El objeto principal de la Lógica es dirigir nuestro entendimiento a conocimiento de la verdad. Las operaciones fundamentales del mismo, mediante las cuales se encamina a la verdad y logra su posesión, son la simple percepción, el juicio y el discurso o raciocinio. Aquella parte de la Lógica que enseña las reglas filosóficas y da preceptos racionales para el conveniente uso y aplicación de estas tres operaciones fundamentales de la inteligencia se llama Lógica General, y es la misma que los antiguos Escolásticos solían apellidar Lógica Menor.

Aquella parte de la Lógica que trata de las materias que tienen una relación especial con las tres funciones expresadas de nuestra razón, como medios e instrumentos para investigar y adquirir la verdad, como son ciertos problemas e ideas sobre la certeza, la probabilidad y la verdad, el método, los criterios de la verdad, &c., se llama Lógica Especial, o como la apellidaban los Escolásticos, Lógica Mayor. [17]

El íntimo enlace y relaciones que existen entre el objeto de la Lógica y el de la Psicología ha motivado diversidad de pareceres con respecto al orden con que deben enseñarse estas dos ciencias. Algunos colocan y enseñan la Psicología antes que la Lógica, porque, en su opinión, no se pueden dirigir bien las operaciones del entendimiento, lo cual constituye el objeto de la Lógica, sin conocer las varias facultades del hombre con las cuales se halla en relación su entendimiento. Otros, por el contrario, opinan que la Lógica, que es el arte de buscar la verdad, debe preceder a todas las ciencias, y por consiguiente a la Psicología. Esta segunda opinión nos parece más fundada; porque siendo la Psicología una verdadera ciencia, y ciencia que encierra problemas arduos y trascendentales, no es posible tratarla de una manera adecuada a sus condiciones científicas sin el auxilio de la Lógica, a la que pertenece enseñar a pensar bien y a investigar la verdad científica. Que no sin razón la apellidaban los antiguos instrumento y órgano de todas las ciencias. Por otra parte, para obviar la dificultad a que se refiere la primera opinión, basta hacer entrar en la Lógica algunas observaciones sencillas sobre las facultades del alma en relación con el objeto de la misma.

Algo más necesario nos parece hacer entrar en la Lógica algunas nociones acerca del lenguaje; porque siendo la palabra la expresión del pensamiento, así como este es la representación de los objetos, es indudable que la gramática general, o sea el conocimiento de la estructura y leyes generales del lenguaje, es un auxiliar tan poderoso como útil para la dirección de las operaciones intelectuales por medio de la disposición artificial y científica que la Lógica comunica a las operaciones indicadas. He aquí la razón porque damos principio a la Lógica exponiendo algunas nociones de gramática general, o sea filosofía del lenguaje; porque la verdad es que estudiar y conocer el lenguaje, equivale en cierto sentido a estudiar y conocer el pensamiento humano. [18]

Capítulo primero

Gramática general

Artículo primero
Del signo en general

Nociones previas.

1º La palabra gramática trae su origen de la griega gramma, que significa letra, y como las letras son los elementos de las palabras que constituyen la materia y objeto de la gramática, de aquí es que tomando la parte por el todo, la gramática general ha venido a significar la ciencia que investiga y expone los principios y propiedades generales del lenguaje articulado, considerado como expresión del pensamiento.

De esta definición se infiere que lo que se llama gramática general debiera denominarse filosofía del lenguaje, como la apellidan con razón algunos: 1º porque el nombre de gramática es más propio de una arte que de una verdadera ciencia, cual es la que nos ocupa: 2º porque con ella no se aprende ningún idioma determinado. Es, por lo tanto, más lógico y exacto el nombre de filosofía de lenguaje: nosotros, sin embargo, acomodándonos al uso recibido, usamos indistintamente los dos nombres.

2ª El objeto principal y propio de la gramática general es la oración: 1º porque esta resume y condensa el lenguaje como expresión del pensamiento: 2º porque la oración es la expresión externa y articulada del juicio, el cual es el acto principal de nuestro entendimiento, y su manifestación más importante y fundamental.

La oración gramatical puede ser considerada, o en sus elementos y diferentes partes de que se compone tomadas aisladamente, sin tomar en cuenta las relaciones que entre sí pueden tener en la oración; o por el contrario sistemáticamente, [19] considerando las partes de la oración en cuanto forman un todo determinado. De aquí la división de la gramática general en lexicología, que trata de las partes de la oración tomadas cada uno de por sí; y sintaxis, a la que pertenece estudiar la oración en cuanto es un todo resultante de la colocación ordenada de las partes que la componen. La gramática general no puede contener prosodia ni ortografía, partes que se encuentran en las gramáticas particulares, porque aquella no enseña a hablar ni escribir ningún idioma.

3ª De las dos partes indicadas, la más importante para la Lógica es la lexicología, en la que se analiza el lenguaje como signo y expresión de las ideas y pensamientos. Por esta razón nos ocuparemos con preferencia de la misma en estas nociones, con tanto más motivo, cuanto que al tratar del juicio se habla también de la oración como expresión sensible del mismo.

No siendo otra cosa el lenguaje más que la expresión y signo sensible del pensamiento, claro es que no pueden conocerse su naturaleza, leyes y propiedades, si no se conocen de antemano la naturaleza, leyes y propiedades del signo.

Signo en general es: lo que representa a la facultad cognoscente alguna otra cosa distinta del mismo signo: quod potentie cognoscenti aliud a se repraesentat. De esta definición se deduce que el signo, en cuanto tal, incluye tres cosas: 1ª el signo debe ser distinto realmente de la cosa significada, porque ninguna cosa se dice con propiedad signo de sí misma: 2ª entre el signo y la cosa significada debe existir alguna relación o enlace, pues solo así se concibe que el uno conduzca al conocimiento de la otra: 3ª el signo viene a ser como un medio entre la potencia que conoce y la cosa significada; así el humo, por ejemplo, sirve al entendimiento como de medio o puente para llegar al conocimiento del fuego.

Infiérese de lo dicho que el signo determina u origina dos percepciones, de las cuales la una se refiere a la cosa que sirve de signo, y la otra a la cosa significada. Empero para que resulten realmente estas dos percepciones, es preciso que se conozca la relación que existe entre el signo y la cosa [20] significada, pues faltando este conocimiento el signo no ejercerá el oficio de tal. Un vocablo hebreo no ejerce el oficio de signo para uno que ignore esta lengua, porque no conoce la relación convencional que existe entre aquel vocablo y la cosa por él significada.

El signo se divide en formal e instrumental. Signo formal es el que representa otra cosa por razón de la semejanza que con ella tiene, como la imagen o retrato de Julio César es signo formal del mismo. Signo instrumental es el que representa alguna cosa por razón de alguna relación que no sea de semejanza, como sucede en el humo respecto del fuego.

El signo puede ser también o natural o arbitrario, el cual también se llama artificial. En el primero, la relación que existe entre el signo y la cosa significada procede de la misma naturaleza de las cosas, independientemente de la voluntad del hombre, como se ve en el ejemplo del humo y del fuego. En el arbitrario, la conexión o enlace entre el signo y la cosa significada es convencional o dependiente de la voluntad del hombre, como sucede en el lenguaje articulado, cuyas palabras significan este o aquel objeto, según los diferentes idiomas y según voluntad convencional de los hombres.

Cuando la relación que existe entre el signo y la cosa significada en el signo natural es necesaria e infalible por su naturaleza, el signo se denomina cierto o necesario, como se ve en la respiración respecto de la vida: si esa relación no es necesaria, sino que puede proceder de varias causas, será signo incierto o equívoco: así, por ejemplo, la frecuencia del pulso es signo incierto o equívoco de fiebre, porque puede proceder de otras causas.

Toda esta filosofía es fundamento de la Suma Teológica de Santo Tomás, que puede encontrar resumida, en tan sólo 338 páginas en el Catecismo de la Suma Teológica  que puede adquirir aquí mismo.