La Síntesis tomista de la predestinación

La predestinación es la parte más elevada de la Providencia. Ahora sólo podemos resumir brevemente desde el punto de vis­ta de los principios lo que acerca de ella dice Santo Tomás y su escuela, y además la hemos tratado con amplitud en el Dic­tionnaire de théoigie caholique, en él artículo Predestina­lion» (cois. 2940-299 y 2984-3082).

Fundamento escriturístico. En primer lugar Santo To­más ha estudiado con toda atención, en sus comentarios sobre el Evangelio de San Juan y sobre las Epístolas de San Pablo, los textos escrituristicos referentes a la predestinación, a su gratuidad, a su infalibilidad, de un modo especial los siguientes: «He guardado los que tú me diste, y ninguno de ellos se ha perdido, sino el hijo de la perdición, cumpliéndose así la Es­critura» (Jn., XVII, 12). «Mis ovejas oyen la voz mía, y yo las conozco, y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna, y no se perderán jamás, y ninguno las arrebatará de mis manos. Pues lo que mi Padre me ha dado, todo lo sobrepuja; y nadie puede arrebatarlo de mano de mi Padre. Mi Padre y yo somos una misma cosa » (Jn., X, 27): «Muchos son los lla­mados pero pocos los escogidos» (Mt., XXII, 14). Según estas palabras hay escogidos elegidos desde toda la eternidad Por Dios; se salvarán infaliblemente, Dios los absolverá de sus pecados y sus méritos no se perderán. Otros se perderán, como el hijo de perdición. Sin embargo Dios nunca manda algo imposible, y hace a todos realmente posible el cumplimiento de sus preceptos en el momento en que éstos obligan y en la medida en que son conocidos. El arrepentimiento era real­mente posible para Judas, pero de hecho no ha existido. Hay una notable diferencia entre la potencia y el acto. El misterio radica sobre todo en la conciliación de la voluntad salvífica universal y de la predestinación, no de todos, sino de un de­terminado número conocido sólo por Dios.

Este misterio es afirmado con claridad por San Pablo en numerosas ocasiones, implícita y explícitamente, en algunos textos que Santo Tomás comenta ampliamente, y en los que muestra la gratuidad de la predestinación; ¿Quién es el que te da ventaja sobre otros? o ¿qué cosa tienes tú que no la hayas recibido? Y si lo que tienes lo has recibido de que te jactas como si no lo hubieras recibido (I Cor, IV,7)      Lo que equivale a decir,  nadie sería mejor que otro, si no fuese más amado y más ayudado por Dios, aunque el cumplimiento de los preceptos sea igualmente posible para todos . “Pues Dios es el que obra en vosotros por un efecto de su buena voluntad no sólo el querer sino el ejecutar” (Fp. 2,13)

Para Santo Tomás y su escuela así como  para San Agustín, San Pablo habla explícitamente do la predestinación a los efesios (I,.4) : Por Él mismo (Jesús) nos escogió antes de la creación del mundo , para ser santos, y sin mancha en

su presencia, por la caridad. Nos ha predestinado para ser hijos  suyos adoptivos por Jesucristo a gloria suya por un puro  efecto de su buena voluntad, a fin de que se celebre la gloria de su gracia mediante la cual somos gratos en su querido Hijo.” Advierte Santo Tomas que San Pablo realza ora el puro efecto de  la buena voluntad: ora el propósito o el designio de la inteligencia divina, de donde siempre resulta  la libertad del acto que es la predestinación.

Con mayor claridad aun dice (Rom. 8, 28-30) : Sabemos también nosotros que todas las cosas contribuyen al bien de los aman a Dios, de aquellos que ha llamado según su decreto para ser santos. Pues a los que Él tiene previstos, también los predestinó para que se hiciesen conformes a la imagen de su Hijo, de manera que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a estos que ha predestinado también los ha llamado; y a quienes ha llamado, también los ha justificado; y a los que ha justificado, también los ha glorificado”. ¿ Cómo ha entendido Santo Tomás los términos quos prææcevit et prædestinavit “ a los que tiene previstos también los predestinó”? En su comentario sobre la Epístola a los Romanos y en todos los demás lugares, Santo Tomás ha entendido estas palabras como San Agustín. No se trata de la presciencia divina de nuestros méritos; esto no tendría ningún fundamento en San pablo y se opondría a numerosas afirmaciones suyas ( Especialmente Ef 1,4; 1Cor. 4, 7, Rom. 9, 15-16. El sentido es el siguiente: “a los que tiene previstos en una mirada de benevolencia, también los predestinó” y ¿ con qué intención? : “ A fin de que su Hijo sea el primogénito entre muchos hermanos”. Tal es para San Agustín y Santo Tomás el sentido de prææcevit. Así mismo Santo Tomás muestra en su comentario en la Epístola a los Romanos (9,12) que San Pablo expone aquí la soberana independencia de Dios en la distribución de sus gracias: los judíos, que eran el pueblo elegido, son rechazados a causa de su incredulidad, y la salvación es anunciada a los paganos. Aquí se trata, en primer lugar, de los pueblos; pero los mismos principios se aplican a las personas. En efecto, San Pablo formula en este pasaje el principio de predilección de Dios que se aplica tanto a los pueblo como a los individuos. “ Pues, qué diremos de esto? ¿ Por ventura cabe en Dios injusticia? De ninguna manera. Pues Dios dice a Moisés: usaré de misericordia con quien me pluguiere usarla, y tendré compasión de quien quiera tenerla. Así que no es obra del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que usa de misericordia” (Rm. 9, 14). Si la predestinación implica un acto positivo de Dios, el endurecimiento es solo permitido por Él y provine del mal uso que el hombre hace de su libertad. El hombre no tiene que pedir cuentas al Señor; de donde la conclusión: “Oh profundidad de los tesoros y la sabiduría de Dios, cúan incomprensibles son su juicios, cuán impenetrables sus caminos!…¿Quién es el que le dio a Él primero una cosa, para que pretenda por ello ser recompensado? Porque de Él. Y por Él, y en Él son todas las cosas. A ël sea la gloria por siempre jamás. Amén”. (Rom, 11,33).