Si la Iglesia ya no es el verdadero Israel, ¿en qué debe transformarse en esta nueva teología de la salvación? En este estudio, de suyo extenso, no podemos agotar todos los aspectos de la religión noáquida. Esta religión introducida en el Vaticano II debe suplantar el catolicismo. Señalemos algunos hitos históricos y destaquemos varios aspectos de este nuevo “catolicismo”.

DEL «MITO DE LA SUSTITUCIÓN» A LA RELIGIÓN NOíQUIDA (1)

Por Michel Laurigan

De la purificación «del espacio cristiano» a la introducción de la religión de Noé

  1. «Purificación del espacio cristiano»

Al principio (54) los cristianos dijeron: «Nosotros también somos Israel.»
Luego afirmaron: «Nosotros también somos el verdadero Israel.»
Un poco más tarde: «Sólo nosotros somos el verdadero Israel.»
F. Lovsky

Las discusiones que siguieron a la «toma de conciencia» del ConcilioVaticano II fueron preparando poco a poco al mundo cristiano para asumir una nueva teología de las relaciones de la Iglesia con el judaísmo (55). El objetivo de las directivas del Vaticano (56) y de los episcopados desde hace casi cuarenta años se encaminó a transformar la mentalidad por medio de un “gran esfuerzo de educación” de los pueblos del “espacio cristiano”. Este esfuerzo tiende a:

  1. recordar la perpetuidad de la primera Alianza;
    2. inculcar el aprecio del pueblo judío (infiel), “pueblo sacerdotal”;
    3. renunciar a la conversión de los judíos:
    4. familiarizarse constantemente con el diálogo y la cooperación con el judaísmo;
    5. preparar los caminos a la religión noáquida.

Altas autoridades vaticanas indujeron a los episcopados a publicar declaraciones cuyo contenido teológico se opone claramente al magisterio de la Iglesia.

  1. a) La nueva «teología de la Alianza» según el episcopado

Podemos ilustrar nuestra observación con dos ejemplos: el texto de la Comisión del Episcopado Francés para las Relaciones con el Judaísmo (Pascua, 1973) y las Reflexiones sobre la Alianza y la Misión del episcopado norteamericano (13 de agosto, 2002). A juicio de los judíos, son dos declaraciones cuyo contenido sobrepasan ampliamente las afirmaciones del Concilio.

Los aspectos heterodoxos no escapan a la consideración de persona alguna.

Los cristianos no deben ver al judaísmo como una realidad solamente social e histórica sino esencialmente religiosa; no como reliquia de un pasado venerable y acabado, sino como una realidad viva a través del tiempo. Las principales señales de esta vitalidad del pueblo judío son: el testimonio de su fidelidad colectiva al único Dios, su fervor en escrutar las Escrituras para descubrir, a la luz de la Revelación, el sentido de la vida humana, la búsqueda de su identidad en medio de los otros hombres, sus constantes esfuerzos por congregarse en una comunidad reunificada. Como cristianos, estos signos nos plantean un interrogante que toca el corazón de nuestra fe: ¿Cuál es la misión propia del pueblo judío en el plan de Dios?

Una elección que perdura: la primera Alianza no ha caducado. Contrariamente a lo que sostuvo una exégesis tan antigua como cuestionable, no se podría deducir del nuevo Testamento que el pueblo judío ha sido privado de su elección. El conjunto de las Escrituras, por el contrario, nos invita reconocer la fidelidad de Dios a su pueblo en la preocupación de fidelidad del pueblo judío a la Ley y a la Alianza. La primera Alianza, en efecto, no queda abrogada por la nueva. El pueblo judío tiene conciencia de haber recibido, a través de su vocación particular, una misión universal frente a las naciones (57).

¿Cuál es esta misión? Lo estudiaremos en un próximo apartado. La segunda declaración, más reciente, es la de los obispos norteamericanos. Es realmente impresionante:

El pensamiento católico romano manifiesta un creciente respeto por la tradición judía que se desarrolla desde el Concilio Vaticano II. La profundización de la valoración católica sobre la alianza eterna entre Dios y el pueblo judío, así como el reconocimiento de la misión que Dios asignó a los judíos de atestiguar el amor fiel de Dios, llevan a concluir que las acciones encaminadas a convertir a los judíos al cristianismo ya no son teológicamente aceptables en la Iglesia Católica (58).

  1. b) «Cambiar la teología» de los teólogos

Los testimonios de teólogos sobre la perpetuidad de la primera Alianza son tan abundantes que podría reproducirse una letanía de citas. He aquí algunas:

Quizá sea necesario ir al fondo del asunto: avizorar, bajo las nuevas perspectivas, la idea de un derrocamiento de la religión-madre por la religión-hija. La noción de una sustitución de la antigua Alianza por la nueva está en el origen mismo de la división judeocristiana y sus consecuencias. En uno de sus grandes estudios teológicos, significativamente titulado “La alianza nunca derogada”, Norbert Lohfink, jesuita, profesor de investigación bíblica en una universidad pontificia de Roma, afirma categóricamente que “la concepción cristiana ordinaria sobre la nueva Alianza favorece el antijudaísmo.” (59)

Creemos que Cristo instauró una nueva Alianza. ¿Caducó con ello la antigua? Lo sostuvimos durante mucho tiempo y probablemente existen cristianos que aún hoy lo piensan (60).

En un coloquio titulado Proceso a Jesús, ¿proceso a los judíos?, Alain Marchandour no duda en afirmar:

Durante mucho tiempo los cristianos percibieron a Israel como una clase de órgano testigo de una realidad absorbida esencialmente por el cristianismo convertido en nuevo Israel. Semejante lenguaje es indefendible: Israel existe con su historia, sus instituciones, sus textos. El judaísmo no se extinguió con la llegada del cristianismo (…) Sigue siendo el pueblo de la Alianza (61).

Charles Perrot, profesor del Instituto Católico de París, manifiesta una idea similar:

Si la Iglesia sustituye a Israel, si lo reemplaza, esto no significa que también lo elimine, por absorción o algo peor aún. Ahora bien, expresarse así es peligroso. ¿Es admisible hoy en día? (62)

  1. c) Hacer que las élites «revisen la historia cristiana»

Al igual que su teología, la Iglesia debe «revisar» su historia. En ese sentido, el Vaticano multiplica las reuniones de expertos. En Roma o en otras ciudades europeas se celebran distintos coloquios que tienen por tema la historia de la Iglesia en relación a su actitud frente al judaísmo. El 30 de noviembre de 1997 tuvo lugar en Roma un encuentro sobre las raíces del antijudaísmo cristiano. Historiadores venidos de todo el mundo escucharon a expertos en relaciones judeocristianas. Claude-Françoise Jullian nos cuenta en Le Nouvelle Observateur cuál fue el objeto del debate:

Todos los expertos reafirmaron los orígenes judíos del cristianismo y calificaron la teología de la sustitución –esto es, la nueva Alianza en Cristo, que rompe con la antigua- como una aberración. Al abrir el simposio, el cardenal Etchegaray (Presidente del Comité de Organización del Jubileo) explicó con voz rocosa, salida de las gargantas pirenaicas: «Se trata de que examinemos las relaciones a menudo alteradas entre judaísmo y cristianismo.» El pensamiento fue recogido por el animador del encuentro, el dominico suizo Georges Cottier, teólogo privado del Papa [Juan Pablo II. N. del E.] (y Presidente del Comité histórico-teológico del Jubileo), que recordó: «nuestra reflexión apunta al plan divino de la salvación y al lugar que corresponde al pueblo judío, pueblo de la elección, de la alianza y de las promesas.”

“La aberración de la teología de la sustitución es un punto esencial, admitido desde Vaticano II, pero difícil de hacer aceptar por las bases”-afirma un participante (63).

El periodista de un semanario se preguntaba: “¿Por qué Roma reúne a los expertos de cinco continentes para comprobar una cosa hoy parece ya una verdad de fe?”

Otro coloquio se celebró a la Universidad de Friburgo del 16 al 20 de marzo de 1998 sobre el tema Judaísmo, antijudaísmo y cristianismo. Las actas se publicaron en las ediciones Saint-Augustin del año 2000 y todas las intervenciones revisten el mayor interés.

Más recientemente aún, el Congreso Judío Europeo organizó en París el 28 y 29 de enero de 2002 los Encuentros Europeos entre Judíos y Católicos sobre el tema: Después del Vaticano II y Nostra Aetate: profundización de las relaciones judeocristianas en Europa bajo el pontificado Juan Pablo II. En su transcurso se honraron varias personalidades comprometidas en el diálogo entre judíos y cristianos.

Unas jornadas vespertinas efectuadas en los salones del Hôtel de la Ville de Paris el 28 de enero de 2003 reunió unas 700 personas, tanto judíos como católicos. En la lista de oradores figuraban Maître Henri Hajdenberg, presidente de estos encuentros, el profesor Jean Halpérin, del Comité de Enlace entre judíos y católicos, el cardenal Lustiger, el gran rabino de Moscú, Pinchas Goldschmidt, el gran rabino René Samuel Sirat, el doctor Michel Friedman, vicepresidente del Congreso Judío Europeo y el cardenal Walter Kasper, Presidente de la Pontificia Comisión para las relaciones religiosas con el Judaísmo. En sus discursos todos los oradores destacaron de cuánta importancia habían sido los pasos dados desde Nostra Aetate…

Muchas cosas se dijeron esa tarde sobre las actuales relaciones entre judíos y cristianos. Sopló un nuevo espíritu, que realmente tomó nota de los gestos, de las palabras de los católicos, especialmente de Juan Pablo II. “Una nueva página, una nueva etapa”, ese es el sentimiento que, por otra parte, iba a confirmarse en el transcurso del día siguiente. Después de las exposiciones de los distintos oradores y de la proyección de la película “El Papa Juan Pablo II en Tierra Santa”, se hizo un gran silencio en la extensa sala. Durante el día siguiente, 29 de enero, ante un público más limitado y en presencia de varios cardenales, obispos y personalidades judías, de algunas delegaciones venidas de Alemania, Austria, Bélgica, Italia, Suiza y Polonia, en un mismo clima de positividad y de verdad se abordó el tema: “La evolución de las relaciones judeocatólicas. De la teoría de la sustitución al respeto mutuo. Acerca de la necesaria transmisión de la memoria de la Shoa en el contexto actual.”

Por la tarde, diversos oradores expusieron sobre “Los retos de la asimilación y la secularización, la evolución de las relaciones judeocatólicas con el Estado de Israel y Jerusalén.” Las jornadas concluyeron con una declaración común de judíos y católicos. (64)”.

Podríamos multiplicar los informes sobre distintas reuniones, congresos, coloquios, jornadas, etc., que pululan año a año.

  1. d) Cambiar el contenido de la predicación y del catequesis

Los documentos romanos del 24 de junio de 1985 –Notas para una correcta presentación de los judíos y del judaísmo en la predicación y la catequesis (65)- deben leerse y meditarse a la luz de lo que se ha dicho precedentemente.

  1. e) Cambiar los espíritus por gestos espectaculares

Un ejemplo de esta afirmación es el gesto de Juan Pablo II a la sinagoga de Roma del 13 de abril de 1986. La visita fue todo un símbolo: “La Iglesia de Cristo, por medio de Juan Pablo II, se traslada a la sinagoga y descubre su vínculo con el judaísmo explorando su propio misterio.” Con este motivo, Juan Pablo II dirá:

La religión judía no nos es «extrínseca», sino que en determinado sentido es «intrínseca» a nuestra religión. Tenemos, pues, a su respecto, relaciones que no tenemos con ninguna otra religión. Vosotros sois nuestros hermanos preferidos, y se podría decir en cierto sentido, nuestros hermanos mayores (66).

  1. f) Los cristianos deben respetar el derecho de los judíos a la tierra de Israel, centro físico de la Alianza.

El acontecimiento más importante para los judíos desde el holocausto fue el restablecimiento de un Estado judío en la Tierra prometida. Como miembros de una religión basada en la Biblia, los cristianos deben valorar que la tierra de Israel haya sido prometida y dada a los judíos en calidad de centro físico de su Alianza con Dios (67).

A los cristianos no les queda más alternativa que alegrarse de la presencia de los judíos en Tierra Santa…

Paul Giniewski analiza la enseñanza de los últimos cuarenta últimos en términos del pensamiento judío (68) distinguiendo tres etapas:

  • «viduy», es decir, el reconocimiento sincero del incumplimiento y las faltas;
    • «teschuva», que supone la conversión a la conducta contraria;
    • finalmente, el más importante, «tikkun», es decir, la reparación.

¿Hasta dónde hemos llegado? –se pregunta el escritor judío. Hasta el «teschuva», responde, sin el menor margen de duda. Ésta no terminará “hasta que la enseñanza del aprecio se traduzca en textos didácticos y su propagación haya suscitado numerosas vocaciones de alumnos y profesores de la novedad. El objetivo es ambicioso: hacer oír y aceptar una enseñanza que decía lo contrario de lo que hasta ahora se enseñó (…) De esta forma se descrucificará a los judíos.”

Por último, la Iglesia deberá reparar. Algunos ya han descripto lo que será el “tikkun”…

Los judíos podrán entonces retomar su papel en medio de las naciones, un rol explicado en muchas obras e inteligentemente resumido en un panfleto firmado por Patrick Petit-Ohayon, La Misión de Israel, un pueblo de sacerdotes (69).

2) El pedido de perdón del año 2000 o “viduy”

En San Pedro, Roma, el 12 de marzo del año 2000, Juan Pablo II, en nombre de la Iglesia Católica, hace el “mea culpa” (70) por los pecados cometidos por los cristianos a lo largo de la historia. Este gesto no se comprende si no se coloca en el contexto de la toma de conciencia de una Iglesia que, «por la Inquisición» (71) (sistema de violencia, de apremio), persigue al pueblo de la Alianza, desposeído y oprimido al mismo tiempo. Los cristianos, pues, acaban de hacer su “viduy”.

Y para que todo quede suficientemente claro a cristianos y judíos, el texto de arrepentimiento fue colocado por el propio Juan Pablo II en un intersticio del Muro de los Lamentos (72), vestigio del Templo de la primera Alianza, que sólo aguarda su reconstrucción en la capital religiosa de la Alianza redescubierta: Jerusalén destrona a Roma, la usurpadora (73).

3) Hacia la religión noáquida

Si la Iglesia ya no es el verdadero Israel, ¿en qué debe transformarse en esta nueva teología de la salvación?

En este estudio, de suyo extenso, no podemos agotar todos los aspectos de la religión noáquida. Esta religión introducida en el Vaticano II debe suplantar el catolicismo (74). El tema es tan extenso que podría consagrársele unas jornadas de estudio. Señalemos algunos hitos históricos y destaquemos varios aspectos de este nuevo “catolicismo”.

Después de la Revolución francesa, que emancipó a los judíos y posibilitó su inserción en las sociedades civiles, los rabinos y los pensadores del judaísmo se plantearon el interrogante sobre el problema religioso del mundo por venir. Se acercaba el retorno a la tierra de Israel y se imponía solucionar la cuestión religiosa que no iba a dejar de plantearse. Aquello que estaba en juego en los debates teológicos de los rabinos del siglo XIX puede resumirse de la siguiente manera: ¿»Cuándo reencontraremos nuestro papel de pueblo que lleva la salvación a las naciones? ¿Cómo será la religión de los cristianos que pretendieron ser el nuevo Israel?»

Elías Benamozegh, rabino de Livorno, el Platón del judaísmo italiano, “uno de los maestros del pensamiento judío contemporaneo” (75), propuso una solución que publicó en 1884 en su obra principal Israel y la Humanidad (76). El subtítulo, sugestivo, es: Estudio sobre el problema de la religión universal y su solución. La solución Benamozegh, a la cual van a atenerse poco a poco los seguidores del judaísmo, puede sintetizarse como sigue:

La Iglesia Católica debe reformar tres puntos de su enseñanza:

  • cambiar su visión del pueblo judío, que debe rehabilitar como pueblo primogénito, pueblo sacerdotal, que “ha sabido conservar la religión primitiva en su pureza original”. Este pueblo ni es deicida ni ha sido reprobado por Dios. Ninguna maldición pesa sobre él. Al contrario, le cabe predicar la felicidad y la unidad de la humanidad. “Admitir -escribe Gérard Haddad (77), citando a Benamozegh- el rol que San Pablo (78) creyó poder excluir.”
    • «Renunciar a la divinidad de Jesucristo, este Hijo del Hombre como Él mismo se llamaba.» Simple rabino, Jesús era judío y como tal permaneció. Predicar a Jesucristo, pero un Jesucristo humano, que viene a traer una moral para la felicidad de todos los hombres.
    • Aceptar una reinterpretación -no una supresión- del misterio de Trinidad.

Reunidas estas tres condiciones, «la Iglesia Católica es la Iglesia del verdadero catolicismo», verdadero catolicismo que Benamozegh llama noaquismo, una religión destinada a todos los pueblos del «espacio cristiano», como decía Lustiger. La Iglesia tiene la misión de propagar la moral inherente al noaquismo (79). La declaración sobre el judaísmo del episcopado norteamericano del 13 de agosto contiene una referencia explícita al respecto:

El judaísmo considera que todo pueblo está obligado a observar una ley universal. Esta ley, conocida como los Siete Mandamientos de Noé, se aplica a todos los seres humanos. Estas leyes son: (1) el establecimiento de tribunales de justicia, de modo que la ley gobierne la sociedad, y la prohibición (2) de la blasfemia, (3) idolatría, (4) incesto, (5) derramamiento de sangre, (6) hurto y (7) comer la carne de animales vivos.

El nuevo objetivo de la Iglesia consiste en evangelizar los pueblos en este humanitarismo noaquista y propiciar su unificación (80). Se redefinirá la primacía romana para facilitar la unidad de los cristianos. El noaquismo será «la religión de la moral natural». Los no judíos no deben pretender convertirse al judaísmo o mosaísmo talmudista, religión reservada a los elegidos. La solución Benamozegh, silenciada por largo tiempo, ahora es retomada por los dirigentes del mundo judío. El gran rabino René Samuel Sirat, por ejemplo, hizo alusión al status de los no judíos en ocasión del entierro de un joven francés de 24 años, víctima de un atentado cometido a la cafetería de la universidad hebraica de Jerusalén el 31 de julio de 2002:

David, mi querido David, había elegido acercarse espiritual y culturalmente a nuestra comunidad judía y ostentar ante el judaísmo el hermoso título de toshav, extranjero y ciudadano a la vez, que la Biblia valorizó y que el rabino Elías Benamozegh, en el siglo pasado, explicó magníficamente en su libro “Israel y la Humanidad”. Se trata de la libre elección de acercarse a la tradición de Israel, de observar las Siete Leyes –llamadas leyes noáquidas – de la moral natural reveladas antaño a Noé, padre del todos los vivientes (…) Pues, preciso es recordarlo, no es necesario convertirse al judaísmo para tener derecho a la salvación eterna. (81)”

Conclusión

Tres usurpadores de la sede de Pedro vendidos a los judíos deicidas y dando culto a los ídolos en el Muro de las Lamentaciones.

La nueva religión que resulta del Vaticano II debe interpretarse a la luz de esta nueva lucha, siempre antigua y siempre nueva, entre Jesús (Maria) y Satanás, entre la Iglesia y la Sinagoga. En el siglo XX, Satanás parece haber dado con su Caballo de Troya (Vaticano II) y con aqueos resueltos de teología subversiva.

En el centro de este movimiento de conversión, explícitamente enseñado por teólogos cristianos como Bouyer, Congar y de Lubac, se oculta el redescubrimiento de la fe. Este es el trabajo de conversión que la Iglesia Católica y muchos cristianos hoy quieren realizar.

Con estas palabras cierra el cardenal Lustiger su intervención en la sinagoga de Nueva York (82).

No, señor Cardenal. Católicos y romanos, nuestra fe está en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nacido por obra del Espíritu Santo del seno purísimo de la Virgen María; nuestra fe está en Jesucristo, salvador de los hombres, crucificado bajo Poncio Pilatos y resucitado de entre los muertos, venido a cumplir la Ley y los Profetas, fundando la Iglesia católica, apostólica y romana, la nueva y eterna Alianza que no es la que usted predica. Con la ayuda de Dios, con el auxilio del Magisterio de la Iglesia y su bimilenaria Tradición, no vamos a terminar noáquidas.

Tal vez esta fidelidad permitirá a los judíos beneficiarse con las preciosas gracias de la redención, gracias que la Virgen María sabrá distribuir en abundancia, como ya aprovecharon a los Drach, Libermann, Ratisbona, Lemann, Zolli y tanto otros, verdaderos convertidos, verdaderos hijos de la Iglesia romana, verdaderos hijos de Maria.

Dios de bondad, Padre de las misericordias, te suplicamos por el Corazón Inmaculado de María, por la intercesión de los Patriarcas y santos Apóstoles, que dirijas tu mirada de compasión sobre el resto de Israel, para que conozca nuestro único Salvador Jesucristo y participe de las gracias preciosas de la Redención. Señor, perdónalos, porque no saben lo que hacen.

[Oración indulgenciada por León XIII y San Pío X.]

* * *

Mensaje de Mons. Joseph Doré a la B´nai B´rith (83)

La aplicación del «plan Benamozegh» descrito por Michel Laurigan en los «Estudios» del presente número avanza bien.

Para Mons. Joseph Doré, arzobispo de Estrasburgo, los judíos que rechazaron a nuestro Señor Jesucristo no pueden ser considerados ni como “infieles”, ni como “ciegos”, ni como extraños al verdadero sentido de la Biblia; no tienen necesidad de convertirse.

En cambio, hasta el Vaticano II los judíos eran «infieles», «ciegos» y estaban en contradicción con la Biblia; necesitan urgentemente convertirse.

Reproducimos aquí un mensaje dirigido por el arzobispo de Estrasburgo a la logia judía «René Hirschler» (del orden de la B’nai B’rith), con motivo de la muestra «El judío y el judaísmo en el arte mediaval de Alsacia» y que se publicó en el boletín diocesano “La Iglesia en Alsacia” (agosto de 2003).

No se diga que se trata de un exceso aislado: Mons. Doré, antiguo decano de la facultad de teología del Instituto Católico de París, expone la teología que hoy campea en la Iglesia conciliar. Sus ideas, de hecho, no van más lejos que las de la Roma conciliar. Sólo tiene el mérito de ser más claro.

Mons. Doré se atreve afirmar que la doctrina tradicional de la Iglesia sobre Israel (enseñanza de los Padres de la Iglesia, doctores, papas y de todos los santos) «contradecía la propia Biblia».

Le Sel de la Terre, nº 40. Otoño, 2003.

Cada vez que observamos tantas imágenes grabadas, pintadas o talladas que los cristianos de la Edad Media dedicaron a los judíos, tanto del pasado como a los que les eran contemporáneos, los cristianos nos vemos embargados por diversos sentimientos.

En primer lugar, el asombro. ¿Cómo puede ser que los discípulos de Jesús se hayan enceguecido (84), al punto de no ver en los judíos a hermanos de sangre de aquel ellos confiesan no sólo como Hijo del Altísimo sino también como hijo de Israel, profundamente anclado en la religión de sus padres?

A continuación, la vergüenza. ¿Cómo entender que quienes han prestado oídos a sus últimas enseñanzas –“Amaos los unos a los otros como Yo os he amado” se hayan revelado tan infieles (85) a este mandamiento del amor del prójimo cuando éste era un judío?

Por fin, la indignación. ¡No! Nosotros, los cristianos de hoy, no nos reconocemos en este modo de ver a nuestros hermanos judíos, el cual nos escandaliza, nos hiere; no queremos ver más estas imágenes, testigos de una época pretérita que ya no es la nuestra.

Vienen entonces a nuestro espíritu las vigorosas palabras proclamadas una y otra vez por el Papa Juan Pablo II durante nuestro gran jubileo del año 2000, invitándonos a «purificar la memoria», llamándonos a «cerrar las heridas del pasado, a fin de que no se abran nunca más» (discurso a su llegada en Tel Aviv.)

Para que las heridas pueden ser vendadas, hay que considerarlas atentamente, más allá de cualquier rechazo que puedan provocar. Esa es la razón por la cual una exposición como ésta no puede sino ser saludable. Nos ayuda a contemplar con valor nuestro pasado y a reconocer errores de los cuales, con todo, no somos personalmente responsables. Muchas de estas imágenes traducen el mensaje que el cristianismo tuvo durante siglos sobre el pueblo judío y el judaísmo, que el gran historiador Jules Isaac condensó magistralmente en la expresión «enseñanza del menosprecio»: pueblo infiel, que no conoció el tiempo de la visita de su Mesías, sordo a sus llamadas, ciego a sus signos, incapaz de leer su propia Escritura y las promesas de salvación que contiene, el pueblo judíos fue objeto de rechazo por Dios y maldecido por haber prevaricado de su misión. Eso es lo que muestran todas estas imágenes negativas, presentando a los judíos ya de manera humillante debido a su ceguera, ya desfiguradamente –como acontecía a fines de la Edad Media-, por las múltiples taras que velan su imperdonable pecado de deicidio. En cualquier caso, sea que el judío aún conserve su dignidad en medio de su desdicha (como lo muestra la magnífica imagen de la Sinagoga existente en la catedral de Estrasburgo), sea que se lo caricaturice, el mensaje teológico es siempre el mismo: la elección ahora ha pasado al pueblo cristiano y la Iglesia -verdadero Israel- que pregona la salvación traída por Cristo, puede triunfar.

Durante el Concilio Vaticano II la Iglesia Católica revisó finalmente esta doctrina y comprendió cuánto contradecía la propia Biblia (86) y, antes que nada, la palabra del propio San Pablo, que afirma que “los dones y la vocación de Dios son sin arrepentimiento.” (87)

El decreto conciliar Nostra Aetate (1965), punto de partida de la “nueva perspectiva” de la Iglesia sobre los judíos, recordaba el «patrimonio espiritual» que la une al pueblo de la descendencia de Abraham, condenando la acusación de deicidio (§ 4). El episcopado francés, bajo particular impulso de Mons. Elchinger, obispo de Estrasburgo, publicó en 1973 un documento sobre las relaciones judeocristianas de un vigor que aún no ha sido igualado, mientras Juan Pablo II recordaba en muchas ocasiones la perpetuidad de la primera Alianza (88) “nunca revocada” (Maguncia –1980, etc.).

Ahora queremos trabajar en la reconciliación y en el diálogo fraternal con nuestros hermanos mayores. Pero debemos tener la humildad de reconocer que la enseñanza del menosprecio y la «teología de la sustitución» que considera a la Iglesia como nuevo y único Israel de Dios todavía impregnan muchos espíritus. Sólo un largo trabajo de educación conducirá a erradicar todo germen de antijudaísmo. Sólo una purificación continua de la memoria, que nos hace conscientes de las tentaciones que nos habitan, llevará a los cristianos a la vigilancia y a la responsabilidad. A ellos también se dirige lo que Dios dijo a Caín (89): “¿Qué has hecho con tu hermano?”

La Iglesia pide hoy a los cristianos comprometerse en este el camino de conversión, invitándolos a construir con sus hermanos judíos un futuro donde juntos puedan ser «una bendición unos para otros» (Juan Pablo II, 1983.)

* * *

“Histórico” encuentro del Papa con los rabinos jefes de Israel (90)

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 16 enero 2004.

«El diálogo oficial establecido entre la Iglesia Católica y el Gran Rabinado de Israel es un signo de gran esperanza», reconoció Juan Pablo II al recibir este viernes a los rabinos jefes de Israel.

Los líderes religiosos han viajado a Roma para asistir al «Concierto de la Reconciliación» que tendrá lugar el sábado en el Vaticano.

«No debemos escatimar esfuerzos para trabajar juntos en la construcción de un mundo de justicia, paz y reconciliación para todos los pueblos», afirmó el Santo Padre ante Jona Metzgher, rabino asquenazí, Slomo Amar, rabino sefardí, y Oded Wiener, director general del Gran Rabinado.

Al iniciar su discurso, el Papa recordó: «En los 25 años de mi pontificado me he esforzado en promover el diálogo judío-católico y en fomentar siempre un mayor entendimiento, respeto y cooperación entre nosotros».

Además calificó como uno de los momentos sobresalientes de su pontificado su peregrinación jubilar a Tierra Santa, «que incluyó intensos momentos de recuerdo, reflexión y oración en el Yad Vashem [el memorial nacional israelí dedicado a las víctimas de la Shoah (Holocausto), y en el Muro de las Lamentaciones».

Durante la audiencia, según informaron tras el encuentro con el Papa, «los rabinos se han referido al fenómeno del antisemitismo, poniendo énfasis en la dimensión actual de las palabras pronunciadas en el pasado por el Papa», cuando recomendó «enseñar a las conciencias a considerar el antisemitismo y toda forma de racismo como un pecado contra Dios y la humanidad».

Los rabinos jefes de Israel igualmente solicitaron «al Papa que ejerza su influencia en los fieles acerca de la creciente oleada de terrorismo que golpea a inocentes y pone en peligro la reconciliación» y le agradecieron haber instituido «la jornada dedicada al judaísmo» en la Iglesia católica.

Finalmente obsequiaron a Juan Pablo II con un «regalo emblemático: un candelabro (Chanukkiah) con el fondo de Jerusalén, ciudad consagrada a las tres religiones monoteístas, símbolo de la aspiración a la paz de toda la humanidad». (91)

Un obispo y un rabino buscan sendas
para el diálogo entre judíos y católicos (92)

ROMA, viernes 16 enero 2004.

Las sendas por las que puede seguir avanzando el diálogo entre judíos y católicos fue el tema central de la conferencia entre representantes de las dos religiones que se celebró este jueves en la Universidad Pontificia de Letrán en Roma.

En el encuentro intervinieron el obispo Rino Fisichella, rector de la Universidad y presidente de la Comisión de la diócesis de Roma para el ecumenismo y el diálogo, y el rabino jefe de la comunidad judía de Roma, Riccardo Di Segni.

La conferencia sirvió para preparar la Jornada de Diálogo con los Judíos que la Iglesia católica en Italia celebrará el próximo sábado, en este año con el lema tomado del capítulo 3 de Sofonías: «Servirán al Señor bajo un mismo yugo» (versículo 9).

Monseñor Fisichella aclaró: «Esta es una cita no sólo para recordar que somos amigos y hermanos, sino también para hacer visible la relación de amistad».

Por su parte, el rabino Di Segni se adentró en las dificultades objetivas que plantea este diálogo, particularmente en el terreno de la teología.

«Se han dado progresos teológicos notables en la visión de judaísmo por parte de la teología cristiana -reconoció-. El documento sobre las escrituras judías, un hecho sin precedentes, da importancia a la exégesis rabínica», en referencia al documento de la Comisión Pontificia Bíblica «El pueblo judío y sus Santas Escrituras en la Biblia Cristiana» (2001).

Ahora bien, siguió constatando el rabino, «la reciprocidad a nivel teológico no existe. Entre políticos se puede discutir y llegar a una solución; entre teólogos no».

El motivo, siguió aclarando, es el carácter «único, pero totalmente asimétrico» que une al cristianismo con el judaísmo.

«El cristianismo nace del judaísmo y, con notables esfuerzos, puede introducir elementos de espiritualidad judía. Lo contrario no es posible», afirmó.

Sin embargo, concluyó, el versículo de Sofonías -«Servirán al Señor bajo un mismo yugo»- «nos mueve a trabajar para ver cómo es posible realizar este ideal».

Los rabinos piden al Papa asociarse a las celebraciones
del “año de Maimónides» (93)

ROMA, lunes, 19 enero 2004

Los grandes rabinos de Israel han expresado a Juan Pablo II su deseo de que los católicos en el mundo celebren una Jornada de Diálogo con los Judíos, con el fin de promover el conocimiento recíproco entre judíos y cristianos y combatir juntos el antisemitismo.

Asimismo, el rabino Yona Metzger (asquenazí) y el rabino Slomo Amar (sefardí), sugirieron al Papa que se sume con un gesto significativo a la celebración al año de Maimónides, filósofo y teólogo de Córdoba (1135-1204).

La Jornada para el Diálogo con los Judíos ya existe en Italia desde hace años y se celebra el 17 de enero, en la víspera de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Es un día en el que judíos y católicos se encuentran en conferencias, visitas a las sinagogas, o convivencias para conocerse mejor.

Los rabinos expresaron el deseo de que, con motivo del octavo centenario de la muerte del gran filósofo y teólogo judío «Rambam» Maimónides, la Santa Sede preste (durante un tiempo o incluso de manera indefinida) alguno de sus preciosos manuscritos que se conservan en la Biblioteca del Vaticano para que puedan ser expuestos en Israel.

Al mismo tiempo los rabinos pidieron que el Papa done un objeto de culto judío en posesión de la Iglesia católica. Interrogados sobre a qué objeto se referían, los rabinos respondieron que dejaban a la discreción de Juan Pablo II la facultad de escoger.

En su encuentro posterior con los periodistas, los dos rabinos insistieron en el carácter «cordial», «cálido» y «amigable» del encuentro. El rabino Metzger subrayó que el Papa estuvo muy «atento» a todo lo que se le decía y muy «cálido» al recibir sus huéspedes.

El rabino Amar reconoció que ese encuentro había «hecho crecer la esperanza en la reconciliación y la fraternidad entre las dos religiones», así como la «intensificación de las relaciones», subrayando que el Papa y sus colaboradores han utilizado en el pasado palabras «fuertes» para condenar el antisemitismo.

Ante la pregunta sobre los rumores, según los cuales, en el Vaticano se encuentra la «Menorá» (candelabro de siete brazos del Templo de Jerusalén), los rabinos declararon que no querían hacer consideraciones sobre «rumores». Es una cuestión que debe dejarse al «Rey Mesías», dijo sonriendo el rabino Amar, prosiguiendo «el diálogo y la comprensión» en vez de plantear cuestiones que conducen a desacuerdos.

Para el rabino Amar, la dificultad más grande entre las personas y las comunidades es «la falta de comunicación», la imposibilidad de «comprender» o de «escuchar» al otro, de manera que cada quien se queda en sus posiciones. «Hay que hablar», insistió el rabino.

En el momento en el que nos hablamos «de manera auténtica» se da «una semilla, un inicio de esperanza». Estos encuentros interreligiosos, subrayaba, pueden «superar las dificultades que se dan a nivel político».

El gran rabino Metzger reveló que en la audiencia tocaron el tema de la lucha contra el antisemitismo y el terrorismo, diciendo: «Ayer nos perseguían porque no teníamos Estado y hoy porque lo tenemos». Reveló que ha lanzado un llamamiento a los jefes religiosos musulmanes para que impidan el aumento del terrorismo con pretextos religiosos.

Todos somos «hijos de Abraham», recordó, y es imposible que «este padre se alegre al ver que los hermanos se matan los unos a los otros». «¡Se ha derramado suficiente sangre!», afirmó recordando el mandamiento «no matarás».

Hay que volver a sentarse «en torno a una mesa» para hablar, insistió el rabino Amar, pues cuando hay diálogo comienza la solución. Hace falta «paciencia» y «tolerancia» para construir «puentes» que conduzcan al diálogo y que permitan «escuchar la sabiduría de los demás», cuando cada quien «piensa que tiene razón».

«Si todos tuviéramos esta disponibilidad, el mundo ya sería diferente», concluía el rabino.

Comunicado de Mons. Sean Brady,
Arzobispo de Armagh – Primado de Irlanda (94)

El martes 27 de febrero, Día de la Memoria del Holocausto, señala el aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau. Uno de los propósitos de señalar este día es intentar y asegurar que los horrendos crímenes cometidos durante el Holocausto nunca se repitan en ningún lugar del mundo (…)

El racismo y la intolerancia siguen alzando sus inquietantes cabezas, mucho más cerca, aunque en una proporción muy inferior, y en contextos y circunstancias diferentes. Una sociedad verdaderamente democrática y tolerante, libre de los males del prejuicio, racismo y otras formas de intolerancia, reconoce y respeta en todo momento la dignidad de todos sus ciudadanos, sin distinción de raza, religión, sexo o condición social.

El Día de la Memoria del Holocausto nos llama a todos a trabajar para construir tal sociedad. Que el Dios de Abraham, Alá y Jesucristo, el Dios de la misericordia, justicia y amor, nos dé fortaleza para contribuir en la construcción de esa sociedad.

Maynooth, 27 de enero de 2004.

Notas

(54) F. Lovsky, El reino dividido: judíos y cristianos. Ed. San Pablo, 1987.
(55) Las revistas Istina y Sens reprodujeron ampliamente los debates y los nuevos datos teológicos. Ver, entre otros, Ensayo de programa para una teología después de Auschwitz, de Franz Mussner, Istina, nº 36,.1991, p. 346-351.
(56) Ver «Católicos y judíos: una nueva visión. Notas de la comisión vaticana para las relaciones con el judaísmo», DC 82 (1985), p. 733-738. Ver también: «Discurso de Juan Pablo II a los delegados de las conferencias episcopales para las relaciones con el judaísmo”, CD 1827 (4 de abril, 1982), p. 339-340.
(57) Ver el sitio del Servicio de Informes de Documentación Judía y Cristiana. La portada presenta el sitio así: “¿Qué es el S.I.D.I.C.? Un organismo católico animado por las hermanas de Notre-Dame de Sión. ¿Su objetivo? Trasladar a la vida de los cristianos las directivas del Concilio Vaticano II sobre las relaciones de la Iglesia y el pueblo judío. ¿A quiénes se dirige? A todo cristiano deseoso de profundizar su fe hasta sus raíces judías, de luchar contra el antisemitismo, de conocer y reconocer a su hermano judío.” ¿Dónde está el espíritu católico de los hermanos Ratisbona, que querían ganar a los judíos para Cristo Redentor?
(58) Reflexiones sobre la Alianza y la Misión, documento publicado por la Comisión del Episcopado Norteamericano para Asuntos Ecuménicos e Interreligiosos y el Consejo Nacional de Sinagogas, afirmando que la conversión de los judíos constituye un objetivo inaceptable, Washington, 13 de agosto, 2002.
(59) Paul Giniewski, Antijudaísmo Cristiano. Un cambio, París, Salvator, 1993, p. 391. Las citas que siguen se extraen de esta obra.
(60) R. Padre Jean Dujardin, intervención durante un «Encuentro de jóvenes”, marzo, 1998, revista Sens, nº 12, p. 533.
(61) Alain Marchandour, intervención en el coloquio Juicio a Jesús, ¿juicio a los judíos?, noviembre, 1996, Cerf, 1998, p. 11.
(62) Charles Perrot, “La situación religiosa de Israel según Pablo”, en Juicio a Jesús, ¿juicio a los judíos”, ibid., p. 134-136.
(63) Le Nouvel Observateur, 22-28 de febrero, 1998, p. 110.
(64) La relación de estas jornadas se encuentra en el sitio de las Hermanas de Notre-Dame de Sión. Los segundos encuentros europeos entre judíos y católicos tuvieron lugar en París, el 11 y 12 de marzo de 2003.
(65) DC 1985, 733-738.
(66) Discurso de Juan Pablo II a la sinagoga de Roma, en Judíos y Cristianos, París, Cerf, 1986, p. 54-55. Ver DC 1986, 433-439. El grave problema reside en el aprecio manifestado a judíos infieles, que no han reconocido a Jesucristo como Mesías, ni a la Iglesia Católica como única arca de salvación.
(67) Declaración de los Sabios Judíos Norteamericanos, septiembre, 2000. Ver el sitio www.chrétiens-et-juifs.org. André Paul, biblista y teólogo, parece rechazar el «sionismo” del cardenal Lustiger (La Promesa): «Al galope de patéticas exégesis, donde se da rienda suelta a un lenguaje estereotipado a la manera de una gnosis judeocristiana, se suceden invitaciones –¡cuán encomiables!- al “conocimiento recíproco” (p. 189) de judíos y cristianos, pero es para afirmar, sin rodeos esta vez, que el sionismo político establecido en 1948 es algo “necesario” (p. 182), más aún, que es un don de Dios.” L´Express, nº 2683, 5-11 de diciembre, 2002, p. 96. Para los judíos, su presencia en la Tierra Santa reviste obviamente un carácter teológico. Por lo que hace a la reconstrucción del Templo, el proyecto avanza bien.
(68) Paul Giniewski, Antijudaísmo Cristiano. Un cambio, ibid.
(69) París, edit. Biblieurope & F.S.J.U., 2002. Si el pueblo judío es un pueblo de “sacerdotes», ¿qué sucede con el sacerdote católico, alter Christus, en esta nueva teología? ¿No debe desaparecer? ¿Deberá cambiar su naturaleza? Sabemos que Satanás siempre aborreció el Santo Sacrificio de la Misa y que por todos los medios pretende erradicar el sacerdocio y el Sacrificio de la Nueva Alianza. En 1988 sufrió una derrota: Mons. Lefebvre salvó el episcopado y el sacerdocio por la consagración de verdaderos obispos católicos, los únicos que pueden ordenar verdaderos sacerdotes católicos. El sacrificio redentor podrá perpetuarse y seguir salvando las almas.
(70) Ver lo que André Chouraqui pedía ocho años antes (1992) en un capítulo titulado “Por un gran perdón universal”: “Algunos cristianos desearían que la Iglesia Católica organizara una ceremonia solemne de expiación y un pedido de perdón por los crímenes, injurias y daños causados por los cristianos directa o indirectamente a los judíos”, ibid, p. 214. Ver también Frère Johanan, Judíos y Cristianos, de ayer al mañana, Cerf, 1990, p. 56: «Por desgracia, el balance general de la actitud de los cristianos frente a judíos a lo largo de la historia es tremendo. La Iglesia Católica tiene el deber grave y urgente de expresar pública y oficialmente su profundo pesar por todo el mal cuya causa principal radica en la enseñanza cristiana.” Chouraqui revela: “Este pedido de perdón fue sugerido desde 1945 por voces autorizadas, en particular, por Jacques Maritain, Paul Claudel y más recientemente, el cardenal Etchegaray”, ibid p. 214.
(71) Cfr. estudio de Michel Feretti, La Iglesia y la Inquisición, edit. Saint-Rémi, 2001. Los mitos y leyendas negras sobre la Inquisición ya no tienen curso entre los historiadores. De Bennassar a Testas, la universidad ha producido trabajos serios sobre el tema. Pero esta verdad histórica dista mucho de ser conocida o admitida por el mundo mediático (incluidos los manuales escolares). De ahí la utilidad de la obra Michel Feretti, que ofrece una síntesis clara y bien informada. Feretti restablece verdades mal conocidas y rompe con ciertos «mitos» (Yves Chiron, Présent, 29 de diciembre, 2001).
(72) La foto figura en la cubierta de muchas obras, también en las del cardenal Lustiger. Los autores y los editores comprendieron todo el simbolismo de este gesto.
(73) Para los que quieren profundizar, v. Abraham Livni, El regreso de Israel y la Esperanza del Mundo, ed. de la Rocque, colección Hatsour, 1984. Paul Giniewski, Los Cómplices de Dios. Definición y Misión de Israel, Neuchàtel, edit Baconnière, 1963.
(74) “El mundo no funciona bien sino cuando es noáquida”, Gérar Haddad durante una emisión de Judaïca, 21 de septiembre, 1996.
(75) Página cuarta de un estudio publicado en internet titulado: Le Noachisme et les Sectes Ocultes. Estudios biblio-coránicos en www.le-carrefour-de-lislam.com No consta el nombre del autor. Ver también: Actas del Coloquio Internacional celebrado el 10-11 de septiembre, 2000, en Livorno bajo el alto patrocinio del Presidente de la República italiana con motivo del centenario de la muerte de Elías Benamozegh. Coloquio presentado por Alessandro Guetta.
(76) Ver Elías Benamozegh, Israël et l´Humanité, París, Albin Michel, 1961. Lamentablemente, la edición está expurgada. Un sitio creado recientemente sobre Benamozegh y su obra –http://www.benamozegh.info/Benamozegh.html- permite acceder gratuitamente a la obra integral de Israel et l´Humanité, reimpreso en 1914. El prólogo de Hyacinthe Loyson es ilustrativo.
(77) Gérard Haddad, “Aimé Pallière y la verdadera religión» en Histoire, nº 3, noviembre, 1979.
(78) Para muchos autores judíos, San Pablo es un gran traidor porque rechazó los judaizantes para inventar el cristianismo, llamado con desprecio paulinismo. Ver Shmuel Trigano, L´E(xc)lu entre Juifs et Chrétiens, París, Denoël, 2003, c. 4, par. 2: El paulinismo, obstáculo para el diálogo judeocristiano (p. 157).
(79) El noaquismo no parece estar reservado sólo «al espacio cristiano”. Los musulmanes siguen con interés este cambio de la religión católica. Se puede leer el estudio que redactaron titulado El Noaquismo y las Sectas Ocultas, ibid.
(80) “La dirección tomada por el diálogo judeocristiano es irreversible. Se inscribe en el movimiento de una humanidad que se unifica, aunque sea al precio de rupturas.” Lustiger, Nouvelle Revue Thélogique, ibid p. 542.
(81) L´Arche, mensual del judaísmo francés, nº 538, diciembre 2002, p. 107.
(82) Hans Küng podría figurar en la lista. Ver su muy importante libro Judaísmo, París, Seuil, 1995. Otro tando Theilhard de Chardin. Consultar la obra del Padre Julio Meinvielle, De la Cábala al Progresismo (traducción francesa de 1998). (Nota del autor del artículo.)
(83) “B´nai B´rith: asociación fraterna judía fundada en los Estados Unidos en 1843. B´nai B´rith significa en hebreo hijos de la alianza. El objetivo de esta agrupación se orienta a mantener la tradicion y la cultura judías, y luchar contra el antisemitismo (…) Los miembros reciben el apelativo de “hermanos”, reciben una iniciación y se reúnen en logias (…)” (Dictionnaire Universel de la maçonnerie, Evry, Presses Universitaires de France, 1987.)
(84) Bastardilla por Le Sel de la Terre.
(85) Bastardilla por Le Sel de la Terre.
(86) Bastardilla por Le Sel de la Terre.
(87) Este es el único pasaje que Mons. Doré puede citar para intentar colocar en contradicción la enseñanza tradicional de la Iglesia con la Biblia. Se guarda muy bien de suministrar la cita precisa (Romanos 11, 29). ¿Acaso teme que la lectura del contexto permita a los lectores darse cuenta que él la toma en un sentido totalmente contrario? En efecto, tres versículos más arriba San Pablo acaba de decir que “el endurecimiento ha venido sobre una parte de Israel hasta que la plenitud de los gentiles haya entrado.” La iglesia conciliar es campeona en el arte de trabucar las santas Escrituras (NDLR –Le Sel de la Terre)
(88) La nueva teología no habla jamás de la “antigua Alianza”. Ha sustituido esta expresión tradicional por aquella otra de “primera Alianza.” El cambio no es inocente, pues de trata precisamente de hacer creer que la alianza del Sinaí no ha sido reemplazada por la del Gólgota (NDLR-Le Sel de la Terre.)
(89) Caín, el primogénito, en quien los Padres de la Iglesia siempre vieron una imagen de la sinagoga, se transforma para Mons. Doré en figura del pueblo cristiano que persigue a los judíos. Todo el esfuerzo teológico del arzobispo de Estrasburgo parece apuntar a invertir radicalmente la enseñanza tradicional (NDLR-Le Sel de la Terre.)
(90) Noticia difundida por la agencia Zenit (ZS04011605) en lengua española.
(91) Recuérdese que los VII Mandamientos de Noé (noaquismo) es el mínimo común denominador de las tres religiones monoteístas…
(92) Agencia Zenit (ZS04011604) en lengua española.
(93) Relación de la noticia difundida por la agencia Zenit (ZS04011901) en lengua española, con agregados, en tipografía diferente, de lo que apareció al respecto en lengua francesa (Z 04011603) y omitidos en aquélla.
(94) Zenit ZS04012709.