El alma racional, forma sustancial del hombre

Observaciones.

1ª Desde la más remota antigüedad los filósofos andan divididos acerca del modo con que el alma racional se halla unida al cuerpo. Son muchos los que adoptan de una manera explícita o implícita la antigua teoría de Platón, suponiendo que el alma se une al cuerpo humano como el motor al móvil, como el piloto a la nave que dirige, como el artífice al instrumento por medio del cual obra. Todos los que al hablar del alma humana le atribuyen la denominación de yo, diciendo, por ejemplo, el yo es una sustancia simple: el yo es indivisible e inmortal, &c., o siguen la teoría platónica sobre la unión del alma con el cuerpo, o hablan con notable impropiedad filosófica; porque se esta unión es más íntima y perfecta que lo que permite la teoría de Platón, semejantes locuciones son completamente inexactas, puesto que el yo no es el alma sola, sino el compuesto o persona resultante del alma y del cuerpo unidos; doctrina que por otro lado tiene en su apoyo el sentido o consentimiento general de los hombres.

2ª Otros filósofos han opinado, por el contrario, que [361] entre el alma racional y el cuerpo existe una unión más perfecta y superior a la que permite la teoría platónica con sus varias gradaciones, o sea una verdadera unión sustancial; lo cual vale tanto como decir que el alma y el cuerpo se unen como dos sustancias parciales e incompletas, destinadas por su misma naturaleza a completarse recíprocamente, constituyendo una sustancia completa, como naturaleza o esencia específica y como persona. Todo eso lo significaban con más concisión los Escolásticos, diciendo que el alma racional es forma sustancial del hombre; lo cual equivale a decir que el alma se une al cuerpo como el acto a la potencia, como la determinación esencial a la cosa determinable, como la actividad vital y organizante a la materia inerte e inorgánica, para constituir de esta manera una naturaleza sustancial, una persona, un hombre, en fin. En este sentido debe entenderse la siguiente