Algunos herejes y sectarios quieren desacreditar a Santo Tomás imputándole que negó la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Al pretender que en esto se equivocó, tratan, así, de despreciar su doctrina sobre la validez del Bautismo de deseo y de sangre, que es la doctrina de la Iglesia Católica. Sin embargo, es falso, no es cierto, es una calumnia vertida sobre el Doctor Común de la Iglesia, que negara la Inmaculada Concepción de la Virgen María, como demostraremos sin lugar a ninguna duda. Santo Tomás NO NEGÓ jamás el Magisterio Ordinario Universal de la Iglesia, pues la doctrina de la Inmaculada Concepción es infalible desde los comienzos de la misma Iglesia, porque «siempre ha existido en la Iglesia», cual afirma la Bula ineffabilis Deus del Papa Pío IX. La doctrina de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María consta expresamente en varias de sus obras, como veremos.  Y no podría ser de otra manera si comprobamos el sucesivo elogio de la Iglesia a Santo Tomás, y que, hasta el mismo Papa León XIII dice que la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino está exenta de error.

Veamos las pruebas, para que los inocentes no sean atrapados en las telarañas dimondianas o de clerigos vagos, analfabetos funcionales que pululan por esta vieja piel de toro y entre las naciones de habla hispana e inglesa, pero antes léase con atención la Bula Ineffabilis Deus.

Pío IX, Bula Ineffabilis Deus:

El hecho es que la doctrina de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen siempre ha existido en la Iglesia; la Iglesia, con grave autoridad, a través de su enseñanza, su celo, su ciencia y su sabiduría admirable, lo ha destacado sin cesar, lo ha declarado, confirmado y propagado de una manera maravillosa entre todos los pueblos y todas las naciones del mundo católico; e históricamente, ha guardado esta doctrina recibida de los Ancianos y de los Padres, y la ha tenido como doctrina revelada.
Los más ilustres monumentos de la Iglesia de Oriente y de la Iglesia de Occidente, los más venerables por su antigüedad, son el irrecusable testimonio de ello.
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Testimonio de San Juan Eudes, La Admirable infancia de la Santísima Virgen, 1676, t. 5

Respuesta a lo que se alega de Santo Tomás: 
 Muchos no dejarán de alegar que Santo Tomás enseñó que esta divina madre contrajo la mancha del pecado original , pero se les dirá, en primer lugar, que esto no es seguro y hay razones para dudar de ello. Porque está en contra de ello que doctor tan santo se opusiese a la idea de su santo padre Domingo, que, según el testimonio de varios autores famosos, enseñó y predicó lo contrarioy a Alejandro de Hales, del cual fue discípulo;y a su gran maestro San Agustín, que, en el libro que escribió sobre la naturaleza y la gracia -contra el hereje Pelagio, que negaba el pecado original, y que aseguraba que podríamos vivir sin pecado actual- después de decir que no hay ningún ser humano que estuviese sin pecado, exceptuó a la Santísima Virgen, protestando que, cuando se trata del pecado no se habla de ella de ninguna manera. Porque sabemos, dice, que como ella mereció concebir y llevar al que nunca había tenido el pecado “, ella recibió una gracia abundantísima gracia para vencer totalmente el pecado.  Y en los libros que él escribió contra Julián, obispo de Capua, nos dio una máxima indudable diciendo que “quien en el curso de su vida, no hizo pecado actual, ni mortal ni venial habría que considerarlo como quien tampoco hubiese contraído el pecado original. “ Por lo tanto, debemos concluir que la Santísima Virgen fue enteramente libre de pecado ya que es algo constantemente profesado por el consentimiento común de los Santos Padres, el sagrado Concilio de Trento y por lo tanto de toda la Iglesia, que Ella nunca cometió pecado, ni mortal ni venial.

Si alguien afirma que Santo Tomás se ha pronunciado contra la Inmaculada Concepción, en sus Comentarios sobre el tercer capítulo de la Epístola a los Gálatas, sexta lección, y en la tercera parte de la Summa, questio 27, artículo 2,se le responderá que no es cierto que este santo Doctor escribiese las cosas que hoy día se dice que se leen en esos libros sobre este tema, que vemos lo contrario en muchas impresiones antiguas .porque, en primer lugar, en sus Comentarios sobre el tercer capítulo de Gálatas, sexta lección, él dijo:

Que todos los hijos de Adán fueron concebidos en pecado, excepto la muy pura y dignísima Virgen María , que ha sido totalmente preservada de todo pecado original y venial .
Estas palabras pueden verse en la edición de dichos comentarios, que se guardan desde hace más de veintiséis años en la biblioteca de la Compañía de Jesús en Vienne, en el Delfinado,y en la edición del año 1529 que se encuentra en [la biblioteca de] los Padres Mínimos de Toulouse,y en la de Henrique, jesuita, lib. 3 Summa, cap. 11 littera M; y en la de Pineda, en el cap. 7 Ecclesiastis, v. 29, n. 8; y la impresión de París de 1542, que se conserva en la biblioteca de la universidad de Bourges de la misma Compañía, en la que Honorat Niquet, jesuita, asegura haber visto y leído los mismos comentarios de Santo Thomas sobre la Epístola a los Gálatas, y en las dichas impresiones de Venecia y París, en la que Santo Tomás habla de la manera que acabo de decir.
En segundo lugar, el mismo Santo Tomás, en la Parte tercera. quest. 27, art. 2, habla de esta manera:

La Santísima Virgen fue santificada desde el vientre, cuando su alma se unió a su cuerpo.

Estas palabras se leen en un libro muy antiguo, que se conserva en el convento de San Francisco, cerca de las murallas de Sevilla.
Honorat, religioso muy virtuoso y muy digno de crédito de la Compañía de Jesús, asegura que ha visto y leído un libro en su biblioteca de Bourges, que yo también he visto y leído en la biblioteca de la universidad de Caen, de la misma Compañía, y en la biblioteca de nuestro seminario de Coutances,
en el que el autor de este libro, llamado Joannes Bromiardus, que vivió en el año 1260 , según las crónicas de la Orden Santo Domingo, alega que Santo Tomás en la tercera Parte, quest. 27, art. 2 sobre la Concepción de la Santísima Virgen , dice las mismas palabras que acabamos de citar, que ella fue exenta del pecado original y del pecado venial .
En tercer lugar, Bernardinus Bustis, 216, Salmerón , 217 y [San Pedro] Canisio, 218 escriben que anteriormente Santo Tomás Tomás, escribiendo sobre  el Ave María, habló de esta manera:
“María siempre ha sido muy pura de toda culpa ,
porque ni el pecado original ni  el mortal ni el venial, nunca han tenido lugar en ella “;
(Maria purissima fuit quantum ad omnem culpam, quia nec originale, nec mortale, nec veniale peccatum incurrit).

Y el cardenal de Turrecremata, aunque opina lo contrario, sin embargo, reconoce que estas son palabras de Santo Tomás.
Sin embargo, ahora se dice justo lo contrario sobre este texto del mismo Santo, así como en los otros precedentes sobre la Epístola a los Gálatas y en su tercera Parte [de la Summa]
¿Qué consecuencia puede extraerse de todo lo anterior sino  que los lugares de Santo Tomas, en los que ahora encontramos una doctrina opuesta a la que había en las antiguas impresiones ,  han sido cambiados y alterados ?También leemos en Teófilo Raynaud, de la Compañía de Jesús,  que en una impresión hecha en Amberes de las obras de Santo Tomás, en el año 1613, a cargo de  un librero llamado Joannes Keerbergius,el que la mandó hacer  fue acusado ante el Papa Pablo V, por un doctor de España llamado Bernardus de Toro, se encargaba en Roma sobre el asunto de la Concepción Inmaculada de la Reina del Cielo:
fue acusado, digo, de corromper  lo que dijo Santo  Tomas en favor de  la purísima Concepción , en sus Comentarios sobre el primer libro de las Sentencias, de que hemos hablado más arriba; y Su Santidad habiéndolo reprendido y castigado severamente, él cambió la hoja que contenía lo que había sido falsificado.
Visto todo lo anterior, si encontramos algún otro lugar entre los libros de Sant. Tomas, donde parezca hablar contra la Concepción Inmaculada  de la Madre de nuestro Dios, tendremos derecho a sospechar de haber sido corrompido,

sobre todo teniendo en cuenta que este santo Doctor habla tan claramente en sus Comentarios sobre el Primer Libro de las Sentencias, donde dice que la Santísima Virgen fue libre de todo pecado, y que poseía el más alto grado de pureza , es decir, como dice San Anselmo, ella tiene la más radiante pureza que se puede imaginar después de la pureza infinita de Dios 

Y todavía diremos sobre el primer libro de las Sentencias, que habla el mismo lenguaje  que tenía  en los lugares alegados  antes de la falsificación que se ha cometido en ellos.
He aquí las siguientes palabras :Potest aliquid creatum inveniri, quo nihil purius esse potest in rebus creatis.Et talis fuit puritas beatae Virginis, quae a peccato originali et actuali fuit immunis ;

« Se puede encontrar algo más puro  en las cosas creadas

Y ello fue la pureza de la bienaventurada Virgen  que estuvo libre de todo pecado original y actual

CIC 1917

Cita:
“1. Todos los fabricadores o falsarios de todas las cartas, decretos o rescriptos de la Sede Apostólica, y de los que las utilicen conociendo su falsedad incurren en la excomunión ipso facto especialmente reservada a la Sede Apostólica. (Canon 2362)
2. Los clérigos que cometan este delito estarán además  sujeto a otras sanciones que pueden conducir a la privación del beneficio, cargo, dignidad y la pensión eclesiástica; los religiosos  serán  privados de los cargos que tengan y de voz activa o pasiva, además de otras sanciones establecidas en sus propias constituciones. “( Canon 2360)
“Cualquiera que sea obligado por su cargo a confeccionar, preparar o conservar actas, documentos, o libros de las  Curias  eclesiásticas o libros parroquiales, si tiene la audacia de falsificarlos, adulterarlos, destruirlos u ocultarlos,  será privado de su cargo y castigado  en proporción a su culpa  con otras penas severas por el Ordinario … “( Canon 2406)
San Juan Eudes, El  Corazón admirable  de la Santísima Madre de Dios, 1681, t. 7, L. 9, Ch I:

Cita:
SECCIÓN PRIMERA. – . Desventuras de Juan de MonsonYa he dicho algunas cosas muy importantes en el capítulo 8 del libro que Dios me dio la gracia de publicar  La admirable infancia de la Santísima Virgen , que muestran claramente que nunca ningún  pecado ha tenido lugar en su santo corazón, sino que siempre ha estado lleno de gracia desde el momento de su pura concepción.

Pero para establecer y fortalecer cada vez más la verdad, voy a añadir aquí lo que refiere  el Padre Louis Maimbourg de la Compañía de Jesús, en su Historia del Gran Cisma de Occidente , libro tercero.

He aquí sus palabras: Juan de Monson,  profesor de teología, de la Orden de Santo Domingo, propuso públicamente en la sala de Santo Tomás, una tesis en la que había catorce proposiciones muy peligrosas; y entre ellas, cuatro o cinco contra la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora. porque, argumentó, no sólo que ella fue concebida en pecado original, sino también que es un error contra la fe, el decir que no lo había tenido.
Al mismo tiempo, algunos de sus compañeros predicaron en París y en otras partes, la misma cosa y otras muy ofensivas al honor de la Santísima Virgen.
Esto no pudo  hacerse sin causar  un escándalo furioso en la ciudad, especialmente en la universidad, que siempre había tenido gran celo por la gloria de la Madre de Dios.
Pero como el Decano de la Facultad, al que se habían dirigido para remediar este escándalo, hubiese informado a la Facultad de las proposiciones , sin nombrar al autor de ellas, que estaba presente, lejos de retractarse o disculparse, protestó que no había hecho nada sin el consejo de sus superiores, e incluso por su mandato, y estaba resuelto a apoyar su doctrina hasta la muerte.
Por esta razón, visto que  persistía en su obstinación, y después de prometer retractarse, no quiso hacer nada, la facultad primeramente, y  todo el cuerpo de la Universidad  después, censuró  y condenó sus tesis como falsas, temerarias, escandalosas y contrarias a la piedad de los fieles.
El obispo de París, Pierre Orgemont, al que el famoso cuerpo docente se había dirigido como juez de la doctrina en su diócesis,
después de implorar la ayuda del Espíritu Santo con una procesión general, hizo examinar de nuevo  exactamente las proposiciones,
confirmó la censura hecha  y condenó solemnemente con una sentencia judicial,
la cual pronunció con gran ceremonia, vestido con sus ropas pontificias en el umbral de Notre-Dame,  lugar y alrededores que se llenaron con un número inmenso de personas de todas condiciones que habían acudido de todo París para este grandioso acto, que era el  triunfo de la Santísima Virgen.
Juan de Monson, que previendo su condena, se había retirado a la Corte de Avignon, donde los de su Orden tenían crédito, apeló la sentencia ante el Papa, y protestó, como lo hicieron también sus correligionarios, alegando que  en este caso se trataba de la doctrina de Santo Tomás, aprobada por la Iglesia, y que en consecuencia ni la universidad ni el obispo de París no podían condenar.Acto seguido la Universidad, aunque un poco sorprendida por haber sido encausada por un particular, que había alegado mil falsedades ante la corte del Papa, delegó a cuatro de sus más famosos doctores:
Pierre d’Ailly, gran maestro de Navarra, después obispo Cambrai, Gilles des Champs y Jean de Neuville, bernadinos; y Pierre Allainville, doctor y profesor de Derecho Canónico , y, al mismo tiempo promulgó una excelente carta circular a todos los fieles, para justificar su conducta
contra los jacobinos, que estaban abusando del nombre y de  la doctrina de Santo Tomás , que nunca ellos pretendieron condenar, y al que hacían decir, a gusto propio, lo que Santo Tomás, jamás había pensado.
Los cuatro delegados fueron recibidos en la Corte del Papa con todos los honores. Se les dio una audiencia especial, y luego en pleno consistorio durante tres días, hablaron con tal fuerza y firmeza,  justificando su censura y la sentencia del obispo de París, que atrajeron la admiración de toda esta augusta Asamblea, y  el Papa no pudo  dejar de hacer un encendido elogio de esta ilustre y sabia Universidad, que producía hombres  tan grandes.
Finalmente, después de que Juan de  Monson hubiese declarado todo lo que quiso, de viva voz en pleno consistorio, y por medio de los escritos que él mismo distribuyó en defensa propia y después de que los delegados, en especial el  sabio Pierre d’Ailly, lo hubiesen confundido en la disputa, y por medio de un excelente tratado  donde hicieron ver claramente, entre otras cosas, que lo que habían condenado no  era de ninguna manera la doctrina de Santo Tomás, y  que no era nada de lo que reclamaba este jacobino : el Papa, después de haber hecho examinar el asunto  varias veces ante él  durante casi un año, confirmó la sentencia del obispo de París y la censura de la Universidad , a la que envió a Juan de Monson con orden de someterse enteramente para su corrección
Él prometió hacerlo para librarse de las cárceles del Papa; pero la noche siguiente, huyó y escapó a su país, Aragón.
A continuación, los diputados regresaron en triunfo a París, donde fueron recibidos con gran aclamación de todas las Órdenes religiosas por haber preservado tan sabiamente la gloria de la Santísima Virgen.Pero los  jacobinos, pensando que estaban  apoyados por Guillermo de Valen, de su misma Orden, que era obispo de Evreux y confesor del rey, no dejaron de  seguir defendiendo sus proposiciones tres veces condenadas,  por lo que se levantó contra ellos la peor tormenta nunca vista.

porque la Universidad los expulsó de su cuerpo; el Obispo de París prohibió que predicaran y confesaran; a varios se les puso en prisión; se dejó de darles limosnas; y  los que se atrevían a salir del convento eran perseguidos por el pueblo y cubiertos de  insultos por las calles, como enemigos de la Santísima Virgen.

Todavía hubo más. cuando el  Papa se enteró de la fuga de Juan de  Monson y la obstinación de sus partidarios, los excomulgó por una bula  que salió de  Aviñón para ser fulminada en toda Francia.
Cassinel Ferry, obispo de Auxerre, fue el elegido para presentarla al Rey y dar cumplimiento a la excomunión cosa que  hizo con tanto celo y firmeza, como que había sido  uno de los más famosos doctores de París quien lo había demandado, ordenando el Rey que  no sólo fuese publicada, sino también que fueran puestos en prisión loos que hablasen  o escribiesen  en contra de la Concepción de Nuestra Señora, y que fueran enviados a París para ser objeto de la corrección de la Universidad.
Finalmente la tormenta no cesó  hasta que  los jacobinos dieron  públicas garantías de la promesa hecha de  celebrar la fiesta de la Inmaculada Concepción, y jamás decir nada que fuera en contra de ella.
Lo peor fue que la Universidad no pudiendo sufrir que  el obispo de Evreux, jacobino y confesor del rey,  se burlase de la victoria que ella había conseguido, y se jactase de que él siempre mantendría la doctrina de Juan de  Monson, hizo tan fuertes protestas al Rey sobre este asunto, que se hizo necesario que este prelado era retractase y condenase esta doctrina en un acto público, como lo hizo en presencia del Rey, de los Príncipes, del condestable de Clisson, de los Señores de la Corte y del Consejo, y del Rector de la Universidad  con los miembros de las cuatro Facultades.  Y la cosa llegó tan lejos que el Rey dejó ya de requerir sus servicios por más tiempo, y  a pesar de su retractación, y su Orden no fue admitida en la Universidad más que después de varios años.
En tal grado la devoción de la Santísima Virgen, inmaculada en su concepción,  que Francia entera testimonia, había echado profundas raíces en los corazones de nuestros antepasados y en especial en nuestros reyes.
¡Esto es  lo que nos refiere  el Padre Maimbourg y varios otros graves autores de gran crédito.
Todo esto nos hace ver cuán pernicioso es apegarse al propio juicio  y resistir el espíritu de Dios que habla por la boca de la Iglesia.