S.E.R.

Mons. Juan José SQUETINO

S                  /                       D     

De mi mayor consideración:

     Habiendo tomado conocimiento de la muy justa carta enviada por S.E.R. a todos los obispos que reconocen la vacancia de la Sede Apostólica, quiero expresarle por este medio mi agradecimiento y humilde apoyo a tan noble iniciativa.

     Soy una pobre ermitaña argentina, a la que el Señor despertó a la realidad tremenda que vivimos en la Iglesia, justo antes de su Parusía. Vengo a ser, casi, la obrera “de la última media hora”: hace exactamente tres años que se me concedió la gracia (durísima) de conocer en profundidad el real significado del Vaticano II y la acción de los “Papas” conciliares hasta el actual, que considero el más peligroso…

     Me he criado en la Fe junto a quienes yo consideraba como sacerdotes serios; muchos de ellos habían conocido al P. Meinvielle y se decían discípulos del P. Castellani. Pero he aquí que, luego de bastantes años y por una luz especial del Señor, he llegado a darme cuenta de que me habían envuelto en las brumas de las tesis del Cassiciacum y de Meinvielle, como si fueran dogma de fe, e impedían el acceso a otra perspectiva tachándolas de herejía, cisma y todo lo que S.E.R. ya conoce muy bien.

     Inmenso alivio recibí al darme cuenta de que las mencionadas tesis no eran más que eso: TESIS, elaboradas ante la falta de reacción de quienes tenían autoridad para ello durante el ruinoso Concilio y el post-concilio. Pero, al ponerme a estudiar los textos de las encíclicas anteriores (guiada por un libro del Pbro. Dr. Luigi Villa, recientemente fallecido), vine a descubrir que esas tesis no tenían, en realidad, razón de ser, dado que la Iglesia ya había previsto, enseñado y legislado lo necesario para aplicar en casos de usurpación de oficios eclesiásticos, incluida la Sede petrina. No hay más que seguir fielmente lo enseñado y mandado por los Papas anteriores (en realidad, por el Evangelio y las cartas de los Apóstoles…) para resolver este aparente galimatías, porque no lo es: está todo enseñado previamente.

     Continuar insistiendo con malabarismos mentales cuando hay Magisterio y normativa clara de la Iglesia, es una necedad.

     Por supuesto que se puede comprender la falta de reacción de quienes tenían autoridad en ese momento del Concilio y después: de sólo leer lo ocurrido, yo no salgo de mi asombro; cuánto más deben haber experimentado quienes vivieron los hechos… Un verdadero shock.

     Desde hace un tiempo se levantan voces pidiendo una reacción como es debido, sea del campo conciliar, reclamando definiciones solemnes con anatemas correspondientes para terminar con los errores, o del campo de quienes reconocen la usurpación, para que

 “se reúnan, depongan sus celos personales, unifiquen sus posturas bajo el signo de lo ya declarado y decretado por la Iglesia, formen un frente común, procuren que sea públicamente divulgado por todo el mundo, de modo que todos los católicos aprisionados dentro del pulpo conciliar se enteren de la situación de sede vacante(o usurpada, como dicen otros), y se pueda al fin, reunir esas condiciones necesarias para la elección, que hoy en día no se dan…” en el decir de un allegado, de mucho más profundo conocimiento que yo de la situación.

     Por ello le ruego que no deje llamar a las conciencias de sus hermanos obispos, e incluso creo yo que es necesario tomar contacto con quienes son aún obispos y sacerdotes válidos en el campo conciliar: en todos Ustedes existe el poder de orden, tienen el deber delante de Dios de intentar dar una solución a este desastre, que ya no puede mantenerse en el tiempo. No es lícito quedarse cruzados de brazos con el verdadero descaro, de parte de muchos, de “esperar una intervención directa del Señor” que solucionará la situación. Es esto una terrible falta de respeto hacia el Señor o cosa peor, porque OMITEN obrar según la OBLIGACIÓN QUE TIENEN para con el Señor y para con las almas…

     Cuántos cristianos están en grandísimo peligro porque NO TIENEN LA FE VERDADERA, al no habérseles dicho la verdad de lo ocurrido y pensar que no son tan graves las consecuencias del CVII, porque los sacerdotes conocidos (si es que son válidos) hacen alguna pequeña intervención quirúrgica en esos textos y en las obras y dichos de estos Papas conciliares de manera de hacerles decir lo que no dicen, para que “coincida” con la enseñanza anterior y dejar a los pobres fieles con la tranquilidad de que todo sigue más o menos igual…

     Terminarán todos en el infierno, los curas primero, por cómplices…

     En fin, no se desanime y siga adelante.

     Yo vivo en plena Capital Federal: si puedo servirle en algo, cuente conmigo. Aunque el Señor viniera dentro de cinco minutos, no podemos dejar de hacer lo que es nuestra obligación.

     Sírvase, de paso, indicarme si hay en Buenos Aires alguno de sus sacerdotes que celebre la santa Misa: yo no tengo cerca más que un pobre sacerdote de 80 años miembro de una congregación religiosa progresista que, aunque resiste a los desvaríos de su congregación, celebra la misa del Novus Ordo como si fuera una maravilla y no es capaz de ver que el problema viene de Roma…como tantos otros…

Encomiéndome a su oración en la santa Misa, lo saluda en el Señor

«Una ermitaña»

Leer la IIª Carta de Monseñor Suetino a los obispos sedevacantistas