De los signos del pensamiento

El signo general del pensamiento humano es el lenguaje. Supónese comúnmente que esta palabra tiene su etimología [21] en la frase latina linguam agere, que significa mover la lengua. Sea de esto lo que quiera, es lo cierto que el lenguaje como signo o expresión del pensamiento, es un sistema de signos destinados a expresar el pensamiento. Y debe tenerse presente que el pensamiento aquí se toma en un sentido lato por las manifestaciones y actos, no solo del entendimiento y voluntad, sino también de las facultades sensibles, tanto perceptivas como afectivas.

Los signos que constituyen el lenguaje pueden ser o naturales o artificiales. Los primeros son los gritos, ademanes, gestos y movimientos naturales y espontáneos del cuerpo, en relación con determinadas afecciones y pensamientos interiores del alma. Los segundos son las palabras articuladas destinadas por el uso y la convención para expresar aquellos actos y afecciones interiores.

El lenguaje natural tiene determinadas ventajas sobre el artificial, así como éste las tiene sobre aquel bajo otros puntos de vista. El natural: 1º es más enérgico y adecuado que el artificial para expresar las afecciones del alma: 2º es invariable, uniforme y espontáneo, como fundado en la misma naturaleza: 3º se adquiere y practica sin necesidad de estudio o de la observación.

Por otro lado, el lenguaje artificial o articulado: 1º sirve para expresar muchas cosas que no pueden expresarse por medio del natural, y se extiende hasta las más sutiles manifestaciones y modificaciones del pensamiento: 2º incluye mayor facilidad y universalidad; mayor facilidad, puesto que con pocas palabras convenientemente combinadas podemos expresar instantáneamente conceptos y objetos que exigirían multitud de gestos y movimientos para ser expresados imperfectamente; mayor universalidad, no solo porque se extiende a objetos y pensamientos que se hallan fuera del alcance del lenguaje natural, o a los cuales solo alcanza con suma dificultad e imperfección, sino principalmente porque el lenguaje natural, solo es medio de comunicación con los presentes, mientras el articulado se extiende a los ausentes en tiempo y espacio por medio de la escritura: 3º el lenguaje [22] articulado sirve de instrumento y auxiliar poderoso para desarrollar y robustecer el pensamiento, por medio de una especie de comunicación y reacción continua y recíproca entre la palabra y el pensamiento: 4º el lenguaje articulado, por lo mismo que se halla sometido a la voluntad del hombre, como sistema de signos convencionales y libres, encierra un poder de expresión tan eficaz y perfecto, que basta para satisfacer con facilidad todas las necesidades del hombre en el orden físico, sensible, social, intelectual y moral: 5º finalmente, el lenguaje articulado así como puede perderse en el individuo u olvidarse, puede también enriquecerse o perfeccionarse, al paso que el natural nunca se olvida, pero tampoco se perfecciona sino con dificultad, en algunos hombres solamente, y aun esto dentro de límites estrechos. Sabido es que la influencia de la voluntad y el hábito, pueden hacer que los gestos y movimientos exteriores representen afecciones que no existen en el individuo; pero esto es accidental y no destruye las condiciones propias del lenguaje natural.

Cuanto llevamos consignado en este capítulo acerca del lenguaje artificial, se refiere al lenguaje en cuanto significa una colección de palabras articuladas que tienen por objeto expresar el pensamiento. Conviene ahora tener presente que esa palabra, además de la significación dicha puede tener otros dos sentidos, puesto que unas veces se toma por la facultad o capacidad de hablar que posee el hombre, y otras por la determinada disposición de palabras, oraciones y períodos que constituyen lo que se llama estilo, en cuyo último sentido solemos decir que tal autor tiene un lenguaje conciso, elegante, fluido, nervioso, &c.

De aquí se infiere que cuando se pregunta si el lenguaje articulado es natural al hombre, se debe responder con distinción. Si se trata del lenguaje en cuanto significa una colección determinada de voces articuladas, como las palabras, por ejemplo, que constituyen el idioma castellano, el lenguaje no es natural sino artificial y arbitrario, toda vez que es indiferente y puramente convencional que esta palabra designe este objeto y no otro; y por otra parte vemos que al mismo [23] objeto corresponden diferentes palabras según la variedad de idiomas. Si se trata del lenguaje, en cuanto significa la facultad de hablar, no hay inconveniente en afirmar que el lenguaje es natural al hombre; porque la razón y la experiencia demuestran que el hombre ha recibido de Dios y tiene en su misma naturaleza la facultad o capacidad de manifestar y significar a otros sus pensamientos y los objetos por medio de voces articuladas, que posee el organismo y los instrumentos necesarios para producir sonidos articulados, y hasta que tiene en su naturaleza una propensión espontánea a poner en ejercicio este organismo y la facultad de hablar.

¿Deberemos inferir de aquí, que la invención del lenguaje es debida al hombre? De ninguna manera. Sea cualquiera la opinión que se adopte en orden a la posibilidad absoluta o física de la invención o formación por parte del hombre de algún lenguaje, el cual en todo caso sería necesariamente imperfectísimo, y exigiría el transcurso de mucho tiempo, se debe tener por cierto que el lenguaje fue comunicado o inspirado al hombre por el mismo Dios. Muchas son las razones que pueden aducirse en apoyo de esta afirmación, aun prescindiendo de la Sagrada Escritura que lo indica {(1) En efecto, hablando del primer hombre, dice: «Creavit ex ipso abjutorium simile sibi; consilium et linguam dedit illis.»} con toda claridad. 1º Adán o el primer hombre debió salir perfecto de las manos del creador, como dice santo Tomás, tanto en el orden físico, o en cuanto al cuerpo, como en el orden intelectual y por parte del alma; y es indudable que si no hubiera poseído el lenguaje, carecería de una de las perfecciones o cualidades más importantes y necesarias. 2º No poseyendo el lenguaje se hubiera visto imposibilitado de comunicar a sus hijos los conocimientos naturales y sobrenaturales que recibiera de Dios. 3º En la hipótesis contraria, el hombre hubiera permanecido por espacio de mucho tiempo en estado de completo mutismo, el cual es incompatible con el estado [24] social que es natural al hombre, y fuera del cual no puede conservarse por mucho tiempo. Como corroboración de este argumento debe tenerse en cuenta, que siendo el lenguaje un conjunto de signos convencionales, y siendo o imposible, o sumamente difícil por lo menos, establecer pactos y convenciones sin el auxilio de la palabra articulada, los hombres, en la hipótesis que combatimos, habrían permanecido por espacio de siglos sin sociedad política y en estado de salvaje mutismo. 4º Para todo hombre pensador es evidente que la invención primitiva o descubrimiento originario de un idioma, siquiera sea imperfecto, es obra que exigiría una inteligencia sublime, unida a vastísimos y profundos conocimientos de todo género: ¿y es posible esto cuando se principia por suponer al hombre sin vínculos sociales, en estado de salvaje mutismo y de crasa ignorancia? 5º Finalmente, si a esto se añade que todos los monumentos históricos, incluso los bíblicos, presentan al hombre en posesión y ejercicio del lenguaje articulado, y lo que es más, de un lenguaje perfecto, quedará fuera de toda duda que el origen primitivo del lenguaje entre los hombres debe buscarse en Dios revelándolo o comunicándolo al primer hombre creado por él (1). Y [25] decimos, revelándolo, para excluir la opinión de los que imaginan que Dios enseñó al hombre el lenguaje primitivo pronunciando sonidos articulados, a la manera que los padres enseñan ahora a los hijos.

{(1) Son notables las palabras de Humboldt sobre este punto. «El lenguaje no ha podido ser inventado sin un tipo preexistente en la inteligencia humana… Más bien que creer en una marcha uniforme y mecánica que le vaya formando paulatinamente desde el principio más grosero e informe hasta llegar a la perfeccion, abrazaría la opinión de aquellos que refieren el origen de las lenguas a una revelacion inmediata de la Divinidad. Ellos por lo menos reconocen la chispa divina que brilla al través de todos los idiomas, aun los más imperfectos y menos cultivados.» A conclusiones análogas conducen los trabajos de Klaproth, Remusat, Goulianoff, Merian, Adelung, Schelegel y de tantos otros distinguidos etnógrafos.
Hay más todavía. De los trabajos literarios y de las investigaciones etnográficas realizadas por los escritores citados, resulta: 1º que los cuatro mil dialectos o idiomas que se conocen, pueden considerarse como filiaciones o derivaciones de tres, o a lo más, [25] cuatro lenguas primitivas y rigurosamente diversas, que son, la indo-germánica, que también suele llamarse indo-europea, la semítica y la tártara, a la cual algunos añaden la malaya: 2º que la aparición de estas tres o cuatro lenguas primitivas tuvo lugar de una manera repentina; todo lo cual se halla en perfecto acuerdo con la narración bíblica sobre la repentina confusión de lenguas realizada en la construcción de Babel, siendo probable que cada una de las tres grandes familias de Noé se separara de Babel con una de las tres lenguas que se llaman primitivas.}

Además de las indicaciones que dejamos consignadas arriba acerca de la utilidad y necesidad del lenguaje articulado, pueden aducirse razones poderosas que demuestran con toda evidencia esa necesidad y utilidad.

1ª Los hombres están destinados por las condiciones mismas de su naturaleza a constituir o formar una sociedad no imperfecta, temporal y transitoria, como los animales, sino perfecta, permanente, intelectual, moral y política; sociedad que ni siquiera puede concebirse, cuanto menos constituirse y conservarse, sin el auxilio del lenguaje articulado.

2ª Sin el lenguaje articulado la memoria es por precisión muy incompleta, y su expresión o manifestación externa es poco menos que imposible. Reflexiónese ahora por un lado los gravísimos inconvenientes a que estaría expuesto el hombre viviendo en sociedad sin el auxilio de la memoria, o teniendo ésta un estado sumamente imperfecto; y por otro, que uno de los efectos más incontestables y preciosos del lenguaje articulado es el fijar y ordenar los pensamientos y afecciones interiores en la memoria, sujetándolos al propio tiempo al fenómeno del recuerdo o reminiscencia.

3ª La investigación y conocimiento de la verdad, que constituye la perfección más noble y digna del hombre, se hallan en íntima relación y necesaria dependencia con el [26] lenguaje articulado, sin cuyo auxilio nuestros conocimientos serían muy limitados, trabajosos e imperfectos. La conciencia íntima nos revela que mientras investigamos y conocemos los objetos, hablamos interiormente, locución que sería difícil, imperfecta y confusa, sino poseyéramos el lenguaje articulado.

Toda esta filosofía es fundamento de la Suma Teológica de Santo Tomás, que puede encontrar resumida, en tan sólo 338 páginas en el Catecismo de la Suma Teológica  que puede adquirir aquí mismo.