LA NECESIDAD DE LA AUTORIDAD
La Autoridad es necesaria
Por eso, es necesario un poder capaz de imponerse sobre todos. La autoridad, entonces, es esencial para la unión. Y es elemental, y todo mundo lo acepta, que uno de los deberes de cualquier sociedad, es tener una autoridad eficiente y PROCURAR QUE EXISTA SIEMPRE.
¿Qué clase de sociedad es aquella que cuando falta el director o el presidente o el dirigente, se divide en pequeños grupos que son dirigidos por pequeños líderes a quienes siguen grupos reducidos y todos al mismo tiempo se dicen ser la verdadera sociedad original?. Esto es verdaderamente ridículo y causa risa. Por eso el Papa León XIII decía en su Encíclica INMORTALE DEI: «Puesto que no hay sociedad que se mantenga en pie si no hay quien esté por encima de los demás, moviendo a todos con eficacia y unidad de medios hacia un fin común, se sigue que a la convivencia civil, es indispensable la autoridad». Si esto decía de la sociedad civil, ¿no habría que aplicarlo con más fuerza a la Iglesia de la que depende la salvación de las almas?.
En su Encíclica DIUTURNUM ILLUD escribe: «En toda comunidad o reunión de hombres, la necesidad obliga a que exista algunos que manden, para que la sociedad, SIN PRINCIPIO O CABEZA QUE LA RIJA, NO SE DISUELVA O SE VEA PRIVADA DE CONSEGUIR EL FIN PARA EL CUAL NACIÓ Y FUE CONSTITUIDA».
Me causa mucho asombro leer en el artículo que comento (del sacerdote sedevacantista poco ortodoxo) que en la Iglesia se necesitan sacerdotes con espíritu de sacrificio, entusiasmo, buena voluntad, formación, vida interior intensa, formación intelectual y teológica. ¡Pero en ningún momento dice que se necesita LA UNIDAD. QUE SE NECESITA UN JEFE QUE DIRIJA TODOS LOS TRABAJOS DE LA IGLESIA!. ¡Qué mal está esto y que idea tan obtusa!. Los que partieron a luchar en la Primera Cruzada, nunca quisieron aceptar un solo jefe, porque decían que las langostas no tienen un jefe y todas van al mismo lugar. Y el resultado de esa cruzada fue el más dramático fracaso y espantosas masacres de cristianos. ¿Será que esta batalla se ha de ganar con un montón de francotiradores?. Nunca la Iglesia y la civilización cristiana han estado sujetas a combates desde muchísimos frentes desconocidos antes que amenazan ruina inminente. Y los cristianos continúan con una terquedad inexplicable guerreando entre ellos mismos, condenándose unos a otros o declarándose todos ser la verdadera Iglesia. Cuando un ejército se divide en facciones porque el general ha muerto, y todos se declaran ser el verdadero ejército, ante un enemigo poderoso que avanza contra ellos, ¿cuál se piensa que va ha ser el resultado?, hasta un imbécil puede predecir el resultado. Los tradicionalistas no. Ellos se sienten cada uno «afianzados» en Dios, pero desafortunadamente ya vimos que esto es también mentira.
Santo Tomás de Aquino en DE REGIMI PRINCIPUM enseña que: «En todas las cosas en las cuales alguien es ordenado a un fin, o en las que obra de un modo o de otro, es necesario que exista un dirigente por el cual se llegue directamente al fin debido». Es obvio que la necesidad de un Papa para la Iglesia constantemente gobernándola, es necesidad mayor que la de un gobierno temporal. Y este es un severísimo precepto de Jesucristo. Resulta asombroso también que quienes quieren estar «afianzados» en Dios, se burlan descaradamente de Sus preceptos y olvidan Sus doctrinas. Se olvidan que Él dijo que todo reino dividido contra sí mismo será destruido. Se olvidan que se ha enseñado que donde no está Pedro, no está la Iglesia y por el contrario, donde está Pedro, allí está la Iglesia. Pero desvergonzadamente se declaran ser «los verdaderos cristianos». Se olvidan que en Proverbios leemos: «Donde no hay gobierno, el pueblo va a la ruina» (Cap. XI, 14).
Por todo esto es clarísimo, que esos minigrupos son gobernados por líderes gritones que es el límite máximo de la autoridad a obedecer. Que se me diga si no es cierto que así todos ellos han levantado otra cátedra contra la que rechazaron, esto es, Pedro, aunque no quieran establecer otra en competencia con Pedro, y que es muy claro que se manejan públicamente libres de esa autoridad. ¿Cuál es la conclusión?, pues que todos ellos son cismáticos. Y esto es así, aunque ellos quieran abonar a su causa y razones todos los argumentos que se les pueda ocurrir. PORQUE LA VERDAD, ES LO QUE ES.
¿POR QUÉ MOTIVO NO SE MENCIONA PARA NADA LA UNIDAD Y LA ELECCIÓN DEL PAPA? En el Credo llamado de San Cirilo de Jerusalén, leemos: «… y en una sola Santa Iglesia Católica». Igualmente, en el Símbolo llamado de San Epifanio (forma larga) leemos: «Creo en una sola Iglesia Católica y Apostólica». En los demás «Credos» o símbolos no se dice en «una sola», pero siempre se expresa la doctrina en singular: «Creo en la Santa Iglesia». No se dice en las santas iglesias. La Unidad de la Iglesia es una doctrina que parte del Cenáculo. Jesucristo dijo: «Que sean uno…». El preceptuó la unidad. Porque la unidad es el carácter de la verdad. No hay verdad cuando existe la división. El que varía, miente. Muchos pastores protestantes han reconocido que su esterilidad para convertir a las naciones como lo hizo la Iglesia Católica, era la división de las sectas. Sin unidad, hasta humanamente, no se puede vencer al enemigo. «Todo reino dividido contra sí mismo, será destruido». Esto es incuestionable. En el artículo que comentamos, no se menciona ni una sola vez la necesidad de la unidad y la elección de un jefe, es decir el Papa, para que dirija la lucha. La unidad de los obispos no se debe a arreglos personales, acuerdos, o intereses comunes. La unidad del Colegio Apostólico ES JURÍDICA. Si hay 6 o 10 o 20 obispos que quieren ser no solamente válidos, sino verdaderamente sucesores de los Apóstoles, debe estar sentado UNO entre ellos, que sea el primero, la cabeza, o sea el Papa. El primer Colegio Apostólico fundado por Cristo solamente tuvo 12 miembros y uno era Pedro. Contaba solamente de once obispos y el Papa. La doctrina de la unidad es BÁSICA Y ESENCIAL en la verdadera Iglesia de Cristo. La unidad es por eso, una de las cuatro NOTAS que distinguen a la verdadera Iglesia. La doctrina de la unidad bajo Pedro es una de las doctrinas más enseñadas por los Papas, por los Santos y por los Doctores de la Iglesia. Entonces, a mi me parece que silenciar esta necesidad en el artículo comentado, es una cosa AFECTADA. No se justifica que se hable de una crisis sin precedente, de la apostasía de la sociedad, de la división de los grupos llamados tradicionalistas, de la necesidad de una sólida formación, pero se oculta completamente la necesidad de la unidad. ¿No es esto asombroso?, pues para mí no. Se me hace sumamente difícil pensar que todos estos sacerdotes egresados del seminario tan bien conformado ignoren, la enseñanza de lo que es esencial y vital para la Iglesia. Es decir, la unidad. ¿Cómo se ocultaría esta doctrina que despierta inquietudes? Solamente hay dos posibilidades: 1ª o estas gentes se han llegado a creer la «verdadera» Iglesia de Cristo, o 2ª, no se puede mencionar ni por asomo la unidad o la elección de Pedro para no ser señalado por los dirigentes que tienen intenciones inconfesables. Es una verdad incontestable que quienes han hablado de la unidad, o peor, de la elección del Papa, han sido tratados como locos, como apresurados, como soberbios. Cuando se ha perpetrado un Cónclave con verdadero espíritu católico y con el único fin de acabar con la acefalía, han surgido por todas partes quienes dijeron que lo que se buscaba era el puesto de Papa o los controles de la Iglesia. No mencionó ese Cónclave, porque no tiene caso. Desgraciadamente, la doctrina de la unidad y sobre todo la doctrina de la necesidad de un Papa, se ha convertido para esos defensores de la Fe en la doctrina impronunciable. El que la menciona, queda mal con los demás. Demerita su personalidad y lo comienzan a ver feo. Es apartado. Y si insiste, tendrá que caminar al desierto, a la soledad, al hambre, al desprecio, al ridículo. Para mí, el artículo de marras, escribe dentro de una tónica entreguista acorde con las mentes y los ojos observadores de quienes están manipulando a esos defensores de la Fe y de quienes dependen para comer y para sentirse seguros en esta «heroica lucha». Heroica sería si para seguir sus convicciones religiosas, dijeran la verdad de Dios y marcharan al desierto, a la soledad, a la incomprensión, a la condena, al ridículo, al desprecio y al hambre. Sólo así tendrían un premio en el Reino de Cristo. Porque Cristo mismo dijo que no hay tener miedo al hablar. Que no hay que temer a quienes solamente pueden matar el cuerpo, pero no el alma.
¿Se puede confiar en sacerdotes que han sido deformados y que ya no profesan ni lo esencial de la doctrina católica?. El pueblo sencillo en muchas cosas de la Fe no ve. Son ciegos. ¿Se puede encomendar la dirección a otro ciego?. Cuando el pueblo, aun ignorante, pregunta el motivo de la falta de unidad y la falta de Papa que aprenden en la doctrina elemental, ¿se les deforma y se les retuerce el alma?, ¿esto es lo que se hace?. ¿Se les enseña la doctrina herética de «nosotros solos», los únicos favorecidos, los únicos iluminados?.
Los católicos queremos un Papa. Pedimos a los Obispos católicos que aparquen diferencias, susceptibilidades, orgullos, o cualquier obstáculo que les impida apoyar activamente al único Obispo que conozco que está por esta labor. Dios les pedirá cuentas. La Iglesia necesita un Vicario de Cristo. Es un MANDATO DEL SEÑOR. A qué esperan?