZA Y LA LUZ DIVINAS

12. ORIGEN CULPABLE DE NUESTRAS PASIONES Y CAMINO PARA RECOBRAR LA UNIÓN PERDIDA CON DIOS

13. LA VIRGINIDAD TRIUNFA SOBRE EL PODER DE LA MUERTE

PARTE SEGUNDA: CUALIDADES Y VIRTUDES QUE DEBE ENCERRAR EN SÍ LA VIRGINIDAD

14. ES NECESARIO QUE LA VIRGINIDAD ABRACE TODO EL CUERPO Y TODA EL ALMA

15. CUALQUIER MANCHA ES UN PELIGRO PARA LA VIRGINIDAD

16. DEBE LA VIRGEN HUIR DE LOS EXTREMOS Y JUNTAR LA SENCILLEZ CON LA PRUDENCIA

17. TODAS LAS FUERZAS DEL ALMA HAN DE ESTAR ORIENTADAS HACIA LA VIRTUD

18. VIRTUDES PRINCIPALES PROPIAS DE LA VIRGINIDAD

19. PRINCIPIOS, DESCENDENCIA Y MATRIMONIO ESPIRITUAL EN LA VIRGINIDAD

20. NO SE PUEDEN SERVIR AL PLACER Y A LA SABIDURÍA NI CONTRAER JUNTAMENTE EL MATRIMONIO ESPIRITUAL Y CORPORAL

21. MODOS Y USO QUE HA DE GUARDARSE EN EL PLACER

22. ARMONÍA DE LA VIRTUDES OPUESTAS Y MODERACIÓN EN LA ABSTINENCIA

23. NECESIDAD DE SEGUIR A UN DIRECTOR EXPERIMENTADO

24. NECESIDAD DE UN GUÍA Y DE LA IMITACIÓN DE CRISTO CRUCIFICADO

PARTE PRIMERA: EXCELENCIA DE LA VIRGINIDAD

1.LA VIRGINIDAD SUPERA TODO ENCOMIO

 

La noble figura de la virginidad, estimada por todos los que sinceramente justiprecian el bien y alcanzada sólo por aquellos a quienes la gracia de Dios ayuda a concebir y realizar tan buen deseo, encierra ya en su mismo sobrenombre un gran motivo laudatorio. Pues el epiteto incorrupto, aplicado comúnmente a la virginidad, es señal de la pureza que en ella se encierra, ya que, siendo muchos los dones que se alcanzan por la práctica de las virtudes, sólo éste ha merecido el epíteto de incorrupto,

Y si todavía debemos ennoblecer este privilegio con encomios del Dios máximo, baste el testimonio del divino Apóstol, que encierra en pocas palabras toda la suma de alabanzas, al llamar santo e irreprochable a quien estuviere adornado con esta gracia. Pues si el resultado de la virginidad es hacerle a uno irreprensible y santo—y estos dos nombres propia y directamente convienen a la gloria de Dios incorruptible—, ¿qué mayor alabanza de la virginidad que el que por estos medios aparezca como divinizando a los que participan de sus puros misterios hasta convertirlos en compañeros de la gloria del Dios único, verdaderamente santo e irreprensible, siendo familiares suyos por la pureza e incorrupción?

Todos cuantos se extienden en largas alabanzas, aún a costa de digresiones, como si con ellas añadiesen algo a la grandeza maravillosa de la virginidad, no son consecuentes, a mi modo de ver, consigo mismos; pues trabajan contra lo que pretenden, al hacer sospechosa su alabanza por los mismos encomios con que pretenden ensalzar su grandeza. Las cosas que son grandes por naturaleza, despiertan por sí mismas admiración y no necesitan para nada la recomendación de las palabras—así el sol, el firmamento y cualquiera de las maravillas del mundo—, mientras que, en las obras vulgares, las palabras, apuntalando la vaciedad de su fundamento, añaden cierta apariencia de grandeza con la habilidad del ditirambo. Por eso, casi siempre, la estima que se funda en la alabanza o la admiración, que se ha conseguido a fuerza de encomios, se tiene por sospechosa y sofística. La única alabanza cabal de la virginidad es que aparezca, como virtud superior a toda alabanza, y que la pureza sea más admirable por su género de vida que por su descripción o por sus encomios. El que pretenda ensalzarla buscando una gloria vana y crea posible enaltecerla con razonamientos humanos, se parece al que pretende añadir algo con una gota de su propio sudor a la inmensidad del mar.

Este tal o no conoce sus fuerzas o no sabe lo que alaba.