Para dar una idea de los estragos de la secta antilitúrgica, nos parece necesario examinar lo que los pretendidos reformadores de la Cristiandad han estado haciendo durante tres siglos, presentar un cuadro integral de sus hechos y su doctrina de“purificar” el culto divino. Nada podría ser más instructivo e indicado para ayudar a comprender las causas de la rápida propagación del protestantismo. Veremos así la sabiduría diabólica en acción, dando golpes certeros, y provocando infaliblemente enormes consecuencias.

La primera característica de la herejía antilitúrgica es el odio a la Tradición tal como se encuentra en las formulas usadas en el culto divino.

…Cualquier sectario que quiere introducir una nueva doctrina se encuentra, infaliblemente, enfrentando con la liturgia, que es tradición en lo más firme y en lo mejor, y no puede descansar hasta haber silenciado esa voz y haber arrancado esas páginas que recuerdan la fe de siglos pasados. En realidad ¿Cómo pudieron el luteranismo, el calvinismo, el anglicanismo, establecerse y mantener su influencia sobre las masas? Todo lo que debieron hacer fue sustituir nuevos libros y nuevas fórmulas, ya no habría nada que molestara a los nuevos maestros; podían seguir predicando como quisieran; desde ese momento, la fe de la gente estaba indefensa

…el segundo principio de la secta antilitúrgica: sustituir las fórmulas de las enseñanzas eclesiásticas con lecturas de las Sagradas Escrituras…Desde hace muchos siglos sabemos que la preferencia dada por todos los herejes a las Sagradas Escrituras, por sobre las definiciones de la Iglesia, no tiene otra razón que facilitar que la palabra de Dios diga todo cuanto ellos quieren que diga y manipularla a voluntad

El tercer principio de los herejes concerniente a la forma de la Liturgia es, habiendoeliminado las formulas eclesiásticas y proclamando la absoluta necesidad de usar solamente las palabras de la Escritura en el culto divino, y habiendo visto que la Sagrada Escritura no se somete siempre a todos sus propósitos como ellos quisieran, su tercer principio, decimos, es fabricar e introducir varias fórmulas llenas de perfidia, por las cuales la gente es movida a engaño con mayor seguridad y así será consolidada en los siglos próximos toda la estructura de la impía reforma…todos los sectarios  sin excepción empieza con la reivindicación de los derechos de la antigüedad. Quieren extirpar del cristianismo todo cuanto los errores y pasiones de los hombres le han insertado, todo cuanto es “falso” e “indigno de Dios”. Todo lo que quieren es lo primitivo y pretenden volver así a la cuna de las instituciones cristianas. Así ese fin podan, borran, cortan; todo cae bajo sus golpes, y cuando se espera ver reaparecer la pureza original del culto divino, uno mismo se encuentra cargado con fórmulas que datan de la noche anterior y que son incuestionablemente humanas, dado que el que las creo esta aún vivo…Puesto que la reforma litúrgica es llevada a cabo por los sectarios con la misma finalidad que la reforma del dogma, de la cual es su consecuencia…se sienten llevados a quitar de la Liturgia todas las ceremonias, todas las fórmulas que expresen los misterios…No más sacramentos, bendiciones, imágenes, reliquias de santos, procesiones, peregrinaciones, etc. No más altar, solamente una mesa; no más sacrificio, como en toda religión, sino solo una comida…

Dado que la reforma litúrgica tuvo uno de sus principales objetivos la abolición de los actos y fórmulas de significado místico, es una lógica consecuencia de ello que sus autores deban reivindicar el uso del vernáculo en el culto divinoA los ojos de los sectarios este es un punto importantísimo. El culto no es cosa secreta. La gente, dicen, debe comprender lo que canta. El odio al latín es innato en el corazón de todos los enemigos de Roma. Lo reconocen como el vínculo entre todos  los católicos en todo el universo, como el arsenal de la ortodoxia contra todas las sutilezas delespíritu sectario. Lo consideran el alma más eficaz del Papado. El espíritu de rebeldía que los lleva a confiar la oración universal al idioma de cada pueblo, de cada provincia, de cada siglo, ha dado por otra parte sus frutos y los reformados mismos perciben a cada momento que los católicos, a pesar de sus oraciones en latín, saborean mejor y cumplen con mayor celo que los protestantes los deberes del culto. En las iglesias católicas el culto divino se lleva a cabo  toda hora. El fiel católico que asiste a él deja su lengua materna en la puerta. Fuera del sermón no oye más que palabras misteriosas que, incluso, no son oídas en el momento más solemne del Canon de la Misa. Sin embargo, este misterio le encanta de tal modo que no siente celos de la suerte de los protestantes, aunque estos no oigan una sola palabra sin percibir su significado… Debemos admitir que el haber declarado la guerra a la lengua sagrada ha sido un golpe maestro del protestantismo. Si alguna vez tuviera éxito en destruirla estaría ciertamente en el camino de la victoria. Expuesta a miradas profanas, como una virgen que ha sido violada, desde ese momento la Liturgia ha perdido mucho de su carácter sagrado, y muy pronto la gente pensará que ya no vale la pena dejar de lado una tarea o un entrenamiento para ir a oír lo que se dice de la misma manera que en el mercado.

Al arrancar de la Liturgia el misterio que humilla a la razón, el protestantismo tuvo cuidado de no olvidar su consecuencia práctica, esto es, la liberación del esfuerzo y agobio del cuerpo impuesto por las reglas de la Liturgia papista. Ante todo, basta de ayuno, basta de abstinencia, basta de genuflexiones en la oración… Estas son las principales máximas de la secta antilitúrgica. Ciertamente, no hemos exagerado en ningún sentido. Todo cuanto hemos hecho ha sido revelar las doctrinas centenares de veces profesadas en los escritos de Lutero, Calvino, los ciento un signatarios de Magdeburgo, de Hospinien, Kemnitz, etc. Esos libros son de fácil consulta. Es decir, que lo que resulta de ellos es visible a los ojos de todo el mundo. Hemos creído útil arrojar una luz sobre los principales rasgos del sectarismo. Es siempre provechoso conocer el error…Toca ahora al lógico católico sacar las conclusiones.

Instituciones Litúrgicas, 1840.

Revista «Roma» N° 79, Pg. 50