LA REVELACIÓN CRISTIANA

Autenticidad del Evangelio de San Marcos

Orientación histórica.—Tanto la antigüedad como la crítica reciente hasta nuestros días están concordes en atribuir el segundo evangelio a San Marcos. Este es un personaje del N. T. que nos es bastante conocido. En su primera carta le designa San Pedro como «hijo mío» (1 Pe 5,13), en cuanto convertido por él. No cabe duda de que es el mismo Juan Marcos, que, según Col 4,1 o, era sobrino de Bernabé. Su madre María tenía en Jerusalén una casa que servía de lugar de reunión a los cristianos, y a la que acudió San Pedro al ser milagrosamente liberado de la prisión (Act 12,12). Marcos acompañó a San Pablo y a San Bernabé en el primer viaje misionero de éstos (Act 13,5), pero luego se separó de ellos y regresó a Jerusalén (13,13). En vista de esta conducta, San Pablo se negó a llevarlo consigo en el segundo viaje; Bernabé marchó entonces con su sobrino hacia Chipre (15,3 6ss). Junto a Pablo, prisionero en Roma, encontramos a Marcos, y le vemos enviado por el Apóstol a Asia Menor en una importante misión (Col 4, 1o; Fim 24). Durante su segunda cautividad romana, San Pablo pedía a Timoteo que trajera consigo a Marcos, como hombre de gran utilidad para el ministerio (2 Tim 4,11).

Nuestra solución.—PROPOSICIÓN: El autor del segundo evangelio es San Marcos, discípulo de San Pedro.

ARGUMENTO EXTRÍNSECO

Siglo IV

SAN JERÓNIMO dedicó a San Marcos el capítulo 8 de su obra De los varones ilustres, ya citada antes (n.361). «Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, a ruegos de los hermanos en Roma, escribió un evangelio breve, conforme a lo que había oído referir a Pedro. Y habiéndolo oído Pedro, lo aprobó y lo entregó a las iglesias para que fuera leído, como escriben Clemente… y Papías, obispo de Hierápolis» .
EUSEBIO DE CESAREA, quien nos ha conservado los fragmentos de Clemente de Alejandría y de Papías, da por su parte testimonio de la misma creencia. Sirva de ejemplo lo que dice en su obra Demostración evangélica, como señal de la humildad de San Pedro: «Pedro, por exceso de reverencia, ni llegó a escribir el evangelio. Marcos, que le era conocido y discípulo, se dice que conservó las narraciones de Pedro acerca de los hechos de Jesús» .
Los prólogos monarquianos son introducciones anónimas a los evangelios. A algunas de estas introducciones se la denomina prólogos monarquianos, porque dan la impresión de depender de la doctrina errónea que exagera la unidad del Padre y del Hijo con detrimento de su distinción real. Probablemente son del siglo IV muy adelantado, si bien reflejan noticias de época anterior.

«Marcos, evangelista de Dios, hijo de Pedro en el bautismo y discípulo en la palabra divina, ejercitando en Israel el sacerdocio según la carne, levita convertido a la fe de Cristo, escribió el evangelio en Italia, mostrando en él lo que debía a su propio linaje y a Cristo»

Siglo III

TERTULIANO. Además del testimonio que acabamos de citar para el primer evangelio, en el que habla también de San Marcos, en la misma obra Contra Marción afirma que el evangelio que publicó Marcos se atribuye a Pedro, del cual es intérprete Marcos.
ORÍGENES ha englobado en un solo testimonio los cuatro evangelios, señalando el segundo como de Marcos.
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA se detiene a referir la ocasión por la que fue compuesto el evangelio de San Marcos:
«Habiendo predicado públicamente Pedro la palabra de Dios en la ciudad de Roma y habiendo promulgado el evangelio bajo la
inspiración del Espíritu Santo, muchos de los que allí estaban juzgaron a Marcos que escribiera lo que había predicado el apóstol, pues Marcos había acompañado hacía tiempo a Pedro y conservaba en la memoria sus dichos. Y así compuso Marcos el evangelio y lo entregó a los que se lo pedían. Cuando Pedro se enteró, ni prohibió que esto se hiciera ni tampoco animó a ello»

Los prólogos antimarcionitas pertenecen a las introducciones anónimas a los evangelios, de las que hemos hablado a propósito
de los prólogos monarquianos (, pero son de fecha anterior a éstos, a saber, del siglo III, y son traducciones de prólogos griegos
de finales del siglo II.
«Marcos… fue intérprete de Pedro. Después de la muerte del mismo Pedro escribió él en la región de Italia el evangelio»

Siglo II

 SAN IRENEO manejó y citó el evangelio de San Marcos, atribuyéndolo expresamente a éste ; pero, además, nos ha dejado un testimonio directo de su autenticidad acerca de San Mateo.
«Después de la muerte [o march] de éstos [Pedro y Pablo], Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, también él nos legó por escrito lo que Pedro había predicado».

PAPíAS nos ofrece el dato más antiguo e interesante en un fragmento conservado por Eusebio:

«Y decía esto el presbítero: Marcos, intérprete de Pedro, escribió con diligencia cuantas cosas recordaba, pero no con el orden con que fueron dichas o hechas por el Señor. Porque él no había oído al Señor ni le había seguido, sino que más tarde, como dije, había seguido a Pedro, y éste daba sus enseñanzas según las exigencias [de los oyentes], pero sin tratar de referir por orden los dichos y hechos del Señor. De este modo, no erró Marcos en escribir algunas cosas como las recordaba; su intento era no omitir nada de lo que había oído ni falsearlo ».

El siguiente artículo tratará sobre el argumento intrínseco de la autentidad del Evangelio de San Marcos.