No dia 5 de maio de 1988 o Arcebispo Marcel Lefebvre assinou o «protocolo» que foi negociado com o Vaticano entre Joseph Ratzinger e alguns padres da Fraternidade S. Pio X, dos quais o principal foi o futuro bispo Tissier de Mallerais, que aparece satisfeito na foto. Mas o que foi solicitado e promovido por estes padres foi na mesma noite melhor avaliado e denunciado pelo Monsenhor Lefebvre como um compromisso de consequências nefastas que devia recusar. Hoje a manobra julgada nefasta é repetida por esses clérigos, mas na ausência do Prelado, «excomungado» pela igreja conciliar!

SOBRE LA VERDAD DE LEFEBVRE

Un documento escasamente difundido, sin duda, ha sido el fallido Protocolo de Acuerdo firmado el 5 de mayo de 1988 por el entonces Prefecto para la Doctrina de la Fe Joseph Alois Ratzinger y el fundador de la FSSPX, Marcel Lefebvre.

A pesar de su capital importancia histórica y doctrinal, prácticamente ambas partes lo sepultaron con la intención de librarse de los cuestionamientos y de las obligadas conclusiones respecto a si es o no congruente la actual posición de  los bandos dentro de la “dividida” FSSPX.

Como se verá a continuación, y como ya han referido algunos analistas, el Acuerdo firmado por Lefebvre DE 1988, era más que cuestionable doctrinalmente y ofrecía menos ventajas jurídicas que el actual Acuerdo (Preámbulo) casi aceptado por Fellay.

Lo anterior sin mencionar que el autor de ambos acuerdos, Joseph Ratzinger/Benedicto XVI se adelantó “generosamente” y levantó hace siete años las “excomuniones” de los cuatro prelados  gratuitamente, sin mediar arrepentimiento, ni pena canónica que los enmendara.

“El protocolo fue firmado por las dos partes en la tarde del 5 de mayo. En el primer apartado del texto, Lefebvre, en su nombre y en el dela Fraternidad, declaraba las siguientes cosas:

Yo, Marcel Lefebvre, arzobispo-obispo emérito de Tulle, junto con los miembros de la Sociedad Sacerdotal de San Pío X, que fundé:

1. Nos comprometemos a ser siempre fieles a la Iglesia Católica y al Romano Pontífice [entonces Wojtyla], su Pastor Supremo, el vicario de Cristo, el sucesor del bienaventurado Pedro en el primado y la cabeza del cuerpo de los obispos.

2. Declaramos que aceptaremos la doctrina contenida en el número 25 de la constitución dogmática del Concilio Vaticano II, “Lumen Gentium”, respecto al magisterio eclesiástico y la adhesión que al mismo debemos.

3. En cuanto a ciertos puntos enseñados por el Concilio Vaticano II, respecto de las posteriores reformas de la liturgia y las leyes que parecen difíciles de conciliar con la tradición, nos comprometemos a una actitud positiva de estudio y de comunicación con la Sede Apostólica, evitando toda polémica.

4. Declaramos, además, que vamos a reconocer la validez del sacrificio de la Misa y de los sacramentos celebrados con la intención de hacer lo que hace la Iglesia y de acuerdo con los ritos en las ediciones típicas del misal y los rituales de los sacramentos, promulgada por los Papas Pablo VI y Juan Pablo II.

5. Por último, nos comprometemos a respetar la disciplina común de la Iglesia y las leyes eclesiásticas, particularmente las contenidas en el Código de Derecho Canónico promulgado por el Papa Juan Pablo II, a excepción de la disciplina especial concedida a la Fraternidad por ley particular.

¡ He aquí al que quieren llamar Atanasio de nuestro tiempo! Un verdadero insulto a San Atanasio, quien jamás transigió en la doctrina, como hizo este obispo que recibió las órdenes de un masón grado 31, y firmó todos los documentos del Concilio Vaticano II.


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