DEL BEATO JUAN DE ÁVILA

Lo escrito en azul está editado por Sede de la Sabiduría y no pertenece al escrito del Beato, ya que se trata de una aplicación a la situación de nuestro siglo .

NOTA: Describimos como acéfalos, a efectos de entendernos,  a aquellos obispos, sacerdotes y seglares que reconociendo que la Sede de San Pedro está vacante o usurpada por falsos papas, argumentan con toda clase de sofismas y excusas, para impedir que la Iglesia cumpla con la obligación de  elegir un papa por medio de los obispos, ya que todos los «cardenales» han caído en la herejía conciliar.

Donde está el Papa, está la Iglesia de Cristo

  • El Beato está demostrando cuál es la casa donde Cristo celebra la cena. Esto le da ocasión para hacer una profunda y clarísima exposición sobre la verdadera Iglesia de Cristo con las señales que la distinguen. Ante los ojos del Beato Ávila, hombre siempre en contacto con los problemas de su época, están presentes los desgraciados hijos de la reforma protestante (cf. Sermón del Jueves Santo: BAC. Obras completas t.2 [Madrid 19531 •p.482 ss). Y hoy bien podríamos aplicar su enseñanza a la situación de los acéfalos que se niegan, bajo diversas excusas, a elegir un Papa; «Dicen que no es menester que haya cabeza que sea hombre, sino que basta que el que es Dios y hombre sea cabeza, y que a ése debemos seguir», adhiriendose así en la teoría y/o en la práctica, a la condenada concepción protestante de una iglesia neumática, bajo las falsas apariencias de la Misa tradicional.

A) Fuera de la Iglesia de Cristo no hay salvación

«Cuál es la casa donde tal novedad ha de hacer Cristo, que se acabe lo viejo y comience lo nuevo: nueva ley, nuevo sacerdocio, nuevo sacrificio, nuevo culto, y donde se había de cumplir lo escrito: Antiqua ne intueamini? (Is. 43,18.). .

No se nos pase por alto esta casa, porque ésta significa la Iglesia. Y ¡ay de quien no supiere esta casa y morare en ella, porque tan imposible es salvarse fuera de ella, cuan imposible fue no ahogarse hombre que en el tiempo del diluvio no entrase en el arca, y aún más imposible! No hay fuera de la santa Iglesia romana salud; no aprovecha buenas obras, como San Ci­priano dice: «Morir por Cristo fuera de la santa Iglesia romana no es martirio, ni basta para salvarse; más es perfidia y porfía que martirio cristiano; porque no acepta Dios honra que le hagan si deshonran a su esposa la Iglesia» (cf. De unitate Ec­clesiae 14: PL 4, 526327). En ésta, con poco se salvan, pues la fe y obras que se piden son fáciles con la gracia de Dios; fuera de ésta, ninguna cosa aprovecha. Pues San Agustín dice: «Obras buenas, fuera de fe, son como quien anda fuera de ca­mino, que mientras más anda y corre, más se aleja del camino y llega al despeñadero» (cf. De bapt. contra Donatist. 1.1 c.10; PL 43,115, y Ep. 108,9: PL 33,410). Porque el que está fuera de la Iglesia, mientras más obras buenas hace, menos merecen nombre de buenas obras. Sin fe verdadera, engañado y fiado el tal hombre que está en buen camino, menos busca el bien y más se confirma en el mal y así se aleja más de la verdad por ocasión de sus buenas obras» (cf. o.c., p.482-483).

B) Interesa saber dónde está la Iglesia

«!Siete ojos, hermanos, siete ojos a la casa donde el Señor celebra su fiesta, donde consagra, donde hace sacerdotes, don­de predica a sus discípulos, donde envió después al Espíritu Santo! Porque como no hay más que una Iglesia verdadera y en ella—y no fuera de ella—hay salvación, ya veis cuánto nos cumple acertar con ella, cuánto nos cumple el salvarnos» (¡bid.).

C) La verdadera Iglesia debe tener la palabra de Dios y la gracia

«,Qué señas, Señor, tiene vuestra casa, para que los discí­pulos atinen a ella para os aparejar la fiesta? ¿Qué señas tiene, Señor? Intrantibus in civitatem, occurret vobis homo (Lc. 22,10). Entre tantas calles como hay en Jerusalén, entre tantas casas y gentes, tomad esta señal para que acertéis: Seguid a un hom­bre que lleva un cántaro de agua.—jVálame Dios, y qué señal tan extraña, tan humilde y tan cierta llena de significación! El agua en la divina Escritura, sabiduría significa. Aqua sapientiae salutaris (Eccli. 15,3). En la dicha Escritura, el agua significa la gracia. Si quis sitit veniat ad me et bibat. Qui credit in me, sicut dicit Scriptura, Ilumina de ventre eius fluent aquae vivae.

Hoc autem dixit de spiritu, quem accepturi erant credentes in eum (lo. 7,37-39). Donde hay sabiduría del cielo, así atinaréis a mi Iglesia» (¡bid., p.483-484).

a) ESCRITURA Y SACRAMENTOS

«Obscuras señas son, Señor.—Pues mirad bien, que el agua va en cántaro y así podréis por el cántaro atinar el agua. ¿Qué cántaro lleva sabiduría del cielo, sino la Escritura divina, en la cual está la ciencia y palabra de Dios? ¿Qué cántaro con­tiene la gracia celestial, con que se apagan los malos deseos, y se riega el ánima, con que da fruto que lleve a la vida eterna, sino los santos sacramentos de la Iglesia, que, como el concilio Florentino y Tridentino dicen, contienen y dan gra­cia? (CONC. FLORENT., Decr. pro Armenis, de sacram.; CONC. Tmn., sess.7, de sacram., can.6). ¡Oh preciosísimos vasos, que contienen tal licor que es la gracia, y en los cuales mora y obra la virtud de la sangre de Cristo, por la cual se nos ganó la gracia con que bien vivimos y nos salvamos!» ibid., p.484).

b) NO BASTA UNA SOLA COSA

«Aquella Iglesia que cree y tiene la Escritura divina, y que tiene y confiesa haber sacramentos por los cuales se da la gracia, aquélla tiene señales de la verdadera Iglesia. Porque la que dice que no hay Escritura o que la gracia se da por la fe sola, y no los sacramentos, no es agua en cántaro ni tiene la señal que dio Cristo y la que dijo cuando dijo: Quien bien creyere y fuere bautizado será salvo (Mc. 16,16). No creer sólo, no bautismo solo: fe y sacramentos bien recibidos y obras es menester para ser salvos. Yo creo que queréis agua en cántaro, que salva ánimas; hela aquí: Mundans eam lavacro aquae in verbo vitae (Eph. 5,27). Salvos nos fecit per lavacrum regenerationis (Tit. 3,5)» (¡bid.).

c) SOLUCIÓN DE DIFICULTADES

«Y si por decir San Pablo en unas partes: Per fidem iusti­ficamur (Gal. 2,16), se entiende que la fe se requiere como es verdad, también se saca qué sacramentos se requieren y obras; pues dice por las mismas palabras lo uno y lo otro. Y si por decir que per fidem o ex fide se excluyesen los sa­cramentos, luego diciendo per lavacrum se excluirá la fe, pues no hay diferencia en el modo de hablar. Mas así como no es lícito excluir a la fe, porque pide sacramentos, así ni Sacramentos, porque pide fe. Donde hubiere escritura de Dios y sacramentos, que contienen y dan gracia, seguid a aquél y atinaréis a mi Iglesia.»

D) El Papa, señal clara y manifiesta

a) NO BASTA LLEVAR EL AGUA O EL CÁNTARO

¿Qué haremos, Señor, si hay herejes que digan que creen la Escritura y tienen a su modo sacramentos, dicen que tienen fe en Cristo y dicen maravillas de Él? Dadme otra señal más precisa y que no me deje engañar; señal clara, visible y ma­nifiesta. ¿Cuál es, Señor, vuestra Iglesia?—Mirad bien en lo que he dicho, que allí lo veréis. No dije yo: Entrad en una casa y mirad donde hubiere un cántaro de agua, y allí apa­rejad, sino: Seguid un hombre que lleva un cántaro de agua. Si miráis a sola, el agua o el cántaro, por ventura os enga­ñaréis; mas mirad que lo lleva un hombre, y de cierto no os faltará nada para acertar. Herejes puede haber que traten palabras de Dios, sacramentos santos; mas no quieren con­fesar que hay un hombre no más que lleve ese cántaro de agua. Dicen que no es menester que haya cabeza que sea hombre, sino que basta que el que es Dios y hombre sea cabeza, y que a ése debemos seguir» (¡bid., p.485).

b) LOS HA DE LLEVAR UN HOMBRE

«Mirad que dice que un hombre lleva el cántaro de agua, porque ha de saber un hombre que sea cabeza y guía a quien vosotros sigáis, para acertar a la Iglesia ¿Si no se elige al hombre cómo acertar cuál es la verdadera Iglesia, fuera de la cual nadie se salva? San Pablo dice: Una fe, un bautismo (Eph. 4,5). Pues nunca habrá una fe, ni un bau­tismo, ni un Dios, ni un Criso en los entendimientos de los hombres, si no hay un hombre que lleve el cántaro de agua, al cual vosotros sigáis.»

  1. Los que no le siguen rompen la unidad del reino de Cristo

«Si no, preguntad a los que no quieren reconocer hombre que sea Vicario de Cristo en la tierra si tienen una fe, y veréis que cada uno tiene la suya, y tantas fes cuantas cabezas, y tantas maneras de bautizar y tantas maneras de dioses ¡ Qué gran verdad aplicada a los acéfalos, donde hay distintas morales, rúbricas y sentencias sobre todo, estando cada vez más divididos¡ Un Dios hizo Arrio, y contrario de éste hizo Sabelio; uno pone distinción en la esencia, otro confusión en las personas; y otro hace su Dios como se le antoja. Y el Cristo de Eutiques es contrario al Cristo de Nestorio, y el de otros al de otros; y así, ni hay una fe ni es conocido un Dios, ni un Cristo, si se quita que haya un hombre que vaya delante con el cántaro de agua, a quien sigan los otros» (¡bid.).

  1. El Papa no crea la fe, pero la conserva

«Este es el Papa, Vicario de Cristo en la tierra, que lleva en su mano el cántaro de agua, que es la divina Escritura y los sacramentos; no porque él pueda hacer fe ni sacramentos, como tampoco el hombre que lleva e1 agua crio el agua ni el cántaro; mas llevarlo en la mano es declarar cómo se ha de entender, y poner cada cosa en su lugar, y dar a beber el agua que Dios dio. Pues le está dicho: Apacienta mis ovejas (lo. 21,27), ¿cómo las apacentará si no le dan que pueda de­clarar la Escritura y los sacramentos, en que las ovejas se apacientan? Diósele este poder para soltar y ligar, para declarar e interpretar, y sobre él está fundada la Iglesia.» Mas este poder sobre sus cabezas, no lo quieren ya los acéfalos que arguyen mil sofismas para no elegir al que han de seguir: al que ha de llevar el agua y el cántaro.

  1. El Papa hace que la Iglesia sea fácilmente visible para cualquiera que quiera abrir los ojos

«Y así la Iglesia es cosa manifiesta y clara, que aun los ciegos, si no quieren a sabiendas cegarse, encontrarán con ella. Esta es la ciudad puesta en alto (Mt. 5,14), señal que aun desde lejos atinan a ella los caminantes. Si ella estuviera es­condida, todo estuviera escondido; porque ella es la que da luz a todo. ¿Qué me aprovecha de que haya Escritura de Dios. si yo no sé si es Escritura de Dios? ¿Y cómo sabré si lo es, si la Iglesia no me lo dice? «El Evangelio no creería si la Iglesia no me lo dijera», dice San Agustín (Contra ep. Manich. c.5,6: PL 42,176); no porque la verdad de Dios dependa de nadie, mas porque, para saber si es verdad de Dios, es me­nester que la Iglesia me lo diga. ¿Y cómo sabré que tal paso de la Escritura- quiere decir esto y esto, pues cada uno da su entendimiento y no hay cosa cierta, mirando a lo que cada uno dice,’ si no hubiese uno que sin errar me dijese: «Esto se entiende así»? Quitad esto, y andaremos tan a ciegas como si no hubiese palabra de Dios en la tierra. Porque si el enten­dimiento de ella queda a lo que un hombre dice, ya no es palabra de Dios, sino palabra de hombre; pues la palabra, en el entendimiento consiste, que no en el aire o en la escritura muerta. Pues para que haya una fe, es menester un sentido; y para un sentido cierto, ha de haber un hombre que lleve en su mano el cántaro de agua y tenga poder para declarar y aclarar a los hombres el agua, que de sí es muy clara. Y es la señal de la Iglesia en que Dios mora: que tiene una cabeza que es el Papa, a quien han de seguir todos los demás y obedecerle. Iglesia manifiesta, no escondida, no invisible; porque de esa manera lo que ha de declarar sería más oscuro» (l1 p.485-486).  Es evidente ( La evidencia es el esplendor de la verdad) que si no se quiere elegir un Papa en la actual situación de sedevacancia será imposible saber cuál es la Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo, donde Dios mora, y el riesgo de perderse eternamente  muchas almas por abrazar tantas falsas capillas de sacerdotes y obispos, acéfalos,  es grandísimo. He aquí en el Beato Juan de Ávila la moraleja a extraer de sus escritos: ¡Es de gravísima urgencia la elección de aquél que lleva el agua en el cántaro, al que se debe seguir: El Papa!