Ontología 5: principios del ente: La esencia y la existencia.
La esencia y la existencia.
Hemos dicho antes que concebimos el ente como un concreto, en el cual la esencia es como el sujeto, y el ser o existencia es como la forma que se recibe en este sujeto. Cuando definimos el ente en común id quod habet vel potest habere esse, el id quod habet vel potest habere, significa y representa la esencia, y el esse el acto de existir. De aquí se infiere que estos dos conceptos son los elementos primordiales del ente, considerado en toda su abstracción y universalidad, y que la realidad objetiva que les corresponde se encuentra en todas las cosas. Esto indica, por otra parte, la importancia científica de estos conceptos, que vamos a analizar con la brevedad que exige un compendio elemental.
1º La esencia, como concepto simple y transcendental por su naturaleza, no es susceptible de definición rigurosa, sino de aclaraciones basadas sobre relaciones y puntos de vista diversos que nuestro entendimiento concibe en ella. Así decimos, por ejemplo, que la esencia es «aquello mediante lo cual, o por razón de lo cual, una cosa es o se constituye tal ser y no otro»: id quo res constituitur in determinatio entis genere: id quo res est id quod est, et non aliud; como la humanidad o la esencia humana es aquello por medio de lo cual se constituye el hombre, como ser determinado y distinto de los otros seres: o en otros términos, es la razón interna, primitiva y necesaria del ser y realidad que posee el hombre, distinguiéndole y separándole de todos los otros seres.
Por parte de su relación con la existencia, la esencia [23] puede definirse: «aquella cosa cuyo acto es el ser o existir»: id cujus actus est esse. Con relación a nuestro entendimiento: id sine quo res intelligi nequit; y también: id quo respondetur ad quaestionem quid est, aquello con que respondemos a la cuestión, ¿qué es tal o tal cosa? Con relación a los predicados, propiedades y accidentes que se le pueden atribuir: «aquello que es y se concibe como lo primario en la cosa y como raíz o razón suficiente de los demás predicados»: id quod est aut concipitur primum in re, et est radix caeterorum quae rei conveniunt.
2º Cuando definimos, no la esencia en general, sino las esencias determinadas de los seres, si las partes expresadas por la definición son partes lógicas que no se distinguen realmente prout existunt in re definita, la esencia definida se llama metafísica, como cuando se dice que la esencia del hombre consta de animalidad y racionalidad. Si por el contrario, la explicación y designación de la esencia se verifica por medio de partes físicas, es decir, que sean distintas realmente entre sí, según existen a parte rei en la cosa definida, como sucede cuando decimos que la esencia o naturaleza humana consta de alma racional y cuerpo, entonces la esencia definida se dice física.
Sin embargo, estas dos denominaciones, en la actualidad, se aplican más bien a significar y expresar los dos modos con que concebir podemos las esencias de las cosas. La esencia de una cosa, concebida o considerada con abstracción de su existencia actual, es la esencia metafísica: la misma esencia, considerada como existente o ejerciendo el acto de existir, es lo que ordinariamente se llama hoy esencia física, y en este sentido tomaremos aquí estas palabras.
3º En toda esencia nuestro entendimiento distingue y concibe, además de las determinaciones esenciales, otras secundarias que corresponden a realidades o aspectos de la realidad, las cuales, aunque no entran en el concepto de la esencia de la cosa, tienen íntima y necesaria conexión con la misma, y por esta razón son apellidadas propiedades, atributos, y con alguna frecuencia entre los antiguos, pasiones de la [24] esencia. Algunos llaman física a la esencia, en cuanto acompañada y perfeccionada por estas propiedades y también por las modificaciones puramente accidentales; reservando la denominación de metafísica para los conceptos o determinaciones pura y rigurosamente esenciales.
4º Estas propiedades y accidentes, junto con las acciones y manifestaciones sensibles a que dan origen, sirven de medio al entendimiento humano para llegar al conocimiento más o menos completo de las esencias de las cosas. Por lo mismo que no tenemos intuición ni percepción inmediata de estas esencias, es muy reducido el número de las que conocemos de una manera exacta y completa. Por otra razón dice también santo Tomás, que nos vemos obligados a designar las diferencias esenciales por medio de nombres que expresan las diferencias accidentales; pues las verdaderas diferencias esenciales de las cosas nos son con frecuencia desconocidas, y por lo mismo no tenemos nombres propios para expresarlas. Esto, sin embargo, no habla con los panteístas, y en especial con los hegelianos, que tienen el privilegio de la intuición transcendental, por medio de la cual conocen todas las esencias, y poseen la verdad absoluta, y crean o ponen la ciencia universal.
5º Toda vez que la esencia metafísica de una cosa prescinde de la existencia actual, y sólo incluye el conjunto de los predicados o determinaciones primitivas que constituyen el ser íntimo de la cosa y la distinguen de los demás seres, es preciso admitir que las esencias metafísicas de las cosas son inmutables absolutamente. Así es que cualquiera mutación que se suponga en ellas destruye su concepto. Si de la esencia del hombre quitamos la animalidad, o la racionalidad, o la sustancia, ya no será esencia del hombre, sino otra cosa. Por eso santo Tomás compara las esencias a los números, en los cuales la adición o sustracción de la unidad basta para cambiar la especie (1). [25]
{(1) «Si aliquid addatur vel substrahatur alicui numero, etiamsi sit minimum, non erit idem numerus secundum speciem, minimum enim in numeris est unitas, quae si addatur ternario, surgit [25] quaternarius… Et similiter est in definitionibus (las cuales contienen y expresan las esencias de las cosas definidas); quia quocumque addito vel ablato, est alia definitio, et alia natura speciei.»}
Sabido es que Descartes enseñó que las esencias metafísicas de las cosas están sujetas a mutabilidad, y que dependen de la libre voluntad de Dios, lo cual vale tanto como decir, que depende de la libre voluntad de Dios hacer que el vicio sea bueno y la virtud mala, que el hombre sea irracional y la piedra posea la racionalidad. Este es uno de los grandes descubrimientos del padre de la filosofía moderna, en su afán modesto de dar al género humano una nueva filosofía, y de prescindir de cuanto había enseñado la filosofía cristiana.
6º La cuestión más difícil en esta materia, es la que se refiere a la distinción real entre la esencia y la existencia en los seres creados o finitos. Los Escolásticos, que agitaron con calor este problema, no concuerdan en su solución, defendiendo unos y negando otros la distinción real entre estos dos elementos del ente actual finito. Y digo actual, porque la cuestión se refiere a la esencia actuada por la existencia, es decir, si la esencia humana que tiene Pedro, por ejemplo, se distingue realmente de la existencia con que existe ahora o actualmente.
Por lo que hace a la resolución del problema, tenemos por más probable la opinión de santo Tomás, que admite la distinción real entre la esencia y la existencia en los seres creados.
No es posible en un compendio elemental presentar, ni menos desarrollar las varias pruebas y raciocinios con que santo Tomás establece esta conclusión, a la que considera como una de las afirmaciones más fundamentales de la filosofía cristiana. Nos contentaremos con indicar solamente las siguientes reflexiones:
1ª El concepto propio de la existencia implica la actuación del ser o de la naturaleza en la cual se halla, y por consiguiente la esencia, como esencia, solo incluye y significa el [26] conjunto de determinaciones o predicados esenciales, los cuales no se identifican, ni son la misma cosa que su actuación, o sea la posición de los mismos fuera de sus causas y de la nada; pues esto se realiza o verifica por medio de la existencia o acto de existir que la causa comunica a la esencia, y que ésta no tiene por sí misma, ni de sí misma.
2ª Si el ser o existencia actual no se distingue realmente de la esencia, se seguirá que los ángeles tienen una simplicidad igual a la de Dios, o infinita; porque excluyendo, como excluyen, toda composición de materia y forma, y siendo formas simples por su naturaleza en razón de sustancias, excluyen toda composición en la línea y orden de sustancias. Luego si excluyen también la composición de esencia y existencia, poseerán la simplicidad completa y absoluta en su esencia propia, o sea en lo que constituye su ser sustancial. Luego, o hay que atribuir a los ángeles lo que es atributo de Dios, o hay que admitir en ellos, y a fortiori, en las sustancias inferiores, la esencia y la existencia se distingue realmente.
3ª La realidad o perfección que conviene y se predica de una cosa determinada, porque ha sido producida y puesta en ella por alguna causa eficiente, o como dice santo Tomás, la realidad que conviene a la cosa y se predica de ella porque advenit ab aliquo principio extrinseco, es distinta sin duda, de aquella realidad o perfección que conviene a la cosa por razón de su misma esencia, la cual es la causa formal e interna de esta realidad, y no causa eficiente y externa: es así que la existencia actual conviene realmente a las cosas de las cuales se predica con verdad, con relación y dependencia de la causa o causas que comunicaron la existencia a la cosa, y principalmente de Dios, que es la causa propia del ser, como ser actual; y por el contrario, las realidades o predicados esenciales convienen a la cosa por razón de su misma esencia, la cual es inmutable y no depende de las causas finitas, ni siquiera de la voluntad de Dios, en cuanto a la conveniencia y predicación verdadera de las indicadas perfecciones: luego la realidad significada por la existencia actual, cuando [27] ésta se predica de alguna cosa, por ejemplo, de Pedro, es distinta de la realidad significada por la esencia, o sea por la palabra con que ésta o alguna de sus partes es expresada y predicada.
Un ejemplo aclarará la importancia y valor de este raciocinio. Cuando digo: Pedro es racional, la esencia de Pedro es la causa formal y la razón suficiente interna, porque esta realidad o perfección real que llamamos racionalidad le conviene, de manera que podemos decir con verdad que esta racionalidad conviene a Pedro, porque tiene esta esencia humana. Empero, cuando digo: Pedro existe actualmente, la esencia o humanidad que está en Pedro, no es la causa formal, ni la razón suficiente de la conveniencia del predicado, puesto que sería falso el decir que el existir actualmente conviene a Pedro, porque le conviene la esencia humana, sino que le conviene y se verifica la afirmación, porque recibió la existencia de alguna causa eficiente, y por consiguiente externa. Cuando afirmo del aire de esta habitación, que es cuerpo, y que es cálido, las realidades significadas por los predicados son distintas, porque el primero conviene al aire por razón de su esencia, al paso que el segundo le conviene por razón de alguna causa externa que produce el calor en él. Una cosa análoga sucede con la esencia y la existencia de una cosa creada, y digo análoga, porque no hay identidad o semejanza perfecta, en atención a que el calor es un accidente separable del aire sin que éste deje de existir, al paso que la existencia no puede separarse de la esencia sin que ésta deje de existir, toda vez que este acto le conviene y lo recibe precisamente de la existencia. Mas esta disparidad no impide la semejanza o paridad fundamental en cuanto a la raíz y razón suficiente de la conveniencia y verificación de los dos predicados (1). Y [28] téngase presente, que la esencia y la existencia no deben concebirse como dos partes integrales de la cosa, ni menos como dos entidades completas, independientes y separables; pues la existencia, más bien que parte, es un modo de la esencia actuada: así es que podemos decir que la existencia se distingue de la esencia, no tamquam res a re, sino tamquam modus a re, a la manera que el movimiento se distingue de la cosa que se mueve.
{(1) Esta última razón puede considerarse como una aplicación general del raciocinio con que santo Tomás prueba que, aun en los ángeles, la existencia se distingue de la esencia, y por consiguiente con mayor razón en las sustancias compuestas y materiales. He aquí [28] sus palabras, tomadas del opúsculo De Ente et Essentia: «Omne autem quod convenit alicui, vel est causatum ex principiis naturae suae, ut risibile in homine, vel advenit ab aliquo principio extrinseco, sicut lumen in aere ex influentia solis. Non autem potest esse, quod ipsum esse sit causatum ab ipsa forma (essentia) vel quidditate rei, sicut a causa eficiente; quia sic aliqua res esset causa sui ipsius, et aliqua res seipsam in esse produceret, quod est impossibile: ergo oportet, quod omnis talis res, cujus esse est aliud a natura sua, habeat esse ab alio. Et quia omne quod est per aliud, reducitur ad id quod es per se, sicut ad causam primam; ideo oportet quod sit aliqua res, quae sit causa essendi (existendi) omnibus rebus, eo quod ipsa est esse tantum; alias iretur in infinitum in causis, cum omnis res quae non est esse tantum, habeat causam sui esse, ut dictum est. Patet ergo, quod intelligentia est forma (seu essentia), et esse, et quod esse habeat a Primo Esse, quod est esse tantum: et hoc est Prima Causa, quae est Deus.
Omne autem quod recipit aliquid ab alio, est in potentia respectu illius, et hoc quod receptum est in eo, est actus ejus: ergo oportet quod ipsa forma vel quidditas, quae est intelligentia (angelus), sit in potentia respectu esse, quod a Deo recipit, et illud esse receptum est per modum actus; et ita invenitur actus et potentia in intelligentia, non tamen forma et materia.»}
Objeciones
Obj. 1ª Suelen objetar algunos contra esta distinción: «desde el instante que concebimos la esencia de una cosa fuera de la nada, y por consiguiente que se pone fuera de sus causas, concebimos que existe la esencia real y física, sin necesidad de concebir ninguna otra cosa: luego la esencia real no existe en virtud de alguna cosa realmente distinta, y por [29] consiguiente no se distingue realmente de la existencia.»
Resp. Apenas concebimos que los hombres pensadores y de talento incontestable (1), propongan semejante objeción. Decir que desde el momento que concebimos la esencia de alguna cosa como puesta fuera de la nada y de sus causas, la concebimos como real y existente, sin necesidad de ninguna otra cosa, equivale a decir, que desde el momento que concebimos la esencia de alguna cosa como existente la concebimos como real y existente sin necesidad de ninguna otra cosa, puesto que es a todas luces evidente que la existencia actual, real y física de una cosa, no es más que su posición fuera de sus causas y de la nada, y en tanto se dice que una cosa tiene existencia, en cuanto y según que ha sido puesta fuera de la nada y de las causas que la contenían virtualmente. Nos parece, pues, que el descubrimiento de los objetantes es por demás extraño, y que la objeción fundada sobre semejante base no es más que una vulgar y verdadera petición de principio.
{(1) La hemos visto en la filosofía del P. Cuevas, y en el fondo coincide con la objeción que presenta Balmes, cuando dice que la esencia del hombre abstraída de su existencia queda reducida a la nada.}
Obj. 2ª Algo más fundada y filosófica es la objeción de Suárez, que se reduce a lo siguiente: la esencia actual de Pedro v. gr. considerada con precisión de la existencia, es solamente la potencia de la cosa, o si se quiere, la potencia de Pedro; es así que la potencia de una cosa, en sí misma, no es alguna entidad y se identifica con la nada, de manera que sólo en Dios tiene alguna realidad: luego no es admisible la distinción real entre la esencia y la existencia.
Resp. La fuerza aparente de esta objeción y de otras análogas que proponerse suelen en esta materia, no tiene otro fundamento que la inexactitud de ideas, y la confusión de la potencia objetiva con la potencia subjetiva de las cosas. [30] Bastará por lo tanto tener presente, que una esencia puede ser considerada: 1º en cuanto incluye la mera posibilidad absoluta, o en cuanto puede recibir la existencia que no tiene; y ésta es la que se llama potencia objetiva de la cosa, la cual, en este estado, no tiene realidad en sí misma, y sí únicamente en las ideas divinas: 2º en cuanto existe actualmente, es decir, cuando la consideramos realizada, o sea una entidad que posee una existencia propia, real externa, por decirlo así. De la esencia considerada del primer modo, se verifica lo que dice la objeción, es decir, que es nada en sí misma, porque es mera posibilidad o potencia objetiva de la cosa. Mas considerada del segundo modo, la esencia es una verdadera entidad actuada y puesta fuera de las causas por medio de la existencia, la cual se compara a aquella como el acto a la potencia subjetiva, en la cual se recibe, a la manera que cuando Pedro se mueve, su sustancia se distingue realmente del movimiento, y se compara a éste como el sujeto a la forma, y por consiguiente como la potencia propia, real y subjetiva, al acto que perfecciona y determina aquella potencia subjetiva. En pocas palabras: entre el acto de existir o la existencia actual, y la esencia de la cosa como posible, que es su potencia objetiva, media la potencia subjetiva, es decir, la entidad positiva que constituye la esencia de la cosa que existe, aunque el existir le viene por medio de la existencia.
Toda esta filosofía es fundamento de la Suma Teológica de Santo Tomás, que puede encontrar resumida, en tan sólo 338 páginas en el Catecismo de la Suma Teológica que puede adquirir aquí mismo.
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