¿Es aceptable recibir un sacramento dudoso?

Cardenal Lienart: Masón de alto grado según el P. Luigi Villa- Chiessa Viva, nº 51- ,antes de recibir el episcopado, que luego dio la órdenes a Marcel lefebvre ¿ Puede tener un masón, grado 30º, luceferino, la intención de la Iglesia al confeccionar el sacramento del orden sacerdotal?

Es duro ver cómo los llamados conservadores suelen argumentar que los cambios en la Misa, y sobre todo, los cambios en la fórmula de la consagración, no han vuelto la misa de Montini inválida.  También es sorprendente comprobar como los «tradicionalistas», que habiendo ya dejado la falsa misa de Montini,  acepten sin más las misas de sacerdotes con órdenes inválidas o al menos dudosas, cuales hacen los nietos y bisnietos sacramentales del cardenal Lienart, según varias e importantes fuentes, masón luciferino grado 30, antes de recibir él mismo el «episcopado».

Ciertamente, ante la evidencia dada, deben estar de acuerdo, al menos, en que la cuestión está abierta al debate. Pero si está abierta al debate, hay duda —y sobre todo, hay duda con respecto a la forma (las palabras) de la Consagración en unos casos, y en cuanto a la intención interna de un masón luciferino grado 30, cuando «ordena presbíteros».

Bajo tales circunstancias, los católicos están obligados a abstenerse de cualquier participación en tales ritos. Escuchemos lo que dos manuales teológicos normales de antes del Concilio Vaticano Segundo tenían que decir sobre el empleo de una forma dudosa de un Sacramento:

En la dispensación de los sacramentos, como también en la consagración en la Misa, nunca se permitía adoptar un criterio de acción probable acerca de la validez y abandonar el criterio más seguro. Lo contrario fue condenado explícitamente por el Papa Inocencio XI [1670-1676]. Hacer tal cosa sería un pecado penoso contra la religión, es decir un acto de irreverencia hacia lo que Cristo Nuestro Señor ha instituido. Sería un pecado penoso contra la caridad, puesto que el destinatario probablemente sería privado de las gracias y efectos del sacramento. Sería un pecado penoso contra la justicia, puesto que el destinatario tiene derecho a los sacramentos válidos (P. Henry Davis, S.J., Moral and Pastoral Theology (Londres: Sheed and Ward, 1936), v. 2, pág. 27).

La materia y la forma deben ser ciertamente válidas [ y la intención de hacer lo que quiere la Iglesia, condición sine qua nom]. Por lo tanto uno no puede seguir un criterio probable y usar una materia o una forma dudosa, ni cuando hay intención en contra, o duda sobre cualquiera de estos principios: materia, forma e intención. Actuando de otro modo, uno comete un sacrilegio (P. Heribert Jone, Moral Theology (Westminster, MD: Newman, 1952), pág. 323).

No maravilla entonces que teólogos preconciliares como J. M. Hervé instruyan al sacerdote a no omitir nada, no agregar nada, no cambiar nada de la forma; y que los papas hayan insistido en el deber del fiel católico de denunciar al hereje masón. Tener cuidado con transmutar, corromper o interrumpir las palabras (Canónigo J. M. Hervé, Manuale Theologiae Dogmaticae (París: Berche et Pagis, 1934).

Por consiguiente, es indefendible distribuir o recibir un Sacramento cuya validez es sólo «probable». La validez debe ser cierta.

[ Nota del editor:  La razón moral es clara:  El que obra con conciencia dudosa acepta la probabilidad de la ofender de Dios y, por lo mismo, peca tanto si en el orden real y objetivo aquella acción es realmente mala como si es inocente y buena. El pecado cometido es el mismo que constituye el objeto de la duda, revestido con todas sus circunstancias especiales: mortal o venial, de esta especie o de la otra, según se le previó en la duda. ]