EL PEQUEÑO CUERNO

La profecía de la sagrada Escritura tiene una interpretación literal que anuncia sucesos de la historia de Israel, pero también tiene una interpretación espiritual, pues anuncia al mismo tiempo lo que debía de cumplirse en los tiempos del Mesías hasta el fin del mundo. Indudablemente las profecías de Daniel tienen estos dos sentidos. Así es que en nuestro tiempo terminal, pueden ser aplicadas a los sucesos del fin del mundo con mayor razón, cuando la misma Escritura está tomando textos del Antiguo Testamento para anunciar el futuro. El caso de las cuatro bestias de Daniel, que San Juan incluye en la descripción de la primera fiera apocalíptica es muy claro. De la misma manera se puede tomar la profecía del pequeño cuerno que despunta entre los diez cuernos de la cuarta bestia. Algunos exégetas identifican a este pequeño cuerno con el Anticristo. No sé si esto es correcto. No sé si el Anticristo será el último de la serie de usurpadores del Trono Papal, o hay que verlo en todos esos hombres -cinco-, descritos en las dos bestias apocalípticas. Me inclino a creer esto último, pues la perversidad de las obras de cada uno se han aplicado tradicionalmente al mismo Anticristo. Luego expondré otras graves razones para decir esto. Durante el «reinado» de Juan XXIII, es convocado el Concilio que SABÍA PERFECTAMENTE que sería el vehículo para introducir en la Iglesia la revolución y la herejía que las reúne a todas, según San Pío X. Durante su «reinado» fue entronizado Satanás en el Vaticano, corazón de la Iglesia y se le dio la Tiara papal. La misión de Juan XXIII fue diferente a la de los sucesores, pero INICIAL Y ESENCIAL para poner en movimiento la maquinaria. Durante el «reinado» de Paulo VI, se eliminó el Sacrificio mediante la adulteración de las formas consecratorias y el rito se convirtió en una asamblea de espíritu protestante. Igualmente, fueron invalidadas las ordenaciones sacerdotales y las consagraciones episcopales. Lo mismo sucedió con los otros Scramentos excepto el Matrimonio y el Bautismo. Durante el «reinado» de Juan Pablo I se eliminó la coronación de los papas que se convirtió en una «entronización» en la que sólo se imponía la mitra que ya usaban. Se eliminó la silla gestatoria que puso a los papas a pie. El «reinado» de Juan Pablo II, reciente, espectacular, aplastante -llegó a reunir A MAS DE 5 MILLONES DE GENTES-, indudablemente no superados por los anteriores, como tampoco creo que sea superado por su sucesor Benedicto XVI, que como dice el Apocalipsis, viene ejerciendo «todo el poder de la primera bestia, en servicio de ésta». Será, entonces, un «reinado» gris, pero apuntalado en el poder de su predecesor. Durante Juan XXIII, a Satanás se le ofrece la Tiara a la que renuncia poco después Paulo VI DESCORONANDOSE EN UNA CEREMONIA RELIGIOSA. Ninguno de ellos la volvió a usar después de esto y ahora Benedicto XVI la retira de su escudo papal. ¿No están de acuerdo en todo?, ¿no es la misma entidad moral marchando al mismo lugar, con la misma intención, por el mismo caminito?. ¿No se puede pensar que hay ALGUIEN detrás de estos pobres hombres sin autoridad propia moviéndolos como marionetas?, ¿no hay una férrea invasión de individuos juramentados al rededor de estos «papas» apoyándolos, llenándose la boca de hablar de Cristo, -la careta perfecta-, pero ofendiendo a dios todos los días durante la celebración del rito que es la abominación desoladora por antonomasia?. ¿Quién de ellos es el Anticristo?, ¿el cuarto dificilmente superado?, ¿el último?, ¿o más bien todos como una sola cabeza, como una sola entidad moral, cumpliendo la propia misión según el momento histórico que le ha tocado vivir?. Si esto es así, no se equivocaron quienes viendo los hechos de cada uno de estos «papas», en su momento, pensaron estar viendo al mismo Anticristo. Veremos después, cómo la Santísima Virgen en La Salette apoya esto. Como es obvio, no he mencionado de cada uno de esos «papas» supuestos sino lo que me parece más significativo de su administración, que si llegáremos a un análisis más detallado, aunque somero, tendríamos la historia de horror más escalofriante que reune los ataques más furiosos a la Iglesia preconciliar y las doctrinas más descabelladas y más desviadas de todos los enemigos y heresiarcas de toda la historia.
Si es verdad que al Anticristo lo debemos ver en el «reinado» de cinco individuos, entonces se explica en buena parte que sea tan difícil identificarlo. A esto se debe que su acción vaya siendo tan efectiva como su engaño y seducción -sin dejarse de considerar la enfermedad espiritual y moral del pueblo-; a esto se debe también que pueda hacer tanto mal que sería inexplicable e imposible en la sola vida de un hombre, como decía San Jerónimo. Necesitaban la fuerza inmensa y aplastante de un concilio: lo hicieron. Introdujeron la herejía, el desorden, el cambio frenético y la revolución en la Iglesia como anunció la masonería cínica y abiertamente desde el siglo XIX. Pues lo fueron haciendo con cautela y con la mayor prisa posible. La autoridad de un «papa», apoyaba la autoridad del otro y continuaba sosteniendo lo que se había logrado y metiendo nuevas cosas. Cuando uno de ellos hablaba, parecía que se estaba escuchando a cualquiera de ellos, como si fuera un mismo hombre. El pueblo sabe que el Papa es el Vicario de Cristo y oír al papa es lo mismo que oír a Cristo. Pero, ¡PERO! aunque Cristo prometió Su asistencia a los papas y la infalibilidad, A LOS HOMBRES CORRESPONDÍA NO DEJAR QUE EL TRONO PAPAL FUERA INVADIDO POR ENEMIGOS. Si el hombre se entregaba al pecado, si el último de los cristianos se entregaba al pecado, entonces se empezaba a preparar el caldo de microbios que producirían las crisis de la Iglesia, y en el final, el advenimiento del Anticristo. Y llegarían estos monstruos a la vista del pueblo prostituido, como producto de sus pecados, y Dios ya no estaría comprometido en proteger la ortodoxia doctrinal ni la infalibilidad del usurpador. Entonces, el pueblo pervertido, lo mismo aplaude y defiende la propia corrupción, que aplaude frenéticamente a quienes por su exclusiva culpa llegaron a ser sus dirigentes espirituales, que llegan para decirles lo que quieren oír y a callar lo que no quieren oír.
Al tiempo que transcurre durante el «pontificado» de cinco individuos, se debe que las inquietudes y algunas protestas públicas o privadas al irse imponiendo las reformas, se vayan olvidando y a la enorme propaganda que manipula las mentes del pueblo y al fin así se olviden, y todo se vaya «acomodando» y tranquilizando en una cabal aceptación de lo que enseña esa Iglesia que ya nada tiene que ver con la Iglesia de Cristo. Un hombre que haya sido totalmente aislado del mundo por allá de los años cuarentas, y se le sacara de su aislamiento en nuestro día, se encontraría con Iglesias ocupadas por una secta extraña absolutamente desconocida. ¡Pero esto es lo que alaban tanto los invasores de hoy y el pueblo desviado que los sigue: el cambio, lo novedoso, la condena y olvido de todo lo que anteconciliar!.
Si lo que digo es cierto, entonces ese pequeño cuerno que despunta, no es el Anticristo por ser el último, sino uno de los cinco que llevan a su vez, y bien ganado el título. El Beato Bernardino de Bustis decía que en los últimos tiempos ocuparían la Sede de Pedro «inicuos pontífices». Pero en este caso, ¿qué nos quiere significar el Profeta Daniel aldecir que ese cuerno pequeño «despunta» de otro de los cuernos de la bestia?. Cuando estaba a punto de morir Juan Pablo II, se habló durante algunos días que pudiera quedar imposibilitado completamente para gobernar, por lo cual sería necesario elegir a otro «papa» antes de que muriera. Pensé que así se cumpliría la palabra bíblica que jamás se equivoca y que siempre asombra sobremanera al momento de su cumplimiento. Me parecía que lo que quería decir el Profeta Daniel es que de un «pontificado» saldría otro. Este caso no puede darse absolutamente. Un papa no puede ser designado por el papa predecesor. Este individuo nunca sería un papa válido. Pero en el ambiente prostituido actual del Vaticano en que ya no interesan aquellas ligas fuertes de lo natural con lo sobrenatural, y que más bien se busca la continuidad en el camino de destrucción de la Iglesia y se detectan a los individuos que en la forma más fiel están dispuestos a seguir los caminos de los reformadores -detrás de los cuales está Satanás dirigiéndolo todo-, entonces, bien se puede pensar en designaciones y no en elecciones en las que interviene el Espíritu Santo, que ya para el caso poco importa, o importa nada, si no es solamente para el discurso. Es el mismo pecado de soberbia del Paraíso que expulsa a Dios, para imponer el hombre su propia opinión y conveniencia. Su propio capricho, su propio camino en el que ya Dios no tiene nada que ver.
Pasaron pocos días para que esto fuera explicado. Un hecho rápidamente acallado, pero que trascendió lo suficiente para darnos a conocer que la profecía de Daniel se había cumplido y que la supuesta «elección» de Benedicto XVI, no fue más que un teatro -muy rápido por cierto-, una burda y engañosa mascarada preparada por la mafia que está férreamente posesionada de todos los controles de la Iglesia.
El día 22 de abril del año 2005, los noticieros de TELEVISA, difundieron una noticia que los periódicos nacionales que la publicaron al día siguiente dijeron que «era difícil de creer». En el día de hoy, todo lo que no conviene es «mentira» o «difícil de creer», y todo lo más corrupto que sea conveniente, es siempre cierto. El señor Alfredo Alvarez que tiene una especie de hotel en Molinaseca Léon, España, dijo que en el año 2000, recibió a un visitante con el que conversó largamente sobre el futuro de la Iglesia. Era el Cardenal José Ratzinger que posteriormente le envió una postal de agradecimiento en la que firmaba: «JOSÉ RATZINGER, FUTURO PAPA BENEDICTO XVI». Entonces, es claro que este fue designado y no electo. ¿Sabremos lo que sucedió y a esos niveles está sucediendo?, ¡secretos, son del sanedrín!.
Igualmente, James Mckinley, reportero del New York Times, publicó un artículo en abril de 2005, en el que trata con amplitud el curso que ha seguido el caso del Padre Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, por las acusaciones contra él por abuso sexual a por lo menos ocho jóvenes estudiantes entre los años 1943 y pincipio de los años sesenta. Yo vi hace unos tres años una entrevista televisada con tres de estas víctimas, hoy ya unos hombres, que puedo asegurar que aquello no era un teatro. Todas estas acusaciones, dice el periodista, habían encontrado oídos sordos en Ratzinger, porque, decía, el Padre Maciel era amigo personal de Juan Pablo II, porque lo había elogiado en público, y porque incluso le había confiado a su congregación la organización de un importante centro católico en Jerusalén.
Sin embargo, dice el artículo, el caso contra Maciel que antes se había archivado y olvidado «porque era una persona muy querida por el papa», decía Ratzinger, tuvo un gran cambio, y aquello que estaba empolvado desde 1999 se reabrió por razones no claras. Mackinley dice desde su óptica desconectada de otras realidades que «aun no está claro por qué Ratzinger cambió de opinión -esto sucedió en los últimos días de Juan Pablo II, en los que ya estaba imposibilitado para todo-, y reabrió la investigación, pues nunca ha comentado nada al respecto. Una de las teorías -dice inocentemente-, sugiere que el Cardenal (Ratzinger) SABIA QUE EL SERIA UNO DE LOS CANDIDATOS AL PONTIFICADO y no quería que el asunto estuviera pendiente sobre su cabeza cuando se celebrara el cónclave». Cuando el río suena, agua lleva.
Igualmenyte, el 3 de abril de 2005, Stefan Kempis dijo que el Cardenal Ratzinger era un hombre «sorprendentemente humano» -no me extraña que así lo califiquen, pues el Anticristo debe aparecer como humano y humanista- y «el más apto por sus valores humanos y sus capacidades intelectuales». Kempis, que pertenece a Radio Vaticana, dijo que «Ratzinger obtendría la mayoría a su favor en la primera votación» del conclave. Así también opinó el Padre Eberhard von Gemmingen de la redacción alemana de este órgano vaticano.
En una entrevista que la agencia noticiosa France Presse le hizo al Cardenal Martini, considerado «el más progresista del Colegio cardenalicio» dijo que estaba seguro que Benedicto XVI «nos tiene reservadas muchas sorpresas». El Cardenal reconoció que la elección de Ratzinger para suceder a Juan Pablo II, nació del deseo de tener «un pontificado breve después de uno tan largo». El hombre, no Dios, es el que marca la conveniencia de un pontificado largo o corto. Esto nos revela obviamente que allá nada tiene que ver el Espíritu Santo. Pues no tardó mucho Ratzinger en conmocionar al Vaticano, -como dicen los periódicos del mundo-, cuando apenas subiendo el primer escalón de su trono, anuncia «por la vía rápida» (fast track), -dice la nota de la agencia DPA del 14 de mayo de 2005-, que se inicia la beatificación de Juan Pablo II. Ya no se pedirán ni milagros. ¿No el papa puede dispensar de este requisito?. Se le declara mártir. ¡Pero cómo!, Los mártires son cristianos que fueron asesinados con derramamiento de sangre por odio a Cristo.
Verdaderamente la palabra de Dios es exacta. «…hizo que la Tierra y sus moradores adorasen a la primera bestia» y «que hiciesen una imágen de la bestia». ¿A cuál de los cuatro individuos incluídos en la anatomía de la primera bestia de san Juan se está refiriendo al Apocalipsis Cap. XIII?, lo dice muy claro el sagrado Libro: «cuya herida mortal fue curada». Es decir, a su inmediato predecesor. La nota de la Biblia comentada de Torres Amat dice: «Esta segunda bestia… sirve a la primera, y ambas sirven al Dragón».
Ratzinger se preparó por años una imágen de «conservador». Ha declarado que sería bueno el regreso del Latín. Se le ha visto mundialmente oficiar en sus «misas» con el canon en Latín de la Misa llamada de San Pío V. Se han dejado correr rumores que «el es quien arreglará las cosas, pero que tiene que ir lentamente por la resistencia de los reformadores progresistas». ¡Paparruchas!. Ha sido cuidadoso. Sabe que su más pequeña palabra, que una actitud cualquiera será analizada y transmitirá un mensaje que se interpretará y será comentado. Su misión es napoleónica. Napoleón introdujo la Revolución con la máscara de monarquía. Su pontificado de transición y de consolidación de la herejía y de la apostasía, permitirá preparar las cosas más horribles que el ejército invasor planea con su aval. La extinción completa, ahora sí, de todo lo que huela a Iglesia preconciliar. Pero se hará bajo el signo conservador de Ratzinger que indudablemente atraerá a una buena parte de los llamados tradicionalistas, de la Iglesia remanente llena por todos los lados de infiltrados, de traidores, de particularistas, de trepadores, de pancistas y de complotados. Esto son lo que enterraron el cuerpo místico de Cristo, que los traidores del Vaticano habían matado. Son los que por cuarenta años impidieron con toda clase de trucos y con toda clase de motivos que la Iglesia se unificara nuevamente para comenzar la batalla por el rescate de la Iglesia. El drama de la Iglesia, lo convirtieron en una comedia y cobraron las entradas. ¿No es cierto que todo está ya gritando la Parusía, que ya no tarda?.

Mons. José F. Urbina Aznar
2005