Las causas del ente

Noción generales acerca del principio y de la causa.

1º Noción del principio.

Principio, hablando en general, se dice aquello de lo cual procede alguna cosa. De aquí se deduce que una cosa no puede llamarse principio, si no incluye tres condiciones: 1ª que el principio se distinga del principiado, al menos con distinción virtual y de razón: 2ª que el principio tenga algún modo de prioridad respecto de la cosa principiada: 3ª que haya alguna relación de conexión entre el principio y la cosa principiada. Esta conexión puede ser, o externa, como la que hay entre la aurora y el día; o interna, como la que hay entre la aurora y el día; o interna, como la que hay entre el sol y la luz, entre el axioma y la conclusión. La prioridad entre el principio y la cosa principiada puede ser prioridad de causalidad, prioridad de naturaleza, prioridad de tiempo o duración, &c., cuyas diferencias dejamos expuestas ya en la lógica.

Téngase presente también, que esta prioridad corresponde al principio considerado en cuanto es tal ente determinado; porque considerado reduplicative bajo la razón formal y precisa de principio, no es anterior, sino simultáneo con el principiado, como sucede en todos los conceptos relativos; y así como no podemos concebir al padre como padre, sin concebir al propio tiempo al hijo, así también el principio, como tal, encierra y exige el concepto de principiado como término de la relación; porque, según se ha dicho en la lógica, una de las propiedades de la relación es que sus extremos sunt simul natura et cognitione.

En armonía con la doctrina expuesta, podemos admitir [69] cuatro clases o géneros de principios: 1º principio de conocimiento, principium cognitionis: 2º principio de constitución o de esencia, principium constitutionis o essendi: 3º principio de origen, principium originis:4º principio de existencia, principium existendi. El primero se refiere al orden inteligible o de conocimiento, como el antecedente es principio del consiguiente, el axioma de la conclusión o tesis en él contenida. El segundo coincide con los elementos internos o partes de una naturaleza, como la materia y la forma respecto de los compuestos naturales y artificiales, los cimientos respecto de la casa, el oxígeno y el hidrógeno respecto del agua, &c. La aurora respecto del día, el entendimiento respecto de la libertad, ofrecen ejemplos del principio de origen. Finalmente, la razón de principio de existencia conviene al ser que determina la existencia de otro ser por medio de un influjo real, y coincide, por consiguiente, con lo que se llama causa eficiente.

Luego aunque toda causa es en realidad principio, no todo principio es causa; porque, como observa oportunamente santo Tomás, «este nombre principio, importa cierto orden; pero este nombre causa, importa cierto influjo en la existencia del ser causado.» Luego la razón de principio, considerado éste con precisión de la causa, sólo corresponde al principio de conocimiento, y con más propiedad todavía, al principio de origen.

2º Noción de causa.

Toda vez que la causa añade al principio una influencia real y positiva en la existencia del efecto, podremos definir la causa en general: «un principio que contiene en sí la razón suficiente del tránsito de una cosa del no ser al ser»: principium contiens in se rationem transitus alterius rei de non esse ad esse. De aquí se infiere, que para que una cosa pueda llamarse causa de otra, se necesitan por lo menos dos condiciones: 1ª que la cosa causada pase realmente del no ser al ser, o en un sentido completo y adecuado, como se verifica en la creación; o al menos parcialmente, como cuando se introduce nueva forma en la materia preexistente, [70] resultando de aquí un nuevo ser: 2ª que en el efecto o cosa causada haya dependencia y distinción real respecto de la causa; porque lo que recibe el ser de otro, depende de éste, y al mismo tiempo es necesariamente distinto de él, ya porque la causa es anterior naturalmente al efecto, por lo menos en orden de naturaleza, ya porque ninguna cosa puede darse a sí misma el ser (1).

{(1) Por esta razón enseña la teología católica que en el misterio augusto de la Trinidad, una persona puede decirse principio de otra, pero no causa, en atención a que la naturaleza o esencia comunicada, ni pasa del no ser al ser, ni tiene dependencia y distinción real de la persona comunicante, la cual es sólo principio de origen respecto de la otra.}

3º División de la causa en general.

Si la causa como causa y como distinta del principio se constituye por el influjo real en el efecto, los géneros o modos de este influjo deben constituir los géneros o clases de causas; y de aquí la división de la causa en material, formal, final y eficiente. Para la producción de un nuevo ser en las cosas creadas, concurren generalmente: 1º la causa material, o sea la materia en la que se introduce una nueva forma, como el mármol o tronco que reciben la forma de estatua, debiendo tenerse presente que cuando se trata de efectos espirituales o simples, como la acción de entender, de querer, &c., aunque estos efectos no tienen ni exigen materia propiamente dicha, puede, no obstante, decirse que el sujeto de cuya potencialidad y virtualidad se saca el acto, tiene razón de causa material respecto de éste: 2º la forma introducida en la materia, es lo que se llama causa formal, como la forma de la estatua, en el ejemplo indicado: 3º el fin que se propone el agente al obrar sobre la materia y producir la nueva forma, constituye la causa final: 4º finalmente, el agente que por medio de su acción produce en la materia o sujeto la nueva forma, constituye la causa eficiente, que es la principal entre todas, y a la que conviene con más propiedad [71] y perfección la razón de causa. Cuando un escultor hace una estatua de Alejandro para allegar recursos, la estatua es el efecto, el mármol de que la hizo, es su causa material; la disposición o forma que dio al mármol de manera que representara a Alejandro Magno, es su causa formal; el dinero que se propuso adquirir con su venta, es su causa final; el escultor que la trabajó, es su causa eficiente.

Algunos añaden a estas cuatro la causa instrumental y la causa ejemplar, pero en realidad son subdivisiones de las anteriores y se reducen a alguna de ellas. La causa instrumental pertenece a la causa eficiente, la cual se divide en principal e instrumental; pues así como el pintor es causa eficiente principal de un cuadro, así el pincel de que se sirve es la causa eficiente instrumental de éste.

Conviene, sin embargo, observar que la causa instrumental envuelve orden a dos acciones; una que le corresponde según su propia naturaleza, secundum se, como el cortar respecto de la sierra, trazar o señalar líneas respecto del pincel; otra que le corresponde en cuanto es instrumento de otra causa eficiente principal, como es el cortar de modo que resulte una mesa, trazar líneas para un cuadro, acciones y efectos que corresponden a la sierra y al pincel, en cuanto movidos y bajo acción e influjo del artífice. Excusado es decir que la causalidad propia del instrumento como causa instrumental, consiste más bien en la segunda que en la primera, por más que ésta sea una condición sine qua non para la segunda; pues, como dice santo Tomás, instrumentum non perficit actionem instrumentalem, nisi exercendo propriam. De aquí es que el efecto es superior y más noble que la causa instrumental, considerada ésta en sí misma y por parte de su acción propia y específica; pero no es superior y más noble, si se considera su acción en cuanto subordinada a la moción e influjo actual de la causa principal, o sea en cuanto vivificada y elevada por la moción y dirección de ésta.

Por lo que hace a la causa ejemplar, pude reducirse a la formal, en atención a que es la norma o tipo existente en la mente del operante, y que regula y dirige la producción e [72] introducción de la forma en la materia. Así la causa ejemplar de la estatua es la idea o imagen que el artista forma en su mente de antemano con la intención de trasladarla al mármol; de manera que así como la disposición artificiosa comunicada al mármol por el artista constituye la causa formal interna de la estatua, así la idea que le sirve de tipo ideal para esto, constituye la causa formal externa de la misma. Empero si consideramos esta misma idea en cuanto que el artífice intenta o se propone realizarla en la materia, entonces pasa a ser causa final. En resumen: si consideramos la causa ejemplar como el ideal de la forma que determina la materia y constituye con ésta el efecto, se reduce al orden de las causas formales: si la consideramos en cuanto se mueve o induce al agente a producirla en la materia, se reduce al orden de las causas finales.

Corolarios

1º Si comparamos los cuatro géneros de causas entre sí, la primera, en orden de naturaleza, entre las causas creadas, es la material, porque ex nihilo fit, y todo agente creado presupone alguna materia para obrar: la segunda es la causa final, que excita o mueve al agente a obrar: la tercera la causa eficiente, que produce y pone la forma en la materia: la cuarta es la causa formal, de cuya producción y unión con la materia resulta el efecto.

2º Si consideramos las cuatro causas con relación al efecto, veremos: 1º que la causa final, en cuanto tal y atendida su naturaleza propia, es más noble que el efecto, porque el fin, como fin, es superior al medio, y el efecto tiene razón de medio para conseguir el fin intentado por el agente: 2º la causa eficiente principal es más noble, o al menos, igual al efecto, puesto que ninguna cosa puede comunicar a otra lo que ella no tiene, o actual, o virtualmente: 3º la causa material y la formal, si se consideran o toman juntas, son tan nobles o perfectas como el efecto, con el cual se identifican; pero si se considera cada una de por sí, son inferiores al efecto, porque constituyen una parte del mismo. [73]

Toda esta filosofía es fundamento de la Suma Teológica de Santo Tomás, que puede encontrar resumida, en tan sólo 338 páginas en el Catecismo de la Suma Teológica  que puede adquirir aquí mismo.