La Infalibilidad en las Encíclicas, por Mons. Fenton (V de V)

La Infalibilidad en las Encíclicas

4) Parece que la afirmación del Código de Derecho Canónico no puede ser usada propiamente como una objeción en contra de la presencia de enseñanza infalible en las encíclicas papales. Lo que el Código declara es que “no se ha de tener por declarada o definida dogmáticamente ninguna verdad mientras eso no conste manifiestamente”[1]. No hay absolutamente nada en esta afirmación que pueda ser tomado legítimamente como que nunca se puede encontrar en las encíclicas papales la certeza manifiesta de una definición infalible.

En efecto, existe una buena razón para pensar que, en la práctica actual, los estudiosos Católicos aceptan los juicios o decisiones incondicionales y auténticas expresadas en las encíclicas como absolutamente ciertasLa Mystici Corporisenseñó la identidad de la Iglesia Católica con el Cuerpo Místico de Cristo[2].Condenó la doctrina de una doble Iglesia, una visible y la otra invisible[3]. Enseñó las condiciones para la pertenencia a la Iglesia[4]. La Humani generis repitió la enseñanza sobre la identificación de la Iglesia Católica con el Cuerpo Místico[5].Estas verdades, como grupo, no han sido propuestas auténticamente más que en las encíclicas. Sin embargo, debido a que la práctica de nuestros teólogos va frecuentemente adelante que su teorización, habría muy pocos maestros en la Iglesia Católica que presentarían estas enseñanzas más que como absoluta e infaliblemente vera.

En este sentido, existe otro testimonio muy interesante. En artículos anteriores hemos llamado la atención sobre una afirmación en las Institutiones iuris publici ecclesiastici deSu Eminencia Cardenal Alfredo Ottaviani. El P. Bernard trata sobre esta afirmación con un poco de detalle en su paper, “The Doctrinal Value of the Ordinary Teaching of the Holy Father in View of the Humani Generis[6]”.

El Cardenal Ottaviani, en la segunda edición de sus Institutiones, publicada en 1935, clasificaba la enseñanza que los obispos reciben su poder de jurisdicción inmediatamente del Romano Pontífice como “probabilior, immo etiam communis”(más probable, incluso común)[7]. En 1943 apareció la encíclica Mystici Corporis y en ella una descripción completamente incondicional de la autoridad episcopal como “immediate sibi (episcopis) ab eodem Pontifice Summo impertita” (comunicada inmediatamente a ellos (los obispos) por el mismo Sumo Pontífice)[8]. La tercera edición de la obra del Cardenal Ottaviani, publicada en 1947, tuvo en cuenta la enseñanza plasmada en la Mystici Corporis. En esta tercera edición la tesis descrita como “hucusque considerata probabilior, immo communis, nunc autem ut omnino certa ex verbis Summi Pontificis Pii XII (considerada hasta este entonces como más probable, e incluso común, ahora en cambio debe ser tenido como completamente cierta en razón de las palabras del Sumo Pontífice Pío XII)”[9]. No hace falta hacer notar que una decisión condicional, que es solamente moral o prácticamente cierta, que admite la posibilidad de error, nunca puede ser calificada como omnino certa (completamente cierta).

La clara actitud en las Institutiones del Cardenal Ottaviani sigue la instrucción del Santo Padre y tiene en cuenta fielmente su enseñanza. No es una actitud que tiende a minimizar las afirmaciones inequívocas e incondicionales del Vicario de Cristo, dirigidas en las encíclicas a la Iglesia militante, asumiendo que tales enseñanzas no pueden ser más que prácticamente ciertas, o que deban estar sujetas a la posibilidad de errorEn términos de la disputa que hemos estado considerando, es una actitud hacia el valor doctrinal de las encíclicas más en línea con la opinión del Cardenal Billot que la del P. Salaverri.

Joseph Clifford Fenton

[1] Canon 1323.3.

[2] “Iamvero ad definiendam describendamque hanc veracem Christi Ecclesiam — quae sanctā, catholica, apostolica, Romana Ecclesia est — (cfr. ibidem Const. de fid. cath. cap. i) nihil nobilius, nihil praestantius, nihil denique divinius invenitur sententia illa, qua eadem nuncupatur « mysticum Iesu Christi Corpus »”. Acta Apostolicae Sedis (AAS), XXXV, 199.

[3] “Quapropter funestum etiam eorum errorem dolemus atque improbamus, qui commenticiam Ecclesiam sibi somniant, utpote societatem quandam caritate alitam ac formatam, cui quidem — non sine despicientia — aliam opponunt, quam iuridicam vocant”. AAS, XXXV, 224.

[4] “In Ecclesiae autem membris reapse ii soli annumerandi sunt, qui regenerationis lavacrum receperunt veramque fidem profitentur, neque a Corporis compage semet ipsos misere separarunt, vel ob gravissima admissa a legitima auctoritate seiuncti sunt”. AAS, XXXV, 202.

[5] Párrafo 27, en AER, CXXIII, 5 (Nov. 1950), 391.

[6] Cf. Bernardop. cit. pp. 105 sig.; y Fenton, “The Doctrinal Authority of Papal Encyclicals”, AER, CXXI, 149 sig.; 210 sig.; “The Humani Generis and the Holy Father´s Ordinary Magisterium”, AER, CXXV, 61 sig.

[7] OttavianiInstitutiones iuris publici ecclesiastici (2da edición, Vaticano, 1935), I, 461.

[8] AAS, XXXV, 212.

[9] OttavianiInstitutiones iuris publici ecclesiastici (3da edición, Vaticano, 1947), I, 413.

Los textos son gentileza del excelente blog en Gloria y Majestad

Es triste comprobar cómo algunos  se desvían de esta doctrina católica, y que, aunque parecía que habían escapado de la red del cazador– léase FSSPX-, ora porque se fueron, ora porque los echaron, siguen portando el estigma de de la fraternidad allá donde erigen sus capillas,  y no dejan de chillar negando con sus gritos, a falta de razones, la infalibilidad del Magisterio Ordinario de la Iglesia, – Dei Filius, Concilio Vaticano I- el cual se enseña por el Papa principalmente todos los días. 

Siempre  creyó el buen católico que el Papa era infalible también, como Vicario de Cristo, ejerciendo el Magisterio Ordinario de la Iglesia. El rechazo de la infalibilidad del Magisterio Ordinario del Papa es algo nuevo. Es “la herejía del siglo XX.” Hasta el siglo pasado, como ha señaló Dom Nau, “se disfrutó de ella con una pacífica posesión”, no impugnada por nadie, y todos los teólogos la  aceptaron’ sin dificultad. Pero la cismática posición de resistir y reconocer lefebvrista, ha tenido que negar esta infalibilidad para sostener que un hereje puede ser Papa. Verdad es que algunos que escaparon de la red del cazador ya no sostienen tal error- que un hereje puede ser papa-, pero en cambio siguen estigmatizados llevando la marca de origen y niegan la infalibilidad del magisterio ordinario, arremetiendo contra los católicos que sostienen la verdadera doctrina de la Iglesia.

La infalibilidad del Magisterio Ordinario de la Iglesia, que principalmente ejerce el Papa, se puede explicar con cientos de textos, pero sea suficiente el siguiente que, por lo demás, es muy claro:

“Hay en la Iglesia, un doble modo de infalibilidad : el primero es ejercido por el magisterio ordinario Porque así como el Espíritu Santo, Espíritu de la Verdad permanece todos los días en la Iglesia, la Iglesia también enseña verdades de fe  cotidianamente, con la asistencia del Espíritu Santo. Ella enseña verdades  bien sea las definidas, bien sean las expLícitamente contenidas en el depósito de la revelación, pero aún no definidas, o, finalmente,  las que son objeto de una fe implícita. Estas verdades  la Iglesia las enseña todos los días, tanto por el Papa principalmente, como por los obispos en comunión con él. Todos, el Papa y los obispos, son infalibles en este magisterio ordinario, por la misma infalibilidad  de la Iglesia. Sólo difieren en esto, los obispos no son infalibles por sí mismos, sino necesitan la comunión con el Papa, que los confirma, pero el Papa, él sólo, no necesita de nadie salvo de la asistencia del Espíritu Santo que le fue prometida. Por ello, él enseña pero no es enseñado.  Confirma pero no es confirmado. “ ( Mons. D’Avanzo. Dom Nau, Oc p. 15).