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PREGUNTÁBAMOS:

¿Deben creerse las revelaciones que revelan nuevamente lo ya revelado? y dábamos 3 opciones:

  •  Sí.
  •  No sé.

23% han respondido: , errando.

69%  han respondido: No, estando en la verdad.

8% han respondido No sé.

 

La respuesta correcta es:

La Opción: No

¿ Por qué?

Responde San Juan de la Cruz, , proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Pío XI, en 1926, en la cuestión 14 del Camino Seguro para la Unión del Alma con Dios:

Pregúntandose San Juan de la Cruz ¿se deben creer las revelaciones que revelan de nuevo las cosas ya reveladas? Responde: 

  1. No obstante, ¿se deben creer las revelaciones que revelan de nuevo las cosas ya reveladas?

Por la pureza del alma, a la que conviene mantener en fe, es conveniente que, aunque se le revelen de nuevo las cosas ya reveladas, no se crean porque entonces se revelan de nuevo, y ya fueron de sobra reveladas a la Iglesia. {Li­bro segundo, capítulo XXVII}

Y prosigue, como buen pastor ue no quiere el extravío de las almas, insistiendo:

  1. Entonces, ¿tampoco a éstas hay que prestar nuestro consentimiento?

Por contra, hay que cerrar el entendimiento a ellas y arri­marse con sencillez a la doctrina de la Iglesia y su fe, que, como dice san Pablo, Rom 10, 17, entra por el oído, y no dar crédito ni emplear el entendimiento en estas cosas de la fe reveladas de nuevo, por más justas y verdaderas que pa­rezcan, si no se quiere ser engañado. {Libro segundo, capí­tulo XXVII}

  1. No entiendo el porqué, si enseñan la verdad.

Porque el demonio, para ir engañando e introduciendo mentiras, primero atrae con el cebo de verdades y cosas ve­rosímiles para que se crea; y luego engaña, igual que la he­bra del que cose cuero, pues primero entra la hebra tiesa y después tras ella el hilo flojo, que no podría entrar si la he­bra no le sirviera de gula. Y que se ponga mucho cuidado en esto. {Libro segundo, capítulo XXVII}

  1. ¿Hay alguna otra razón importante para poner mucho cuidado en estas revelaciones nuevas que reve­lan lo ya revelado?

Porque aunque de verdad no hubiese peligro de engaño, le conviene mucho al alma no querer entender cosas claras sobre la fe para conservar puro y entero el valor de esta y también para llegar en esta noche del entendimiento a la luz divina de la divina unión. {Libro segundo, capítulo XX­VII}

  1. ¿Puede darnos algún ejemplo de las Sagradas Escrituras?

Es tan importante esto de acercarse con los ojos cerrados a las profecías pasadas cuando ocurre cualquier revelación nueva, que, aunque el apóstol san Pedro viera de alguna manera la gloria del Hijo de Dios en el monte Tabor, a pesar de ello, en su epístola canónica, 2Pe 1, 19, dijo estas palabras: Et habernus firinioreni propheticuin serrnonern: cui benefticitis attendentes, etc.; y es como si dijera: «Aunque es cierta la visión que de Cristo tuvimos en el monte, más firme y cierta es la palabra de la profecía que nos fue revelada, a la que hacéis bien en arrimar vuestra alma.» {Libro segundo, capítulo XXVII}

Apócrifos: Libros que conteniendo algunas verdades, nunca fueron aprobados por la Iglesia, porque entre esas verdades, figuraban doctrinas falsas, que no ofrecían el verdadero rostro de Jesucristo, y, en general, llevaban a los fieles con facilidad a una religión gnística, contra la que tuvo que luchar la Iglesia en sus primeros tiempos. Quizá, el mayor peligro; y que hoy sigue tan extendido, por desgracia.
  1. ¿Puede resumir, pues, lo que debe hacer el alma pura, cauta, sencilla y humilde ante estas revelaciones de las que estamos hablando ahora?

Si es cierto, por las causas ya dichas, que es conveniente cerrar los ojos a las revelaciones ya citadas, que tratan sobre las proposiciones de la fe, ¿cuánto más necesario no será no admitir ni dar crédito a las demás revelaciones sobre cosas diferentes, en las que el demonio normalmente tanto mete la mano, que tengo por imposible que no se engañe mucho en ellas quien no procure desecharlas, siendo tanta la apariencia de verdad y la firmeza que el demonio pone en ellas?. Porque junta tanta apariencia de verdad y conveniencias para que se crean, y las coloca con tanta fijeza en el sentido y la imaginación…